¡Que maravilla de cuñada! Parte 2
Tenía ganas de su cuñada desde que su herm,ano se casó con ella
En el relato anterior, mi cuñada Elisa me dijo que me tenía que contar algo, y la verdad es que me asustaron sus palabras, que me hicieron pensar que ella habría hecho algo grave, aunque por otra parte la presión de su mano en la mía me hacía creer en ella y por ello le prometí cumplir con lo que me solicitaba. Y comenzó su “importante” charla, más o menos así:
Mira Alberto, de hecho JAMÁS Y DIGO JAMÁS, he sido infiel a tu hermano, aunque como la mayoría de los humanos si lo he sido de pensamiento. Cuando te conocí, días antes de casarme con tu hermano, me causaste una gratísima impresión; tu físico me entusiasmó y cuando nos abrazamos para saludarnos, me pareció notar que yo no te resulté indiferente ya que tu paquete que se apoyó sobre mi muslo tenía una gran dureza y por ello procuré presionar mis senos sobre tu pecho, como para que advirtieses lo que había bajo mi blusa.
Esa tarde y los días siguientes que permaneciste aquí en Madrid, antes de regresar a Canarias, no podía quitar ojo de tu persona, me sonreía pensando que te había gustado y que era estupendo ver que a un jovencito se le ponía tiesa la cosa cuando me miraba. Luego, cada vez que íbamos a veros en vacaciones, procuraba verte el máximo de tiempo posible, pero parecía que eludías mi presencia y mi contacto. Procuraba vestir lo más llamativa posible para provocarte y me pareció siempre que conseguía excitarte y que mis gestos hacían que estuvieses empalmado, aunque nunca dijiste o hiciste algo que alimentase esa idea mía.
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Debo decirte, y con esto acabo, que la INFIDELIDAD mental se hizo presente en mí desde que te conocí, y el hombre con el que he soñado desde entonces ERES TU; que mis pensamientos cuando hago el amor con tu hermano están centrados en ti y que con quien en esos momentos estoy TENIENDO SEXO ES CONTIGO. Que no te apartas de mi cabeza y que aunque quiero mucho a tu hermano, llevo seis años soñando con ser poseída por ti. Gracias Alberto por haberme escuchado sin interrumpirme, por haberme permitido expresarte lo que por ti siento y te repito que sigo amando a tu hermano como el primer día que lo conocí, pero que tenía que hacerte saber, que aparte de mi cuñado ERES EL MACHO DESEADO. Y ahora… tú dirás, si es que tienes algo que decir.
Mi polla en ese momento estaba a reventar. Las palabras de Elisa me habían transportado a una situación que siempre pensé utópica. No podía articular palabra alguna, pero mis labios se dirigieron con presteza hacia su boca, apoderándose de los suyos que permanecían abiertos y anhelantes respondiendo con pasión al ataque que sobre ellos yo había realizado. Y mientras nuestras lenguas hacían contacto y se entremezclaba nuestra saliva, con una rapidez inusitada, como si el tiempo se fuese a acabar para nosotros, nos abrazamos fuertemente, sintiendo sobre mi pecho la dulce presión de sus senos. Deshice el abrazo que nos unía y mis manos se dirigieron impacientes hacia su blusa para proceder a desabotonarla en tanto ella acariciaba mi rostro. En un momento su blusa cayó al suelo y e igualmente su falda y sus zapatos quedaron alejados del sofá en que nos encontrábamos sentados, sin hablar pero activos en nuestros movimientos.
Tras unos minutos de magreo, pude balbucear unas palabras y cogiéndola de ambas manos la levanté y atrayéndola hacia mí, le dije:
- Elisa, cariño, amor mío, no sabes cuanto tiempo llevo esperando este momento. Desde que te conocí no he hecho otra cosa que pensar en ti y el no poder tenerte me hacía sufrir lo indecible. Preciosa mía quiero demostrarte los sentimientos que tengo hacía ti y te puedo asegurar que hoy es del día más feliz de mi vida .
Y diciendo esto, volví nuevamente a incrustar mis labios en su boca saboreando la miel de sus labios, respondiendo ella a mis demostraciones de cariño y deseo, con tanto ardor o más que yo y momentos después me decía:
- ¡¡ Vamos, vamos machote mío!! Bésame fuerte y llévame a la cama, que estoy ansiosa de que me taladres con esa polla que noto tiesa entre tus piernas. Quiero sentir como me haces gozar como a una perra y resarcirme de estos años que he pasado deseándote y no te he podido disfrutar. Voy a demostrarte como es una mujer de verdad en la cama. Voy a hacer que te corras como jamás ninguna tía lo ha hecho y tus huevos van a quedar tan escurridos de leche que jamás en tu puta vida podrá olvidar lo que tu caliente cuñada te va a hacer disfrutar. ¡¡ Venga, no me hagas esperar más!! Quiero que me folles ya .
Me asombró el lenguaje empleado pero no me hice de rogar en cuanto a su petición de irnos a la cama, ya que estaba yo salido a más no poder. Vestida nada más que con un sujetador de blonda de color negro y una mini-braga (no tanga) del mismo tejido y color y yo aún con mi pijama, nos encaminamos hacia la habitación matrimonial, y sin dejar de besarnos penetramos en el templo del amor, donde pude observar que la cama estaba con las sábanas de raso de color oscuro echadas hacia atrás, como si estuviese preparada para recibirnos. Rápidamente caímos sobre el tálamo nupcial y como yo estaba que no podía aguantar las ganas de gozar del cuerpo de mi cuñada Elisa, procedí con rapidez, pero con mucha suavidad a desembarazarla de las dos últimas prendas que quedaban sobre su cuerpo, manifestándose ante mí la belleza femenina más fascinante que podía haber imaginado, digna de que fuese fotografiada, pintada, dibujada o esculpida por el artista de más renombre del Universo, destacando la voluptuosidad de sus formas y sus curvas, resaltando sobre ellas la rotundidad de sus firmes y erguidos pechos, con sus pezones circundados por areolas de color marrón oscuro, que incitaban a ser succionados y su Monte de Venus, perfectamente delimitado el triángulo por el vello púbico de un color oscuro, muy bien depilado, que no rasurado, tirando a marrón, que lo hacía aún mas sensual si cabe que el resto de su maravillosa anatomía. Sus manos no permanecieron inactivas y procedieron igualmente a despojarme de la chaqueta y el pantalón del pijama así como del boxer, y al quedar liberada mi verga, saltó como un resorte, quedando a la vista de mi querida Elisa, a la que oí decir:
¡¡Joder cuñado!! Menudo pollón te gastas. Esto si que es un buen rabo y no el de tu hermano. Ya me decía él que me encantaría el verlo. Estoy no encantada, sino superfeliz de que estés tan bien dotado. Me vas a destrozar cuando me la metas, pero te aseguro que estoy deseando, y ahora más, que esa maravilla se cuele dentro de mi coño, que ya está soltando flujos y pidiendo a grito pelado que calmes el fuego interno que arde en mi chocho. Métemela hasta los cojones y no pares aunque parezca que me quejo por el tamaño de ese monstruo que calzas.¡¡ Venga, date prisa, que ya he esperado bastante tiempo a que me hagas tuya!! ¡¡Clávamela de una puñetera vez!!.
La verdad que en mis sueños, si llegaban a cumplirse, no era mi intención
el aquí te cojo, aquí te mato
, sino que quería tener unos prolegómenos, calentar el ambiente, besuquear y actuar delicadamente con mi amada; pero viendo la insistencia y las ganas de Elisa, y dado que yo estaba deseando follar, tiré por la borda todos mis deseos y colocando a mi hembra de espaldas en la cama, me subí sobre ella, quedando ambos cara a cara, tomé mi miembro con la mano derecha y lo dirigí hacia su cueva, y empecé a penetrarla muy lentamente pero con facilidad, pues estaba muy, muy mojada, pero ella no quería aquello, pues también con su mano derecha agarró el tronco de mi pene, arqueó sus lumbares y se lo introdujo en su vagina de un fuerte envite, saliendo de su garganta un fuerte grito:
¡¡Ay, ay!! Qué dolor. Y a continuación dijo: No pares, no pares, métemela hasta los huevos cabronazo. ¡¡Aaay, que gusto. Sigue, sigue mi vida por favor, muévete más deprisa, que me voy a venir rápido. Ya me voy, ya me corro. Aahh, que placer, que guuussstoo!!
Mientras esto decía, sus manos apretaron fuertemente mi espalda y sus uñas las noté como si fuesen garras que se incrustaban en mi piel; sus muslos poderosos y bien moldeados se aproximaron el uno al otro fuertemente y mi polla sintió que los músculos de su vagina se contraían aprisionándola más y más. Nunca pensé que una mujer pudiese correrse tan pronto, pero así había sucedido y tras los gestos y síntomas de que hacían pensar que Elisa había tenido un primer y fuerte orgasmo, quedó desmadejada e inerte bajo mi cuerpo, con una sonrisa de felicidad en sus labios, mientras mi cipote aún en pleno apogeo, permanecía dentro de su chumino, que rebosaba líquido en gran cantidad. Seguí con mi moviendo de mete y saca para intentar que mi chica gozase aún más y de que yo llegase a eyacular, pero viendo que en su rostro aparecían rictus que denotaban que no le resultaba agradable mis acciones, procedía a sacar mi nabo del interior de su cuerpo y bajé mi cuerpo quedando acostado a su lado, ambos mirando hacia el techo de la habitación, pero con mi mástil en pleno apogeo que ella, volteando su cara hacia mí tomó con energía e inició una masturbación en toda regla, al tiempo que me decía:
Cariño mío, gracias por este momento de felicidad que me has dado. No creo recordar que jamás haya disfrutado tanto de un polvo como lo he hecho contigo. Siento mucho el haberme corrido tan pronto y que tú no lo hayas hecho aún, pero no podía aguantar más y debí decirte que era propensa a tener rápidos orgasmos, aunque no pensé fuera tan pronto, y tan, tan maravilloso. Me has quedado hecha unos zorros, pero te aseguro que he de hacer que goces conmigo como jamás lo has hecho. Te quiero y te deseo dentro de mí Alberto. Venga precioso mío, súbete de nuevo que quiero sentirte otra vez, que quiero correrme más y más.