¿Qué pasaría si...?

4º parte (recomiendo leer los anteriores, y la omisión de su lectura si lo que se espera es algo sexual)

¿Qué pasaría si...?

Capítulo 7:

Tuve que pedirle el coche a Anna ya que no me parecía apropiado llevar a Pitufo en la moto, a parte de legal. Así que le compré una sillita de bebé y le senté allí. Estuvimos hablando todo el camino y la verdad es que cada vez que hablaba con él me sorprendía más.

-Bueno Pitufino, dime, ¿estas preparado?-le pregunte ya en el asiento del conductor mientas me ponía el cinturón y le miraba por el retrovisor.

-Sí

-Vale, vámonos entonces.-le dije.- Oye Pitufo, ¿cómo es que hablas tanto, y tan bien?

-Mi mamá dice que soy ditinto y epecial o los otos niños.

Me quedé sorprendida con su respuesta y no sabía si seguir preguntando.

-Mi mamá me dijo que, soy epecial poque apendo antes que los otos niños.-dijo mirándome por el espejo, como si me leyera el pensamiento.-Peo ya soy gande, en tes meses cumplo dos años.

Eso me hizo reír.

-¡Eso es dentro de nada Pitufo! ¡Prometo darte el mejor regalo del mundo!

No hubo respuesta.

-El mejor egalo de mundo es que mi mamá sea feliz...

Un impulso hizo que parará el coche, menos mal que había un semáforo.

-¿Por qué dices eso?-le pregunte angustiada.

-No me o dice.-me dijo triste.- Peo yo queo que es poque mi papá se fue.

-Tu papá...

Deje la conversación en el aire. Sus palabras me habían dejado pensado, ¿cómo se me ha olvidado que Pitufo tiene papá? Será porque de alguna manera querría formar parte de su familía y un papa... Mi propia respuesta me dejo aún más pensativa.

-Pitufo, yo, creo que en ningún momento me he presentado ante ti como debería de haberlo hecho. Verás, cuando vi a tu mamá, cómo decirlo...

-Te uto -dijo el con expresión de que era evidente.

-Sí Pitufo, me encantó. Y no sé si es difícil para ti entenderlo o no, pero yo soy una mujer y tu mamá también...

-Aaah!! Peo eso da igual... Mi mamá siempe dice que el amor no etiende de nada. Yo queo que el amor es tonto...-me dijo eso último susurrando.

Yo solo pude mirarlo, y pensar que es único.

-Tienes razón Pitufo, el amor es tonto, pero más loco y tonto te vuelve él a ti. ¿Crees que le habrán gustado las flores a tu mamá?

-Seguo que sí...

Seguimos hablando sobre miles de cosas. Al igual que con su mamá acabé discutiendo sobre cuales eran los mejores superhéroes y los mejores dibujitos animados.

Ya habíamos llegado a la universidad, pero estabamos tan metidos en la discusión que no nos dimos cuenta y seguimos discutiendo dentro del coche. Seguramente habernos aparcado delante de la puerta hizo que mi ángel se diera cuenta de nuestra presencia (claro que lo gritos de dentro, sobre Phineas y Ferb, no tuvieron nada que ver...)

-¡Se puede saber qué haces tú con Rubén!-más que pregunta fue grito.

-Yo...

-¡¡La sopesa!!-dijo Rubén mirándome con cara de lo habíamos fastidiado.

-¡¡La sopesa!!- dije yo acordándome.

-¡¿Pero de que habláis?!-dijo mirándonos

-Este...-dije pensando- ¿te han gustado las flores?-pregunte sonriendo.

-¡Has sido tú! En que estabas pensado-dijo poniéndose muy roja- Me las han entregado en medio de la clase... en mi vida he pasado tanta vergüenza... de paso sean puesto a aplaudir después de que el profesor me obligará a leer la nota en voz alta. ¿Cómo se te ocurre poner eso? De paso de que eran ROSAS Y AZULES...- dijo mirándome a los ojos.

-Sí eres una diosa que se confunde con un ángel caído, no es cosa mía.-dije sonriendo-Bueno si que podrías ser mía - dije bajito.

El rubor de sus mejillas eran visibles desde lejos, y el amor que me expresaba su rostro era inexplicable.

Bajé del coche y me acerque a la puerta del copiloto, haciendo una reverencia indicándole que por favor entrará. Sin decir nada, me hizo caso. Entré otra vez en el coche y lo puse en marcha. Pitufo me pidió que pusiera música, y yo con los nervios que pronto me empezarían a delatar, lo hice. La música sonaba en el coche y, mi ángel empezó a preguntarle a su Pitufo cosas sobre lo que había hecho en la guardería ese día. Sin poder evitarlo la pregunta salió sola.

-¿Qué es del padre de Pitufo?

El silencio se acopló en la espaciosa casi camioneta.

-Se marchó cuando le dije que estaba embarazada. Nunca más he vuelto a saber de él.

La cordura volvió a mi tonta mente al escuchar su respuesta.

-Lo siento, no debe...

-No pasa nada, está todo bien.-dijo interrumpiéndome, pero sonriéndome.

-Aún así, perdón.

El ritmo de las canciones calmo un poco el ambiente en el que la tensión había subido por mi irrespetuosa pregunta. Como quien no quiere la cosa, los tres empezamos a cantar y el final de la canción trajo las risas de mi ángel acompañada de la mía.

-¿Adonde vamos?-preguntó cogiéndome de la mano que tenía en el cambio de marchas.

El roce de su mano con la mía me provoco una corriente que paso fugazmente por mi espalda, hasta mi cerebro, donde la información se relentizó.

-A...-seguía mirando a la carretera, con miedo de girarme y ver que solo era cosa de mi imaginación.- A... u...un parque de atracciones, pe...pensé que como es vi...viernes pues podríamos hospedarnos allí el fin de se...semana.

-¡Un parque de atracciones!-dijeron mamá e hijo a la vez (Pitufo dijo paque de ataciones)

Me reí por su asombro y asentí sonriendo ampliamente.

Por la lentitud con la que trabajaban mis neuronas, me di cuenta de que todo el viaje su mano había estado pegada a la mía.

-Llegamos-dije abriéndole la puerta a mi ángel y al pequeño- Pitufo, ves esa cabeza de ahí. Es la de el monstruo come galletas. ¿Quieres ir?-le dije cogiéndole en brazos.

Sus preciosos ojos verdes se abrieron, y su castaño pelo igual que el de su madre se movió de adelante hacia atrás asintiendo.

-Esto es demasiado- dijo mi ángel mirándome.

-No estoy de acuerdo contigo.- le respondí sonriendo.

Capítulo 8:

Llegamos a la habitación después de una larga sesión de fotos en la entrada del parque donde nos estaba esperando el monstruo come galletas.

Pitufo se lo había pasado genial, y mi ángel y yo habíamos hablado un poco más pero sin profundizar en algún tema personal.

-A ver, esta es vuestra habitación...-dije abriendo la puerta, dejando pasar a Vanesa con Rubén en brazos- Estaré justo en esta de enfrente.-señalé la otra habitación.

-¿No duemes con nosotos?- me preguntó Pitufo.

-No Pitufo, pero si me quieres invitar, después jugamos.-dije sonriendo.- Si necesitáis algo solo me llamáis a mí o a recepción ¿vale?

-Sí, muchas gracias Julie.-dijo mi ángel acercándose y dándome un beso en la mejilla- Primera vez que consigo que tú, te ruborices.

Las palabras no salían de mi boca.

-Danos diez minutos, y dejamos lo que hemos comprado ¿vale?- dijo chasqueando los dedos delante de mi cara como la primera vez que nos vimos.

-¿Eh?

-Dentro de diez minutos.-repitió entrando en su habitación mientras cerraba la puerta.

Sinceramente no sabía que me había dicho, únicamente me había enterado de la última parte. ¿Diez minutos? ¿Para qué?.

Entré a mi habitación, dejé la mochila en el suelo, me quité las zapatillas y las puse en la entrada. Vi la gran cama que me esperaba y me tiré en ella.

Miles de pensamientos invadían mi mente. Todos ellos relacionados con las mismas dos personas. ¿Estaré haciendo bien?. ¿No se sentirá un poco obligada por mis formas? ¿Qué juguete preferirá Pitufo... el peluche gigante del come galletas...o...?

Los dos típicos golpes de la puerta hicieron que me levantará de la cama, abrí y un enanito de se me tiro encima.

-Ey! ¿Tanto me has echado de menos?-pregunte mientras abrazaba a mi Pitufo.-¿Y tú señorita me has echado de menos?

-Um... del uno al diez...Un 5...

Abrí los ojos y la boca, y me hice la indignada entrando con Pitufo a la habitación.

Se rió al ver mi comportamiento y entró cerrando la puerta.

-Eres peor que Rubén-dijo sin parar de reír.

Le saque la lengua y dejando a Pitufo encima de la cama fui a por ella, la cogí por la cintura, la alce, al ser más bajita que yo, la dejé al lado de Pitufo. Con una señal, Pitufo y yo empezamos a matar a cosquillas a mi ángel, dejando claro, aunque ya lo había hecho el otro día en el parque, que eran su debilidad.

-Pitufo, yo le cojo las manos y tu le haces cosquillas por las axilas.-dije sin parar de reír viendo como mi ángel se carcajeaba.

-¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡Socorrooo!!!- gritaba riendo.

Pitufo y yo nos reíamos malvadamente.

-Va, porque somos buenos, vamos a parar. Esto es para que a la próxima me eches más de menos.-me acerque a su oído- porque yo del uno al diez, te he echado de menos un infinito.

Me separé y la miré a los ojos, nos quedamos así durante un tiempo, no sé cuanto, pero lo que su mirada me trasmitía creaba en mi unas ganas profundas de permanecer así siempre.

-Mamá...Teno hambre- dijo Pitufo saltando en la cama.

Sonreímos, nos miramos por última vez y nos levantamos.


Gracias a toda la gente que comenta, me encanta leer los comentarios y ver que os agrada la historia.

Quería decir, que por la demanda de varias personas, creo que continuaré con el otro relato "Después de ti" pero aún no es seguro, ya que me da miedo no cumplir vuestras espectativas, entonces cuando lo tenga completamente escrito, meditado y mil veces corregido, me atreveré a enviarlo.

Gracias otra vez, y espero que disfrutéis de la 4º parte.

AAH!! Y respecto al comentario de que es demasiado corto... perdón...pero es que mi imaginación, el estrés con el estudio, y un estrés en general hacen que la inspiración se me acabé pronto, y me replanteé muchas veces cada frase, palabra...