Que no parezca preparado
Mi Amo es muy imaginativo y gusta de provocar situaciones que, preparadas, parezcan espontáneas.
Mi Amo es muy imaginativo y gusta de provocar situaciones que, preparadas, parezcan espontáneas.
El por sus actividades, suele bajar a Barcelona. En mi caso no tanto pero vivir a unos 25 km permite que pueda responder a sus peticiones,
La verdad es que la petición que me hizo conllevaba pocos viajes adrede para sus objetivos, ya que pude aprovechar otras citas con el mismo o por mis compromisos.
Así, y siguiendo sus instrucciones aquella primera tarde pasadas las 4 entre en aquel pequeño bar, de los que todavía quedan repartidos por todo el "example" de la ciudad.
Como se me pidió, me senté en la barra con mi vestido de ejecutiva corto y sin ropa interior. En el bar solamente la dueña. Una señora de unos 40 años, atractiva y arreglada, sin más.
Tomé mí café, repasé mis notas y me marché.
A la semana siguiente volví, el mismo día y a la misma hora. repasé mis notas y atendí la llamada de un cliente que yo misma había provocado. Me marché.
A la otra semana acudí dos días seguidos, el mío y el siguiente que es cuando mi Amo cumplía con el mismo ritual, pero aquel día se lo saltó.
A estas alturas todavía no habíamos intercambiado más que unas palabras de compromiso entre la propietaria y yo.
Y nosotros no queríamos que fuese yo quien rompiese el hielo, así que a la semana siguiente provoqué que me llamasen por trabajo y la conversación fuese un poco tensa y causó su efecto. "pren el cafè tranquil"la que ja tindràs temps pels maldecaps". A aquellas horas la clientela de la comida ya se había ido y, como aquel día, yo solía estar sola, así que roto el hielo hablamos un poco.
A la otra semana volví dos días, faltando mi Amo en su día y la dueña y yo ya hablando de eso o de aquello sin olvidar ella sus tareas.
Estas visitas se prolongaron unas semanas más hasta que un día llegué yo y se presentó mí Amo. "t'has equivocat de dia?" le pregunta sonriente la dueña y ellos dos como si yo no estuviera se enzarzaron en una conversación, sentándose mí Amo en el taburete justo a mi lado.
En un momento que la dueña estaba faenando entre las mesas yo le mandé un mensaje a mi amiga y está me llamó y hicimos como si hablásemos de trabajo con momentos un poco tensos.
Ahora es momento de relajarse, ya habrá tiempo para el trabajo, dice el señor sentado a mi lado (mi Amo) que tal como estaba sentada yo tenía visión casi diría que de mi sexo, y que la dueña no podía haber pasado por alto a pesar de que yo no había cambiado para nada mi comportamiento, pero tampoco me había recogido.
Y diciendo esto puso su mano sobre mi pierna mientras yo, señalando el móvil, le respondo que este aparato es un intruso que no respeta ningún momento.
Así, iniciada la conversación, mi Amo fue subiendo su mano hasta llegar a mi sexo que empezó a acariciar y yo ya excitada, a mostrar un lenguaje corporal que, queriendo controlar, no dejaba lugar a dudas. La dueña volvió a situarse tras la barra y empezó a faenar dándonos la espalda.
Con una confianza debida a la dueña y cuando mi Amo se levantó y cogiéndome me levantó, dejando las pertenencias allí, me condujo a los servicios. Allí nos fundimos en un abrazo apasionado e indisimulado de pasión y lujuria, Nos deseábamos a la vez que mi Amo quería que quedase lo mínimo a la imaginación. Así que me pidió que no ahogase los gemidos por el placer que sus envites fuesen con la boca, los dedos o su miembro, me proporcionaban.
Al salir, la dueña detrás de la barra me miró directamente a los ojos con un brillo especial más de complicidad que de censura. Mi Amo pago toda la cuenta y se marchó dejándome con la dueña
Le agradecí que no hiciese ningún comentario, solamente que había estado vigilando las pertenencias y eso nos dio pie a seguir la conversación por ahí.
Seguí yendo tres semanas más el mismo día. Al siguiente de lo sucedido si que sacamos el tema, pero fue una conversación entre mujeres en la que le confesé mi condición de mujer casada pero que había descubierto ciertos placeres y que mejor que conceder a un hombre lo que desea si sabe hacerse con ello como lo hizo su cliente.
A día de hoy tanto mi Amo como yo misma seguimos yendo a tomar el café; sin ser regulares puede que vayamos una vez al mes.
No pasaron ni dos meses que mi Amo follaba con la propietaria y entre café y café le dijo que sería morboso que ella misma me lo contase a mí, cosa que terminó haciendo y eso nos hizo más cómplices.
De todo esto ya ha pasado más de medio año. Solamente tendremos sexo ella y yo si ella me lo propone o invita a un encuentro. Mi Amo se lo está insinuando y yo representa que estoy ajena a la situación.