¡Qué vida la mía! (2)

Eran las 11 am. Lo primero que vió Alejandra era la maldita chaqueta.

Eran las 11 am. Lo primero que Ale visualizó era la maldita chaqueta, ahora tendría que lavarla, sin embargo no podía dejar de sonrojarse, era evidente que ella también estaba pasada de copas, sin embargo evadía el pensamiento que ansiaba quedarse rondando en su mente: "Te masturbaste con la ropa de Ariel".

El panorama se veía solitario, todos sus amigos ya se fueron o al menos eso creía. Bajó rápidamente las gradas buscaba el movil esperaba al menos un mensaje de Ariel sin embargo solo tenía el anuncio de "batería baja".

Reprodució "Come a little closer" de Cage the elephant y se puso a limpiar fue algo incómodo encontrar condones usados en medio del piso era algo tan atrevido para la Alejandra sobria.

Entonces Ariel bajó las gradas tambien se veía mojado se habia tomado una ducha traía consigo una botella de tequila en mano, al parecer quería continuar la fiesta.

Apenas la saludó besando su mejilla tentandola a ser más atrevida pero el miedo la sostenía, ya sobria sí le importaba el rechazo de aquel muchacho de la chaqueta.

—Hola— susurró él cerca de su cuello. —¿Cómo te encuentras?— para ser todo un follador como mencionaban las chicas se veía nervioso.

—Venga, ayudame a limpiar— le dijo ella, no dejaría que la viera nerviosa e insegura.

—Trato, pero si nos refrescamos con esto ¿Va?— señaló la botella.

Alejandra aceptó sabía a que conducia ello y si sería la culpa de alguien mejor que sea del alcohol.

Limpiaron bastante rápido el piso de abajo, se encontraban algo alegres ya despues de todo ninguno de los dos había comido, el tequila realmente hizo efecto.

—Ahora arriba— dijo ella. Lamiendo involuntariamente su labio superior.

Ariel realmente se quedó estupefacto, ese pequeño ademan se veía tan insinuante en una chica como Alejandra.

—Claro— apenas logró susurrar.

Ambos subieron, Ale guiandolo, él en cambio solo podía ver el short que dejaba notar el trasero de la chica, nunca la había visto así con las piernas descubiertas, todo era tan nuevo en el cuerpo de la muchacha.

Entraron a la habitación era un completo desastre, pero más grande era el desastre que él llegaría a ver, su chaqueta llena de fluidos.

—Hey, aquí está mi chaqueta.— exclamó Ariel, la sostuvo y notó algo raro. —Esta vizcosa—

Alejandra solo se quedó callada.

Ariel creía que era algún licor, quizá un dulce derretido y lo probó.

Ambos se miraron fijamente, el silencio era abrumador.

—¿Qué es?– intentó disimular Alejandra.

—Como si no supieras— respondió él algo serio, sentía el calor recorriendo su abdomen y llegar a su miembro.

Alejandra no respondió se sentía tan avergonzada que ni el alcohol dejaría que olvide ese momento. Simplemente bajó la cabeza.

Él en cambio ya la había desnudado de mil maneras en su mente solo necesitaba un signo más de aprobación y ella se lo dió volvió a lamer involuntatiamente su labio.

Se acercó como una fiera, la tomó de las caderas y la empujó hasta la pared, se veía tan pequeña acorralada.

—¿Segura qué no sabes?— le preguntó apretandola más hacia él.

—No— le respondió en un susurro.

—¿Segura?— La presionó más hacia su miembro; ella lo sintió igual o más duro que ayer.

Se encontraban tan cerca, y el aroma a alcohol se sentía tan excitante que no lo pensó más Alejandra besó a Ariel, después de todo él ya tuvo sus fluídos en boca.

Comenzó con un pequeño jugueteo entre los labios, como si ambos esperaran a que el otro pierda el control y así fue, Ariel metió la lengua en su boca, era tan hábil y la besaba con tanta fuerza que Ale tuvo un pequeño momento de imaginación en el que él lamia todo su ser.

Ella no se quedó atrás batalló con su lengua pero cuando el metió la mano bajo su short lo mordió, mordió su labio inferior y eso la excitaba tanto que también puso una mano en el bulto del muchacho, ambos tenían la respiración agitada.

Entonces vino el descontrol, él desabrochó los short de Ale y puso su mano en la ropa interior, la besó con fuerza y aún de pie puso su pulgar en el clítoris, lo único que se interponía era la delgada tela, aún manteniendo el beso la acarició de forma circular mientras con los otros dedos sentía el producto de sus movimientos.

Ale no era de las que hacian ruido, no hasta el orgasmo pero esta vez se le escapó un gemido en los labios, despues de todo se sentían hábiles sus delgados y largos dedos.

—Vaya... No eres tan callada— susurró mientras la miraba fijamente, ella aún no aceptaba el momento por lo que se sonrojó. Se limitó a besarlo.

Él comenzó a empujarla hasta la cama en la que habia encontrado la chaqueta.

—¿Aquí fue donde te tocaste eh?— le susurró sin parar el toque.—Dime— reclamó.

—Ajam...—logró decir Ale mientras la recostaba.

—¿Dime qué cosas pensaste?— le pidió mientras bajaba los besos hacia el cuello pálido de la chica sin cesar el toque en medio de sus piernas.

—Mmm...—Ella podía  responder pero prefería concentrarse en el toque, casi por instinto ella subió una mano a su seno izquierdo a lo que él reacciono.

No sabía como reaccionaría pero Ariel se atrevió a bajarle bruscamente la blusa, traía el mismo brasier de la noche anterior, a la luz del día la piel virgen de Alejandra se veía tan inocente y pálida, se veía suave y traía un olor floral que no reconocía se quedó mirandola sonrojada y recostada sin prendas más que interiores.

Ella estaba alarmada, terriblemente excitada que no tenía control de lo que haría, se sentía atrevida, capaz de lo que sea.

Ariel continuó con los besos esta vez más atrevidos rodeo todo su cuello y parte de sus senos, aún no los probó,  bajó al vientre se entretuvo en el ombligo y sentía como ella se tensaba.

—Tranquila, si no quieres no bajaré— Ale no respondió, por más que lo ansiaba tenía temor, se limitó a callar.

Él volvió a subir a sus labios la besó fuertemente y aceleró su estimulación  solo que tambien aumentó meter algunos dedos dentro de ella, claro solo en la entrada.

Los gemidos se intensificaron, se movía rápidamente en círculos presionando entonces sintió como se arqueaba soltó un fuerte gemido y se sostuvo de su espalda, puso la cabeza atrás dando paso a su cuello, estaba temblando y su sexo realmente estaba sensible él le dió tiempo a que se calmara pues todo su ser estaba alterado.

Ella también quería tener ese dominio sobre él, solo que no sabía como empezar, su única fuente de educación sexual era la pornografía pero usualmente solo se cogian y ya.

Recordó una escena en la televisión la mujer se acercaba a su pareja y se ponia de rodillas bajaba el cierre del pantalon con la boca pero antes se equivocaba adrede, así hechado hacerle eso a Ariel sería ideal.

Sin embargo él se adelantó y la tomó de las muñecas.

—¿Estas lista?— le cuestionó

—Sí...— anunció ella en voz baja

Él le dió un beso profundo pero corto y se quitó la polera, se dirigió directamente a los senos y aparto el brasier no fue tan delicado  ya tenia un pezón en su mano y el otro en la boca, ella lo sostuvo del cabello.

Poco a poco fue bajando más sin dejar el pellizco en el pezón y aunque él estuviera tentado de bajarle las bragas se limitó a lamer por encima de él, sentía el aroma de sus fluidos y tambien sentia el sabor, estos eran tales que sorbrepasaron la tela, ella estaba cegada por el placer, nadie habia llegado tan lejos de su ser, él intentó lamer su clitoris inflamado lo cual logró exitosamente nada más maldijo la tela, él estaba listo y ella muy mojada.

Se paró unos momentos se quitó el pantalón y boxer, por fin logró ver la verga anhelada, tenia un tamaño prometedor pero lo que más le llamaba la atención era el grosor, la tenia entre excitada y atemorizada, de la punta salia un poco de líquido preseminal, tras la liberación de tal se acomodo encima de ella viendola, le dió otro beso, esta vez más tierno, lo frotó encima de sus bragas ya húmedas solo para ver su reacción.

Alejandra tenía unos ojos de suplica entre "metela ya" y "ten cuidado" siguió jugando un poco con ella.

—Quítamelas—suplicó. A lo cual obedeció rapidamente. Él la vió tenía muy poco vello y era rosada pero sobretodo brillosa por los fluidos; pasó un dedo por toda la ranura y posterior la punta mojada de su miembro.

—Espera. ¿El condón?— exclamó Alejandra alarmada.

—Joder— no traía ninguno consigo.—Venga, no me dejes así— le suplicó él.

—¿No tienes ninguno?—Cuestionó, el negó con la cabeza.

Alejandra no quería romper el momento por lo que dijo: — Solo la punta ¿Va?— Él asintió algo desilusionado.

Volvió a acariciar la vagina con su miembro, se sentia tan caliente y resbaloso, la miró fijamente y empujó no como él hubiera querido pero si estaba adentro aunque sea solo la punta, ella sabía que la sensación era invasiva pero cálida y llenadora, sabía que aún no habia perdido la virginidad pero por el momento era muy satisfactorio.

Él tenía la mano en el miembro controlando sus salvajes impulsos metiendo y sacando lentamente el miembro, pero lo sacó y la agarró de las caderas puso su miembro encima del clitoris y simuló follarla como él lo hacia profundo y rápido, el roce la hacia mojarse pero más la tentaba, entonces volvió a su mete y saca lento y tentador.

Comenzó a intercalar sus movimientos, quería volverla loca y lo estaba logrando volvió a gemir y él la besó para sostener sus sonidos esto estaba durando mucho y él necesitaba llenarla de semen.

Hasta que Alejandra cedió lo detuvo y miró su rostro sonrojado con los risos desordenados, se centró en los ojos y dijo: —Hazlo.

Él cambió la mirada a una feroz y embistió con las ganas suprimidas que tenia, ella se tensó lo agarró de la espalda fuertemente no tenía idea de la magnitud del asunto, él se quedó un momento quieto y la besó, ella intentaba concentrarse en el beso y lo logró.

Ariel comenzó a moverse lentamente sacaba todo su miembro y volvia a meterlo despacio para que la vagina se adapte, poco a poco se iba soltando y los fluidos tambien daban lugar a acelerar la follada ella tenía el rostro cansado pero plácido y él tenía la verga sumamente palpitando de la sensación, ella se adaptó a las embestidas incluso las acompañaba ya no tenía algo de temor en gemir y lo hizo abiertamente igual que sus piernas las abrió lo más que pudo, quería sentirlo lo más dentro posible, él comenzó a tocar su capuchón a la par de que la embestía y ella lo vió venir otra vez miró a través de la ventana, era el atardecer rosáceo que tanto amaba lo que la acompañaba en el intenso y electrificante orgasmo, volvió a presionar sus ojos y sostener las sábanas pero esta vez Ariel no se detuvo.

—Sigue, solo sigue— le dijo ella, a lo cual gustosamente accedió, podía sentir sus paredes palpitando y la presión en su verga era maravillosa la vió arquearse con sus pezones cafes respingados y duros viendo la ventana y no pudo más se detuvo dió tres empujones fuertes que movieron la cama y se dejó ir dentro de la muchacha sonrojada y cansada. Quizo sacar la verga a tiempo pero solo dejó un rastro de semen saliendo de su vagina, la vió no parecia molesta y terminó pasando todo su semen por la ranura.

T.