¿Qué pasaría si...?
8º parte.Se acerca el final.
¿Qué pasaría si...?
Capítulo 15:
Entré a la habitación con la sonrisa más grande del mundo, más grande que la del gato de Alicia en el País de las Maravillas.
-Nos esperan dentro de una hora en tu casa-dije mirando a Preocupadito pero dirigiéndome a los dos.- Ordenes de la general.
-¿La general?-preguntó Principito.
-Sí-dije riendo.
La felicidad apaciguaba el dolor en la costilla, la risa ante tremendo golpe me haría saltar las lagrimas, pero era tanto el entusiasmo de saber que me quería... que cualquier dolor se quedaba en cosquillas.
-¿Amigos?-le dije extendiéndole la mano a Preocupadito, dentro del coche de Álvaro.
-Por supuesto.-dije estrechándome la.
-Creo que la general se alegrará.-dije refiriéndome a Vanesa.
Raúl calló y bajo la cabeza.
-No te preocupes, te perdonará, en cierto modo es comprensible tu ira.-dije poniéndole una mano en el hombro, cerrando los ojos por idiota al no recordar lo de la costilla.
Cogí aire lentamente y lo expulsé el doble de lento.
-Tiene motivos para enamorarse de ti.-dijo Preocupadito compadeciéndose con la mirada de mi movimiento-Tranquila, sé lo que duele.-dijo repitiendo la frase que yo le había dicho en el hospital.
Lo miré tipo así (¬¬) y comencé a preguntarle cosas sobre mi ángel. Me tuve que aguantar varias veces la risa, igual que él, por las anécdotas que contaba de él y mi ángel. La rabia que me dio verle al principio, tan preocupado por mi ángel y Pitufo, se esfumó, más bien un sentimiento de lamentación por el amor que él le tenía a mi ángel se acopló en mi mente. Pero no pienso dejarla, lo siento Preocupadito, pensé.
-Llegamos.-dijo Principito.
Como todo un caballero, nos ayudo a salir del coche a los que parecíamos dos abuelillos.
Tocamos y Anna nos abrió.
Nada más entrar Pitufo se me hecho encima, cogí muchísimo aire, y le correspondí el gran abrazo.
-Pitufo...-dije un poco roja por el dolor-te adoro, pero por fav...-Anna al ver como los ojos se me encharcaron me ayudó.
-Rubén, creo que has crecido mucho en estas dos horas, ya ni siquiera Julie puede contigo-dijo cogiendo de mis brazos.
-Gracias...-le susurré recomponiéndome.
-Amor, ¿estás bien?-dijo mi ángel viniendo hacia mi al ver como de un rojo pimiento había pasado a un blanco papel.
Asentí.
Le quería pedir un beso, pero recordé que Raúl nos miraba y no lo hice.
-Él está peor que yo-dije señalando con la cabeza a Preocupadito, que aún estaba agarrado del fuerte brazo de Principito.
Mi ángel se acerco, lo miró y comenzó a llorar. Preocupadito, como es normal en él, se preocupó, cogiéndola de las manos, mientras le pedía perdón. Respira... me decía mi conciencia.
-Lo siento Vanesa- dijo casi también llorando Raúl.
-Eres mi mejor amigo Raúl...-lo miró mi ángel queriéndole decir que no esperaba aquel comportamiento.
-Lo sé y siempre me tendrás cuando me necesites.
Yo me giré y caminé hacia el sofá, ya que el dolor me empezaba a poder, me senté y le hice una señal a Pitufo para que viniera.
-¿Qué tal estás?-le pregunté peinandole el pelo.
-¿Po qué mamá está llorando, y tío Raúl también?-me preguntó mirando el intentó de abrazo que mi ángel le daba a Raúl.
Respiré, y sin saber muy bien que contar y que no, se lo expliqué.
-Preocupadi...Tío Raúl está triste porque sin pensar muy bien lo que hacía, le ha hecho un poco de daño a mamá, por eso se está disculpando, pero todo está bien, y Raúl y mamá ya son amigos otra vez.
-¿Y po qué tienes el labio así, y po qué no me has cogido como siempe cuando llegaste?-me preguntó mirándome triste.
Se me encogió el corazón, y con todo el dolor físico que implicaba lo levanté y lo senté en mis piernas.
-Julie...!-dijeron Principito y Anna regañándome.
-Pitufo, Anna va a tener razón eh... has crecido mientras no estaba-le dije con la voz ronca.
Pitufo me dio un beso en la mejilla.
-¿Qué te duele?-me preguntó.
-Eres demasiado listo-dije sonriendo.-No se lo digas a mamá, que sino se pondrá más triste, pero me duele aquí-dije levantándome un poco la camiseta, enseñándole la venda que me cubría el torso.
La parejita se me acercó.
-Por favor cuídate.-me dijo preocupada Anna.
-Tranquila, no es nada.-dije sonriendo.
-Cuídate-me repitió Principito.
-Sí...Por cierto muchas gracias por venir tan rápido, os debo una.-les dije a ambos.
-Te queremos, no nos tienes que agradecer nada.-me dijo Anna dándome un beso en la mejilla.
-Eso, eso.-dijo Principito.
-No... no me hagas reír que me duele...mala persona...-le dije a Principito riéndome un poco.
-Nosotros ya nos tenemos que ir, ¿te dejo el coche?
-Por favor, mañana te lo devuelvo.-le pedí a Anna.
-Claro. Te lo ruego, cuídate que te conozco. Tienes que llamar a tu tío.-me dijo Anna seriamente.
Asentí, sonriendo.
Se despidieron de Pitufo prometiéndole que pronto vendrían a jugar con él. Mi ángel y Raúl estaban más calmados, y agradecieron y despidieron a los tortolitos. Principito antes de salir, se asomó por la puerta y con el dedo índice y corazón se apuntó los ojos y después me señaló a mí, refiriéndose a que me cuidara, que me estaría vigilando.
Pitufo se rió y yo solo pude sonreír mientras negaba con la cabeza.
-Yo, quiero disculparme otra vez, esto no hubiera pasado sino fuera por mi ataque irracional.-dijo muy avergonzado Preocupadito.
-No te preocupes.-dije riéndome un poco por dentro, Preocupadito, preocupes...
Mi ángel se dio cuenta y al estar cerca de mí, me dio un pequeño golpe en la cabeza.
-Bueno, creo que ya es tarde.-dije levantándome despacio.- Creo que me voy.
-¿Te vas?-preguntaron Pitufo y mi ángel a la vez.
-Sí, no quiero incomodar.-dije pesando en Preocupadito.
-A mí no me incomodas.-dijo Raúl.
-A mí tapoco.-dijo Pitufo
-Quédate...-dijo mi ángel.
-Es que mañana tengo instituto... y...
-No se diga más, te quedas, además que con la costilla rota no vas a conducir.-dijo Preocupadito, ganándose una de mis miradas asesinas.
-¿Costillas rota?-preguntó mi ángel.
Miré a Preocupadito.
-Te mereces otro golpe.
-¿Ella no lo sabía?, eeeh... lo siento...-ya...ya... lo siento, pensé- Creo que me voy a dormir...-dijo mirándome con miedito.
Se fue, dejándome con el marrón.
-¿Tienes una costilla rota y no me has dicho nada?-preguntó realmente enfadada mi ángel.
-Yo...es que... tú...y...-balbuceé.
-Mami, y ¿po qué mejor no dejamos que decanse?-dijo Pitufo sacándome del problema.
-Eso, que descanse-dije asintiendo a la gran idea de Pitufo.
Mi ángel me mató con la mirada y me ayudó, apoyándome en ella, a llegar su habitación.
-Quítate la camiseta, y túmbate, que ahora vengo, voy a acostar a Rubén.-dijo en tono imperativo.
Solo asentí, me dio tal escalofrío que no dije “sí mi general” como de costumbre.
Después de que Pitufo me diera un beso en la mejilla y me deseara suete, como dice él, salió con mi ahora “diablesa”
Esperé a que llegará, pero el sueño ya me estaba venciendo y los ojos se me cerraban solos.
Mi ángel entró sin que me diera cuenta.
-Te quiero-dijo dándome un beso.
Sin hacerme daño se acomodó en mi pecho y nos quedamos profundamente dormidas.
Capítulo 16:
Las caricias en mi brazo, cara y pecho, me fueron despertando.
-Buenos días princesa.-le dije a mi ángel.
-¿Cómo estás? ¿Te duele?-me preguntó.
Era tanto mi cansancio que no sabía que se refería hasta que subí la mano para rascarme los ojos y fue cuando lo sentí.
Cerré los ojos y asentí.
Sus labios se apiadaron de los míos y me besaron. No quería separarme, pero todo lo bueno se acaba.
-Hoy no iré a la universidad, y Rubén tampoco a la guardería, nos quedaremos aquí contigo.-me dijo rozando su nariz con la mía.
-Pero, no podéis hacer eso.-me negué.-Tú debes seguir con tu rutina y Rubén también, yo me iré a casa y por la tarde os pasaré a buscar.-dije con intención de levantarme.
-Ni lo digas, nos quedaremos aquí, los tres.-dijo seria como la noche anterior.
-Cuando te pones así, me da miedo y a la vez unas ganas de besarte enormes.
-Pues haz lo segundo.-dijo sonriendo.
Me acerqué y nos besamos. Los besos, las miradas y las sonrisas volaban por la habitación. Mis ganas de hacerla mía crecían con nuestros suspiros.
-Mami, ¿hoy no voy a la guadería?-preguntó Pitufo mientras entraba y se tumbaba con nosotras en la cama.
-Ya estamos todos-dije sonriendo-Buenos días Pitufo. ¿Me das un besito?-puse pucheritos.
Pitufo se acerco y me dio mi beso en la mejilla.
-No, cariño, hoy nos quedamos aquí con Julie, porque está enfermita.-le respondió.
-Y necesito un acompañante para ver Pokémon- le dije a Pitufo.- Y una enfermera sexy...-le susurré a mi ángel.
Pitufo gritó de alegría, y mi ángel se sonrojó.
Mis tripas sin poderlo evitar sonaron, rugiendo de hambre, mi ángel me miro con ternura mientras yo cerraba un ojo como esperando un golpe, y Pitufo dejaba claro que el también tenía ganas de desayunar.
Desayunamos en la cama, y Preocupadito muchísimo más tranquilo que la noche anterior, nos saludó, ganándose el regaño de mi ángel al estar de pie sabiendo con lo de su costilla. El sentimiento de celos, a veces se hacia presente, cuando Pitufo o mi ángel iban a pasar un rato con Raúl, pero pronto volvían, me daban un beso y se me pasaba, como si nunca hubiera estado.
-Mi ángel, ¿me podrías pasar mi móvil?-le pregunté apuntando hacia la mesita de noche. Después de ver que ya era la hora de comer y que mi tío estaría en casa.
-Toma.-dijo dándomelo junto un beso.
Miré los mensajes que me habían mandado algunos amigos de clase, preguntándome si quería salir el fin de semana.
_¿Julie?-preguntó la voz de Carolina, la prometida de mi tío.
_¿Carol?-pregunté yo extrañada.
_Tu tío está haciendo la comida. Y me ha pedido que conteste yo.
_Ah, y ¿qué tal?
_¡Eso te pregunto yo a ti! Ayer Lucianna llamó a la una de la madrugada, contándonos lo que había pasado.
_Ya...Estoy bien, ahora mismo estoy en la casa de mi...Vanesa, ¿le podrías decir al Chef-dije sin poder reír, pero sí escuchando la risa de Carol.-que está noche voy?
_Sí, tranquila, yo se lo digo, y a ver cuando nos presentas a tu ángel...-colgó riéndose.
Yo solo me quedé sonriendo y negando.
-¿Con quién hablabas?-me preguntó mi ángel.
-¿Celosa?-le pregunté picándola.
-¿De ti?-dije señalándome.- Más quisieras...
-Me quieres...-dije sacándole la lengua.- Era la prometida de mi tío.
-Ah...-dijo relajando el ceño.-¿Tienes que irte?
-¿Te vas?-preguntó Pitufo entrando en la habitación.
-No, pero tengo que ir a un sitio ¿queréis conocer algo muy importante para mí?-pregunté.
-Sí-dijeron los dos.
-Pues vamos.
Nos arreglamos y salimos, mi ángel no me dejó conducir así que le fui indicando por donde tenía que ir.
-Llegamos.- oí ladrar a Hulk.
-Es precioso...-dijo mi ángel mirando hacia el mar.
-No más que tú.-le dije al oído.
Bajamos del coche, y abrí la verja de la casa.
-Hey! Hulk, ¿cómo vas amigo?-le pregunté acariciando solo la parte de arriba de su cabeza al no poder agacharme.
Pitufo se pusó detrás de Vanesa, mirando con miedo a Hulk mientras él se acercaba a mi ángel.
-Pitufo, no hace nada, es solo grande el pedazón de pan este.-dije acercándome a ellos.- Mira ven.
Cogí la mano de Pitufo y poco a poco la fui acercando a Hulk, que se dejaba acariciar sin hacer nada.
Mi ángel nos observaba con ternura.
-Ven, te voy a presentar.- le dije. Se acercó- Hulk- se giró con la lengua fuera- ella es mi ángel, Vanesa. Vanesa, él es Hulk.- el gran labrador ladró, como saludo a mi ángel, y ella le acarició por debajo del hocico.
Estuvimos toda la tarde en la casa de la playa, Pitufo y Hulk jugaban de un lado para otro. Mi ángel me acariciaba la cabeza apoyada en su regazo, viendo como se divertían.
-Amor...-me llamó.
-Dime princesa.
-Te amo-dijo.
-Yo también te amo princesa.-le respondí embobada.
Antes de volver a la ciudad le dejamos la cena, el desayuno y la comida preparada a Hulk.
Le mandé un mensaje a Anna pidiéndole disculpas por no haberle devuelto el coche, a lo que ella me dijo que no pasaba nada, que mejor que no se lo devolviera aún, que una “furcia” como escribió, estaba rodando a su Principito, y prefería que la tuviera que acompañar a todos lados.
Llegamos a casa de mi ángel.
-Por favor quédate, no puedes conducir así.-me dijo mi ángel.- o al menos déjame llevarte.
-No me puedo quedar, ganas no me faltan, pero tengo que ver a mi tío.
-Entonces déjame llevarte.
-¿Y después cómo vuelves? No pienso dejar que vuelvas sola a estas horas.-dejé claro.
-Pues hala! Vete...-dijo girándose, haciéndose la enfadada.
La abracé por la espalda.
-Princesa...No te pongas así...Vaaale...Llévame.-dije de mala gana.
Se giró, sonrió y me dio un pico.
-Vamos.
Salimos de la habitación de Pitufo, dejándole dormido. Nos despedimos de Raúl, que se había pasado todo el día tumbado.
Subimos al coche y nos dirigimos a mi casa.
-¿Eres muy apegada a tu tío, no?-me preguntó mi ángel, despegando la mirada un momento de la carretera.
-Es el único familiar cercano que me queda. Mi abuelo paterno murió cuando tenía 8 años, y mi abuela vive en Italia. Mis abuelos por parte de madre murieron antes de yo naciera, por lo que mi tío se fue a vivir con nosotros desde muy joven, siendo como un tío-hermano para mí. Y mis padres...-dije suspirando.- Murieron hace dos meses.
-No debí...-dijo mi ángel intentado disculparse.
-No es nada, tenías que saberlo.- sonreí con nostalgia-Sabes, antes de que llegaras a mi vida, no veía la forma de salir del dolor de su perdida. Pero creo que por eso apareciste-dije mirándola. Volví a sonreír- Por eso te llamo mi ángel.
Mi ángel me miró y me cogió la mano.
Capítulo 16:
-Ya estoy aquí.-dije abriendo la puerta.- ¿Tío, Carol?
-Julie- escuché decir en el salón.
¿Esa voz?, me pregunté. Caminamos cogidas de la mano hasta el salón, donde me esperaba una sorpresa.
-¡Abuela!-dije casi corriendo, pero frenándome al sentir el tirón en la costilla.-¿Qué haces aquí?
-¿No puedo venir a visitar a mi nieta?-dijo dándome un abrazo.
-Abu...la cos...tilla...-dije respirando con dificultad.
-¿La costilla?-me preguntó separándose.
-Larga historia.-dije recuperando el aliento.
-¿Y está hermosa chica?- preguntó dirigiéndose a mi ángel.
-Vanesa, encantada de conocerla.-dijo mi ángel.
-Encantada, hija. Yo soy Olimpia ¿Ella es...?-me preguntó.
No comprendí su pregunta, pero me quedé mirando a mi ángel.
-Es ella.-se contestó ella misma.- Con que tú eres la chica que le ha robado el corazón al desastre de mi nieta.
Mi ángel y yo nos miramos, sin saber como se había dado cuenta.
-No pongáis esas caras, se os notada di distanza.
-Abuel...
-Abuela nada. Me encanta, que por fin una chica ha conseguido enamorarte.
Las risas de mi tío, Carol y la parejita que también estaban presentes, nos hicieron sonrojar.
Nos sentamos y mi abuela no paraba de preguntarle, al igual que Carol, cosas a mi ángel que contestaba con una sonrisa. La parejita de vez en cuando me pasaban una servilleta, para según ellos limpiarme la baba, y mi tío, salía de vez a en cuando a contestar las llamadas del trabajo.
-¿Y cuándo tenemos boda?- preguntó mi abuela.
-Dentro de poco es la de Carol y tío Diego, y al paso que van estos dos tortolitos...-dije dándole codazos a Anna.
-No me refería a ellos, sino a ti y a Vanesa.-juro que si llego a estar bebiendo o comiendo algo, muero atragantada.
Ahora era Anna muerta de la risa la que me daba codazos a mí.
-Va, contéstale a tu abuela, Julie- dijo Principito metiendo leña.
-Calla...-le susurré.
-Aún no hemos empezado a vivir juntas Doña Olimpia.-contesto mi ángel, llevándose la mirada de los tortolitos y la mía cargada de curiosidad.-Pero dentro de unas semanas lo haremos.- Haremos qué eh...?, me pregunté riéndome por dentro.
-Eso mismo, abuela.-dije mirando a mi ángel preguntándole; ¿de verdad?.
La conversación cambió de rumbo. Ya se estaba haciendo mucho más tarde y mi ángel tendría que volver sola. Todos se despidieron de ella, y la pareja se ofreció a llevar, se lo agradecí.
-Es muy educada.-dijo Carol.- y guapísima.
-Mi sobrina tiene buenos gustos.-dijo mi tío revolviéndome el pelo.
-Me voy a dormir...-dije mirándolos.
-Espera Julie, tengo que hablar contigo.-dijo mi abuela apareciendo por la puerta de la cocina.-Si quieres nos vemos en tu habitación.
Asentí y me encaminé hacia allá. Entré, me puse mi pijama de Tom & Jerry, me lavé los dientes y esperé a la abuela.
-¿Estás despierta?-preguntó abriendo la puerta.
-Sí, pasa abuela.
-Quería preguntarte, ¿cómo estás?
-Si lo dices por ellos, estoy mejor, al principio fue duro, pero ya me he acostumbrado.-dije neutra.
-¿Seguro? Diego me ha contado todo.
-Abuela...
-En el momento que me lo contó me dieron ganas de darte una zurra, por ponerte a beber como una descosida. Pero verte llegar con esa chica; contenta y con una verdadera sonrisa en la cara, me ha hecho recordar cuando venías los veranos a Italia, reías todo el tiempo, saltabas...Y cuando empezaste a crecer, todos los días una ragazza nueva...Feliz...-dijo acariciándome la cara.
Las lágrimas ya rodaban por mi cara.
-Abuela...-me tiré a abrazarla y lloré en su hombro, como de niña lo hacía con mi madre.
-Siento no haber estado contigo en ese momento, pero me dolió tanto como a ti. Todos los días, la primera semana, llamaba a esta casa, y nadie contestaba, pero no podía viajar.
-Tranquila abuela...-dije llorando, sintiendo como sus lágrimas también salían.
-Tienes que ser feliz, y hacer que estén orgullosos allí donde estén.
Asentí, y me quedé dormida con la nana que me solía cantar cuando iba a Italia.