¿Que qué soñé anoche?

A menudo me preguntan: ¿qué soñaste ayer? Pero hay veces que uno sólo puede responder a esto de forma anónima. Este es mi sueño mientras espero a que regrese mi novio de un largo viaje de negocios. Ojalá no me hubiera despertado tan pronto.

Hacía un mes que no nos veíamos y estaba impaciente por tu llegada, me encontraba estudiando en la biblioteca, aunque no paraba de mirar el reloj deseando que pasara el tiempo cuanto antes e intentaba acelerarlo pensando en meterle la lengua hasta el fondo entre diversas guarradas.

Bueno, el caso es que mientras se resistía a irme a comer por si llegaba justo cuando yo no estaba y decidía por fin tomarme el estudio en serio, alguien dejó su mochila a mi lado en la mesa y sacaba la silla. Me giré para ver si era quien esperaba. Fue una suerte para mi lívido y para mí porque era efectivamente la persona que yo deseaba. Se sentó a mi lado suspiró y me miró serio, yo intenté ponerme seria también, pero en seguida se me escapó una sonrisa y me lancé a besarle. Con una mano le agarré del cuello y con la otra le agarré sin cortarme la pierna mientras buscaba lo que deseaba.

Notando el bulto entre sus piernas le comenté – Tengo que rellenar la botella en el baño. – a forma de indirecta.

– Yo también, menuda coincidencia. – Contestó resultón. Nos levantamos y me dejó pasar primero, lo que para él fue una jugosa oportunidad para manosearme el culo.

Rápidamente nos dirigimos al baño de la biblioteca, era mixto y estaba vacío, más fácil y cerca era imposible. No habíamos  cerrado la puerta casi cuando ya me estaba girando para agarrarle de la camiseta y atraerlo hacia mí, aunque falta no nos hacía. Cerramos la puerta a la vez y me cogió de los brazos y me empotró contra el lavabo. Me besó con deseo mientras apretaba su cintura contra la mía con insistencia y fuerza, lo cual me humedecía más si cabe. Intenté abrazarle pasándole los brazos por encima de sus hombros pero fingió que no le agradaba y me agarró de los brazos y me los puso en mi espalda. Me agarró con una mano las dos muñecas a mi espalada y tras un rugidito miró mis dos pechos y la mano que le quedaba libre, dejó de estarlo. Le empujé para que lo dejara y me miró extrañado. Le hice un gesto y comprendió que quería entrar a un baño. Me empujó para meterme en uno y me cogió tiró del pelo, para que me quedara claro quién mandaba.

No pudo evitar soltarme para cerrar la puerta, y aproveché para quitarle la camiseta y esta vez fui yo quien lo empotró contra la puerta. Escuchamos como alguien entraba en el baño, me puse a besarle el cuello entre suaves mordiscos y seguí bajando chupando con mi lengua su torso, su vientre. Volví hacia arriba en busca de algo que morder mientras desabrochaba lo que no se había desabrochado solo. Pasé de largo rozando con la nariz y los labios la piel de ese cuerpo que tanto me pone, hasta llegar a su pene que me envolvía con su olor y su erección. Sentía unas ganas locas de metérmelo en la boca, pero también sentía las ganas que tenía él y decidí hacerle sufrir un rato, el rato que yo aguantara. Lo rocé con mis labios suavemente y comencé a darle besitos pequeños que se terminaron convirtiendo en mordiscos inocentones que le mantenían contra la pared muy cauto, mirando como jugaba con él y con su expectante miembro. Luego proseguí con lametones acompañados de caricias en los huevos y pequeños tirones que le hacían suspirar. Oímos como la puerta se cerraba y entonces le agarré el pene fuerte con la boca y me lo metí hasta el final. Se estremeció entero y soltó un gemido. Comencé despacio a sacarlo para volver a metérmelo con fuerza. A veces jugaba con el dentro de mi boca succionando la punta y envolviéndolo con mi lengua sedienta de él. Seguí un rato con el juego hasta que me dijo que no podía más y me tiró del pelo para llevarme a su altura y empotrarme ahora a mí contra la puerta. Me levantó una pierna y me penetró con fuerza, como a mí me gusta, el ruido de la puerta para ser del baño de la biblioteca comenzó a ser excesivo, así que me empotró y se recolocó contra la pared y continuó, el mete-saca cada vez iba aumentando de ritmo al igual que la fuerza con la que su cadera me golpeaba sin pasar. Tenía los pelos de punta, estaba plenamente excitada, mis pezones estaban duros y mis ganas de gemir y gritar de éxtasis eran infinitas, deseaba no estar en el baño de la biblioteca para poder disfrutar completamente. Sin embargo, mi acompañante y dueño de mis sensaciones del momento, lo supo disfrazar desde el principio tapándome la boca con una de sus manos para impedir que ningún sonido saliera de mi boca. Notaba como él también estaba en éxtasis y sentir cómo se corría en mi interior y el estremecimiento de su cuerpo me encantaba.

Después abrazados, medio desnudos, pues yo se lo había quitado casi todo y no sé cuando mis pechos habían salido por encima de mi camiseta de tirantes, reposamos un rato abrazados y nos besamos con calma.

Nos quedábamos dormidos de pie y despertaba sola en las escaleras de su casa, esperándole, con la misma sensación de no haberle visto en un mes. Hay que recordar que esto es un sueño así que físicamente no tiene sentido pero oníricamente es un sueño estupendo.

Fue entonces cuando alguien abría la puerta y resultó ser el chico al que quería me tirarme justo en ese momento. Al verme se quedó a cuadros, me levanté, le di un beso, le agarré del paquete y le dije: - ¿subimos por las buenas, o por las malas? - Seguía perplejo, con lo que le tiré de los huevos y rápidamente sonrío nervioso de gusto pero dio a entender que por las buenas. Le cogí de la mano y le guié escaleras arriba. Llegamos a  su casa, cerramos la puerta y por fin se convenció de lo que estaba sucediendo. Me pegó un azote y me iba a girar para que viera mi cara lasciva y llena de deseo, pero me pilló por detrás y agarrándome del pelo me llevó a la pared. Noté su poya bajo el pantalón tocándome el culo deseando ser liberada de la tela y entrar en mi vagina que lloraba y lo llamaba a gritos sin parar.

Me metió la mano buscando desabrochar el pantalón pero, ya estaba esa parte del trabajo hecha, así que los quitó de en medio. Le excitó mucho ver que no llevaba bragas. Después fue a desabrochar su propio pantalón y a bajarse los calzoncillos. Me giró y me preguntó si prefería ir a su cuarto. Yo asentí. Me besó y fue hacia él.

No me había dado cuenta pero, llevaba camisa.

– ¿Le tienes mucho aprecio a la camisa? – le pregunté. Su contestación fue negativa, con lo que le abracé por la espalda y tras meterle mano a su verga, cogí los dos extremos y le arranqué todos los botones para quitarle la camisa a gusto. Se giró sorprendido, aunque en el fondo tras la pregunta lo esperaba.

Entramos en su cuarto no había sábanas en su cama y la mesa estaba llena de cosas. Cosas que fácilmente caerían en su cama y ninguna se rompería de caer al suelo. Las quitó todas de golpe, creando un ambiente repleto de lujuria y cogiéndome de la cadera me colocó encima del escritorio. – Te vas a enterar – me dijo, e hizo exactamente lo que yo también deseaba, me arrancó la camiseta liberando mis dos pechos necesitados de sus besos y caricias. Los lamió mordió besó, una y otra vez, mientras me pasaba la mano por el clítoris produciéndome un inmenso placer. La espera había merecido la pena, de repente fue bajando la lengua por mi cuerpo y empezó a besarme la entrepierna, mientras yo comenzaba a gemir cada vez más acelerada y cercana al placer máximo. Me dijo – grita  lo que desees – y eso hice a la par que él seguía besándome y lamiéndome yo me contoneaba y me humedecía cada vez más, hasta que entre gritos y gemidos de placer consiguió hacerme llegar al orgasmo mientras le clavaba mis afiladas uñas como una gata cuando juega. Me sentí desfallecer, con el corazón a cien por hora, pero aún faltaba lo mejor. Me agarró de las piernas y con fuerza me la metió hasta el fondo, los dos gemimos al unísono de placer y comenzamos de nuevo a besarnos, acariciarnos y estrecharme junto a él sintiendo como el contacto de mis tetas sobre su pecho lo excitaba.

Me pidió que me diera la vuelta y acaté su petición, me empujó la cabeza contra la mesa y me beso por toda la espalda antes de empezar a metérmela otra vez con ese frenético ritmo que tanto me pone. Con una mano me agarraba fuerte y poderosamente la cadera y con la otra del pelo, buscando que arqueara la espalda para penetrarme más y más. Notaba como tocaba el final y como sus huevos chocaban contra mi clítoris excitándome y lubricando la zona donde ahora se encontraba la acción. Estuvimos un rato disfrutando del dulce y sexual reencuentro y puso la velocidad máxima de embestida justo antes de correrse en mi interior. Estábamos completamente sudados y como la cama estaba llena de cosas fuimos a tirarnos al sofá. Dormiríamos un rato y continuaríamos la maratón en la ducha.

Mmmm la ducha pensé y fue entonces cuando desgraciadamente desperté del sueño.