¡Qué vida de perros!... (1)
Los relatos son de Pinck, un perro muy inteligente y adiestrado para satisfacer mujeres zoo.
¡QUE VIDA DE PERROS!.....1
Los relatos son de Pinck, un perro muy inteligente y adiestrado para satisfacer mujeres zoo.
Autor virtual PINCK, un perro.
"Que vida de perros", dicen muchas personas para referirse a lo pésimo que los trata la vida o a la miserable vida que el destino le ha deparado.
Yo creo que como fiel representante de la familia de los canes, puedo jactarme que nací marcado por una buena estrella, mi padre "Ramces" un verdadero lobo canadiense de gran y fuerte alzada de un color gris claro y mi madre una hermosa Ovejera alemana, "Sissi", fueron quienes me procrearon junto a mis otros tres similares hermanos, de los cuales una nació hembra. Fui adquirido en un poblado cercano a unas montañas canadienses por una pareja joven en viaje de luna de miel y traído acá a los Estados Unidos de América. Antes de que me traspasaran de amos por unos dólares más, pasé los primeros seis meses de mi perra vida mamando de las tetas de mi madre y jugando despreocupado junto a mis hermanos perros, me bautizaron "Pinck", Después que mis nuevos amos me adoptaron crecí bajo los atentos cuidados de ellos y sanitariamente vigilado por veterinarios permanentemente, era el comienzo de la vida de un perro feliz. Aunque les confieso amigos humanos, que a los Veterinarios los soporto sólo a medias, me cargan las inyecciones, las vitaminas y los procesos de desparasitar y sólo los acepto porque he logrado desarrollar una inteligencia medianamente superior a la de mis pares y ello me da muchas ventajas a las que les he sacado buen provecho, entonces para mi cometido me conviene estar amigablemente unido a mis veterinarios que cuidan mi salud e higiene, que es muy bien considerada en el medio en que me desenvuelvo.
Al año y medio ya era un can muy crecido en se empezaba a desarrollar en mi una extraña curiosidad por la entrada en celo de alguna hembra perruna del vecindario, ese olorcillo tan característico de la hembras de mi raza animal, me empezaba a producir una reacción sexual en mi interior y notaba con preocupación que hacía reaccionar mis órganos genitales hasta llegar a poner duro y tieso mi pene y a lo único que atinaba era buscar desesperadamente a la hembra que lo producía, pero al encontrarme encerrado, veía anularse mis íntimos deseos. Justo al cumplir los dos años algo me sucedió que hizo cambiar mi vida hasta el día de este relato.
La joven Virginia, casada con George, mi ama y dueña de casa a solas conmigo se entretenía acariciándome y jugando con ella, a mi me gustaba mucho ya que no contaba con otros ejemplares para hacerlo, también se deleitaba sobre la cama haciendo el amor con su esposo y que yo presenciara estático todo el acto, cosa que en ese momento no entendía mucho y pensaba que era un nuevo juego entre ellos, juego bastante extraño para mi que no me imaginaba que era la forma de cruzarse entre los humanos, hasta que una noche que les vi insistentemente beber un brebaje que ellos llamaban licor a base de alcohol, me llevaron a que los acompañara a su alcoba, con ambos desnudos empezaron a acariciarme y a jugar conmigo, pronto siento que ella me toma el miembro y empieza a manoseármelo y masturbármelo, era algo nuevo para mi que me daba mucho placer, algo parecido a cuando olfateaba ese olorcillo de alguna hembra en celo, rápidamente noté que mi pene se ponía duro y empezaba a escaparse de su enfundado depósito, me puse inquieto aunque algo desorientado, estaba casi seguro que pronto aparecería en la alcoba una perrita en celo para que experimentara mi primer acoplamiento, pero nada de eso, ella impulsada por George, a quien le veía una verga bastante desarrollada, se abrió de piernas y me atrajo hacia ella, llevando mi hocico junto a su vagina, la note brillante y húmeda con un olorcito diferente a la hembra perruna pero igualmente sensible a mi olfato, instintivamente empecé a pasarle repetidamente mi lengua, cosa que a ella le gustaba mucho y la veía retorcerse en gemidos muy similares a cuando George le hacía el amor. A mi me entusiasmaba lamerla ya que notaba que ella desprendía unos jugos que me entusiasmaban a cada momento más y más, probé meter mi inexperta lengua entre esas blandura, provocando en ella ricas sensaciones que antes nunca había experimentado.
¡Ahora papito, si si ahora ¡ --- rogaba ella a George, mientras se acomodaba al borde de la cama, tendiéndose de abdomen con las piernas colgando al suelo, yo en esa posición podía ver su hermoso trasero y un rasurado sexo rellenito y rico de cubrir. George me alzó sobre ella haciendo descansar mis manos delanteras a los constados de su espalda, mientras mis patas trasera se posaban firmemente sobre una alfombra del piso, ese hermoso trasero quedó en contacto con mi duro pene, yo por instinto empecé a moverme en vaivén haciendo chocar mi verga junto a sus glúteos, mi inexperiencia era inminente, ella gemía y me miraba hacia atrás, Pronto George me tomo la verga y la puso a la entrada de su palpitante vagina, primero empuje suave para ver que pasaba, fui hundiendo mi enrojecido y deseable miembro dentro de su sexo, sentía como si mil lenguas fueran acariciando mi falo, sentía una nueva y tremenda sensación al penetrarla con mi gran pene, le daba seguidos enviones hasta sentirla penetrada completamente, ella no dejaba de moverse rítmicamente y junto con gemir pronunciaba palabras incoherentes que yo no entendía muy bien, pero si entendía que ella era mi hembra y yo la estaba haciendo gozar de tal manera que la sentí caer en un fuerte orgasmo, lo que al verla tan hembra y tan entregada, se lo metí hasta tocar fondo y la inundé con mi copiosa leche mientras George se preocupaba que no le metiera mi macizo bulbo que rebotaba con insistencia en ese rico posito de que adorable ama.
A partir de esa noche mi vida cambio para mi en ese hogar, acumulaba las mejores atenciones y cuidados que un animal puede pedir, en lo sexual se despertó en mi unos deseos permanentes de montarme a mi rica ama, aunque me reconozco torpe todavía, ella me ayudaba ha hacerlo y gozábamos ambos con unos placeres inimaginables.
Un día pensando que salíamos de paseo en vehículo como lo hacíamos a menudo, llegamos hasta una casa ubicada en las afueras de la ciudad, era una campiña con muchas áreas verdes y árboles y planta y flores y todo, era una Escuela de Adiestramiento de Animales, por lo que con mucha pena para mi me dejaron en la sección perros, encerrado en un tipo de jaula metálica, amplia, confortable pero jaula al fin. Nadie me explicaba nada y solo se limitaron esa tarde a efectuarme un chequeo médico completo, el que al parecer sorteé sin grandes obstáculos, pues me encerraron de nuevo me dieron una rica comida y a dormir o tratando de dormir pues tenía tantas incertidumbres con lo que me estaba sucediendo, que de buenas ganas habría huido de allí.
En los días posteriores me empezaron a suceder cosas muy extrañas, todo dentro de un box muy confortable el que era de mi exclusividad, mi habitación no difería mucho de lo que se podía encontrar en cualquier casa donde se quiere y se aprecie a un animal como yo. Contaba con un nido donde dormía y reposaba después de los ejercicios y caminatas que me hacían practicar dentro del hermoso recinto, había un tipo sofá cama, un equipo de TV con pasador de videos donde en vez de ponerme perras hembras follando con perros, aparecían mis colegas perros acogiéndose a unas hembras humanas con una maestría y habilidad increíbles, eso me dejaba muy excitado y bramaba por que me trajeran a Virginia necesitaba tanto penetrar su rica vagina y saborear sus jugos que hasta llegue a correrme de deseos, mis instructores hasta el momento eran sólo hombres que se dedicaban a ponerme en forma y sus tratamientos hormonales para hacerme crecer el pene y estimular aun más mi olfato hacia las hembras calientes (Humanas). Al cuarto día me vino a visitar Virginia mi ama, m e observaba tras un ventanal y me daba señales con sus manos.
La encontré más sexy que nunca y sus formas me provocaban todos mis fibras de macho, me desesperé e hice un verdadero escándalo para que le permitieran ingresar a mi box a acariciarme como ella tan bien lo hacía, la vi hablando con mi celador de turno y pasarle subrepticiamente un verde billete, acto seguido se abrió mi puerta , se bajaron las persianas de la ventana, se encendió una luz y quedamos a solas con ella, mi hembra humana. Nos acariciamos como nunca antes, el delicado aroma de su perfume me era inconfundible, más las emanaciones provenientes de su rica vagina, me decían que también estaba caliente por tenerme dentro de ella. Dado el poco tiempo que disponíamos, me llevó junto al sofá cama, se tendió sobre él, su pequeño calzoncito ya había desaparecido y un hermoso trasero, terso y bien formado se presentaba a mi vista, destacando entre sus piernas la partidura brillante de unos labios vaginales rasurados y apetitosos, dignos de una chica virgen aún.
Con mi pedazo de miembro duro como un madero, me monte sobre ella teniendo cuidado de colocar mis manasas a ambos costados de sus espaldas, ella cuando sintió la punta de mi pene moverse y picar junto a los húmedos labios vaginales, acomodó su deslumbrante trasero contra mis genitales, produciéndose en el acto mi penetración hasta el fondo de su útero, no había nada mas placentero y excitante para mi en ese momento que hacerle el amor a mi ama y ella se entregaba a mi con un tremenda calentura, me habría gustado meterle mi fuerte rosetón y acoplarme por todo el tiempo posible con mi hembra, pero era tal nuestro fuego interior que al sentir apretar con sus músculos vaginales mi miembro y escuchar sus placenteros gemidos, lo que evidenciaba su gran orgasmo, no me pude aguantar y la inundé con mi blanca leche producto del mas puro deseo carnal por mi hembra Virginia. Aunque tuviéramos poco tiempo no la podía dejar abandonar mi box, conformándome con esa alocada entrega. Con su vagina inundada por mi semen y mi pene algo lacio continué el vaivén coital sobre ella y al minuto siguientes estábamos nuevamente en el mete y saca con inusitados bríos de ambas partes. Sentí por dos veces más sus orgasmos hasta hacerme sucumbir en una nueva descarga descomunal. Fue el mejor regalo a lo que me parecía una muy larga espera, esa noche dormí apaciblemente.
Los días siguientes continuaron mi tratamiento hormonal e instrucciones de las distintas formas de cómo abordar a una mujer para excitarla sexualmente, el como con los dientes desprenderla de sus bragas, brazier, de los puntos erógenos a trabajar, muchas de esas cosas no me fueron difíciles puesto que ya Virginia me había adiestrado algo en sus sesiones conmigo. En esos quince días que duró mi adiestramiento logre aprender mucho y ver otras tantas cosas que no dejaban de sorprender. Como el saber que nos fotografiaban por todos lados hasta con el miembro en toda su extensión, de ello formaban álbumes que eran exhibidos a mujeres que llegaban a practicar con nosotros la zoofilia, todo se hacía con mucha reserva e intimidad.
A mi periódicamente me sacaban de mi box y me llevaban a laguna habitación donde practicaba lo aprendido con mujeres todas muy seleccionadas y muy cachondas o calientes incluso por las noches aparecían con sus maridos que presenciaban nuestras sesiones con un morbo fuera de serie y mientras yo las hacía gozar con mi pene cada día más abultado, ellos se masturbaban con mucho placer o hacían que ellas le mamaran con deleite la verga. Todas me querían llevar con ellas a sus hogares, pero lamentablemente yo ya tenía dueña. Días antes de irme definitivamente participé con dos ejemplares más del remate de una despedida de solteras, ellas eran seis y nosotros tres, todas muy dispuestas y liberadas por el trago consumido, eligiendo en su alboroto por que fueras el primero en fornicar con la novia.
Sus amigas todas desnudas hicieron el trabajo con la novia de ponerla a mi disposición, nos ayudaron en todo hasta que logre con no pocos esfuerzos de penetrarla, lo que ocurrió mas adelante fue algo imperdible, una orgía Zoo, como pocas, con mi nariz y lengua disfrute de la humedad de sus sexos, mis otros colegas animales era un caballo macho ingles y un ciervo de Canada (Mi tierra). Una rubia de unos cuarenta fue la primera que logró meterse media verga de mi amigo caballo para después pasárselo a una gordita caliente que lo hizo acabar profusamente, yo lo hice con dos mas de ella y me repetí el plato con la muy rica novia, a quien no tengo dudas dejé lista para recibir el buen falo de su esposo. Esa noche volví a mi box muy agotado y sin leche que entregar, pero lo más asombroso que para el día de la boda de mi amiga, el mismo novio camino del hotel donde pasarían su primera noche de boda, me la trajo a petición de ella para que la entrenara en su primera noche de casada, más tarde tuvieron que quitármela, casi a la fuerza.
DE RETORNO A CASA
Ya nuevamente en casa, volví a retomar mis feudos, Virginia se encontraba con visita de su madre Victoria, quien la vino a cuidar por una situación que afectó su salud. Que lastima que mi querida ama se encontraba en cama y muy vigilada por su madre, lo que me impedía
el poder montármela como eran mis ardientes deseos. Debo decir que su madre, es una persona de unos cuarenta y tres años que nada tiene que envidiarle a su hija y yo en mi pensamiento perruno adiestrado, la veo apta para iniciar un acoso sexual hacia tan interesante hembra. Yo a veces no entiendo a los humanos, especialmente a los hombres, a muchos les excita de sobre manera que nosotros les ayudemos a bajar las tensiones sexuales de sus mujeres y ellas les demuestran que cuando nosotros las fornicamos como les gusta a ellas que se los hagan , se transforman en verdaderas diosas para culiar y acaban una y otra vez con gemidos y arrebatos increíbles en presencia de ellos, como enrostrándoles que ellos no son capaces de hacérselo de la forma que nosotros los animales las hacemos gozar.
Es por eso que no entiendo como los hombres pueden darse el lujo de no atender a la madre de mi ama, siendo tan espectacular mujer. Aunque en honor a la verdad en casa se estaban sucediendo cosas que antes yo no había podido darme cuentas y es que he podido observar que George el marido de mi mujer y con pleno consentimiento de esta, se está culiando a su suegra ya que están metiéndose los tres en la misma cama y ellos piensan que yo no me doy cuentas y los veo y escucho fornicar como locos por las noches, mientras me veo obligado a masturbarme con la lengua. No,No, No hay derecho que ellos gocen y yo tenga que conformarme ,mirando. Mañana mismo me voy a agarrar a Virginia y si su madre interviene ahí mismo se lo haga a la gran puta.
De esa aventura y de otras se las relatar{e en el proximo capitulo. Esperenme ...., su amigo Pinck