¿Qué pasaría si...?

7ºparte

¿

Qué pasaría si...?

Capítulo 13:

Por fin, después de mi pataleta al no quererme levantar para así poderme quedar con los dos abrazados, nos arreglamos y fuimos al parque.

Pasamos todo el día caminando, parando de vez en cuando a comer algo en las tiendecitas de Hot Dogs y Crêpes.

Volvimos al Hotel totalmente cansados, pero aún nos quedaba el camino regreso. Recogimos todas nuestras cosas, pedimos ayuda al botones que no había ayudado el día anterior a Pitufo y a mí con la sorpresa de Vanesa, y como pudimos metimos el gran koala en la parte de detrás del coche junto al pequeño, que se pasó todo el trayecto dormido, abrazado a él. Mi ángel y yo hablamos todo el tiempo. Cuando llegamos a la ciudad, dos horas más tarde, mi ángel me fue indicando por donde tenía que ir para dejarles en casa. Llegamos, y bajé a Pitufo, cargándolo para que no se despertara, Vanesa llevaba su bolso, y la pequeña maleta que habíamos comprado para los juguetes y ropa tanto de ella como de Pitufo que les había regalado en el parque.

-Creo que Raúl me va a matar, por habernos ido sin decir nada, y de paso no poder contestar sus llamadas.- ¿Raúl? Pensé yo.

Entramos y solo al abrir la puerta un chico más o menos de la edad de mi ángel se acerco a ella y la abrazó.

-¿Dónde habéis estado? Me he pasado todo el fin de semana preocupado al ver que no llegabais.-dijo mirando a mi ángel y a Pitufo, sin percatarse de mi presencia-Oh, perdona.-dijo mirándome.

¿Pero quién coño es este? Me preguntaba todo el tiempo, con cara neutra mientras los miraba hablar y como mi ángel le contaba que habían pasado estos dos días conmigo.

¡Sí, conmigo! Gritaba todo mi cuerpo.

-Encantado de conocerte entonces- dijo dirigiéndose a mí.

-Sí, lo mismo.-dije seca, pero sin perder la compostura-Vanesa ¿Puedo dejar a Pitufo en su habitación? Está muy dormido.-dije mirando a mi ángel, sabiendo que era la primera vez desde que nos conocimos que la llamaba por su nombre, en vez de “mi ángel, princesa, señorita...”

Me miró frunciendo el ceño, y asintió. Dejamos al “preocupadito” como empecé a “Raúl” llamar para mis adentros, en el salón. Yo seguía cargando a Pitufo, y mi ángel andaba por delante de nosotros. Abrió la puerta la habitación de Pitufino, y entramos, le deje en la cuna , le arrope y le di un beso en la frente.

-Bueno, espero que os lo hayáis pasado bien.-dije con voz un poco triste sabiendo que ya no volvería a ver a Pitufo al día siguiente.

-¿Qué te pasa?-me preguntó preocupada, acercándose y cogiéndome de las mejillas como a ella le gusta.

-Nada-dije sin poder retener un suspiro.

-Como que nada, desde que hemos entrado has dejado de mirarme, y de sonreir como antes sin contar que me has llamado Vanesa, cosa que me ha sentado fatal aún sabiendo que es mi nombre-me dijo.

Todas mis dudas salieron a presión.

-Tu y Pitufo en menos de una semana, os habéis convertido en las personas más importantes de mi vida. Pero entiendo que tu tengas cosas a parte de mí, me molesta no poder ser parte de ello, y el hecho de solo poder ver a Pitufo al igual que a tí todos los días... Quiero que estemos juntas, con el pequeño, los tres. Pero sé que es demasiado pronto para entrar en tu vida y arrasarlo todo, descontrolándola y pidiéndote que os vengáis a vivir conmigo. Pedirte que no te separes de mí.-dije en susurro.

Mi ángel calló, y ese silencio apretaba cada vez más fuerte mi corazón, haciendo que no pudiera más y solo un “buenas noches” acompañado de un beso en la frente salieran de mí.

Antes de que pudiera salir de la habitación, un tirón en mi brazo hizo que diera la vuelta, encontrándome con las lagrimas de mi ángel, causándome un dolor tres mil veces más fuerte que cualquier otro, en todo mi cuerpo. Uní el paso que nos separaba, y la abracé por la cintura besando todas las gotas de lluvia que creaban sus preciosos ojos.

-Por favor... no llores...-dije besándola con preocupación, culpándome de idiota por hacerla llorar.- Te lo suplico, no llores...

Su llanto se intensificó, y mi desesperación al verla así también.

-Vanes...¿Qué te pasa?-pregunto entrando en la habitación- ¿Qué le has hecho?-me pregunto enfadado, mientras me empujaba alejándome de ella.

-Yo...-intenté decir algo, pero saber que sus lagrimas caían por mi culpa, me hundió en el silencio.

-Raúl...-susurro mi ángel- Tranquilo... Julie, sí, si quiero que vivamos juntas, para siempre.-me dijo acercándose a mí, cogiéndome como solo ella pueda hacer por el rostro, y besándome como solo ella sabe.

-¿Qué es esto?-dijo Raúl espantado con la visión que tenía delante.

Mi ángel y yo nos separamos, juntando nuestras frentes, con los ojos aún cerrados. Pensé que la perdía... me dije a mí misma.

Me dio un pequeño beso, y se giro hacia “preocupadito”

-Por favor salgamos de la habitación que sino despertaremos a Rubén.

Preocupadito” pareció no entenderlo porque se acercó a mi ángel, cogiéndola bruscamente del brazo.

-Ahora, quiero saber que significa todo esto ahora.-dijo rojo de la ira.

La rabia se encendió en mí.

-No la vuelvas a tratar así- dije encarándome a él, cogiéndole del cuello de la camisa que llevaba.

-No pienso pegarle a una mujer, pero a una mujer que se cree hombre, puede ser...-me dijo desafiante.

-Salgamos de aquí, no quiero que Pitufo se despierte.-dije ignorando su incoherente amenaza.

Salimos de la habitación, y cuando llegamos a el salón el ambiente era muy tenso, mi ángel miraba triste a “preocupadito”, y a mí con cara de disculpa.

-Bien, soy todo oídos Vanesa.-le dijo de mala manera a mi ángel.

Yo solo me senté y suspiré, calmándome para no partir le la cara.

-No sé que te tengo que explicar Raúl. Él que se cree con derechos sobre mí eres tú.-dijo mi ángel tranquila.

-¿Cómo que no tengo derechos? ¿Quién te ayudo con lo de tus padres, quién estuvo ahí cuando nació Rubén, eh?!-dijo alterándose.

-Siempre te lo he agradecido Raúl. -dijo mi ángel acercándose a él.- Pero...

-Pero tu nunca me has correspondido.- terminó él la frase- Estábamos a punto de ser algo más, pero tuviste que llegar tú.-dijo mirándome con odio.

-Raúl...-intentó tranquilizarlo mi ángel.

-Raúl nada, Vanesa, desde niños. Desde niños he estado contigo, jugando, ayudándote, escuchando todos tus problemas, aguantando como te trataba el gilipollas de Isaaq, como estuviste cuando te enteraste de que estabas embarazada y el miedo que tuviste con que tus padres lo supieran.-dijo Raúl casi llorando- Y llega ella- dijo señalándome- ¿Y en menos de dos días te enamora?

-Raúl, yo...-dijo mi ángel sintiéndose culpable.

-Esto es por tu culpa...-dijo “preocupadito” acercándose a mí.

Cuando estuvo delante mía, me levantó, ya que era fuerte.

-No lo hagas-le dije tranquila- sé que no es justo, pero no lo hagas.-le aconsejé.

-Cállate.-dijo dándome un puñetazo en la boca.

-Julie.-gritó mi ángel

Me soltó y por el golpe me tambaleé un poco. Intentó darme otro, pero estaba vez lo paré, retorciéndole la mano. Se consiguió zafar de mi agarre, y me dio un patada en el dorsal derecho, sentí como me dio con todo su odio, a la vez que se rompía mi séptima costilla. Cogí aire despacio, como había aprendido en las diferentes clases de Aikido y Tai-Kwondo, a parte de el king boxing que ahora estaba aprendiendo.

-Te dije que no lo hicieras.

Capítulo 14:

Le di una patada combinada en el pecho y dorsal, dejándole sin aire y creo que al igual que yo con algo roto, para después darle otro golpe en la cara tirándolo hacia atrás. La rabia me había cegado, e iba a seguir, pero...:

-Julie, mírame-me dijo mi ángel llorando de nuevo.

Aquella imagen hizo que la rabia se disipara, y la cordura remplazara su puesto.

-Para Julie-me dijo mi ángel.

Asentí. Mi respiración era pausada, suave, el dolor empezaba a hacer sentir.

Miré hacia “preocupadito”, y estaba tirado en el suelo, inconsciente por el golpe en la cara, con la parte derecha de la cara roja hasta la oreja, eso se va a poner morado, pensé. El golpe contra el suelo le había abierto una pequeña brecha en la cabeza.

-Tenemos que ir a urgencias.-le dije a mi ángel.

-No sé como ha podido hacer esto.-dijo desconsolada.

-Eres una de las personas más perfectas que he conocido, es normal que causes este efecto en nosotros.-le dije sonriendo, para calmar el asunto.

Me acerque a ella y le besé la frente. Me agache aguantando la respiración y levanté como medianamente a “preocupadito”.

-No llores por favor...- le pedí dándole besos, después de haberle puesto un papel en la cabeza y de haberlo sentado delicadamente por la costilla que creo que también tenía rota en el sofa.

-Tenemos que ir a urgencias.-dijo levantándose.

-Espera, tranquila, yo iré con él. Y tú, tomaras agua y te quedaras aquí con Pitufo.

-No puedo, mírate, míralo, esto es culpa mía.-dijo llorando aún más y empezando a respirar con dificultad.

-Ey, ey, princesa esto no es culpa tuya. Si eres irresistible es cosa de la naturaleza.-dije sonriéndole.

Me levanté un segundo y llamé a Anna.

_Por fin llamas, ¿qué tal? ¿ha dicho que sí?-contesto Anna sabiendo que llamaba yo.

_Anna, te necesito, por favor, ven a... es urgente. Por favor.-dije colgando al ver como a mi ángel le empezaba a dar un ataque de ansiedad al ver a Raúl todavía inconsciente.

-Mi ángel, por favor tranquilízate.- le pedí, intentando mantenerme bien, pero ya empezaba a sudar frío por el dolor de moverme con la costilla rota.

-Es mi culpa...-decía abranzándome.

Siete minutos después Anna llegó. Abrí y entraron ella y Principito.

-¿Estás bien?-me pregunto preocupada al verme pálida.

-Sí, por favor necesito que te quedes con Vanesa y Rubén. Tengo que llevar a preocupadito al médico- dije mirándolo, pensando que en que suerte tenía al estar inconsciente y no sentir el jodido dolor de costillas.

Anna entró y vio el desastre que la pelea había provocado, un poco de sangre en el suelo por el golpe de Raúl, una lámpara rota, de cuando le moví para sentarlo, y mi ángel llorando en el sofa.

-Dios...-dijo entrando.

-¿Qué te ha pasado?-me preguntó también preocupado Principito.

-Vamos, por el camino te lo cuento, necesito también tu ayuda, gracias por venir, muchas gracias. ¿Que estaríais haciendo...? Eh pillines...-le dije en tono de broma, consiguiendo que se pusiera rojo.

-Nada, que íbamos a hacer.

-Sí, si...-dije andando lento hacia Preocupadito- hay que llevarle a urgencias. Y de paso a mí...-dije en susurro escuchándolo solo yo.

-¿Qué coñ...?¿Esto se lo has hecho tú?- me miró con miedo.

Asentí.

-Ya sabes, solo una vez que Anna lloré por tu culpa y acabas como él-dije poniendo cara de mafiosa amenazadora.

Me reí al ver lo blanco que se puso.

-Es broma, principito.-le dije.-pero mejor que no le hagas daño.

Sonrió y me miró. Entre los dos, yo aguantando el grito de dolor, cogimos a Preocupadito y bajamos y lo metimos en el coche de Principito.

-¿Me contaras cómo es que este chico esta insconciente, Vanesa llorando, y tu sufriendo en silencio por algo?-me pregunto Principito.

-Por esto sé que no le harás daño a Anna.-dije sonriéndole.-eres sincero, directo, y caballeroso.

Le conté todo entre que llegábamos, veían a Preocupadito y a mi pobre costilla.

Nos vendaron a los dos, le cosieron 3 puntos en la cabeza y a mi uno en el labio, pusieron a Preocupadito en una habitación mientras se despertaba, Principito y yo nos sentamos en las butacas de la habitación esperando a que reaccionara, para volver a llevarle a casa.

-Sinceramente, si lo pienso yo casi hubiera hecho lo mismo.-dije mirando al pobre preocupadito.

-La verdad,-dijo Principito pensando lo que diría- es que es jodido.-concluyo.

-Sep- dije asintiendo.

-¿No crees que es precipitado pedirle que se vinieran a vivir contigo? Para serte franco, ya me parece precipitado que estéis saliendo sin apenas conoceros como para de paso iros a vivir juntos.

Suspiré.

-Tienes razón, pero...-dije cerrando los ojos y apoyando la cabeza hacia atrás-no te pasó con Anna que, cada minuto que pasabas con ella era algo especial, inigualable...no tiene descripción definida... Algo que sabes que puede que no vuelva a pasar, que puede que de un día para otro lo pierdas, y es por lo mismo por lo que no quieres perder más tiempo sin estar con ella.-suspiré otra vez.- Es algo que no puedo controlar. Cuando la vi, fue como ver a una diosa, y cuando la empecé a conocer ya lo aseguré. No te puedo dar una razón exacta por la que quiero ir tan rápido, pero lo que me ha enseñado la vida, es que las cosas pueden cambiar de un momento a otro, y es mejor disfrutar el ahora que el mañana, y quiero que mi presente este junto con mi ángel y Pitufo. No quiero que sea diferente.

-Creo que te debo una disculpa.-escuche decir a una voz roncamente.- Te juzgué mal, pero ver como la personas que amas desde que tienes pañales se vaya con otra persona así porque si... Jode, jode mucho-dijo riendo Preocupadito.

-Preo...eh... Raúl, ¿estás mejor?-le pregunte abriendo los ojos.-Yo... lo siento, no debí...

-Ni siquiera lo hagas, la culpa es mía; primero me lo advertiste y segundo jamás se debe pegar a una mujer. Primera regla de un verdadero hombre.

-Estoy de acuerdo.-le dijo Principito.

-¿Quién eres?-le preguntó, tocándose la cabeza y arrepintiéndose al segundo-Joooder...-gritó ante el dolor de la costilla.

-Tranquilo, yo estoy igual...-dije riéndome.-Él es Principito, más conocido como Álvaro, el novio de mi mejor amiga, que por cierto está con mi ángel.

Me levanté para llamar a Anna y saber cómo estaba Vanesa.

_Tranquila, está mejor.-dijo mi mejor amiga sin dejarme preguntar.

_Menos mal...-dije relajando mi cuerpo por fin.

_¿Y tú? ¿Cómo estás?-me pregunto bajito, supongo que para que mi ángel no se diera cuenta.

_Pues-me reí.- tengo un punto de sutura en el labio, una costilla rota y muchas ganas de ver a mi ángel.

_¿Y el chico este, el que os habéis llevado Álvaro y tú?-preguntó con despectividad hacia Raúl.

+¿Estás hablando con Julie?- escuché decir al fondo.

+Sí-le respondió Anna.

+Pásamela.-pidió al borde de las lagrimas otra vez.

_Julie, ¿estás bien?-me preguntó llorando.

_No, la razón por la que hace poco empecé a respirar está llorando.-dije triste al escucharla así.

Absorbió por la nariz e intentó tranquilizarse.

_Estoy bien-me respondió.

_Entonces, yo también.-le devolví la respuesta.

_Julie...¿Cómo está Raúl?

_Preocupadito está bien.-dije sonriendo- Mierda...Quiero decir, Raúl está bien.-me corregí.

Volver a oír su risa, fue como una brisa de aire fresco.

_¿Preocupadito?-me preguntó riéndose.

_Chip-respondí haciéndome la niña buena, sabiendo que detrás de esa risa habría una charla.

_Julie...(os lo dije) no le llames así...-dijo creo que aun sonriendo, pero de forma seria.

_Vaaaale.

_¿Cuándo volvéis?

_Danos de media hora o hora entera.-le dije.

_En una hora los tres en casa.-dijo tajante.

_Sí, mi general.-le respondí.

_Cuídate por favor, te quiero-me dijo.

¿Ha dicho te quiero? me pregunté.

_Julie, que te quiero, sé que te has quedado como ida, te conozco. TE QUIERO!!- me gritó colgando.

-Me ha dicho que me quiere...-dije en voz alta- Te quiero.- le respondí al aire.