¡Qué viva España!
Dicen que el sexo virtual no es lo mejor del mundo, que te sientes vacío, y que es algo parecido a cuando tienes sexo sin sentimiento de por medio. Es la nada misma. A menos que
Una noche, estaba aburrida, y me metí en un chat argentino de sexo. Sólo por diversión… hasta que apareció él. Resultó ser de mi mismo país, y enseguida lo agregué a MSN. Cuando lo vi por la cámara web… era hermoso, unos ojos azules del paraíso, juro que esos ojos invitaban a abrazarlo y besarlo hasta el amanecer, pero por educación (no soy una chica que se tira a cualquiera), decidí aguantarme. El asunto fue que me olvidé por completo del sexo mientras hablamos esa primera vez, teníamos muchos puntos en común, él me contaba de su ciudad en España, y yo de la mía, a 6000 kilómetros de distancia. Si estuvieras aquí cerquita, si no tuviera que tomar un avión y cruzar el océano para verte… pero ahí estabas, con ese frío polar, y yo aquí en verano…
Continuamos hablando durante los siguientes días, y de a poco, comenzaron a darse las cosas, que te quitas la remera, que qué quieres que te haga… Hasta ahí yo estaba muy tímida, me gustaba el chico, no quería perderlo por más lejos que estuviera.
Una noche, fue mi cumpleaños, y decidí salir con otro chico. Juro que al momento del sexo no sentí nada, era que me penetraba y para mi era como si no tuviera nada dentro… Y de repente, empecé a pensar en él, en mi príncipe español hermoso de ojos azules, deseaba que estuviera ahí en lugar de ese otro tipo con el que no se me movía un pelo. Me fui de la casa del otro chico enojada, insatisfecha, pensando mucho en ¿“y si hubiera estado él en su lugar”?
Al día siguiente de mi cumple, lo encontré por el chat. Se puso celoso cuando le conté que había estado con otro chico. Pero de esos celos sanos, que todo hombre que le gustas de verdad, los tiene. Se nos dificultaba comunicarnos por cámara, pero cuando lo logré, y vi su cartita… lo fue todo para mí. Se lo notaba cansado, claro, tenemos 3 horas de diferencia, allí eran las 3 de la mañana, ya estaba de pijama y despeinado, pero para mi era lo más hermoso del mundo. Sonreí. Mi cara no miente cuando me gusta un chico.
Tenía que hacer algo con esa carita de cansado que tenía, así que le dije: “qué ganas de abrazarte y darte miles de besos mi vida”. Le mandé unos por la cámara web y el cansancio desapareció. Con eso hecho, me dije, ¡esta es la hora de la acción! Me moría por quitarle el pijama, por sentir su piel. Y se lo pedí, a lo cual accedió gustoso.
“Quiero que me digas al oído que soy una princesa”, le dije. Bastaron dos segundos para sentir un susurro, que me erizó la piel. “Mi vida, eres mi princesa”, respondió. Así que empezamos a fantasear. Le dije que me abrazara. Mi remera se quitaría si él lo pidiese, y así fue. Le dije, bésame en el cuello, y aunque sus besos no estuvieran ahí, comencé a reaccionar, a gemir, despacito porque estaba en casa y no quería que mis padres escucharan…
Me pidió que me ponga de espaldas, quería verla para besarla en su totalidad. La encontró sexy. Vio mi cara de deseo y se sonrió. Yo imaginaba que bajaba con besos por su pecho, mientras me tocaba la entrepierna. “Está muy mojada y dura”, me dijo al mostrármela por cámara. A mí me pareció hermosa, la quería dentro de mí, así fuera en mi fantasía. Era larga y con una cabeza bien grande; lo que gozaría si tuviera dentro esa hermosura.
“Déjame ver tu pecho, quiero besarlo”. Sin pensarlo, moví mi cámara, y le mostré mis pechos pequeños. Mientras fantaseaba con besar mis pezones hasta dejarlos duros, noté su carita de placer. Me volví loca. “Me lo das tú, cariño”, me contestó mientras gemía.
Lo dejé bajar hasta mi entrepierna, mientras en mi cabeza mi mano cubría su pene. Me pidió que se la mostrara, y, otra vez sin pensar, lo hice. Estaba rendida ante él. Me metía los dedos en la vagina, y sentía como si fueran los de él, haciéndome sentir cada vez más húmeda, cada vez con más placer. Le dije: amor, la quiero dentro, no me aguanto más. Le mostré la abertura de mi vagina y él puso su pene cerca de la cámara. Juro que lo sentía entrar, como si estuviera aquí. Le pedí que lo hiciera con fuerza, y yo gritaba, gemía de placer. Me contemplaba con su mirada, y decía que era hermosa, que era su niña bonita…
“Quiero cabalgarte mi amor” Así lo hice. Tomé una almohada, la doblé a la mitad de forma que quedara bien dura, y comencé a cabalgar sobre ella, como si se tratara de su pene entrando y saliendo de mí. Unos cuantos movimientos hicieron que acabara, y caí rendida sobre la almohada. Me costó recuperarme, pero cuando lo hice, leí en el chat lo linda que se veía mi carita de placer según él. “Me encantaría dormir a tu lado”, me dijo. Cómo negarme, puse mi cabeza en mi almohada preferida, como si fuera su pecho, y lo miré con cara de cansada, pero feliz.
“Sólo había visto tu carita y te imaginaba preciosa, pero de verdad lo eres…” Sonreímos juntos. Amo esa sonrisa. Él tuvo que marcharse, pues al otro día madrugaba para trabajar, pero me dejó en claro que soy su princesa, y que no cambiaría ese momento por nada. Nos tiramos muchos besos por cámara, nos deseamos buenas noches, y sueños con príncipes y princesas.
Seguramente esta noche sueñe con él. Me regaló un gran momento de placer. Y él no lo sabe pero… creo que empiezo a sentir cosas por él; si, a 6000 kilómetros de distancia.