Quedada positiva

Nunca creí que me pasaría utilizando uno de estos portales de contactos. Pagué un mes sólo para ver qué tal, y no salí decepcionado. Le envié un guiño, era de mi misma localidad. Rellenita sin llegar a gorda, unos ojos azules enormes, pelo rizado. Tenía varias fotos, y me encantó una en la que regal

Nunca creí que me pasaría utilizando uno de estos portales de contactos. Pagué un mes sólo para ver qué tal, y no salí decepcionado. Le envié un guiño, era de mi misma localidad. Rellenita sin llegar a gorda, unos ojos azules enormes, pelo rizado. Tenía varias fotos, y me encantó una en la que regalaba la vista con un canalillo impresionante.

No tardó mucho en responderme al guiño. Me envió un mensaje diciéndome que le enviara mi móvil, y así lo hice. En seguida un sms, "qué tal?". Le respondí que bien, y en seguida me saltó el aviso de WhatsApp, así que empezamos a hablar por ahí.

Aquel día no quedamos, pero al día siguiente me citó en un bar de la Plaza de España, supongo que por ser un sitio muy concurrido. Quedamos después del trabajo, por la tarde. Ella venía impresionante, con pantalones vaqueros ajustados y una blusa roja que no dejaba ver demasiado, pero lo suficiente. Dos besos y nos pasamos toda la tarde charlando.

-Se está haciendo un poco tarde, tengo hambre. ¿Te apetece ir a cenar a algún sitio?

-Claro -me dijo-, ¿te gusta la comida mexicana?

-Sí, ¿vamos con mi coche?

-No, vamos con el mío -contestó.

No me imaginaba que tendría un serie 3, un bmw precioso, con asientos de cuero, y todos los extra. Pensé de repente que seguramente tenía dinero. Me había dicho que tenía una papelería, pero no imaginaba que diera tanto.

Fuimos a un restaurante mexicano que hay en el Arenal, cerca de la playa. Una terraza bonita, y también con bastante gente. Cenamos, tomamos unas copas allí mismo, nos reímos mucho. Y cuando ya pensaba que nos iríamos a dormir...

-Me caes muy bien.

-Gracias -contesté-, tú a mi también, la verdad.

-Y me atraes mucho.

Me pilló un poco fuera de juego, me sonreí, y ella se acercó y me besó en los labios.

-¿Qué te parece si la próxima nos la tomamos en mi casa?

-Perfecto -dije yo.

-Vamos, vivo cerca.

Me llevó a un chalet del Sometimes. Abrió la puerta, encendió la luz. Un comedor muy grande, sin demasiados lujos, pero algunos había. Una tele enorme, un equipo de música caro, jarrones, sofá de diseño...

-¿Ron con cola?

-Venga -contesté, sentándome en el sofá.

Ella puso un poco de música chillout y de un mueble bar sacó la botella de Cacique. Luego fue a por un par de vasos a la cocina y a por hielo. Sirvió y se sentó a mi lado, muy pegados. Seguimos charlando durante un rato. Yo estaba algo nervioso, por cómo me miraba, no sabía bien qué hacer. Hasta que decidí lanzarme y fui yo quien la besó a ella.

Fue un beso largo. Primero dulce, pausado, pero en cuanto nuestras lenguas se juntaron, nuestras manos empezaron a explorar. Su mano se posó sobre mi polla, por encima del pantalón, que ya empezaba a estar dura. Mis manos se hicieron con sus tetas, que ya deseaban tocarlas desde hacía mucho.

-Espera -me dijo.

Se puso en pie y empezó a desabrocharse la blusa mientras bailaba. Luego se quitó el sostén y se acercó hacia mi. Eran grandes, duras, y los pezones, rosados, con una gran aureola también rosada rodeándolos, se veían duros y jugosos. Se acercó a mi.

-Cómemelas, estoy muy caliente.

No me hice de rogar. Empecé a lamerle los pezones, a morderlos, arrancando pequeños gemidos de placer de sus labios carnosos. Sus manos ya desabrochaban mi pantalón, bajaban la cremallera, y dejaban mi bulto endurecido por debajo del calzoncillo.

Ella se puso de rodillas y me mordió la polla por encima.

-Mmm..., qué dura la tienes ya.

La besó, y me quitó toda la ropa dejándome sólo con los calzoncillos.

-Estoy en desventaja -dije yo.

-¿Y a qué esperas?

La dejé sólo con el tanga. Me arrodillé, y apartando el tanga, vi un delicioso coñito. Estaba empapado. Tenía los labios grandes, y su clítoris se adivinaba también endurecido, así que lamí sus labios, sus ingles, y mi lengua empezó a lamer su clítoris. Ella echó la cabeza hacia atrás gimiendo de puro gusto. Lo atrapé con los labios, lo mordí, di pequeños golpecitos con la lengua, hasta que ella cogió mi cabeza y la apretó contra su coño.

Creo que nunca he lamido un coño de esa manera. No tardó en regalarme con chorros de puro placer que no dudé en beberme enteros. Y tras esa fabulosa corrida, se tiró en el sofá.

Permanecimos un par de minutos así, yo con la polla aún dentro del calzoncillo, pero ella ya totalmente desnuda. Me puse encima de ella, colocando mi verga en su entrada, pero ella se incorporó retirándome. Me extrañé un poco.

-Relájate -me dijo.

Me quedé sentado, y enseguida ella se arrodilló entre mis piernas, me quitó los calzoncillos y se quedó mirando mi polla durante unos instantes, sonriendo. Empezó a acariciarla. Estaba dura y caliente como nunca. Me acarició la verga, luego los huevos, y sin avisar se la introdujo en la boca, entera, arrancándome un gemido de auténtico placer. Sentí su lengua recorriendola entera, me lamió como no me lo han hecho nunca. Los huevos bailaban en su boca, guiados por su lengua, y de nuevo a mi polla. Así estuvo unos minutos en los que me llevó al cielo.

-Si sigues mamándomela así vas a hacer que me corra.

Se sonrió, y empezó a masturbarme al tiempo que me la mamaba. Eso fue el final para mi. Empecé a correrme a chorros, como nunca, y ella seguía y seguía lamiendo como si le fuera la vida en ello, tragando cada chorro de leche que mi polla escupía. Hasta que mis espamos le indicaron que mi orgasmo estaba finalizando. Entonces me pajeó con mucha suavidad, exprimiendo una última gota de leche, que atrapó con la punta de la lengua, mientras me miraba, con la intención de que yo la viera hacerlo.

Se sentó a mi lado, acariciándome la cara.

-Ahora sí vas a poder follarme como a mi me gusta que me lo hagan cielo.

Me acariciaba las piernas, la cara, me besaba, de vez en cuando mordía mis pezones. Mis manos urgaban en sus tetas, su coñito, y empecé a explorar su culo. Ella se abrió aún más. Entonces nos colocamos en 69 y pude empezar a comerle el coño a saco, ella también me la mamaba en esa posición, con paciencia, con calma.

-Cómeme el culo, méteme dos dedos...

Me pidió. Tampoco entonces me hice de rogar. Mi polla estaba ya deseando follármela, sin perder más tiempo. Pero ella seguía mamando como una experta. Mi lengua derretía su culo, la oía gemir, y mis dedos empezaron a follárselo. Entonces ella se deshizo de mi, puso mi verga en la entrada de su culo y fue bajando lentamente, haciendo que yo diera un largo gemido de gusto. Se quedó en esa posición durante un rato, jugando con mis huevos, y masturbándose de espaldas a mi, con mi polla en su culo.

Entonces empezó a cabalgarme así. Yo veía cómo mi verga entraba y salía de su culo con cada salto de ella, y se sentía muy muy prieto. De repente se salió, y sin más se la introdujo en el coño. Estaba caliente, lubricado a mil, y empezó una nueva cabalgada en la que creía que iba a correrme de nuevo, entonces sentí mis huevos empaparse, y supe que ella se corría de nuevo. Cuando acabó, se quedó un momento descansando, pero en seguida volvió con un buen ritmo.

Empecé a jadear, sabía que me iba a correr, y ella lo indentificó de inmediato. Se la sacó, se dio la vuelta, y empezó a masturbarme con aquellas maravillosas tetas. El primer chorro le dio en los labios, y lo atrapó con la lengua, los siguiente no llevaban tanta fuerza, y ella lo recogió con los pezones. Fue un gustazo verle las tetas llenas de leche.

Nos quedamos exhaustos los dos. Dormidos en su sofá. A la mañana siguiente...