Que noche la de aquel sábado

Lo que pasa en un día distendido que fluye y discurre entre un Amo y Su esclava

Por fin un día que el despertador no suena temprano; es sábado y no tenemos que levantarnos temprano, sin embargo, nuestro reloj biológico nos hace despertarnos temprano, al menos a Mí.

Estoy totalmente despierto y, en la calle, aún es de noche; a Mi lado duerme Mi dulce esclava con una respiración profunda que Me parece dulcísima. La miro con atención y Mi deseo despierta fuertemente en Mi interior.

La vuelvo a mirar y, sin más preámbulos, la hago darse la vuelta poniéndola boca abajo; casi sin despertarse adopta esa postura en la que sabe que Me gusta tomarla, poseerla, hacerla físicamente Mía.

La penetro fuertemente, con brusquedad, tomando lo que Me pertenece sin dejar que su cuerpo posea el menor movimiento, convirtiéndola en el agujero en el que derramo Mi placer.

-          Auchh.- se la escapa, mitad por la inesperada brusquedad mitad por el dolor.

La penetro fuerte y profundamente y, mientras lo hago, ella lubrica de forma intensa, casi descontrolada obteniendo su placer de proporcionarme el Mío.

Me derramo en su interior y ella exhala un quedo suspiro de placer; vuelve la cabeza y Me mira sonriendo:

-          Le quiero, mi Amo.

La acaricio el pelo, la ayudo a lavarse y la digo que se vuelva a dormir; lo hace volviendo a su respiración tranquila y profunda.

Yo Me levanto, Me visto procurando no hacer ruido y saco al perrillo de paseo matutino; compro un bollo y un croissant para desayunar y vuelvo a casa.

Al llegar a casa, veo que sigue durmiendo; Me desnudo y Me meto nuevamente en la cama; la acaricio el pelo, ella se despierta y Me sonríe, lentamente tomo su nuca y acerco su cara a Mi pezón izquierdo.

-          Chupa.- la exijo.

Saca su lengua y chupa Mi pezón, lo lame, lo absorbe, lo besa y lo vuelve a lamer. Mi mano se mantiene en su nuca cogiendo su pelo; poco a poco la voy dirigiendo hacia abajo mientras ella lame, besa y chupa Mi cuerpo en cada una de las partes que se lo presento.

Llego hasta Mi polla, ella para y Me mira; asiento y lo engulle; con cuidado, con fruición, con deseo se la traga y la mama la mete toda dentro de ella a pesar de Mi considerable erección. Mi mano suelta su nuca y empieza a acariciar su espalda hasta llegar a su culo; la azoto en ambos glúteos y ella respinga sin dejar de mamar y engullir; pongo Mi dedo índice en el ano y hago circulitos para ir introduciéndolo poco a poco.

ella relaja su culo para que Mi dedo entre con mayor suavidad mientras sigue mamándome la polla; Mi otra mano se desliza suavemente desde esas tetas que Me pertenecen pellizcando los pezones y mezclando el dolor que la provoco con el placer que la proporciono y el que la da el hecho de servirme.

Mi mano derecha alcanza su clítoris, lo acaricio y lo pellizco mezclando, de esta forma, el placer y el dolor mientras la masturbo.

Poco a poco meto Mis dedos en ella buscando introducir Mi mano pero desisto al ver que ella deberá abandonar la adoración de Mi polla  para ello; en vez de ello, la masturbo frenéticamente. ella intenta levantar la cabeza supongo que para pedir el permiso para correrse y se lo impido.

-          No, Mi linda perrita aguanta tu placer un poco más.-digo con voz queda.- Espera para que tenga el gusto de tomarlo.

Sigo masturbándola mientras ella mama Mi polla con frenesí; noto que Me voy a correr y con la mano que enredaba en su culo, levanto su cabeza y digo:

-          Pide ese permiso, perra Mía.

-          mi Señor, ¿permite que esta humilde esclava Le entregue su placer???

-          Sí, Mi niña, te lo permito.

Y se corre, se corre localmente mientras gime de forma queda; gemidos que acompañan a los Míos en el momento en que, penetrándola, acompaño Mi placer en su coño rebosante de líquido, de fluido que se desliza como si de una fuente se tratara.

Exhausto quedo tumbado encima de ella; se que la gusta aunque su aguante es pequeño; hemos manchado toda la cama entre ambos y ella Me sonríe y decido que tiene permiso para recogerla.

Preparo el café como hago todos los días y la aviso para desayunar; al decirla que he traído un croissant para ella insiste en hacérselo a la plancha. Desayunamos entre risas mientras ella Me dice que lo ha pasado estupendamente al despertar, lo bueno que es despertar de ese modo proporcionándome un placer extensivo.

La mañana transcurre estupendamente, como todos los días en los que hemos empezado bien, las cosas trascurren por un cauce casi perfecto de forma tal que preparo un vermut en cóctel y ella prepara unos pequeños aperitivos.

Los tomamos antes de comer y ella demuestra que ya está totalmente imbuida del servicio que es su vida, su esencia. Sirve el aperitivo y el vermut está atenta a las necesidades de la mesa y, lo que es más importante, a las Mías, pidiendo y solicitando el necesario permiso para servirse ella mientras que rellena Mi copa y atiende que no Me falte de nada, ni una servilleta siquiera.

Durante la comida continúa con el ritual; la prepara y sirve esmerándose en el servicio, atendiendo de forma diligente y capaz hasta la mínima insinuación que la hago; adelantándose; muchas de las veces, a las mismas.

Sirve la comida y la bebida, pone y retira los platos, prepara el café y lo sirve acompañado de unos chupitos…

Acabamos de comer y, con mucha tranquilidad, nos vamos a echar la siesta para lo cual desnuda Mi  cuerpo y abre la cama al objeto de que Yo pueda echarme en ella.

ella se tumba a Mi lado.

-          Adora el cuerpo de tu Dueño.- la exijo.

-          Sí, mi Amo.- responde dulcemente.

Sin poner objeción dirige su lengua y su boca con pequeños besos y lamidas hacia Mis pezones; los atrapa con los labios, luego los lame alternativamente y, finalmente, hace círculos con su lengua para dejarlos humedecidos; sabe lo que hace pues ya son unos cuantos años juntos y sabe que esa adoración, esa entrega, Me llena y Me excita.

Lentamente dirige su atención a Mi pecho recorriéndolo con una alternancia de pequeños besos y pequeñas lamidas dirigiéndose a Mi falo semi-erecto.

Llega a él, lo besa y lo lame por fuera mientras espera la orden adecuada. La recibe en forma de agarrón de pelo por la nuca e introducción de Mi pene en su boca deliciosa.

Chupa, mama con ansia y fruición Mi órgano sexual; lo traga y desliza su boca a lo largo del mismo mientras, por el interior, lo acaricia con su lengua.

-          ¡Basta!.- la exijo repentinamente.- deja Mi polla en paz y sigue adornado Mi cuerpo pero pon tus nalgas al alcance de Mi mano.

Obedece; se coloca encima de Mí con la cabeza mirando hacia Mis pies y empieza a recorrer mis huevos y Mi ingle con pequeños besos, a deslizar su lengua por Mis piernas; simultáneamente empiezo a azotar el culo que se Me ofrece.

ella llega hasta Mis pies casi al tiempo en el que todo su trasero adopta un tono uniforme pero fuertemente rojizo; ella lame Mis dedos uno por uno, deteniéndose especialmente en los pulgares, los cuales trata como si de diminutas pollas se tratara; Yo no Me aguanto y, mientras con una mano sigo azotando cada vez con mayor intensidad sus nalgas chupo los dedos de la otra y empiezo a introducirlos ora en su abierto y ofrecido coño, ora en su estrecho y deseable culo.

No se permite ni un gemido de placer mientras Mi polla crece debajo de su estómago.

El color de sus nalgas es intenso; su flujo vaginal parece un pequeño arroyuelo… bruscamente, saco Mis dedos de ella y la agarro por las caderas con ambas manos; la hago girar y quedar boca arriba encima de la cama y, levantando sus piernas hasta Mis hombros la penetro con brusquedad buscando Mi placer y haciendo que ella logre el Suyo solo del hecho de que Yo lo encuentro.

ella resiste Mis embestidas como puede mientras parece una marioneta de la que Yo tiro de los hilos. sus ojos permanecen cerrados mientras la tomo, mientras la poseo y la hago sentir que la plenitud su vida solo se halla en Mis manos.

Me corro, como siempre sin avisar; un pequeño y apenas perceptible “noooo” surge de entre sus labios. Abre los ojos y por Mi mirada sabe que la he oído y sabe que no tendrá permiso para correrse por esa protesta.

Abate la cabeza, toma una pequeña toalla y Me limpia el pene antes de levantarse e irse a lavar al baño; vuelve ya limpia y, sin una palabra de protesta, se tumba a Mi lado y apoya su cabecita deliciosa en Mi pecho.

La acaricio mientras se va quedando dormida.

La tarde transcurre en la misma forma; con su servicio, con su entrega sobre todas las cosas y con la opción de sentirme tan pleno como siempre.

En realidad, seguimos tan bien durante todo el día que decidimos permitirnos un capricho y nos vamos a cenar fuera de casa.

La digo que se prepare de forma espectacular para Mi, para deslumbrar a aquellos que nos vean; lo hace presentándome tres opciones de las que escojo una camisa en colores grises y negros translucida que permite vislumbrar un sujetador espectacular que realza su preciosas tetas, como complemento del mismo lleva una braga tipo coulotte de encaje negro que realza sus nalgas; una minifalda negra corta que justo la tapa las nalgas pero que la hago acompañar de unos leggins de lack negro grabados que imitan el grabado de un reptil; un cinturón negro tachonado de corchetes ciñe su cintura mientras que sus pies calzan unos botines espectaculares de tacón de 13 cm que hacen que su figura parezca más esbelta.

En su cuello luce con orgullo el collar que compramos en la tienda de animales, adornado con cristales de Svarosky y en su dedo anular de la mano derecha va su anillo de esclava; perfectamente pintada y maquillada Me mira orgullosa mientras Yo salgo con la chamarra de cuero negro, pantalones negros y camisa negro de fiesta. Sabemos que llamaremos la atención y que nos mirarán pero… no nos importa.

Vamos a cenar al restaurante de un Buen Amigo y, allí, regamos la cena con buen vino y pequeñas bromas de doble sentido entre los 3.

Mi esclava se porta en su estilo; tranquila aunque provocadora haciendo que la velada sea espectacularmente perfecta y, por supuesto, llamativa para los que deseen observar.

Al iniciar la cena la pido que sirva el vino para probarlo; sirve menos de un dedo de alto del mismo.

-          A ver, niña Mía.- la digo.- ¿tu crees que esa es una cantidad de vino adecuada para hombres como el caballero LORDVAGO y Yo mismo???

-          mi Señor.- contesta.- ¿no me ha dicho que era para probarlo??? Tenía entendido que en ese caso con un pequeño buche era suficiente… y no es necesario estropear más cantidad si no Les gusta, ¿no cree???

-          Desde luego, niña Mia, parece que siempre tienes la respuesta preparada pero… ¿te he dado permiso Yo para que te sirvas vino???

-          Es que, mi Señor, es solo por si el caballero y Ud. no se muestran coincidentes; por si la opinión de esta humilde esclava les sirviera para desempatar.- Me contesta sin empacho y una clara ironía mientras sonríe.

La carcajada del caballero LORDVAGO es espectacular.

-          Querida maría, ¿es que siempre te tienes que comportar igual??? ¿es que no te callarás ni debajo del agua???

-          Caballero, ¿no cree Ud. que, en el caso de hacerlo dejaría de ser yo misma? Y sé que Uds. desean que siga siendo Yo.

-          Sí, sí, por supuesto.

La cena discurre en este distendido ambiente, en medio de bromas y de dobles sentidos.

De repente, Me inclino sobre Mi esclava y la susurro al oído pero de forma ligeramente audible:

-          Creo que tienes ganas de mear, ¿no es verdad?.- al oírme intenta una contestación que corto de forma tajante.- vete al baño y, cuando vuelvas, quiero tus bragas en Mi mano, ¿entendido, perrita Mía?

Me mira sorprendida hace mucho que no la pido esta pequeña muestra de humillación y servicio; Me mira, vuelve a abrir la boca para hablar. Se lo piensa mejor, la cierra, sonríe e inclina la cabeza en señal de asentimiento, toma el paquete de kleenex del bolso y se levanta de la mesa.

Vuelve a los 5 minutos con su puño izquierdo fuertemente cerrado; se queda de pie a Mi lado esperando Mi mirada, Mi gesto de asentimiento; cuando ve la palma de Mi mano izquierda abierta y expectante, extiende la mano y deposita sobre ella sus bragas cálidas y ligeramente mojadas en señal de la excitación que la posee.

Sonrío y con la mano derecha la indico que se siente mientras en Mi mano izquierda cuelgan cual pañuelo del siglo XVIII las bragas que acaba de depositar en ella. Apenas se pueden ver pues estamos en una de las esquinas del local con una iluminación mínima pero sé que la expectación de ella es intensa.

La miro con intensidad y hago como que voy a depositar las bragas extendidas encima de la mesa; baja su cabeza mientras el rubor tiñe su cara y el caballero LORDVAGO sonríe; con la rapidez y la destreza propias de una práctica más o menos habitual, las doblo y las guardo en Mi bolsillo.

-          ¿Caballero, se va a quedar o va a venir para casa???.- pregunto a nuestro acompañante.

-          Por desgracia tengo que quedarme a trabajar,  querido Amigo; es una lástima pues estoy seguro que hubiéramos pasado un agradable rato por el camino tomando unos cafés y unos chupitos.

-          Sí, Yo también estoy seguro de ello; pero que le vamos a hacer, el deber es el deber.

A pesar de que se esperaba algo así, maría sonríe y suspira mitad apenada y mitad aliviada. Sabe que los dos juntos podemos ser unos tocanarices de impresión e, incluso ella que nos conoce muy bien, tendría problemas para poder comportarse en la calle con nosotros dos desatados.

Pido la cuenta, pago y nos dirigimos a casa agarrados de los hombros Mi esclava y Yo. Llegamos al portal y, tomándola del pelo de la nuca, la hago subir las escaleras de forma forzada.

Abro la puerta y la meto en la casa.

-          Desnúdate y de cara a la pared con las manos en la nuca, perrita Mía.- la ordeno

No hay un comentario por su parte, ningún tipo de oposición. Con la máxima rapidez procede a ejecutar Mi orden quedándose en pelotas con la excepción de su collar de sumisión delante de Mí; Me sonríe, inclina la cabeza y se vuelve hacia la pared donde entrelaza las manos en la nuca y echa los codos para atrás, al tiempo que separa sus piernas como medio metro.

Suavemente, paso Mi dedo índice por la raja de su coño y culo; está mojada, muy mojada. Pienso en azotarla pero desisto al ver el color que ya presenta su culo y la intención que tengo de aplicar diversos “juguetes” a lo largo de la noche.

Pero no hay nada que Me impida amasar y golpear sus tetas y coño; Me dedico a ello con delectación y con suma atención. Estrujo y azoto las tetas; tiro, retuerzo y pellizco los pezones; pellizco y azoto en clítoris y labios vaginales… ella gime, gime por el dolor que siente y el placer obtenido de la entrega que Me hace; el primero es evidente en el color que van tomando las partes de su cuerpo que magreo, el segundo en lo empitonados que tiene los pezones y en el flujo que mana por su raja.

La tomo de los hombros y la hago darse la vuelta quedando cara a Mi; la beso, si podemos llamar besar a apoderarme de su boca, a meter Mi lengua dentro de ella impidiendo que ella lo haga en la Mía; Me deleito jugando con Mi lengua en la suya y con Mis manos en sus pezones y clítoris.

Repentinamente, introduzco dos dedos en su mojado coño y tiro de ella hacia arriba; mientras la pongo de puntillas, cierra sus piernas un trecho que no es el total y gime por la situación y el dolor.

Un tercer dedo hace compañía a los otros dos cuanto, en esta posición y Yo andando de espaldas, la llevo pasito a pasito, presionando con Mis dedos contra sus paredes vaginales, hacia la habitación.

ella gime despacio mientras sus ojos suplicantes, al tiempo que henchidos de deseo, se fijan en los Míos. Sé que el dolor es intenso pero no paro.

Llego hasta el borde de la cama y la miro con profundidad en el interior de sus ojos y veo su pasión, su deseo y su súplica.  La pasión de su entrega, de su servicio y de su pertenencia a Mí; el deseo de que la permita quedarse satisfecha pero, especialmente, de servirme y que Yo Me halle pleno y encuentre Mi placer en su servicio; y la súplica de que permita satisfacer Mi deseo y, consecuentemente, el suyo y que, en lo posible, que no la cause un dolor intenso.

Retiro Mis dedos del coño de Mi niña y, cogiéndola de los pelos del cogote, la obligo a subir a la cama poniéndola en la postura adecuada para disfrutar de ella; de rodillas, culo en pompa y los brazos apoyados desde la palma de las manos a los codos; instintivamente, ella agacha la cabeza y la coloca entre sus abiertos brazos.

La visión es gloriosa; se encuentra desnuda, expuesta y ofrecida a que Yo disfrute de todo aquello que Me ha ofrecido y entregado hace ya tiempo.

Sin detenerme mucho en la visión, tomo el látigo de “efectos especiales” y empiezo a calentarla el culo; hace mucho ruido pero pocas nueces y sirve para eso, para calentar, para que todo su trasero tome un calor uniforme que haga innecesario tener mayor cuidado en un lado o en otro.

Una vez acabado con él y después de interesarme por cómo lleva la situación, tomo el azotador de varas e inicio una azotaina suave pero continuada repartiéndola en toda la extensión del culo de Mi niña.

De pronto un azote más fuerte la hace respingar y se mueve de su postura; Me fijo en que, al hacerlo, los pezones han rozado el cubrecama. No Me gusta que se mueva sin Mi permiso y con cara seria la indico que no lo haga.

Vuelvo a la azotaina de calentamiento y, súbitamente, otro azote fuerte; se vuelve a mover, mucho menos pero lo hace.

Me siento disgustado y voy a por dos pinzas pequeñas de las de pelo que coloco en cada uno de sus pezones; de esta forma si, al moverse, quiere mantener lo máximo posible la posición los pezones sufrirán por el roce con el cubrecama. Mientras se las coloco ella Me mira con intensidad rogándome con la mirada que no lo haga pero se somete a Mi voluntad.

Reinicio la azotaina de calentamiento y de nuevo un azote fuerte hace que se mueva ligeramente en su posición acompañando el movimiento con un ligero quejido; seguimos de la misma guisa, azote fuerte… movimiento y quejido casi inaudible. Seguimos así durante unos 10 minutos.

Levanto su cara dulce y ella Me sonríe. Tomo su cara, deposito un beso suave, intenso y posesivo en sus labios y, mientras lo hago, con mucho cuidado retiro las pinzas de los pezones procurando que la hagan el menor daño posible; ella se entrega a Mi beso, a su pasión por Mí y, prácticamente, no siente ningún tipo de dolor.

Inicio suavemente una caricia en su clítoris ofrecido y la empiezo a dar un gran placer; poco a poco voy pasando nuevamente a la parte donde Me espera expuesta su parte trasera e inicio una caricia en el exterior de su ano con un poco de aceite lubricante que he tomado antes de la mesita de noche.

Se tensa, realmente tiene una gran dificultad por la almorrana para el sexo anal y Yo lo sé pero… solo deseo jugar un poco y tensar los límites hasta los que sé llegar. ella no se queja, solo se muerde el labio mientras mantiene la postura.

Retiro Mis dedos del coño de Mi esclava y empiezo a desnudarme de cintura para abajo mientras sigo jugueteando con la impresión de que tomaré su culo.

Subo en la cama y con Mi polla ya erecta como un ariete la penetro vaginalmente al tiempo que la tomo de la cintura.

Mis muslos golpean en sus nalgas mientras Yo entro hasta el fondo en cada embestida; no hablo solo gruño en voz baja; los pequeños golpes la hacen daño pero ella retrocede buscando la penetración más profunda posible.

Noto que llego y contengo Mi corrida.

-          ¿Por qué se retira, mi Señor???.- pregunta angustiada

-          Porque deseo que te corras y quiero ver como lo haces.- la contesto mientras tomo el cepillo eléctrico que tiene para esos menesteres.

Lo coge con cuidado, se coloca boca arriba con las piernas bien abiertas y, mientras ella se masturba, Yo la voy excitando los pezones de las tetas con Mis manos y Mi boca

Permiso para correrme, mi Señor.- dice inopinadamente con voz entrecortada.

Espera.- la digo

Aprovecho que está tremendamente excitada y monto encima de ella de un sol golpe; reanudo un mete-saca furioso buscando correrme y que ella lo haga

Córrete, niña Mía, córrete.

Con un pequeño concierto de ruidos y gemidos nos corremos ambos. ella Me mira con satisfacción, Yo la sonrío con gran orgullo; nos abrazamos, nos lavamos y volvemos a entregarnos el Uno a la otra y viceversa.

Abrazados, nos metemos a la cama y ella se duerme apoyando su cabecita preciosa en Mi pecho mientras Yo la acaricio.