¿Qué pasaría si...?

A veces el hacer realidad las fantasías de las que hablas sólo depende de dar el paso y no pensar, sino actuar.

Los dos primeros relatos donde compartimos nuestras experiencias los ha contado Navy, ahora me toca a mi contar qué vivimos una de las primeras veces que quedamos. He escogido esta en particular porque me parece muy sensual e intensa.

Como siempre, es una situación real. Siempre son bienvenidos vuestros comentarios en esta web o nuestro correo: barriostea@gmail.com

Tras aquella primera vez, las ganas de volver a vernos eran muchas. Sientes ese cosquilleo en el estómago, un hormigueo en…la entrepierna. Sí, porque después de los polvazos que echamos, el cuerpo nos pedía mas. Más tocar, más calentar…habíamos abierto una puerta que no teníamos intención de cerrar, más bien queríamos echarla abajo.

Las conversaciones con Navy habían ido mostrándome retazos suelto de una mujer muy interesante, inquieta…y muy caliente, pero que necesitaba sentirse con confianza plena en la otra persona para mostrarse tal cual era. Se notaba la cautela en sus respuestas pero percibía un volcán bajo esa superficie en calma. Sólo hacía falta avivar los rescoldos y nuestra primera vez fue un huracán que hizo saltar las chispas y prendió el monte.

Mientras hacíamos un hueco para quedar hablábamos de todo lo que nos podía gustar, aquello que deseábamos, fantaseábamos…La conversación fue fluyendo hasta que nos planteamos un juego para conocer qué le gustaba al otro y de paso ampliar las posibilidades en nuestro universo del sexo.

-Me encanta compartir esto contigo. Me resulta muy fácil contarte lo que me pone. Sé que puedo decirte cualquier cosa que en vez de escandalizarte, te va a calentar, aunque no lo llevemos a cabo- dije.- Aunque me pones tan cachondo que te haría de todo, jajaja necesitaría apuntar todas las cosas que quiero hacerte para que no deje ni una olvidad.

-A mi me pasa lo mismo. Hasta ahora había estado encerrada dentro de mi, casi sin atreverme a decirme a mi misma qué es lo que quisiera hacer. Joder…quiero que me hagas de todo.

-Por cierto, ¿cómo que no lo vamos a hacer?

-Lo digo porque hay cosas que se dicen de “boquilla” pero luego caen en el olvido. “Un día de estos lo hacemos” y ese día nunca llega.

-Eso no va a pasar. Así que vamos a hacer una lista de cosas que nos excitan, situaciones, pruebas, juegos…y las vamos a ir tachando.

Y así fue. Creamos una lista compartida y cada día nos despertábamos con un nuevo punto en la lista. El primero fue suyo.

1.- Tragármelo todo.

Abrí los ojos sorprendido. Buah…cómo me pone. Con lo formalita que parecía cuando la conocí.

Me la imaginaba acabando la mamada en su boca mientras me miraba y tragaba mi leche espesa. Sé que ella lo decía para hacerlo sin preservativo. Eso le daba un punto extra de morbo.

Y también el segundo, el tercero, el cuarto…cogió carrerilla y antes de que yo pudiese poner uno ella ya iba por el 15.

2.- Hazme eyacular

3.- Vestirme de colegiala guarra

4.- Córrete en mis tetas y después lo saboreo todo delante de ti.

5.-Véndame los ojos…ponme cascos con música a tu gusto y unas esposas.

6.-Tener sexo contigo en un sitio público.

Con cada nuevo punto mi polla daba un respingo pidiendo atención. No podía evitar tocarme el paquete por encima de la ropa imaginando que vivía esas situaciones. Todavía dudaba respecto a si las haríamos realidad.

-Si no las llegamos a hacer, al menos esto nos calienta y cuando estemos podremos recordarlas y excitarnos más- pensaba. ¡Qué equivocado estaba! Había quitado el ancla que la retenía y yo todavía no lo sabía.

La lista iba creciendo. Cualquier momento era bueno para añadir un punto por parte de cualquiera de los dos. Era un juego divertido y con un punto de reto. A ver quién tenía más imaginación, morbo, ganas…para poner al otro en la situación de imaginarse así, pensar cómo llevarlo a cabo.

-¡Vamos con buen ritmo!-le dije sonriendo. Estaba emocionado. Ya no pensaba si serían de verdad, sino que aquí jugaba la imaginación y eso ya era un punto importante que daba color y calor a nuestro día a día. Saber que había una persona que estaba cavilando para idear un nuevo punto de placer para hacer gozar al otro.

-A este paso nos vamos a quedar sin puntos- me dijo Navy medio en broma medio en serio.

-No hay problema. Cuando lleguemos al último, repetimos desde el principio, y si no, ya pensamos diferentes variaciones de lo mismo. jajaja ¡bendito problema!

-Para añadir más tendremos que ir cumpliendo alguna, ¿no crees? Así nos inspiramos….mmmmm?

Llevábamos algo más de 50 y aunque la frecuencia había bajado seguíamos añadiendo algunos ocasionalmente. Yo pensaba en el Kamasutra y en todas las posturas posibles. Este podía ser nuestro propio libro del placer.

-Sí. Te compro la idea. Vamos  a ver si nuestras agendas nos lo permiten.

Casi todos los días teníamos nuestro intercambio de fotos calientes con poses sugerentes, dando más importancia a lo que no se ve que a lo que se muestra. Habíamos convertido en algo natural el mostrar nuestro deseo provocando al otro para que aumentaran las ganas. Nos íbamos soltando ya que ninguno de los dos estaba habituado a posar ni tenía conciencia de las partes de su cuerpo que podían ser sexis.

-¡Esa foto que me has enviado es tremenda! - en ella se veía a Navy sobre la cama tendida de lado mostrando el contorno de su cuerpo con un juego de luces y sombras.- ¿Quién necesita porno teniendo material como este?

-¡Qué exagerado eres! jajaja tú lo que quieres es llevarme al huerto.

-Mmmm ya te he llevado, pero quiero llevarte otra vez para que no olvides el camino jajaja.

Así pasaban los días, aumentando el deseo y la excitación.

Estábamos a finales de marzo. Por fin, un día quedamos en el último momento para tomar algo al terminar el día. No lo habíamos planeado pero habíamos tenido un día duro y los dos estábamos con ganas de desconectar y contarnos nuestras cosas. La tarde era apacible, casi no hacía frío. Dicho y hecho.

En 10 minutos tras haber hablado ella la recogí con el coche y fuimos a un parking para aparcarlo. Salimos como zombis del coche, con la cabeza embotada.

-¿Conoces algún sitio donde ir por aquí?-le pregunté.

-Me da igual, a ver si podemos estar tranquilos.

Me fui asomando a los bares para ver si había sitio y cómo eran por dentro.  Quería que tuviera alguna zona un poco más apartada. Finalmente fuimos al primer bar que vimos cerca ya que ninguno tenía apartado. Estaba con ambiente, mucha gente como nosotros que había salido a tomar una copa con la que relajarse después de toda la semana.

-Ven a la barra, no hay sitio en ninguna mesa- le dije mientras tiraba de ella de la mano entre la gente para abrirme paso.

-¡Menudo día! Ha sido horrible- me dijo mientras se apartaba el pelo de la cara.

Ella llevaba una falda que me permitía disfrutar de la vista de sus piernas y una camisa con escote de lo más sugerente. Sus tetas pugnaban con la tela; no estaban aprisionadas, pero llenaban perfectamente la tela dando soporte a los botones.

Hice señas al camarero - Dos vinos blancos por favor.

La conversación fluía libremente contándonos las penas de nuestro trabajo, las miradas cómplices se sucedían y las manos iban acortando la distancia entre ellas, hasta que salió un tema caliente. Ya íbamos por la segunda copa.

-La lista va creciendo- dije yo, mientras le miraba el escote.

Ella se dio cuenta y dio un sorbo a su copa de vino.- Sí, y por cómo me miras apostaría por qué punto tienes en mente ahora mismo jajaja.

-¿Cómo no pensar en eso? El punto 4 es algo muy morboso, tiene un punto primario, de posesión que me excita mucho.

-Pues anda que a mí…es que me pone muy perra imaginarte delante de mi meneándotela mientras yo estoy de rodillas esperando tu descarga. Me encanta ver cómo se masturba un hombre.

Tuve que moverme un poco para acomodar mi polla que iba creciendo dentro de mi pantalón. Este gesto no pasó desapercibido para ella, que se sonrió y miró para otro lado.

-Nosotros aquí hablando de esto en mitad de la barra del bar. ¿Te das cuenta de que cualquiera que esté cerca puede oír lo que decimos?

-¿Te preocupa? -me dijo mirándome con cara de pícara.

-No, lo siento por el que lo oiga porque se va a ir caliente sin poder aliviarse. jajaja- nos reímos los dos.

-Además, con tanto ruido cada uno está a lo suyo.- Era cierto. El equipo local jugaba un partido. Todas las miradas estaban centradas en la pantalla de televisión y las conversaciones giraban en torno al partido en un tono bastante alto.

Ya íbamos por la segunda copa cuando le sugerí que comprobara cómo eran los baños del bar.

Me acerqué a su oído y le dije-Oye…

-¿Sí?

-¿Por qué no te das una vuelta por los baños del bar?¿No tienes ganas de ir al baño?- y le guiñe un ojo.

En un primer momento me miró desconcertada pero inmediatamente después se levantó con un brillo de emoción en los ojos.

Yo la vi alejarse hacia el fondo del bar. - Este puede ser el primer “check” de la lista.-pensé. Notaba un punto de nerviosismo. Una cosa es imaginarlo y otra hacerlo. En la imaginación la gente no te mira, te deja solo en el momento que lo necesitas y nadie te molesta, pero mientras esperaba era consciente de todo el flujo de gente que iba y venía de los baños.

Cuando volvió lo hizo con una sonrisa traviesa en la cara y unos coloretes en la cara que indicaban claramente qué opinaba de mi proposición. Volvía caminando casi de puntillas. No hizo falta más que una mirada y ella volvió por donde había venido. Tras esperar un minuto en el que no perdí de vista las escaleras que llevaban a los baños, seguí sus pasos. Al llegar al baño de mujeres me paré frente a la puerta y miré hacia atrás.

-Ahora o nunca. Como dudes no lo harás, no hay que pensar. Este es el momento- con estas frases me animaba mentalmente.

Entreví su silueta a través del resquicio abierto de la puerta y en dos pasos crucé la distancia que me separaba de ella. Entré y cerré la puerta tras de mí para a continuación abandonarnos el uno al otro. Ya no había gente, no había nada más que ella y yo.

-Mmmm qué ganas tenía de tocarte esas tetas. Me estaban provocando y no podía dejar de mirártelas.

-Mira quién provoca, con ese paquete que tienes me parece increíble que ninguna de las mujeres que han pasado frente a ti no te lo haya mirado.- dijo extendiendo su mano para sobarme la polla sobre la tela.- ¡Qué dura la tienes! me encanta cómo responde a mis caricias, y es enorme. Todavía no me acostumbro a su tamaño.

-Joder…es que me pones muy cachondo. Tú me la pones así.

Estábamos comiéndonos la boca y recorriendo nuestros cuerpos con las manos. Oíamos nuestras respiraciones agitadas amplificadas por la estrechez del cubículo del baño. Solté varios botones de su camisa para poder acariciar sus pechos y lamer sus pezones. Mis manos los amasaban suavemente para terminar pellizcándolos.

-Qué duros se te ponen. Me encanta.

-Llamame perra, mmmmm…pero PERRA MALA.

-Eres mi perra mala, mi zorrita caliente.

-Diosssss… cómo me pone.- Me decía jadeando.

Ella no perdía el tiempo. Había abierto mis botones uno a uno, sin prisa. Eso me llamó la atención ya que estando en la situación que estábamos, en el baño de mujeres, y se tomaba con calma esa operación.

-Cómo me gusta soltarte los botones. Mmmmm- me miraba con cara de vicio- y más este pecho con tanto pelo ufff - arañaba mi pecho bajando desde el cuello y acercó su cara a mi pezón para lamerlo y mordisquearlo.

-Ohhhh, ¡me gusta! no pares, qué pasada- le dije al tiempo que agarraba su cabeza con mis manos para atraerla hacia mi.

No era un sitio muy amplio pero sólo queríamos estar lo más pegados posible con lo que nos sobraba sitio. En un momento en que nos detuvimos trabé mi mirada con la suya y miré hacia abajo. No hizo falta más. Sus manos desabrocharon lentamente cada botón.

-Hoy estás teniendo doble ración de botones jajaja.

Empezó a mordisquear mi verga por encima de la ropa para llegar hasta el borde por el que sobresalía la punta.

-Estoy tan empalmado que se me sale del slip. Ufff me estás matando, qué ganas de sentir tu lengua en la punta mi polla.

Después de recorrerla con su lengua por encima de la tela, empezó a lamer en círculos el glande sin retirar la piel que lo recubría, con lo que solamente tocaba mi capullo en la punta.

-Ahhhhh esto es el cielo- tuve que apoyarme en la pared porque me estaba encogiendo a causa del placer.

Tras jugar un poco con la punta, parece que ella tampoco podía aguantar más y empezó a engullirlo lentamente. El tiempo desapareció y sólo se oían mis gemidos y el ruido de succión de su boca acompañado de su respiración que intentaba acompasar con el movimiento.

-Te voy a dejar seco. ¡Menuda polla tienes cabrón! ¿cómo puedes nadar por ahí con esto sin que te miren? Slurp…chop….slurp…

-Mmmmmmm ahhhhhhg joder ¿¡qué haces!? madre mía, qué boca tienes.

Entre la mamada que me estaba regalando y la situación, estaba con la polla como una piedra. Ella no paraba de jugar con ella. Lamía el tronco, llegaba a la base, volvía a subir para acabar engullendo la parte de mi polla que le cabía en la boca, porque no era capaz de tragársela entera.

-Un día quiero intentar tragármela entera jajaja ¡es que no me cabe!- pero a pesar de haber parado para hablar, no la soltaba.

-Yo encantado de practicar jejeje si hay que hacer horas extra, no hay problema. Ufff qué placer mmmmm

De repente la puerta se movió. Estábamos tan absortos que no habíamos dado cuenta de que alguien intentaba entrar en el baño.

Le miré y me llevé el dedo a la boca para pedir silencio. Estaba atrapado ya que tenía que salir por delante de la mujer que estaba al otro lado.

Eso le daba más morbo a la situación, ya no me importaban tanto las dudas que me habían asaltado antes de entrar, quizás era que el sexo tan brutal del que estaba gozando me había aclarado las ideas, o había borrado por completo la neurona encargada de mi sentido común.

Le indiqué a mi amiga, que seguía agachada y jugando con mi polla, que dijese que iba a tardar con la esperanza de que se fuera al baño de hombres.

-¡Está ocupado!- dijo Navy

-¿Vas a tardar mucho?- preguntó la mujer al otro lado.

Navy me miró con cara de impotencia sin saber qué más decir.

-Dile que estás muy mal y que vas a tardar. Que mejor que se vaya al de hombres - susurré.

-Voy a tardar…es que estoy mal.- dijo cerrando los ojos como esperando que desapareciera de allí.- Mejor vete al de chicos.

-Pero ¿vas a tardar mucho? Es que me meo mucho.- la mujer no se daba por vencida.

-Sí, voy a tardar, lo siento-

-Pero…

-¡Que no! voy a tardar.

-¡Joder!- y la mujer por fin se dio la vuelta y oímos cómo abría y cerraba la puerta dando un portazo.

-Ufff ha estado cerca jajaja - Navy no podía aguantar la risa, ni yo tampoco.

¿Quién me lo iba a decir? Atrapado en un baño de mujeres con los pantalones por las rodillas, una mujer arrodillada frente a mi y otra bloqueando la salida.

Según salió la mujer por la puerta me dio un último repaso de despedida y me metió la polla todavía tiesa a duras penas en mi ropa interior.

-Me quedo con las ganas de que te corras en mi boca. Mmmmm -se mordía el labio mientras iba abrochando con pena los botones de mi pantalón.

-Dejamos deberes para otro día jajaja.- Y salí hacia la barra. Afortunadamente no me encontré con la mujer en mi camino de vuelta a la barra. Mientras bajaba las escaleras no podía evitar una risa nerviosa y de incredulidad. Lo que acababa de hacer era una fantasía lejana hace no mucho tiempo, y hoy había pasado a ser la primera línea tachada de nuestra lista.

Ya desde mi sitio contemplé cómo bajaba. Se la veía acalorada, pero su manera de andar era diferente. Era una MUJER satisfecha la que bajaba, con un brillo especial en su mirada. Cuando llegó donde estaba esperándole con una sonrisa cómplice me besó dándome a probar mi propio sabor.

-Estoy más cachonda si cabe que antes. Hoy me he pajeado a la mañana pensando en ti, ahora tendré que hacerlo de nuevo según llegue a mi casa. Tu polla me vuelve loca, me pone muy perra- me dijo al oido.

-Te recuerdo que yo tampoco me he corrido y con el empalme que llego tengo serios problemas para sentarme, o ¿crees que estoy de pie por gusto? jejeje

El partido estaba a punto de acabar, pero en aquél momento me era completamente indiferente. No podía dejar de sonreír. Me sentía pleno, completo. Necesitaba esta emoción en mi vida, saber que mi deseo podía ser satisfecho y mis fantasías hacerse realidad. Y la culpa de esto la tenía la mujer que estaba junto a mi, mi perra mala.