Quedada de Grindr a la salida del trabajo

Un viernes por la tarde aburrido va a dejar de serlo justo en el momento en que salga de la oficina.

Como cualquier tarde de viernes en el curro, me aburría increíblemente. La mayoría de los clientes para los que trabajábamos estaban ya cerrados o acababan de abrir al otro lado del mundo, así que no tenía casi nada que hacer. Ni siquiera había casi nadie en mi oficina, ya que nos íbamos turnando entre los miembros de un mismo equipo para poder salir antes los viernes, por lo que tampoco tenía nadie con quien hablar.

Instintivamente alargué el brazo y cogí el móvil para empezar a trastear un poco. Los jefes desde luego son los primeros en irse, así que tampoco me iba a decir nadie nada si me veía con el WhatsApp. Empecé a ir por todos los mensajes que me habían llegado en las últimas horas, abriendo Instagram para ver las últimas fotos subidas... y, obviamente, abrir Grindr para ver si había algo interesante por los alrededores. Lo bueno de vivir en el barrio gay de Barcelona y trabajar al lado de una de las saunas más famosas es que siempre hay gente nueva cerca de ti.

Me metía en los perfiles cuya foto de perfil principal me parecía más interesante, marcaba alguno como favorito, algún tap que otro por si las moscas... joder, me estaba poniendo cachondo solo de ver tanta carne. Me puse otra vez a trabajar con una petición que acababa de llegar, que si no me tocaría ir al baño a cascarme una paja (que no sería la primera).

Al rato me vibró el móvil y vi que era una notificación de Grindr. Que le den al proyecto, tengo todavía una hora para terminarlo -pensé. Abrí otra vez la app y veo que es un tap de un chico que estaba a unos 400 metros de mí me había mandado un tap. Foto de torso desnudo, sin cabeza, en forma, moreno, depilado... vamos, como me ponen cerda. Se lo devolví y seguí a lo mío. Total, normalmente esos no terminan por quedar con gente no musculada como yo.

La tarde siguió sin nada interesante, y a falta de una media hora para poder salir ya y disfrutar del fin de semana, veo que tengo varios mensajes de Grindr. Era el chico de antes, que me había saludado y enviado algunas fotos suyas. Aparte de tener buen cuerpo, era bien guapo de cara. Pelo corto, barba de 3 días, foto en el gimnasio sin camiseta otra vez, buenas piernas empotradoras y un rabo que a ojo supongo que serían unos 17 cm muy apetecibles.

  • Hey, hola. ¿Qué tal? Qué cerquita estás hehe

  • Buenas. Pues ya a punto de salir de trabajar, por fin haha ¿y tú? Sí, seremos vecinos haha

  • Qué suerte, a mí me toda turno de tarde hasta la noche hoy, y encima solo en la ofi, imagina lo aburrido que estoy...

  • Pobre :( necesitas a alguien que te haga compañía

  • Si quieres hacérmela tú, no me voy a negar -y acto seguido me mandó su ubicación; efecticamente a calle y media de mi oficina.

La verdad es que estaba cansado del día como para echar un polvo ahora, pero no tenía nada mejor que hacer y la verdad es que estaba muy bueno, que luego estos a la primera se te escapan. Quedamos en que iría a su oficina al salir yo, dejaría la puerta abierta y para que nadie de seguridad o por las cámaras nos dijeran nada, me iba a llevar como a un cliente a la sala de reuniones para charlar un rato y luego ya...

Se me hicieron los 30 minutos más largos de mi vida, sin dejar de mirar sus fotos y cada vez con más ganas de ponerme de rodillas frente a él, que tenía pinta de ser de los dominantes que me gustan.

Por fin dieron las 6 y me faltó tiempo para coger la puerta e irme diciendo un adiós generalizado a los pobres que nos había tocado pringar. Crucé la calle y andé los escasos 400 metros hasta la puerta del edificio donde trabajaba Daniel -que así se llamaba. Subí al segundo piso y, efectivamente, la puerta estaba abierta. Entré lentamente, sin saber muy bien qué me iba a encontrar, con los típicos nervios de la primera quedada en Grindr para follar. En seguida giró Daniel la esquina y me vino a saludar dándome la mano. La verdad si es que desnudo estaba bueno, con traje estaba muchísimo mejor, y lo que me pone a mí un tío en traje...

  • ¿Te ha costado mucho encontrarlo?

  • Qué va, si trabajo donde el Sabadell, ahí en frente.

  • Ah, genial, pues entonces sí que vamos a ser vecinos hehe Pasa por aquí, anda.

Me metió en la sala de reuniones y se sentó frente a mí. Tuvimos una conversación sin mucho contenido durante unos pocos minutos, hasta que se abrió bien de piernas y comenzó a sobarse bien el paquete frente a mí. Yo ya me puse tonto y no pude dejar de mirar cómo ese bulto se hacía cada vez más grande. "Ven -me dijo autoritario- que no tengo mucho tiempo". No me hizo falta que me lo dijera dos veces para que me dejara caer de la silla al suelo de rodillas frente a él y lamiera el rabo por encima del pantalón mientras él se desajustaba la corbata para estar más cómodo. Le desabroché el cinturón y le bajé la cremallera para meter la mano y poder sacar esa barra de carne caliente que ya estaba bien dura por el hueco y poder lamerla como es debido.

Estaba mojadita de precum, que me parece que está delicioso, y le di unos cuantos lametazos a la punta para poder saborearlo bien mientras me aguantaba varios gemidos. Al oir suspiros por su parte, seguí con los lametazos a su rabo como si fuera una perrita, primero cortos, dejando la polla bien ensalivada, y luego ya más largos, desde los huevos hasta la punta. No tardó mucho en cogerme con una mano por la nuca y empujar hasta el fondo cuando tenía la punta en la boca para metérmela hasta la garganta y dejarla un rato ahí dentro. Debió de ver que no tuve ningún problema para tragármela toda, así que, con su mano todavía en mi nuca, empezó un metesaca rápido en mi boca, hasta que los huevos me daban en la barbilla y yo me estaba ahogando sin poder respirar entre que la sacaba y la metiera de nuevo.

Yo estaba cerda perdida poniéndole la boca a un ejecutivo cachondo debajo de la mesa en su oficina, pero me apartó de su polla dejándome triste. "Vamos al baño, que esto es un canteo". Me peiné un poco y le seguí por un pasillo hasta la entrada de los que deduzco eran los baños. Se metió en uno de los reservados; me metí detrás de él y no me dio tiempo ni a girarme para cerrar la puerta que me empujó contra esta, dejándome la cara contra el frío metal. Me bajó los pantalones y justo después metió la cara entre mis nalgas, lamiendo el agujero. Ahí ya no me pude aguantar y empecé a gemir como la perra que soy cuando me comen bien el culo. Se me suele dilatar en seguida, y más con una lengua, así que al poco ya alternaba la lengua con algún dedo mientras yo ponía el culo en pompa bien a su disposición.

Le fui a preguntar si tenía algún condón (porque yo no), pero no me dio tiempo a acabar la frase antes de que me pusiera la mano en la boca y colocara su rabo a la entrada de mi culo dilatado y mojado, dejándome bien claro que eso poco o nada le importaba. Se escupió en la otra mano y se la llevó a la polla para repartirse bien la saliva y empezar a empujar para meter su polla dura y caliente dentro de mi culo. La metió poco a poco, pero sin parar, no de golpe como supuse que haría, cosa que agradecí mientras me dejaba llevar y sentía cada cm de mi culo abriéndose ante su rabo; estaba en el cielo.

Las embestidas no se hicieron esperar y en seguida estaba entrando y saliendo de mí con fuerza bruta, sintiendo sus jadeos en mi cuello, su sudor en mi espalda y oyendo sus bufidos y algunos susurros en los que me llamaba puta y decía lo bien que se sentía mi culo. Con lo cachonda que me estaba poniendo le empujé para sacarle de mí, sintiendo un de repente un vacío que no iba a tardar en volver a llenar. Le hice sentarse en el váter, pero cuando me fui a sentar para cabalgarle de frente, me dio la vuelta para que lo hiciera de espaldas a él. No entendí bien por qué y me dio igual; lo que quería era polla. Así que me abrí de piernas, me coloqué la punta de su rabo en mi agujero y  me dejé caer de golpe, haciendo que llegara incluso más al fondo que antes. Comencé a cabalgarle deprisa, moviendo el culo de arriba a abajo, sin ni siquiera importarme cuánto la sacaba, solo me importaba metérmela de nuevo; hasta que entendí por qué quería que me sentara así.

Pasó uno de los pies por debajo de la puerta del reservado para abrir la puerta a la que no habíamos echado el cerrojo y vi, a través del espejo que ahora teníamos en frente, cómo me miraba sonriendo. Sin sacarme la polla del culo, se levantó y me llevó hasta la encima de los lavabos Me subió una de las piernas al mueble y empezó a follarme el doble de fuerte que antes, a la vez que pasaba uno de sus brazos por mi cuello para tirar hacia él, dejándome sin respiración y haciendo que levantara la cabeza y me viera a mí, desnudo, abierto de piernas, sudado, despeinado y con el cuello rojo siendo follado por un macho dominante. Ante es visión, y casi sin haberme tocado en todo el rato, empecé a correrme, dejando el espejo manchado de lefa. "No aprietes, cabronazoooo" fue lo último que llegó a decir Daniel entre gemidos antes de llenarme el culo de su lefa. La sentía espesa, llenando cada hueco, sin parar de salir.

  • Joder, tío, perdona, no suelo follar a pelo con cualquiera, y menos preñar...

  • No pasa nada, no te preocupes -no le iba a decir que la mitad de Barcelona se había corrido en mi culo antes que él ya.

  • Estamos locos, buah, Imagina que entra alguien hahah

Salió de mí de repente, dejándome toda la espalda llena de su sudor y fue a por papel. Nos limpiamos, vetimos, peinamos y lavamos la cara para parecer decentes antes de salir, cuando a la entrada de la oficina vemos que hay un guarda de seguridad que nos mira de reojo y con cara de pocos amigos, aunque no nos dijo nada.

  • Bueno, un placer haber hablado contigo -se despidió estrechándome la mano-. Para lo que quieras, ya tienes mi número -añadió guiñándome un ojo.