Qué puedo hacer

Joan se ve atrapada en un triángulo que no puede resolver.

QUÉ PUEDO HACER....

La ardiente brisa de la tarde me acarició el cuerpo semidesnudo pero no me ayudó en absoluto a mitigar el calor del verano en la Andalucía del interior. Una gota de sudor, otra más, se escurrió entre mis pechos y rodó por mi costado. El sopor, misteriosamente, me ayudaba a meditar suavemente sobre los acontecimientos de los últimos meses. ¿Cómo puede la vida zarandearme y dejarme como una bolsa vacía a merced del capricho del viento?

La llegada de Arti supuso una auténtica revolución, casi espiritual. Desde la época de la adolescencia nunca había experimentado el amor con tanta intensidad hacia un hombre. Creo que nunca había estado realmente enamorada hasta que apareció él. Exceptuando a Elsa.

Elsa es mi amiga desde que tengo memoria y mi amante desde hace muchos años. Nuestra relación surgió, creo yo, de una manera natural e inevitable. El amor de nuestra amistad nos condujo a compartir nuestros cuerpos y, de esta manera, sublimarse sin límitaciones.

Por otra parte hemos mantenido relaciones heterosexuales con naturalidad, con frecuencia y con placer, y nunca hemos renunciado a nada. Hasta que apareció él, Arti.

Irrumpió en mi vida como un huracán. Es un hombre vitalista, jovial, inteligente, seductor, inquieto, extraordinariamente curioso y observador, y vive la vida con una intensidad y a una velocidad acojonantes. Era inevitable que, en poco tiempo, asumiera una gran relevancia en nuestro grupo de amistades, sobre todo con el compañero de Elsa, Dani. No lo he dicho pero Elsa comparte su otra mitad con Dani desde hace unos tres años, mientras yo he sido, en opinión de ella, demasiado promiscua y mi relación con Arti le pareció que ponía un poco de orden en mi vida. Y yo también me lo creí, sin sospechar que el dolor se escondía agazapado como una fiera.

Nuestra relación lesbiana es parte fundamental de nuestra vida desde la adolescencia, y la vivimos discreta pero intensamente, aunque la presencia de Arti, que practicamente vivía conmigo, añadía alguna dificultad, pero convertía nuestros encuentros en autenticos festivales de amor y erotismo. Creo que entonces era feliz.

No quiero extenderme demasiado en el preámbulo, así que resumiré diciendo que Arti descubrió nuestra relación sumando pequeños detalles y se lo confió a Dani. Durante varios días nos observaron al microscopio y, al final, nos contaron sus sospechas.

La bronca que les dimos fue monumental. El terror nos atenazaba y lo negamos todo. ¡Vano intento! Los detalles delatores eran concluyentes. Durante días la tensión aumentaba al mismo tiempo que la magia que existía con ellos se hacia añicos. Al final acabamos reconociendo la evidencia ante los dos y explicándoles que nuestra relación no competía con ellos, más aún, que con ellos es cuando nos sentiamos realmente llenas. No podían aceptarlo, aunque el saberlo les producía un morbo guarro. En opinión de ellos teníamos que elegir.

Mi relación con Arti fue la primera en deshacerse. Elsa y Dani daban la impresión de aguantar el tipo con dificultades, él es el hombre de su vida, estoy segura. Era casi cómico ver la cara de él cada vez que salíamos los tres juntos: Por un lado los celos y su ego masculino herido, y por otro se le ponía un brillo morboso en los ojos que lo delataba.

Después de mi ruptura con Arti, yo necesitaba, más que nunca, la compañía de Elsa, aunque conocía los riesgos, y combatir esa tendencia de volverme hacia adentro, esa manía depresiva.

Salimos los tres juntos esa noche crucial en la que los Dioses se confabularon contra nosotras.

Todo empezó bastante bien, el ambiente de copas era muy agradable y el calor del alcohol me animaba cada vez más. A ratos bailando y a ratos en un taburete, varios chicos se me acercaron y, como es habitual en ellos, desplegaron toda su seducción masculina, en la que no faltaron algunos toqueteos insinuantes.

Como el licor empezaba a golpearme con fuerza, cayó el telón de mi legendaria timidez y aceptaba de buen grado los apretones que recibía. Hubiera sucumbido al deseo y seguro que la mañana me descubriría como inquilina de una cama ajena, después de follar como una loca. Ya había ocurrido antes.

Elsa lo vió venir y, rápidamente se acercó al rescate.

-Ven, cielo.- Dijo tomándome de la cintura, de una forma inequívoca.

-Espera, ¿Qué te pasa? ¿Te has enfadado?- Me volví hacia ella con esa mirada llena de complicidades. -No pasa nada, es un buen tío.-

-Hey! Que nadie le va a hacer daño. Estabamos a gusto... ¿Por qué no sigues con tu rollo?- El chico no se enteraba de nada.

-No te enteras, tío. Esta es mi pareja.- Y en ese momento me pasó la mano por la cara y me besó. Uno de los besos más dulces que jamás me haya dado. Correspondí a ese beso ardientemente, a pesar que nunca lo habíamos hecho en público, y nuestras manos acariciaron nuestras cinturas mientras nuestros labios competían en atrapar los otros labios.

Nos despegamos ruborizadas, con la sensación de haber sido el espectáculo del local, aunque pocas personas habían reparado en nosotras.

-Esta noche es mi noche. No tienes la menor oportunidad.- Añadió dirigiéndose al chico, pero casi sin apartar los ojos de mi. El pobre abandonó la escena, cortado y casi corriendo.

Nos fuimos hacia su mesa y Dani nos recibió con una sonrisa tensa, pero se le notaba la excitación.

-Lo... siento...- Dije un poco avergonzada.

-No importa...- Dijo él con la voz ronca.

-¡Venga! ¡Bailemos!- Elsa trataba de conducir la situación. Nos tomó de la mano y salimos a la pista. -Os quiero a los dos. ¿Es que no lo veis?- Pero se dirigía a él. -Ya verás cuánto os quiero-

Después bailamos solas, a veces muy agarradas, otras saltando como locas. Incluso bailé con Dani, ante la mirada sonriente de Elsa, y le notaba un ligero temblor en las manos que me abrazaban y me ceñían. No cabía duda, se estaba excitando. Lo podía notar perfectamente en la creciente dureza que sentía en el pubis y en su entrecortada respiración. ¿Por qué, me pregunté, empezaba a sentirme completamente húmeda, yo también?

Elsa nos miraba complaciente y parecía aceptar la situación de buen grado.

El resto de la noche transcurrió entre juegos cada vez más eróticos. Elsa se multiplicó por cien y ni Dani ni yo podremos decir que nos sentimos desplazados en ningún momento.

Ya en su casa la temperatura erótica subió varios grados. Yo estaba a punto de perder el control y decidí irme a la cama cuando Elsa estaba sobre Dani en el sofá y él habia subido su vestido hasta la espalda y acariciaba sus nalgas, deslizando la mano entre sus piernas y arrancando suspiros de placer de ella.

Tendida sobre la cama, vestida solo con el pequeño tanga y ahogada de calor, alcanzaba a oir los gemidos de Elsa. Mi mano acariciaba mis pechos y mi sexo latía con las imágenes de ellos haciendo el amor a pocos metros.

Ni siquiera me dió tiempo al placer solitario, que, por otra parte, me hubiera aportado poca satisfacción, cuando se abrió la puerta y dió paso a Elsa, que, completamente desnuda, se avalanzó sobre mi.

-Qué te creias... que te iva a dejar sola esta noche?. Nunca te dejare sola, mi amor.- Decía mientras me besaba, me acariciaba y yo correspondía a sus besos casi con desesperación. Elsa utilizó todas aquellas caricias que sabía... los besos en el cuello, justo debajo de la oreja, mordiéndome los labios suavemente, acariciando mis pechos y besándome los pezones muy despacio, introduciendo una pierna entre las mías buscando el calor de mi sexo totalmente excitado y entregándome el suyo. Susurrando dulces palabras de amor...

-Te adoro... mi bruja... ¡Qué dulce es tu boca....! Te necesito... bésame...

En ese momento estábamos solas en el mundo. Éramos dos amantes que se conocen y se entregan plenamente. Elsa se deslizó de lado y colocó su mano sobre mi sexo, aún cubierto por la tanga totalmente empapada, mientras su boca succionaba mi pecho y su lengua recorría en interminables giros alrededor del pezón. Casi estaba a punto de llegar al orgasmo cuando sentí, casi sin verla, otra presencia en la habitación. Dani se había colado quedamente y observaba la escena. Su excitación era evidente, por el tamaño de su erección y por la intensidad de su mirada.

Elsa extendió una mano hacia él, en una clara invitación a ocupar su lado de la cama. Yo, avergonzada y, por qué no decirlo, algo excitada con la situación, me di la vuelta y me puse de espaldas.

-Ven, mi amor. Besame otra vez... Quiero amaros a los dos... os quiero tanto!!- Me hizo girarme hacia ella y nos besamos.

Elsa situada boca arriba alternaba los besos a uno y otro lado mientras recibía nuestras caricias. Ella acariciaba nuestros sexos al mismo tiempo y nosotros todo su cuerpo, aunque evitabamos rozarnos. Nunca imaginé que sentiría tanta excitación al ver como Elsa acariciaba el miembro de Dani en un movimiento arriba y abajo y, al mismo tiempo, deslizaba dos dedos por el lateral de mi tanga y acariciaba mi clitoris. Llegué al orgasmo con una violencia casi física intentándo reprimir mis gemidos, pero no cabía duda de que Dani se dió cuenta, porque su pene creció de tamaño en la mano de Elsa que lo pajeaba con intensidad. Estaba a punto, así que Elsa se giró hacia él y se lo metió en la boca. Con la otra mano abrió los labios de su sexo en una clara invitación a mi lengua que no tardó en apoderarse de la dulce cueva. Esto ya fué demasiado para Dani que entre la boca de Elsa y el espectáculo de ver a su chica entregar su coño a las caricias de otra mujer dejó escapar un rugido de placer, al tiempo que su enrojecido glande dejaba escapar numerosos chorros que nos regaron de semen a las dos.

El maremoto de la orgía de sexo había acabado inundando la habitación.

Dani se relajó unos instantes, mientras yo seguía con mi cara entre las piernas de Elsa disfrutando del sabor de su sexo y ella respondía a mis caricias cada vez con más pasión. Al borde del orgasmo Elsa se estremece y su respiración se acelera, arquea su cuerpo y atrapa mi cabeza entre sus piernas buscando ofrecer su vagina a una mayor penetración de mi lengua.

-Ahhhh, Diossss!!!!.... sigue, sigue así.... - Gemía entrecortadamente, y me inundó la cara de una cascada de fluidos al llegar al orgasmo.

Dani recuperó la excitación rápidamente a la vista de esa escena y acercó su cuerpo a los nuestros, que continuaban componiendo ese mágico número. Él y yo todavía evitábamos tocarnos, pero la situación cambió muy pronto, a causa de la amalgama de cuerpos, brazos y piernas y porque Elsa provocaba deliberadamente las caricias de Dani sobre mi cuerpo. De esta manera me encontré con la deliciosa lengua de Elsa en mi ardiente sexo acompañada de varios dedos que hacía estragos en mi intimidad, y la lengua de Dani sobre mis pechos. De esta manera cayó mi tenue resistencia y me encontré acariciandole el pene que había recuperado todo su esplendor.

A partir de ese momento yo estaba dispuesta a todo. Dani acercó su sexo al mio, o tal vez yo lo conduje hacia allí, con la clara intención de penetrarme.

Elevé mis rodillas hasta los hombros y abrí las piernas, ofreciéndome plenamente. Sentí su glande apoyarse en los labios de mi vagina y recorrerla suavemente arriba y abajo, prolongando el momento más allá de lo aceptable.

-¡Fóllame ya, cabrón!!- le grité desesperada, en un gesto que me sorprendió a mi misma, porque no me gusta nada el lenguaje obsceno durante el sexo.

Entró en mi de un solo golpe, y continuó embistiendome con una violencia inusitada, descargando todo su deseo.

-Si!! Toma toda mi polla!! ¿Te gusta??-

-Sigue!! Sigue!! Más fuerte!!- Gritaba yo, aún cuando mi orgasmo había estallado en mi interior hacía tiempo, pero quería más... en ese momento lo quería todo.

Elsa no le permitío terminar dentro de mi por el sencillo método de empujarle de espaldas y cabalgarlo fieramente. Yo me situé sobre su cabeza para frotar mi vagina sobre toda su cara.

Dos hembras lanzadas sin freno por la pendiente del sexo, mirándonos fieramente de deseo, besándonos con tal fuerza como para rompernos los dientes, mordiéndonos y gritándonos, cabalgando sobre nuestro hombre... Sólo podía terminar con el pobre Dani corriendose en el interior de Elsa y casi ahogado, con su cabeza atrapada entre mis piernas. A nosotras el placer nos hizo caernos abrazadas, casi hasta rodar fuera de la cama.

Transcurrió el tiempo necesario para recuperar el aliento. Elsa tomó la iniciativa con esas suaves caricias, tiernas caricias, que sólo son posibles entre dos mujeres que se conocen muy bien. Dani iva a necesitar mucho más tiempo para recuperarse. No hace falta mucho más que las yemas de los dedos y el roce de nuestra piel para inflamar de nuevo nuestro deseo. La delicadeza de su sexo, su calor; el contorno de su pecho, su belleza; el dibujo de sus labios, su dulzura; la tersura de su piel, su suavidad; el perfil de su cara, su fuerza; la mirada de sus ojos, su ternura... Amo a esta mujer como nunca he amado a nadie.

Sólo nosotras sabemos cómo explorar nuestros más íntimos rincones... cómo atrapar el clítoris entre dos dedos y deslizarlo suavemente descubriéndolo para nuestros besos, cómo acariciar la delicada piel del ano para que lentamente se entreabra y alojar allí la punta de la lengua y, ya loca de deseo, introducir poco a poco primero un dedo y girarlo suavemente, luego un segundo dedo y un tercero algo más tarde... Todas estas sensaciones sentía yo gracias a las maniobras de Elsa. Estaba a punto de llegar cuando ella se detuvo y volvió su atención hacia Dani, de nuevo en marcha aunque no del todo recuperado.

-Ven.- me dijo Elsa con los ojos brillantes. -Quiero que te lo haga por detrás...Ya verás...-

Situó a Dani tendido de espaldas y a mi cabalgando sobre él de espaldas a su cara. Él recuperó rápidamente toda su potencia ante la perspectiva que Elsa le ofrecía. Yo perdido ya completamente todo el pudor y ardiente de deseo, abrí mis nalgas con las dos manos ofreciendo el botón rosado de ni ano entreabierto. Elsa lubricó el pene de Dani con su boca y depositó abundante saliva en mi cueva. Luego lo dirigió con su mano hasta que lentamente me fuí atravesando las entrañas con toda la longitud de su verga. Me corrí en el acto y empecé a subir y bajar a medida que el orgasmo me ardía con una llama que recorría todo el cuerpo. Traté de acariciarme el clítoris con una mano pero Elsa lo impidió empujándome lentamente hasta caer de espaldas sobre Dani. Éste se apoderó de mis pechos mientras empujaba sus caderas en acometidas cada vez más rápidas y más placenteras. Elsa se situó entre nuestras piernas y acariciaba mi vagina con su lengua.

No puedo explicar mis sensaciones al ver a Elisa y sentir sus caricias al mismo tiempo que su novio me taladraba el ano con una verga que parecía crecer de tamaño a cada embestida y, entre los dos me hacían llegar a un orgasmo de una intensidad y duración desconocidos hasta ese momento. Dani se vino dentro de mi cuando todavía perduraban los últimos espasmos de mi orgasmo. Es imposible describir el remolino de placer y morbo en el que estaba sumergida.

-Mi niña... mi niña...- Me decía Elsa al oído mientras me acariciaba la cara.

A la mañana siguiente o, mejor dicho, la tarde siguiente, me desperté bruscamente con la sensación de que algo extraño ocurría. La cama estaba vacía y la casa en silencio. Al parecer Dani y Elsa habían salido y estaba sola. Me duché y después de vestirme me dispuse a tomar algo, porque desfallecía de hambre.

No tardó en llegar Elsa y, por su expresión, supe que algo malo había ocurrido.

-¿Qué pasa? - le pregunté al ver la expresión de tristeza de su cara -Y Dani?-

-Tengo que contarte una cosa, Joan.- sus ojos brillantes delataban la emoción que la embargaba -Dani y yo hemos terminado. Hace días que me dijo que no podía aceptar nuestra relación como una situación estable, pero que no podía evitar sentirse excitado por ello y que se estaba volviendo loco. Así que me planteó una especie de ultimatum: Yo tenía que renunciar a mi relación de pareja contigo, aunque quería que siguieramos siendo amigas, que con eso no tenía problemas. Y solamente me pedía mi palabra de que acepto esa situación.

Yo no podía creerlo, Joan... Hablamos durante horas, pero le dije que lo que hay entre nosotras no se puede romper de ninguna manera. Total, que le dije que no-

-Elsa... pero cómo... No!!! tia, eso no!!! Tu quieres a Dani a morir, es tu vida... No puedes renunciar a todos los planes que habeis hecho... No quiero!!!- me sentía completamente rota, hecha pedazos por dentro ante la responsabilidad de la decisión que había tomado Elsa... por mi.

No había manera de convencerla. Su decisión era firme y parecía como si al decidirse se hubiera liberado de un peso insuperable, aunque estaba desgarrada por dentro, yo lo veía claramente.

-Pero... Elsa, si ayer estaba todo muy bien y anoche....-

-Lo de anoche fué como la despedida- respondió con la cabeza baja y sin mirarme a los ojos.

-¡¿Cómo?!-

Y me lo dijo. Dani le había pedido vernos juntas y, si fuera posible, participar también. Que tenía un morbo loco con nosotras. Elsa se resistió pero acabó cediendo con la advertencia de que él no intentaría forzar la situación, que ella tendría la iniciativa en todo momento.

-Creo que se lo debía Joan, lo siento...- su cabeza seguía baja y sus ojos huían de los mios.

-¡Ohhh... Diossss!!!!- sentí un vuelco en el estómago y seguro que hubiera vomitado si tuviera algo en el cuerpo. -¡Estás locaaaa!!! Cómo has podido usarme de esa forma!!!- mis reproches estallaban como disparos entre las lágrimas que anegaban mi cara.

-Cielo perdoname, te....- se disculpaba ella intentando acariciar mi cara.

-¡NO ME TOQUES!-

..........................

Elsa ha renunciado a su compañero por mi, pero su renuncia me está destrozando. Ha pagado un precio demasiado caro y me lo ha hecho pagar a mi también. Los recuerdos de esa noche todavía me estremecen en una loca mezcla de placer y de rechazo. No puedo evitar excitarme y no puedo aceptarlo. Estamos atrapadas en un triángulo que no hay geometría que lo pueda resolver. Y la quiero más que a mi vida, y todavía hecho de menos a Arti.

Han pasado 11 días y, prácticamente no he salido de casa. Elsa ha llamado unas 1000 veces y ha venido a mi casa en numerosas ocasiones cada día. No he podido descolgar el teléfono ni abrir la puerta. Pero no puedo renunciar a ella, no quiero perderla.

¡Y éste calor...........!