Quedé aturdido toda la semana (3)
Sentí entonces que no había placer más absoluto que el de entregarse por completo a la merced de un macho, que de tornarse en su juguete sexual y que no había forma más radical de sometimiento humano.
Había ya pasado cierto tiempo que coqueteaba con la idea de avanzar en mi exploración del sexo entre dos hombres, partiendo desde un lugar imprevisto. Con 40 años, siempre había llevado una vida heterosexual, de 4 o 5 relaciones duraderas y plenas con mujeres. En mi haber incluso portaba el mérito de haber desflorado a tres de ellas e introducido al maravilloso mundo del sexo anal. En las calles, en el bar o en la noche, siempre había estado atento a las curvas femeninas y mis posibilidades de conquista. Los hombres jamas me habían interesado en lo mas mínimo, lejos había estado en mi interés de relacionarme con ellos.
Crisis de los 40 o no, una noche me encontraba mirando algo de porno en el móvil, como fabulosas tías engullendo varias pollas o entregándose a machos pollones. Conocedor de todas las sensaciones masculinas de esas escenas, me vine a preguntar que sentirían las tías. Como sería tener un rol pasivo, donde todo el juego recae en el macho y la hembra tan solo debe entregarse y contentarse con ser una buena puta? Que se sentiría con un polla en la garganta, golpeando el paladar ? El engullir toda la lefa de un hombre, mirándole a los ojos? Entregando el culo para ser besado y lamido, dilatado y finalmente abierto por un pollon ? Sentir la leche golpeando las paredes del intestino y luego chorreando por el culo y las piernas hasta el piso ? Ser bebido, besado y poseído al completo por un hombre?
Comencé teniendo encuentros breves y furtivos donde no pasaba a mayores. A lo sumo los tíos me hacían una buena paja o mamada, y mi actitud era mas la de un espectador. Eso si, poco a poco ganaba confianza en encontrarme con desconocidos, muchas veces en lugares inverosímiles. También encontraba el gusto a desnudarme frente a ellos o acudir a la cita sintiéndome cada vez mas puta.
Para dar el gran paso, era condición esencial de esa fantasía dar con un macho maduro, experimentado, seguro de si mismo y sobretodo super activo, que disfrutara estrenar un culo virgen, una boca inexperta, un macho hetero con todas las letras.
La idea me rondó mucho tiempo por la cabeza, y comencé a buscar al candidato entre cientos de anuncios. Ello, hasta que di con un maduro de unos 60 años, llamado Javier.
Javier decía ser muy "oral" adorar besar, engullir polla y beberse la lefa. Dio la casualidad que trabajaba cerca de mi curro, y me ofrecía visitarlo. Me decía estar solo, después de hora, en un edificio de oficinas. No era el escenario mas favorable, pero imagine que podría tener un primer encuentro light para luego pasar a mayores en otra oportunidad, si el perfil de Javier lo permitía.
Por mi parte contaba ya con 43 años, un físico fuertote, fornido sin ser gordo, pelo que comenzaba a ser entrecano pero abundante, y mi vieja amiga, una modesta polla que descapullaba bien, y que a pesar de su tamaño había sabido hacer las delicias de toda tía que se le cruzaba en el camino.
Me cito a las 17 hs . La luz ya bajaba en el invierno madrileño. Llegue a horario, sorprendido al encontrar un viejo portal de carruajes, de un edificio ya convertido en modernas oficinas. Toque timbre y para mi sorpresa, me abrio un fornido vigilante, maduro y de pelo raso, con una amplia sonrisa. Era Javier.
Con las piernas temblando de los nervios, entre a lo que parecía una callejuela interna. Note a la derecha de la entrada una gran oficina vidriada, donde claramente Javier oficiaba de vigilante. Me dijo "no te preocupes, ya no queda nadie y mi reemplazo vendrá en un par de horas".
Pense que ya era tarde para echarme atrás y después de todo el escenario "peligroso", donde podíamos ser descubiertos en todo momento, le añadía adrenalina adicional a la aventura.
Javier me hizo pasar, feliz de verme, muerto de ganas como lo atestiguaba su abultada bragueta expandida. Me indico una silla contra una pared, y sin rodeos me comenzó a desvestir rápidamente y sobarme el paquete por encima del pantalón. " Que bien que estas" exclamó. Comencé sin duda a sentir lo que sentían tantas tías, a las cuales se le arranca la ropa, y son ávidamente devoradas por sus amantes. Me abrió la camisa, recorrió mi pecho a lenguetazos, deteniéndose en mis pezones, luego me desabrocho el cinturón, bajo los pantalones y me los quito. Mi sensación era no solo de excitación total, sino de desamparo e inseguridad. Me costaba concentrarme en mis sensaciones, escrutando por la ventana si habría cámaras de seguridad filmándolo todo, nervioso al escuchar el mínimo ruido, preguntándome si alguien sorprendería la guardia de seguridad, con un hombre desnudo entre sus brazos.
Comenzó lentamente a masturbarme, a lamerme la punta de la polla, para luego engullirla por completo. Al mismo tiempo comenzó el también a desvestirse y agitar su polla de proporciones medias. Era tan ardiente y veloz que debí pararlo varias veces para no venirme en segundos en su boca. Alzo la mirada, y me di cuenta que me quería besar. Nos besamos, y note que la sensación no era muy distinta que besar a una mujer. Luego volvió a bajar a mi cintura. Por mi lado, lo tome de la nuca, y empece a follar su boca brutalmente. Me fascinaba tenerle del cuello, de los brazos, fornidos y musculosos para un hombre de su edad. Repetimos el juego varias veces.
Pensé en redoblar la apuesta. Vi a un lado una mesa, e imagine de inmediato yo tomado de ella, la cintura quebrada, el culo en pompa para que Javier me poseyera. Entonces lo hice detenerse, le cambie el sitio, haciéndolo sentar donde yo estaba antes y engullí su polla, particularmente húmeda que largaba profusamente precum. Deje de tomar el bibe, y solito me coloque contra la mesa, de espaldas a Javier. Me recosté sobre la mesa, levantando una pierna para formar una V, para facilitar la penetración.
Javier, no tardo en darse cuenta de mis intenciones, dio un escupitajo a su mano y comenzó a masajearme la coronilla. Comenzó introduciendo un dedo lentamente, que sentí excepcionalmente grande. Lejos de retraerme, le pedí que no parara. A un dedo le siguió otro y luego otros. Ya me follaba literalmente con su mano. Se detuvo, hecho saliva a su polla y presiono su cabeza en la puerta de mi culo
Comencé a relajarme, y pensar en sensaciones agradables. La polla entró y sentí dolorosamente lo lento que progresaba y se expandía en mi interior. Empezó una follada corta y rítmica que me mataba. En ese instante me pregunté que estaba haciendo, en un edificio desconocido, con un hombre desconocido, con su polla en mi culo ardiéndome.
Pensé que acabaría enseguida, pero para mi gran sorpresa, Javier era excepcionalmente tenaz y resistente. Sentí entonces que no había placer mas absoluto que el de entregarse por completo a la merced de un macho, que de tornarse en su juguete sexual y que no había forma mas radical de sometimiento humano.
Luego de unos minutos la polla que tanto me hacia doler, comenzó a entrar y salir con facilidad, y yo a sentir un mar de sensaciones. Sin duda había alcanzado la próstata y todo era placer. Note que mi propia polla ahora comenzaba a largar sola un hilo fino y transparente como nunca antes lo había hecho. Javier no paraba de follarme parejo, profundo y bonito a un ritmo infernal. Súbitamente, sentí las contracciones del orgasmo mas violento que tuve en mi vida. Sentí que mi ano se contraía rítmicamente alrededor de la polla de Javier y ese masaje natural y espontaneo acabo a su vez con el. Me inundo una marea espesa y caliente. En segundos saco su polla , que hizo un sonoro "plop" al desanudarse de mi interior. Y sentí como escurría de mi culo deliciosamente, el liquido tibio y blanquecido de Javier, por mis muslos, pantorrillas, hasta manchar mis medias que no me había quitado.
Javier, sudado, exhausto y feliz me limpio lo mejor que pudo con algo de papel de baño y me dio de beber algo de agua preparada a dichos efectos.
Me dijo que estaba muy bien, que le gustaba mucho mis tetas, mi rabo y mis huevos grandes. Que le gustaría repetir y beber mis líquidos.
Una vez vestido, agradecí a Javier despidiéndome como de un viejo amigo.
Salí, confuso, algo dolorido, aun chorreando algo de semen que escapaba de mi culo. Trate de poner orden en mis ideas y me di cuenta que ya había franqueado un umbral por el cual no se podía retornar