¿Qué pasaría si...?

2º parte. Espero que os guste. Ah! Si queréis puedo continuar con Lucianna en otro relato contando un poco de su vida.

¿

Qué pasaría si...?

Capítulo 2:

Han pasado dos semanas desde que Lucianna llego. No se despega de mí, pero al menos las escapadas a la casa de la playa con Hulk ya no son tan solitarias y nostálgicas.

Estas dos semanas he seguido yendo al instituto, y lo cierto es que todo está igual que antes, nadie sabe nada, pero como dije; es mejor así. Lucianna se pasa todos los días a recogerme en su coche, haciendo que lleve todo este tiempo sin coger mi querida moto, a parte de que tiene a medio colegio babeando por ella, supongo que por el efecto “italiana buenorra” como dice ella.

Me acuerdo que la semana pasada, creo que fue un miércoles, mientras ella me esperaba en la salida como se le estaba empezando a hacer costumbre. Un chico bastante tímido, que va a mi clase, la vio, y no sé en que momento se hizo ciego, pero se comió el banco que tenía delante. Yo la verdad es que casi me muero de la risa. Pero me dio tal pena que antes de reírme me acerque a él y le pregunte si estaba bien, él como medianamente pudo me contesto que sí a la vez que se agarra la nariz que sangraba. Lucianna no se dio cuenta del accidente, estaba entretenida con su móvil, pero cuando vio que yo salía roja como un tomate al aguantar la risa corriendo hacia el chico, se acerco. Creo que fue ahí cuando hizo que la carcajada que tan valientemente había aguantado se me escapara. Que me decís si os digo que ella también se CALLO! Mi risa se debió de escuchar por toda Barcelona. Yo ya me moría en el suelo del ataque, cuando el chico de nombre Álvaro corrió en busca de, desde ese momento su dama en apuros.

Lucianna estuvo todo el camino hacia la casa de la playa, gritándome, entre emocionada y malhumorada. Cierto es que razón no le faltaba, conocer a su principito (como le empecé a llamar) con un raspón en la rodilla, y el principito sangrando por la nariz... Bueno, ese día fue el primero en el que me reí de verdad desde lo de mis padres. Aunque tampoco sabía que dentro de poco mi vida cambiaría tanto.

Capítulo 3:

Álvaro y Lucianna iban agarraditos de la mano mientras yo, como no, llevaba el carro de la compra. Solo llevaban 3 días saliendo, pero daban un dolor de cabeza con tanta cursilería que más de una vez estuve a punto de vomitar arcoiris. Los deje solos un momento con sus mimitos,y me dirigí hacia la sección de alcohol.

No bebo tanto como antes, pero siempre tengo una o dos botellas en mi habitación. Anna (como llamo yo a Lucianna) se enfada, pero está menos preocupada al ver que ya no necesito emborracharme para poder dormir.

Sin embargo, aunque veo a mi amiga feliz y a mi tío dichoso por su relación... yo no puedo dejar de sentirme vacía al recordar que ya no tendré a mi padre para compartir nuestra aficiones, ni los abrazos de oso de mi madre cuando algo no va bien... todas esas cosas me están ahogando en un pozo del que no veo salida.

Busco el Whisky que me gusta y lo meto en el carro, sigo mirando la estantería reconociendo casi todos los licores ahí expuestos. Hasta que siento un golpe, escucho el ruido de dos carros chocar e instintivamente mi cabeza se gira para ver si he hecho daño a alguien. Mis ojos se encuentras con otros de un color verde intenso, veo como se mueve una boca perfecta, que sé que me está diciendo algo, pero mi cerebro esta en trance. No paro de observar embelesada la cara angelical de la chica que tengo delante. Despierto de mi sueño cuando veo como la chica se acerca, chasquea los dedos delante de mi cara y me pregunta si estoy bien.

-Hola.-pienso un poco lo que acabo de decir, y sigo mirando a la chica que ahora sonríe con cara de alivio.

-Hola.-me responde sonriendo.

-¿Qué tal?- le pregunto susurrando.

-Bien...-me responde ella de la misma forma.-¿y tú?

-Ahora mismo, genial-digo sonriendo pero aún susurrando.

-Oye, ¿Por qué susurramos?- me pregunta con voz burlona y sonrisa de diosa.

-Sinceramente, no tengo ni idea...- susurro.

Se ríe. Y es ahí cuando mi vida empieza a cambiar.

Capítulo 4:

-¿Cómo te llamas?-le pregunte.

-Vanessa. ¿Y tú?

-¿Qué me das si te lo digo?-le pregunto sonriendo.

-Eso no es justo, yo no te he pedido nada a cambio por decirte mi nombre.-dijo sonriendo también con cara de “eso no vale”

-Bueno, soy un poco tramposa, pero vamos, a ver que me darías por saber mi nombre...

-¡¡¡Julie!!!- mierda, es lo único que pienso, mientras miro a mi no tan mejor amiga.

Vanessa se ríe me guiña un ojo y se va dejándome con un “Adiós, Julie” .

-Ey! Espera!-grito.-Toma y gracias.-le digo sarcástica a Anna.

Salgo corriendo a las cajas del supermercado en busca de la chica, pero no la consigo encontrar por ningún lado.

Recorro todos los pasillos y nada.

-Joder!-mascullo claramente cabreada.-¿Dónde estás?

Sigo buscando, y un impulso me manda al aparcamiento. Salgo y la veo con un niño pequeño en brazos, quiero muchos hijos suyos, pienso.

Me pongo detrás suya y consigo llamar la atención del bebé, hago muecas y él al principio me mira raro, pero después se empieza a reír. Ella extrañada se gira y me encuentra con la lengua fuera y el ceño fruncido lo que le causa gracia y se ríe.

-Pero...¿Se puede saber que haces aquí?-me pregunta.

-Pues es que como te has ido así, sin ni siquiera despedirte entonces...-le digo mirándola directamente a los ojos.

-Yo te he dicho adiós.

-Un adiós muy soso-le digo con voz de que estaba claro.

-¿Y que esperabas?-me pregunta riendo.

-No sé, un te quiero, o algo por el estilo.

Niega riéndose.

-Estás mal ¿lo sabías?

-Algo me habían advertido.¿No crees en el amor a primera vista?

-Es la segunda vez que te veo, el primero es una cosa pero el segundo...-dice riéndose aún más.

-Pues a la tercera va la vencida.

-Lo tienes muy claro ¿no?

-¿Apostamos?-le pregunto desafiante.

-¿Qué quieres apostar?-me pregunta de la misma forma.

-¿Qué pasaría si la tercera vez que nos veamos te enamoras de mí?

El bebé me estira los brazos queriendo que le coja, dejando la pregunta en el aire.

-¿Puedo?-le pregunto.-¿Es tu hijo?

Asiente dándomelo.

-Es raro.- dice mientras nos mira a mi y a...

-¿Cómo se llama?

-Rubén.

-Bonito nombre, igual que el de la madre.

-Déjalo anda.-dice ruborizándose.

-Me enseñaron a decir la verdad por delante de cualquier cosa, y que tu nombre sea igual de precioso que el de tu hijo es verdad.

-Así no lo vas a conseguir...

-¿El qué?-pregunto haciéndome la desentendida.

Vuelve a negar con la cabeza.

-¿Nos vamos?-le pregunta al pitufo.

-Noooo- dice, abrazándome.

Me río y le abrazo como él a mí.

-Pitufo ¿quieres chuches?

-Siii!!-grita euforicamente, causándome más risa.

-Rubén-dice mi futura esposa.

-Tranquila, son solo dulces, para ti también habrá.-le digo sonriendo.- ¿Cuántos años tiene?

-Uno-dice él mirándome fijamente, con los mismos ojazos verdes que su madre.

-Eres un pitufo- le digo.

-No, me llamo Ruen - me dice rectificándome.

-¿Y yo te puedo llamar Pitufo?- le digo haciendo pucheros.

Él se ríe y asiente.

-Pero quiero mis chuches.

Me río.

-Claro, yo cumplo con lo digo- digo mirando a su madre que nos observaba con una cara entre pensativa y tierna.