Quedamos en una terraza de Murcia

Fui a tomarme algo con Tania y diego. Tania está muy buena pero va un poco de diva.

Quedamos para tomar algo. Tatiana, el guaperas de Diego y también fui yo. Normalmente evito esas reuniones, Tatiana tonteaba mucho con Diego y yo pasaba de ver cómo otro se comía el bocado que tanto me apetecía. Y no debería apetecerme. Tengo novia desde hace muchos años, nos llevamos muy bien y la quiero mucho. Pero el deseo sexual, como una sucia y constante adicción ha hecho que mis códigos morales se quiebren.

Quedamos cerca de la universidad, pudimos pillar una terraza, me guardé la mascarilla en el bolsillo y me pedí un granizado de limón. Era miércoles y pasaba de meter alcohol en mi cuerpo. Diego además de chico fitness, era poeta y me enseñó un antología de relatos que quería publicar, yo le animé, no es raro que los guaperillas tengan esos intereses. Tania nos interrumpía, para enseñarnos vídeos de tik tok con su amiga melisa, mientras Diego comentaba lo buena que estaba Melisa, para poner celosa a Tania, yo no podía evitar observar el bello perfil de la mandíbula de Tania, la fuerza de mi deseo, oculto, poderoso y disimulado se clavaba en ella. La conversación que teníamos Diego y yo, en la que a veces ignorábamos a Tania, era sobre cómo hay problemas con ciertos registros literarios, por ejemplo, no se puede entender el teatro existencialista; Camus y Sartre, sin esos elementos. Mi cabeza estaba a tope con eso, y de corazón atendía a los aportes de Diego, por ejemplo su idea de que todo autor es hijo de su tiempo y enemigo de su tiempo al mismo tiempo pero al mismo tiempo mi cabeza se desviaba a Tania, mi mirada se alargó más de lo común, sus pechos eran pequeños pero su escote sugería ciertos placeres, me la jugué un poco, mantuve la mirada y seguimos con la conversación.

Ellos se pusieron a hablar de Wallapop, mi limonada se había convertido en hielo y con mi pajita la movía hacía mi. Interrumpí una cosa que estaba diciendo Tania:

  • Hay buenas cosas en Wallapop, pero hay que buscar y regatear un poco - Ella hablaba mientras seguía deslizando su dedo en el móvil.

  • Que no, Tania, que te vamos a coger a ti - la agarré de los hombros - y venderte por 34 euros - dejé que mis manos se posara sobre su hombros.

  • Por esta no pagan tanto - Se rió Diego.

  • Qué malos que sois chicos - Respondió Tania. Buff, me ponía mucho que estuviera buena y fuera una tonta random de discoteca.

Aunque estaba sentada no podía parar de pensar en su culito, tenía un culo brutal, tenía el privilegio de que toda su grasa se iba allí, formando una redondez deliciosa a la que me quería agarrar y en la que perderme.

Estuvieron hablando de los ligues, y no sé cómo acabaron hablando de rabos. Yo siempre he estado contento con mi polla así que esas conversaciones nunca me han incomodado aunque siempre he querido ser sutil y elegante al respecto. Tania contó que se había tirado a más de un portero de discoteca que a pesar de la apariencia, brazos fuertes, enorme pecho, buen culo su pollita resultaba ser una decepción. No pude evitar sonreir con cierta superioridad.

  • Pero ¿Tan importante es el tamaño? - Preguntó Diego

  • Sí se nota - respondió Tania - incluso las más grandes, cuando te tocan en el final, se siente una mezcla de gusto y de dolor que... mmm.

Me había puesto un poco cachondo pero cada vez estaba más harto de las mujeres, de ir detrás de ellas como perro en celo. Y esa situación no era la mejor para ligar, allí estaba Diego y aunque yo pudiera tirarle alguna ficha a Tania apenas podía profundizar.

  • ¿No viene Daniela? - le pregunté a Tania.

  • Es que hoy trabaja hasta tarde en la peluquería y tiene que comprarle después el antiparásitos para el gato y no sabe si va a llegar.

  • Ya, una pena, nos tendremos que conformar contigo.

  • ¡Oye! - para que no se cabrease choqué mis manos con ella.

Estuvimos hablando de mi cumpleaños, les dije que lo iba a celebrar en poco pero que no se me ocurría ningún plan concreto, los dos se pusieron a su bola a tontear, de vez en cuando chocaban los pies en el suelo como dos colegiales y yo aproveché para mandarle un mensaje a Daniela:

  • Acha, me has dejado con estos dos sólo, necesito rescate- Le puse un emoticono de un ocelote, me encantaban los emoticonos random.

La conversación derivó a anécdotas de la cuarentena y Tania habló de cómo ella llevaba muy mal estar en casa:

  • Pero es que eso era predecible - le dije

  • ¿Y eso? - Me dijo enarcando una ceja.

  • Mira las líneas de tu mano - pasé mi dedo índice suavemente por sus líneas, eran suaves y limpias - esta ruptura revela cierta inconstancia, que te cuesta estar quieta.

  • Ésta es una corretera - interrumpió Diego

  • Y este medio círculo - dejé que mi dedo se deslizase muy suavemente, mi voz era grave y lenta - señala que buscas formas de conexión que van mas allá de lo que conoces.

  • Pues no me he enterado de nada - respondió Tania.

-Náh, ya te lo explicaré después, que no quiero aburrir a Diego. - Le dije.

En realidad eran todo pseudomemeces inventadas, una excusqa para deslizar mi dedo por la palma de su mano. Delante de nosotros dos ecuatorianos discutieron, iban muy borrachos y el camarero, un cuarentón con perilla los echó a gritos. Oí un zumbido en el móvil, era un mensaje de Daniela:

  • Acho, que no llego y es una pena, encima tengo el coche medio jodidooo... - me puso un emoticono de una cara triste.

  • Yo te recojo en un momento.

Bloqueé el móvil y miré a Tania y Diego:

  • Gente, voy a recoger a Daniela, que dice que a lo mejor le da tiempo a llegar.

Cogí mi coche, puse el GPS y fuí a la pedanía en la que ella vivía. Apenas había coches a esas horas, las farolas iluminaban la noche con una luz naranja. Su casa de campo, en la que vivía sola, estaba a oscuras. Aparqué, y me quedé mirando, quizás aún no había llegado y me había hecho viajar para nada. Comprobé que habñia luz en una ventana, me acerqué y toqué con los nudillos en el cristal:

  • ¡Voy! ¡Voy! - Daniela era muy gritona pero yo estaba acostumbrado.

Pasé, su cocina era muy luminosa, ella se dirigió al frigorífico de color gris metalizado:

  • ¿Quieres algo? ¿Un zumo? ¿Un cholek? ¿Una cerveza?

  • una cerveza

Daniela era morena de piel, bajita, sus pechitos eran pequeños y sugerentes. No era un pibón pero me daba curiosidad su cuerpo.

  • Es que aún no he podido ir para allí, y es que aún tengo que poner recto un cuadro.

  • Bueno, Diego se tenía que ir a las 11 y sólo queda una hora.

  • Anda, ayúdame con el cuadro... - Me miró con fijamente, apoyada con sus dos manos sobre mis hombros.

  • Va, venga.

El cuadro era una especie de símbolo verde, cómo si fuera una silueta y unas caderas que se expresaba en abstracciones estelares.

  • Es un cuadro raro, pero me gusta - Me dijo ella.

Se subió al sofá, llevaba un top que dejaba toda su cintura y su espalda al desnudo.

  • Tú asegurate que no me caiga, que soy pequeña y torpe.

  • Pues sí, jaja

  • ¡Eh! no te pases - se rió Daniela.

Dejé mis manos apoyadas firmemente en su cintura, con su tamaño y peso no se iba a caer, estaba ahí agusto, ella tardaba un poco y yo estaba concentrado en la calidez de su piel, dejé que mis pulgares hicieran círculos sobre su piel a los que ella no respondió.

  • Ya está, cuadro puesto - estaba muy seria y enfrente mío, mis manos seguían en su cadera y se deslizaban a su ombligo - Tío, tienes novia y ya sabes que yo...- la callé con un piquito, la apreté más contra mí y le di otro piquito, y otro, y otro.

La levanté en peso, buf me encantaba que fuera mía, podía llevarla donde quería. Nuestras lenguas se buscaron con hambre, se notaba que llevaba tiempo sin novio. Me la llevé a su sofá, allí nos recreamos, como dos adolescentes nos comimos a besos pero empecé a descontrolarme

  • Vas muy rápido - Me dijo

  • Es que tengo hambr - le quité el top, me encantaba su sujetador blanco y empecé a devorar los pechos que de ahí sobresalían.

-Buff, cómo me pones - Me dijo

Su mano buscaba mi paquete y lo acariciaba rítmicamente, nuestras lenguas danzaba y yo ya no podía evitar apretar mi polla contra su pubis, cubierto por un vaquero. Tardamos muy poco en desnudarnos, ella tenía un cuerpo fibroso y joven.

  • No me gusta chuparla, lo siento- Me dijo. Me jodió un poco pero ese cuerpo joven me estaba volviendo loco y me apetecía un polvo salvaje. Dejé que mi capullo rozase su coñito, la estuve masturbando bastante tiempo, cada vez estaba más mojadito y tierno.

-Metémela con cuidado- Se mordía los labios y estaba muy cachonda.

-Sí, cariño- Sólo era un polvo para mí pero en el momento me sentía muy conectado, quería cuidarla, quererla y follarla. Mi polla entró suavemente - Mmm, más grande que la de Jesús - Jesús era su ex, me puso muy caliente ser mejor que ese mierdas, empecé a darla rabo, abandonamos el sofá, por incómodo y fuimos a su cama, era tan grande y espaciosa que me ponía golfo de sólo verla.

  • Buah, todas las maldades que podemos cometer aquí - ella me respondió con un mordisco en la barbilla. Me puse encima y empecé a follarla duro y constante, ella gemía y gritaba, yo me estaba volviendo absolutamente loco, le decía lo que me ponía, que la necesitaba, que tenía hambre de su coñito y que ella era para mí y para nadie más.

  • ¡Me corro nene! ¡Me corro!

  • buff yo también

Mi polla explotó en su coñito húmedo. Me sentía drogado y extasiado, caí batido, acalorado. Nos quedamos juntos, abrazados y muy golfos. Me levanté, fuí a mear y descargué mi picha. Oí en la cocina el movil zumbar, eran whatsapps:

-Oye nene ¿Vais a venir? - Preguntaba Tania.

-Mira este mensaje - le dije a Daniela -  ¿Vamos o nos quedamos?

-Nos quedamos - sonrió.