Que locura fue enamorarme

Mi primer relato, sean generosos/as :)

Que locura fue enamorarme

Manejaba lentamente mientras escuchaba un poco de la Bersuit vergarabat a todo volumen. Sabía que faltaba poco para llegar, que si todo iba bien me quedaría en la casa de mi hermana por un tiempo, como ella lo pedía. Con mi hermana fui muy pegada, tan pegada que el momento en que ella se mudó con mi cuñado, nos costó tanto que estuvimos llorando por más de una hora. Fue difícil para dos, ya que somos muy cómplices, todos los días cuando ella venía de trabajar o yo de estudiar nos contábamos todo mientras tomábamos café o mates. Así que, ahora acá estoy, suspirando una vez más, sabiendo que Sebastián se quedara solo en nuestra casa.

Me independice bastante joven, después de la mudanza de mi hermana, no aguante estar sola en casa y el hecho de haber sido muy independiente de mis padres hizo que decida irme de casa a los 18. Para mis padres fue algo que ya se lo veían venir, así que no costo mucho mudarme. Mi padre me dijo que hablaría con su amigo José, dicho amigo tiene un hijo el cual conozco y es mi mejor amigo Sebastián. Después de unos días, con mi mejor amigo Sebastián, nos enteramos que teníamos casa nueva, la cual la compraron nuestros padres entre los dos.

Con Sebastián la convivencia fue perfecta, yo cocinaba y él se encargaba de las compras y pagar las cuentas, lo de la limpieza se lo dejábamos a una señora que venía todos los días al mediodía y se iba antes de las 5. Sebastián trabaja de mozo en un restaurant y yo bueno, en verdad como antes me puse a entrenar un en gimnasio de ufc, hacia pelea clandestinas y ganaba dinero con eso, sin que se enteren mis padres, era un poco arriesgado ya que había en momentos en que no salía de mi cuarto por semanas debidos a los golpes, aunque valía la pena, me gustaba pelear.

Estacione en la misma casa que solo una vez pude visitar. Apague el estéreo y me baje del auto sin despegar mi mirada de la puerta de entrada. Golpee las manos dos veces y en menos de unos segundos ahí estaba Marce, gritando contenta y abriéndome la puerta. Nos abrazamos tan fuerte y por varios minutos, no nos podíamos despegar, era tanto el tiempo que no nos vimos. Ya podía sentir mi hombro húmedo, sabía que estaba llorando, yo solo trataba de aguantarme ese nudo en la garganta, nudo de felicidad obvio.

-        Te extrañe tanto – fueron las únicas palabras que susurre en su oído al momento en que sentía que el abrazo se hacía más fuerte y casi no podíamos respirar.

-        Vamos – se alejó un poco de mi – a dentro – logro decir mientras limpiaba sus mejillas. Me regalo una sonrisa, de las cuales ya extrañaba tanto ver – tengo gente en casa – dicho esto cerró la puerta de entrada. Camino hasta la puerta principal y yo solo la seguí automáticamente sin decir nada. Ella camino hasta la sala y ahí estaba una chica sentada en el sofá – ella es Verónica, una amiga. Verónica, ella es mi hermana Luz – diciendo esto, ella se levantó y me saludo con un beso en la mejilla

-        Marcela, me hablo bastante de vos – una sonrisa se dibujó en su rostro, una sonrisa hermosa. Sus ojos tenían un hermoso brillo, aparte del lindo color miel de estos.

-        Que bien, por falta de comunicación ella no me hablo de vos, pero en este tiempo podríamos conocernos personalmente – diciendo esto le regale la mejor sonrisa que podría tener. Si, sinceramente esta chica me gustaba, esos ojos me encantaron.

-        Bueno – mi hermana me miro enojada – ¿tomamos mate? – yo solo asentí volviendo a mirar a Verónica – voy a preparar las cosas, ya vengo – ella desapareció y nos quedamos solas

-        Bien y… ¿qué edad tienes? – dije rompiendo el hielo

-        20 y ¿vos? – me sonrió nuevamente y sinceramente ahí sentí que todo estaba dicho, necesitaba ganarme a esta chica

-        18, me faltan varios meses para los 19. Dime…  – me acerque un poco más a ella - ¿Sos homofóbica? – sí, realmente era muy directa siempre, todo lo que quería y pensaba lo decía de frente, bueno… algunas veces

-        Luz, por favor – dijo mi hermana mirándome con cara asesina mientras dejaba la bandeja con las cosas para el mate

-        Jajaja, no, no lo soy – ríe en tono bajo y mira a Marce. Ya estaba dicho, tendré que empezar a tejer mi telaraña – Marce, me había contado que eras homosexual de todos modos

-        Ahh mira vos que cosas – sonreí acomodándome mejor en el  sofá mientras agarraba el mate que me paso mi hermana. Tome un poco – ¿jamás se te cruzo por la cabeza probar? – tome lo poco que quedaba y le pase el mate a mi hermana, que estaba entre enojada e intrigada. Me iba a matar y lo sabía, pero estaba igual que yo, mirando a Verónica

-        Sinceramente hablando entre nosotras – nos mira a las dos – sí, siempre quise probar – ella me mira y sonríe nuevamente mientras sus mejillas se enrojecen. Mi corazón estaba empezando a bombear más sangre de la esperada esta primera charla estaba buena, que más podía pedir, volver a ver a mi hermana y conocer a esta chica, era como algo ya predestinado, estaba amando al barba. Ella miro la hora – tengo que irme ya

-        Bueno – mi hermana se levantó – saludos a tu mamá – le dio un beso en la mejilla y yo me acerque

-        Un gusto conocerte – le di un beso en su mejilla cerca de la comisura de los labios y la mire mientras le sonreía y sus mejillas se volvían a enrojecer. Era inevitable, soy muy caradura – espero verte de nuevo – me mordí el labio sin pensarlo. Ella solo sonrió y salió de la casa

Lo sabía estaba en grabes problemas. Al momento en que mi hermana volvió a aparecer por la puerta principal grito mi nombre y empezó a decirme que no intente nada con Verónica, pero ya era tarde, estaba decidida a hacerlo. Tomamos unos mates más mientras nos poníamos al tanto de todo, le contaba mis locuras con Sebastián, ella ya lo conocía así que le contaba todo lo que hacíamos en los días. Llego la noche y con eso, mi cuñado llego trayendo comida y bebida para festejar mi llegada. Comimos entre risas mientras él me contaba cómo era mi hermana de loca, de las cosas que hacía, de cómo fueron sus primeros días de convivencia y muchas cosas más.

Los días empezaron a pasar y todas las noches hablaba con Sebastián, él me contaba que por el momento una amiga estaba viviendo con él, ya que extrañaba mi compañía. Me parecía perfecto que este con una amiga, aunque a mi parecer tenía que buscarse un novio. Si, Sebastián era gay, sus padres lo saben, por eso más que nada, cuando mi papá les dijo a sus padres de que vivamos juntos les pareció perfecto, ya que ellos lo aceptaban, pero no se sentían muy cómodos que digamos con él bajo el mismo techo.

Las dos primeras semanas me las pase de lujo, conocí a varias de las amigas de mi hermana, conocí la plaza y varias cafeterías. Estaba encantada con el lugar en sí. Había conocido a la familia de Víctor, mi cuñado, su familia es tan divina, todos son unos amores de persona. Su padre tiene un carisma esplendido. Tan bien nos llevábamos desde un principio que algunos días venían a la casa y miramos partidos con mi cuñado y su papá mientras mi hermana estaba con Verónica, la cual no podía dejar de mirarla. Cada día me gustaba más. Las charlas, las miradas, los roces a propósito me hacían saber que a ella también le gustaba.

-        Luz – me detuve en la puerta de la casa de mi hermana y la mire – estaba pensando en que si no tienes nada que hacer hoy, podríamos salir – dijo mirándome directamente a los ojos. Sabía que mi hermana me dijo que no me meta con ella, pero que podía hacer, me gustaba realmente y no podría dejar pasar una oportunidad así.

-        Claro, decime la hora – ella sonrió y me dijo que a las 24 hs pasaba por mí y tomábamos un taxi hasta el boliche. Yo asentí mientras sostenía su mirada. Se rio un poco, se despidió y se fue dejándome sola y creyendo que estaba un poco loca, y eso me agrado.

Pase la tarde preparándome, me bañe y mientras buscaba mi ropa entro mi hermana viéndome desnuda, tenía esa costumbre de buscar mi ropa sin ropa, jajaja. Y ella ya estaba acostumbrada, aunque me asuste al pensar que sería mi cuñado.

-        ¿En qué andas? – la miro y no contesto, agarro un bóxer y un corpiño de color rojo y me lo pongo – te hice una pregunta – saco una camisa y un short - ¿vas a salir?

-        Si – digo mientras subo el short y me acomodo un poco el bóxer – con Verónica – la miro al abrochar el botón y subir el cierre – me invito a salir y acepte – me pongo la camisa y antes de abrocharla me pongo desodorante. Su mirada de desaprobación lo decía todo y más al momento en que salió del cuarto sin decirme nada, pero no me iba a retractar, y ella lo sabía bien.

Termino de cambiarme, me puse unas converse negras. Agarre el gel y empecé a peinarme mi pelo rubio corto, como lo amaba, más mi flequillo hacia el costado. Mire el espejo una vez más, mi estatura era la normal, ni petiza ni alta. Mi pelo rubio corto, soy blanca, ojos oscuros y casi siempre que me agrada alguien sonrío de lado. Flaca, de senos medianos tirando a pequeños, pero tienen su levante mis pequeñas. Piernas bien formadas, algo que les encanta a los hombres y mujeres. El trasero redondo y paradito, que siempre que estoy con amigos, se gana unas cuantas nalgadas. Deje de mirarme y volví a mi cara mientras agarraba me delineaba mis ojos, parpadee un poco y me pase un poco de rímel.

Mire el reloj justo al momento en que escuchaba a mi hermana llamarme, eran las 24:20, jamás fui puntual, así que, hoy no era la excepción. Agarre la billetera, deje el celular y salí rápidamente del cuarto. Llegue hasta la sala y ahí estaba ella. Su pelo castaño, medio ondulado caía por sus hombros, el vestido negro le llegaba hasta mitad de los mulos, dejándome ver unas hermosas piernas bronceadas. La quería, la deseaba y no quería dejarla ir hoy. Me acerque y la vi mejor, estaba más hermosa, estaba maquillada demasiado bien. Su nariz acorde a su cara, media redondita, unos labios carnosos con brillo labial que me apetecían probar.

Me incline un poco mientras le daba un suave beso en su mejilla, queriendo sentir su perfume, exquisito. Ella se levantó y saludo a mi cuñado y a mi hermana. Me miro y dijo vamos, yo la seguí, cual perrito obediente sigue a su amo. Si, así me sentía, con la diferencia de que no podía parar de ver su trasero moviéndose. Ella subió a un taxi y yo la seguí. Me senté cerca suyo y deje que ella le de las indicaciones al taxista. En medio del trayecto y mientras íbamos hablando no pude aguantar las ganas de poner mi mano en su muslo, ella me miro sorprendida y sonrió al momento en que el taxista paro y pague. Nos bajamos y entramos al boliche.

Entre la bebida y el baile pegado no aguantaba, mis manos tenían vida propia, tocaba cada parte de su cuerpo que me era posible. Estábamos cerca de una pared y de apoco la fui acercando a la pared hasta dejarla entre la pared y mi cuerpo. Esa sonrisa hacía volar mi imaginación. Acerque mi cara y deje mi boca a centímetros de sus labios, deseaba que ella me besara, y así fue. Sus labios se apoderaron de los míos, eran tan ricos sus labios, entreabrí mi boca para dejar entrar su lengua y hacer mucho más profundo el beso. Mientras la besaba mi mano bajaba lentamente por su espalda hasta llegar al comienzo de su trasero, lo apreté suavemente y un suspiro se ahogó en mi boca y ahí fue donde perdí mis sentidos.

-        Te deseo – le dije cuando deje de besarla para tomar un poco de aire.

-        Yo también – me dio un corto beso – ¿a dónde vamos? – me volvió a dar otro beso – mi casa no – por un momento pensé en llevarla en donde estaba, pero jamás podría ser tan osada de hacer eso, así que negué – hay un hotel acá cerca – dijo tomándome de la mano y caminando entre la gente hasta salir del boliche.

Caminamos un poco mientras nos besábamos sin soltarnos de la mano. Llegamos, era discreto y lujoso, por suerte tenía plata encima, sino moría. Ingresamos y pidió una habitación, el chico que atendía nos miraba con una sonrisa. Nos dio el número y ella jalo mi mano y me llevo hasta la habitación. Se notaba que estaba más caliente que yo o eso pensé. Entramos y al momento de cerrar la puerta comenzó a besarme desesperada mientras me desabotonaba mi camisa, por suerte no voló ningún botón. Dejo de besarme y tiro mi camisa por algún lugar de la habitación. Volví a sentir sus labios por mi cuello y no podía parar de mojarme. Subí mis manos por su espalda y al sentir el cierre lo fui bajando, deje de besarla para quitarle el vestido y dejarla solo con una tanga rosada que me encanto.

-        Sos hermosa – dije mientras empezaba a masajear sus tetas que eran de un lindo tamaño. Bien tetona la nena.

Giro un poco su cabeza hasta tirarla hacía atrás al momento en que pellizcaba unos de sus pezones morados. Acerque lentamente mi boca a ellos los lamí, pasaba mi lengua en círculos por su areola, ella se estremecía. La hice sentarse al borde de la cama y en el momento en que tome un pezón con mi boca metí mi mano dentro de su tanga para sentir el calor de su sexo suave y caliente. Con mis dedos acariciaba sus labios sin dejar de chupar sus pezones. Cada caricia en su clítoris era un nuevo gemido, en serio que me estaba calentando bastante este momento.

La recosté a lo largo de la cama y me subí encima de ella, la vi a los ojos y sentí un no sé qué, que me dio miedo. Las veces que eh estado con otras chicas jamás me había pasado, no quería el romper el momento, pero de la nada se me paso por la mente tener sexo y largarme de ahí, aunque no podía dejar ese gran cuerpo solo. Volví al mundo, a ese cuarto, al sentir una mano hurgar en mi interior y un cuerpo encima del mío. Me sentía tan mojada. La mire y una sonrisa se apodero de mí. Acerco su boca y me beso mientras introducía dos dedos de golpe en mi vagina. Un gemido ahogue en su boca y ella dejo de besarme para acelerar el mete y saca.  No podía aguantar más, estaba muy caliente, mis gemidos salían sin pena. Su boca se apodero de mi cuello y sentí morirme en ese orgasmo.

La bese al volver a mí después de terrible momento. La puse debajo de mí y entre besos fui tomando rumbo hacia el Sur de su cuerpo. Me detuve en su tetas, me tome mi tiempo acariciándolas y chupándolas, hasta decidir volver a tomar mi camino. Lamí el borde de su ombligo y seguí bajando hasta llegar a encontrarme con esa tanga rosada, se la quite rápidamente y ella abrió sus piernas invitándome a calmar su deseo… mi deseo.

Acerque mi boca a esos labios que se encontraban hinchados. Pase mi lengua por toda su vulva y la vi cerrar sus ojos y morder sus labios. Separe con mis dedos sus labios y volví a pasar mi lengua de abajo hacia arriba hasta encontrarme con ese botoncito tan glorioso. Lo tome con mis labios y lo toque con la punta de la lengua, un gemido inundo mis oídos y mis sentidos. Comencé a acariciarlo. Jugueteo con el clítoris en círculos, bajo y subo hasta que me apodero de él con mi boca,  Verónica gime quedamente de placer, apretando mi cabeza contra su sexo, mis manos están en sus nalgas, queriendo llegar más profundo, más rápido, llenando mis fosas nasales de ese aroma de mujer excitada al máximo… sus caderas se mueven mientras aumente mis lamidas en su clítoris y siento su mano apretar más mi cabeza, de pronto siento su orgasmo incontenible, sacudiendo las paredes de su vagina, lo siento en mi lengua y me quedo quieta, saboreando sus jugos.

Subo lentamente hasta encontrarme con su mirada miel, ella me besa con cariño y yo hago lo mismo, en verdad que esto si parecía distinto. La abrazo apoyando mi cabella en su pecho y cierro por un instante los ojos. Respiro hondo y me doy cuenta de la realidad, yo abrazando a una mujer después de tener sexo, esto sí que no era posible. Levanto la mirada y la veo mirarme con una sonrisa encantadora. Está bien, esto puede que si sea un poco creíble.

-        Creo que es momento de empezar a irnos – dice sin soltarme todavía. Sinceramente no sé qué me hace, pero no quiero irme

-        Si recién acabamos de llegar – le sonrío mientras que con una mano le acaricio la panza subiendo hasta su teta derecha y volviendo a besarla.

Escucho la voz de Sebastián, hablar sorprendido, es que el todavía no creía que me había quedado toda una noche/madrugada con la misma chica y que todavía la acompañe hasta la casa y seguimos saliendo (claro, con sus reglas seguimos saliendo, pero seguimos saliendo). Es que como soy o era un espíritu libre, jamás estuve más de un rato de diversión con la misma persona, pero es que bueno, había algo en Verónica, que no podía entender porque me volvía tan débil con ella.

-        Sigo sin entender – decía el, mientras yo caminaba de regreso a la casa de mi hermana. Este lugar me empezaba a encantar y hoy encontré una universidad a unos minutos de la casa de mi hermana – hace cuatro semanas estas saliendo con esta chica – hace una pausa – Verónica, eso – dice de repente

-        Sí, es algo sorprendente, pero si, el martes fue nuestro primer mes – digo contenta – sé que es algo complicado, ya sabes – digo moviendo mis manos, ya que estaba con el manos libres hablando – como te dije, su madre es muy religiosa, así que, yo soy la amiga y tengo que estar sacando turno para verla – escucho un “miedosa” del otro lado del auricular y me rio un poco.

-        Todavía no capto. Si ella siempre es la que pone los horarios para verse y casi nunca te deja ir a su casa, no pensaste que ella podría estar… - un silencio algo incómodo inunda la conversación

-        Sebastián, por favor. Su madre es muy Santa María de los Ángeles – digo convencida – aparte, debe ser muy difícil para ella esto, trata de ponerte en su lugar, ya que vos también sabes cómo es nuestra situación – digo al abrir la puerta de entrada. Recorro con la mirada la entrada y me dirijo hacía la sala al escuchar unas voces. Marce y Vero, estaban hablando mientras tomaban mate – che bueno te dejo, más tarde hablamos. Cuídate

-        Bueno tira gente, hablamos más tarde, saludos a mi hermana y cuñado. Te quiero y vos también cuídate. Chau – corte la llamada y me sumo al chusmerio mientras agarro el mate que me cebaron.

Los días pasaban, yo buscaba institutos u/o universidades en las cuales estudiar, ya estaba pensando en quedarme, es que, me sentía feliz estando con ella, sin importar que me tenía que acostumbrar a sus reglas: nada de demostraciones cariñosas en público. No llegar de sorpresa a su casa. No hablar sobre homosexualidad delante de sus padres, amigos o conocidos, ni muchos menos decir que era lesbiana. Antes de querer verla, mandarle un mensaje, para saber si estaba ocupada, cero llamadas… eran reglas que tenía que cumplir, algo extraño… demasiado, pero bueno, la quería bastante, si sus padres eran homofóbicos, tenía que acostumbrarme, claro que no apenas con un mes y dos semanas estaríamos viviendo juntas y ella aceptaría tan de repente en decir que salía con una mujer, así que… hacia lo que me pedía.

-        ¿Cuándo vas a volver? – su tono de voz era bajo y triste. Lo extrañaba, pero no sabía cómo decirle que era más seguro de que no volvería

-        No lo sé, todavía mi hermana me quiere con ella – mentí, en verdad mi hermana decía que tenía que elegir, que era mi decisión si me quedaba o no. Que por su parte, estaba muy feliz de que este ahí – aparte estoy con Ver…

-        No me hables de ella – exclamo de repente. No entendía porque me hablo así – aunque no esté con vos, sé que esa, si ESA chica te está usando – pero que babosadas estaba diciendo

-        ¿De qué hablas Sebastián? ¿Verónica usarme? – reí algo fuerte, para que note mi ironía – ella me quiere igual de que yo a ella. Solo que le cuesta la situación, después de un tiempo podré presumirla delante de todos – un suspiro de resignación y un chau fue todo lo que escuche antes del típico sonido de cuando se termina una llamada. Sinceramente con este chico no se puede hablar.

Me quede caminando de un lado a otro en el cuarto en el cual dormía. Me había dejado pensando, ¿verónica usarme? Pero ¿en qué mundo? Ella no me haría eso. Recordé que en todo el día no la había visto y eso me desesperaba, quería besarla. Agarre el celular y le escribí si estaba ocupada, se lo envié y comencé a caminar de nuevo de un lado hacia el otro, esperando su respuesta. Me fije la hora, 20:30 pm, sinceramente me sentía desesperada, no saber de ella me mataba, hace 20 minutos le mande mensaje y no me contestaba. Salí del cuarto y vi a mi hermana con mi cuñado sentados en el sofá mirando una película, me invitaron a sumarme, pero educadamente dije que saldría por un momento, ellos asintieron y me fui.

Ahí estaba tocando la puerta de la casa de Verónica, me sentía nerviosa, por ir sin decirle nada, pero que más daba, ella no me contesto y yo un minutos más sin verla no podía aguantar. Su madre salió y al reconocerme me hizo pasar. Después de saludarla y preguntarle como estaba, le pregunte por Verónica y me dijo que había estado todo el día fuera de la casa. Me regalo una sonrisa y yo me quede en silencio por unos minutos mientras la veía cocinar. Decidí irme, ya que si ella no estaba, era mejor que no esté en esa casa. Al momento de saludar a Mirta, escucho la puerta abrirse y la risa de Verónica. Salgo emocionada de la cocina hacia la puerta y ahí la veo, besándose con ese chico alto, morocho y fortachón. Quede helada, sentía que todo se había parado y verlos besándose tan cariñosamente.

-        Te amo – dijo el chico

-        Yo también te amo mi amor – su voz, diciéndole eso me destrozo el corazón. ¿Me iba o le reclamaba? ¿Respirar o morir? Era lo que debatía en mi mente hasta que el chico me mira y ella al ver su cara se da vuelta – Luz – dijo con un hilillo de voz. La odiaba

-        Disculpa – dije tragando grueso ya sintiendo el nudo en mi garganta – ya me iba – salí por esa puerta casi corriendo. No lo podía  creer, lo que me había dicho Sebastián era cierto, ella… ella… mis mejillas estaban mojadas, sentía las gotas caer sin reparo. Entre rápidamente a la casa y fui directo al cuarto. Busque mi bolso y comencé a meter toda la ropa que tenía al alcance – estúpida, estúpida, estúpida – eran las únicas palabras que salían de mi boca – tenía que haberle hecho caso – cierro el bolso y agarro mi celular

-        ¿qué haces? – me asusto por la voz. La veo y me limpio las mejillas ¿por qué no te hice caso? Dije en mi interior al sentir sus brazos rodearme.

-        Me voy – trague saliva – te llamo cuando llegue – la vuelvo abrazar y le doy un beso en la mejilla – fue fantástico pasar este tiempo con vos y Víctor. Te amo – salí del cuarto directo a la cochera, sin dejar que mi hermana me diga algo, aunque no creo que me hubiera dicho algo. Entro a mi auto dejando mi bolso en la parte trasera y enciendo el motor

-        Llámame, saludos a todos, sabes que te amo y que cuando quieras llámame que te escucho. Voy para allá en estos días – me volvió a dar un beso en la mejilla – Víctor la está distrayendo y yo ya abrí la reja, anda – asentí sin dejar de mirarla, le dije te amo antes de que me diga que maneje con cuidado y me fui de ahí.

Maneje por un largo rato, parando en algunos lugares y largándome a llorar por haber sido tan idiota, era claro porque sus reglas, era ¡obvio! Me lo merecía repetía en mi interior, fui una perra con las mujeres, ahora fueron una perra conmigo. Llegue a casa a las 11 de la noche, no sabía qué hacer, si bajarme o mejor irme a la casa de mis padres. Estaba realmente mal, pero no quería hablar con Sebastián, me vería mal y aparte me dirá que él tenía razón y eso no quiero, aunque… necesito una ducha.

Apague el auto y salí, entrando lentamente en la casa, parecía que no había nadie. Abrí la puerta y estaba todo oscuro. Si estaba Sebastián era momento de correr al baño, antes de que me vea y así fue. Cerré la puerta y me gire yendo a mi cuarto

-        ¿Luz? – escuche. No me gire e ingrese a mi cuarto - ¿Luz, qué paso? – saque la ropa, la primera que encontré y me metí al baño sin contestarle - ¡LUZ! – golpeo varias veces la puerta y me quede con la espalda apoyada en esta. Mis lágrimas no se hicieron de esperar, estaba desecha.

Sentía el agua mezclarse con mis lágrimas, era tanta la angustia que no me importo tardar o gastar bastante agua. Lo tenía bien merecido, aunque, yo por los menos les decía a las mujeres que no quería nada con ninguna, no estaba con ella bastante tiempo, para que después sean engañadas, por lo menos era sincera, en cambio ella, jugo conmigo. ¿Por qué? Esa presión en mi pecho, me está matando, no aguanto. Ella besándolo y diciéndole que también lo ama. ¡BASTA! Tengo que dejar de recordar. Cerré la ducha, me limpie las lágrimas con la toalla. No podía tener los ojos así. Termine de cambiarme y me volví a mirar en el espejo. Sonreí y me revolví el pelo.

-        Lucí – dijo él y le sonreí - ¿estás bien? – pregunto confundido y antes de quebrarme le asentí y le regale otra sonrisa. No me gusta que me vean mal y esta no iba a ser la excepción

-        Voy a la casa de mis padres – dije seria al momento en que colgaba la toalla en la galería – no sé cuándo vuelva. Cuídate y hasta luego – le di un beso y abrí la puerta

-        ¿paso algo con tus padres? – negué – entonces nos vemos – cerré y camine hasta el auto con el nudo quemándome la garganta.

Maneje no por mucho tiempo hasta la casa de mis padres. Les pareció raro que este en su casa, pero se alegraron de volver a verme después de tres meses. Cene un poco, ya que no tenía apetito pero por la insistencia de mis padres lo hice, hablamos un poco y después decidimos irnos acostar. Me dormí junto a mi hermanito menor, me sentía un poco mejor al acostarme con él en mis brazos. Desperté a las 6 de la madrugada por el llanto de mi hermano que indicaba que tenía hambre, lo lleve hasta el cuarto de mi madre a que le dé la teta, ya que él tiene apenas 9 meses. Lo deje con ella y me volví al cuarto sin poder pegar el ojo nuevamente. Me levante y me bañe, para poder hacer el desayune y tomarlo con mi mamá ya que mi padre trabaja en la clínica.

-        Buen día – le dije al momento en que le daba un beso en la mejilla

-        Buen día ¿cómo estás? – me miro al instante en que se sentaba en frente mío

-        Bien… voy a salir en un rato y después capaz vuelva para el almuerzo, no lo sé. ¿Te molesta ma?

-        No para nada hija, solo ten cuidado – me contesto al momento en que llevaba la taza a su boca. Le sonreí y seguimos tomando el café mientras me contaba las cosas que hacía Santino.

Lave lo que ensucie y antes de irme me quedé consintiendo a mi hermanito por unos minutos. Salude a mi madre diciendo que después volvería y me fui al centro, necesitaba despejarme, caminar y pensar un poco. Todavía no me sentía bien del todo, era difícil de asimilar todo. Después de tanto tiempo en que había estado soltera y solo disfrutaba de las noches en que salía a bailar, me había decidido a intentarlo, estaba con ganas de empezar a tener algo serio. No lo sé, me sentía bien con ella, pero fui tan ciega, estaba todo delante de mis ojos. ¿Por qué fui tan imbécil? No lo puedo llegar a pasar.

Me detuve en un local de niños y entre para ver la ropita. Cada vez que veía los jeans y esas camperas tan chiquititas me entraba una felicidad. Por lo menos me sentía bien al pensar en Santino, así que, le compre ropa y unas zapatillas. Más contenta imposible al imaginarme a Santi con esa ropita tan linda.

CAROLINA

Ahh como extrañaba levantarme tarde, necesitaba unos días de descanso, ese trabajo en la fábrica no era muy bueno que digamos, pero era lo que había que hacer para poder ayudar a mis padres y poder tener dinero para empezar a estudiar. Era algo agotador trabajar de noche, había días en que me sentía más robot que un ser humano.

Me estire sin salir de mi cama y mire a mi alrededor, estaba todo oscuro. Sé que me acosté temprano ayer, pero no para que siga siendo de noche. Me levante y corrí las cortinas dejando entrar una luz extrema en mi habitación, que lindo era ver la mañana tan tranquila y bien dormida. Me vestí con un jogging y una musculosa y fui a la cocina a prepararme algo. Al llegar mi madre estaba preparando la comida

-        Muy buenos días – dijo mi madre al darse la vuelta para sacar algo de la heladera

-        Buen día – la mire un poco extrañada – ¿qué hora es? – pregunte al mirar para todos lados buscando un reloj

-        Las 11:30 hace rato no dormías tanto, te lo merecías – se rio un poco – ¿yogurt con cereal o café? – me miro por unos segundos mientras estaba por sacar algo de la alacena

-        No, Rocio… me olvide. Quedé con Rocio en vernos, estaba mal – dijo y fui corriendo a mi cuarto a ducharme lo más rápido posible y cambiarme. En menos de 20 minutos ya estaba en la puerta de mi casa – mamá más tarde vuelvo, te quiero – le grite y salí rápido casi corriendo hasta la cafetería. Llegue en 10 minutos, me hacía bien correr. – hola, me quedé dormida – le dije mientras la saludaba y me sentaba

-        No te preocupes te entiendo – dijo al momento en que levantaba su cabeza y veía su cara demacrada con ojeras y los ojos hinchados, me sorprendí al verla tan mal, sé que estaba mal, pero no pensé que fuera para tanto

-        Esta mal decir esto pero, ¿estás bien? Bueno sé que no, pero por dios Rocio, no podes estar así, fue un imbécil, un idiota al engañarte, no tendrías que estar llorando por tan poca cosa – le tome la mano y la mire, sentía tanta pena y enojo.

-        Lo sé pero lo amaba. No puedo creer que me allá engañado de esa manera, no – sus ojos se aguaron de nuevo y corrió la mirada – voy a pedir los cafés adentro – dijo al momento en que se paraba de su asiento

-        No, vamos a esperar a que venga el mesero – ella no me hizo caso y camino un poco queriendo ir a la entrada de la cafetería, pero en un momento vi cómo se iba cayendo para un costado y una chica la tomaba en sus brazos antes de que se golpeara la cabeza – ¡ROCIO! – grite mientras iba a su lado

-        ¿Rocio se llama? – pregunto esta chica con una voz tan… ¿segura? Yo solo le asentí mientras ella le hablaba a mi prima – alcánzame esa silla por favor – con un poco de nervios y miedo le alcance la silla al momento en que uno de los meseros vino a ver lo sucedido – se desmayó, necesito azúcar y un poco de agua – el mesero entro rápido y se perdió en una de las puertas. Ella puso las dos piernas de Rocio encima de la silla y le hacía un poco de viento con una hoja – ¿sufre de baja presión? ¿esta anémica o algo por el estilo? – su mirada en mi me causaba tanta confusión, había algo en sus ojos que me hacían perder

-        No, no lo sé, hace un rato la vi. Estaba mal – fue lo único que pude decir y vi como Rocio abría los ojos lentamente

-        No te levantes, quédate como estas – una sonrisa se formó en la boca de esa desconocida. Tenía unos hermosos labios rojos, una mirada que me daban ganas de volverme a perder si me mira. Su piel blanca, unos dedos largos con uñas cortas.

-        Hey Caro – escuche a mi prima y la mire, estaba por sentarse al lado de esa desconocida, las dos sonriendo y mirándome. Sin pensarlo me levante y me senté frente a ellas. Las dos sonreían mientras se miraban y no podía entender nada. Hace un rato atrás ella estaba mal y ahora sonreía con un brillo en sus ojos y no era de querer llorar sino de otra cosa

-        Le estaba preguntando a ella si sos anémica o sufrís de baja presión o algo por el estilo, porque no creo yo que te desmayes así porque si – su voz hacía delirar mis oídos, era hermosa su voz.

-        No que yo sepa, solo que desde ayer al medio día que no almuerzo – mi prima agacho su cabeza

-        Ah, pero lo más importante es comer mujer. De todos modos te recomiendo hacerte unos análisis, para descartar cualquier posibilidad – de nuevo una sonrisa se formó al momento en que se levantaba de la silla y tomaba en sus manos unas bolsas que tenían dibujos de ositos – tengo que irme, pero espero que te hagas esos análisis por las dudas – con un suave gesto movió su mano en forma de saludo y se retiró, dejándome con la intriga de saber su nombre, de sus gustos, de todo lo que era, de querer conocerla

-        ¿Te pasa algo? – sus manos se pasaban por delante de mi cara tratando de llamar mi atención y lográndolo

-        Si solo que me quede ausente lo siento – le sonreí para despreocuparla – vos... ¿estás bien? Tenemos que ir al médico u hospital, no podes estar así

-        Estoy bien, después voy al médico – un suspiro se hizo presente y la mire intrigada – es hermosa esa chica. ¿viste lo que es? Es un sueño, es mi heroína y se convirtió en mi amor platónico en el momento en que vi sus ojos salvándome la vida – ¿qué es lo que está diciendo? Pero si es heterosexual esta piba, qué le pasa – no me mires así, es la verdad lo que digo, tiene unos ojos negros hermosos, vos con tus ojos verdes sos linda, pero ella con esos ojos oscuros, brillantes y ese pelo rubio corto lindo hermoso como ella… me volví lesbiana

-        ¿QUÉ DECÍS? – ahh, me comía la bronca, no puede decir eso. Hasta momentos antes estaba sufriendo porque su novio de 3 años de relación la engaño y ahora suspira por una mujer que ni conoce, pero que no puedo negar que es hermosa… ¿qué digo? Yo soy heterosexual, no me puedo dejar influenciar por idioteces de esta piba

-        ¿qué? Deja de mirarme así. Aparte no hablemos mucho que vos estabas igual o peor que yo, se te caía la baba al mirarla - ¿se me caía la baba? Eso no puede ser, yo la miraba normal – deja de poner esa cara mujer. Era broma, aunque de estar mal, estoy un poco mejor, no lo voy a negar. Mejor tomemos un café y después vamos al médico así de paso me olvido un poco todo lo que paso ayer.

Cada minuto y hora se repetía el momento en que sus ojos me miraron, no podía olvidarla. Y eso que no soy gay, pero esto de tener un amigo gay creo que es… contagioso o no lo sé, te influye a convertirte en uno más de ellos. Esto me está torturando. Necesito hablar con Sebastián, aunque no sé si podrá estar ocupado, desde anoche que volvió su amiga y se fue de nuevo que está preocupado. Mejor lo llamo más tarde, al salir del hospital.

La hora paso y Rocio, salió del hospital con un algodón en la mano, la muy exagerada decía que le sacaron como dos litros de sangre para los análisis. Después de volver a casa y contarle todo lo sucedió a mis padres y que pongan el grito en el cielo, llame a Sebastián, preguntándole como estaba – mal, preocupado. Se notaba en su cara que estaba mal. No sé qué hacer, la llamo y no contesta, llame a la casa de sus padres y su mamá me dijo que se había ido en la mañana y que todavía no regresaba. Me tiene preocupado y triste, no sé qué pensar – fueron sus palabras antes de escuchar como su voz se quebraba, se notaba que quería a esa chica y demasiado. Así que sin pensarlo me fui directo a su casa.

Cuando baje del colectivo camine unas cuadras hasta esa casa pequeña y blanca. Desearía tanto tener una casa así para mi sola, pero por el momento tengo que pensar en mi bienestar y el de mis padres. Golpee las manos y al rato salió Seba, con la cara triste y el celular en la mano. Me abrió la puerta y lo abrace tratando de transmitirle cuanto lo quería

-        Todo va a estar bien. Ella debe estar por ahí bien

-        Eso es lo que me preocupa – me despegue un poco de su cuerpo y lo mire – que este por ahí, hay tantas cosas que vos no sabes y que me preocupan – cerro la puerta de calle y entramos a la casa – toma asiento esta es tu casa. Vivís acá – dijo al mirarme parada todavía en la puerta

-        ¿Vivo acá? – pregunte confundida, sé que estuve por un largo tiempo acá pero no para vivir acá siempre. Ayude con los gastos y la limpieza, pero es una cosa muy mínima, algo menos de lo que aporto en mi casa

-        Si tonta, piensas que porque volvió Luz, ¿vos te vas a ir? – hice la cabeza hacia un costado como diciendo “es lo correcto” – no, vos vivís acá, aparte me gusta tu compañía y a Luz, le gustará también.

-        Eso no es cosa para hablar ahora – me senté al lado de él y lo abrace con el brazo derecho – hay cosas que no me contaste y quisiera saber

-        Bueno Luz es lesbiana – soltó sin respirar.

-        Eso quiere decir que si me quedo voy a vivir con un gay y una lesbiana. Que cosa trae la vida

-        Bueno, siento mucho tu homofobia. Si quieres te podes quedar – su voz algo enojada fue lo que me hizo entrar en razón de lo que había dicho

-        No lo siento Seba, no soy homofóbica. Lo dije sin querer

-        Está bien, no te preocupes. Como te decía, ella es lesbiana y durante este tiempo digamos que se hizo de unas muy buenas amigas – sus manos se entrelazaban, sin entender

-        Si tiene tantas amigas por qué te preocupas

-        Ay no entiendes. Ella no tiene de ese tipo de amigas, lo que paso es que anduvo con varias chicas las cuales la terminaron odiando y ya sabes cómo es una chica despechada y en ese estado.

-        Ahh ahora entendí, pero es grande para cuidarse Seba. Jodes tu día haciéndote una película de drama, te apuesto a que no le va a pasar nada y hoy o mañana ya va a estar con vos tomando un té – lo abrace y le di un beso en su mejilla, recordando esos ojos negros nuevamente – era hermosa – un suspiro se me escapo

-        ¿Quién era hermosa? – lo mire sorprendida. Creo que lo dije en voz alta - ¿te gusta una chica? – una sonrisa se dibujó en su cara y yo ahí callada sin poder emitir ni una sola palabra – no me muero, te gusta una chica. Conta, conta que me come la intriga – estaba muerta

-        No soy lesbiana, solo que me pareció linda la chica – “daaale, yo me chupo el dedo” fueron sus palabras mirándome.

Una semana había pasado desde el día en que le conté todo a Seba. Como él me dijo – si una chica te gusta, te gusta y punto, no tengas miedo de contarme lo que te pasa. No te voy a juzgar y si necesitas consejos decime. Aparte no está mal que te gusta una chica – desde esa tarde noche todo a mi alrededor cambio. Miraba a las chicas rubias, pero no había ninguna con pelo corto y que tengas esos ojos oscuros hermosos. Cada día que iba a trabajar temprano, la buscaba entre la gente, al volver del trabajo en la tarde la volvía a buscar entre la gente del colectivo y la calle, pero no la encontraba. Mi madre me preguntaba qué era lo que me pasaba, porque ya no dormía en la casa. Había decidido quedarme con Seba, su amiga durante esa semana que pasó ni apareció y él estaba triste, así que me quedaba con él para hacerle compañía.

Viernes a la noche. Con Seba, compramos pizzas y una que otras películas para pasar una noche como la anterior, para alejar todo problema y todo lo que nos pasó en la semana. Antes de empezar a ver las películas él me contó que había un nuevo mesero en el restaurant, en el que trabajaba y le gustaba, lo escuche atentamente dándole mis consejos y mientras me decía que extrañaba a su amiga me pregunto por mí, si había vuelto a ver a la chica de ojos negros, yo le dije que no y que anhelaba con volver a encontrármela. Sin hondar tanto en el tema, cortamos la pizza y nos fuimos al cuarto a ver las películas. La madrugada nos alcanzó y con la mandíbula y mejillas doloridas de tanto reinos nos levantamos de la cama llevando las cosas a la cocina y tirando lo demás. Me fui al baño a lavarme los dientes y después al cuarto en donde dormía.

Me acosté y mientras volvía a recordarla me dormí. La soñé de nuevo, con encontrarla en la misma cafetería. La abrazaba y ella me correspondía el abrazo, pero ejerciendo presión en mi cuerpo. Las nos sonreíamos, tomábamos un café mirándonos a los ojos, no hablamos. Solo nos mirábamos mientras sonreíamos. No había gente, no había hora, no había día ni noche, no había frio ni calor, no había nada, solo existíamos nosotras dos y nuestras tazas de café en nuestras manos. Ella en el momento en que dejaba su taza en la mesa se levantaba, con la misma ropa que la vi ese día, con una camisa celeste y un jean negro. Su pelo rubio despeinado y ese flequillo que caía a un costado de su cara tapando un poco de su ojo izquierdo. Era hermosa. Su cuerpo se acercaba al mío se inclinaba un poco y sentía mi corazón latir desbocado. Sus labios a escasos centímetros del mío, era un sueño.

Era un sueño, eso era todo. Eran distintos, pero siempre estaba con ella y en el momento en que me besaba me despertaba. Odiaba despertarme. Mire mi celular frustrada, las 11 am. Me levante desorientada y escuche a Seba hablar un poco enojado – no podes hacerme esto Luz – ¿estaba hablando por teléfono o su amiga volvió y qué le está haciendo? Me acerque a la puerta y la entreabrí unos insignificantes centímetros, no era chusma, solo que mi amigo estaba mal, lo escuchaba en su voz y si pasaba algo… – Sebastián, necesito tiempo – su amiga estaba en la casa, pero… esa pelea parecía como la de una pareja – Luz, no te vayas. No sabes cómo estuve con el corazón en la boca todos estos días, llamando a tu casa, llamándote a vos – si definitivamente esta parecía una pelea de pareja, tape mi boca antes de que me escuchen reír por lo que pensaba – cambie mi numero – esa voz tan tranquila. Creo que la conozco – es el colmo, yo perdiendo el tiempo llamándote y vos cambias el número. ¿Qué te pasa? No me digas que nada porque desde ese sábado en la noche me di cuenta que estabas mal… ¿verónica? – un silencio inundo la casa y yo con toda la intriga estaba abriendo un poquito más la puerta, quería ver y escuchar. Era como una novela – lo sabía, yo te dije que esa chica… Luz ¿dónde vas? Te estoy hablando – y ahora. Abrí la puerta casi completamente y salí haciéndome la recién levantada. Mire a Seba yendo detrás de una chica de estatura mediana. Tenía un gorro azul que hacía juego con su pantalón y lo que creo una camisa negra de mangas largas – me voy. Nos vemos otro día

La puerta se cerró y Seba se quedó ahí parado mirando no sé qué, ya que estaba de espalda a mí. No sabía qué hacer, hablar o volver al cuarto. Estaba indecisa, no sabía si ir y abrazarlo o quedarme parada congelándome los pies por la cerámica. Sin poder contenerme un momento más solté las palabras más inapropiadas que podía haber dicho “buen día”. Él se sobresaltó y se dio vuelta mirándome triste. ¿Qué había de buenos? No dije nada más, porque sabía que podía decir otra estupidez. Me acerque a él y lo abrace. Él se aferró a mi cuerpo

-        Todo va a estar bien. Necesita tiempo – dije mientras le daba un beso en la frente.

-        Lo sé, siempre está bien ella. Aunque este mal sonríe como lo hacía hoy. No puedo entender cómo es que después de no verla tres meses y que esa noche venga con esa cara, ahora aparezca sonriendo. No logro entenderlo

-        Tendrá sus razones, ya lo sabrás, solo dale tiempo. No sé qué le pasará, pero dale tiempo. Todo va a estar bien – el hizo una mueca y fue hacía la cocina. Me llamo diciendo para tomar el desayuno

-        Hoy voy a mi casa

-        Esta es tu casa – reí un poco

-        A mi otra cosa, la casa de mis papas – afirme sonriéndole – voy a pasar el día con ellos y mi prima que hace rato no veo. ¿Te gustaría venir?

-        No, hoy creo que hago lo mismo que vos – tomo su té y dejo la taza en la bacha. Odiaba que no lavara su taza – después la lavo, voy a cambiarme

-        Si claro, deja la lavo y me voy a bañar. ¿salimos juntos? – el asintió y se fue de la cocina. Me gustaba esta casa, me gustaba vivir con él, no sé cómo sería vivir con él y su amiga, pero tenía ganas de conocerla. Me fui a bañar y cambiar y en menos de media hora ya estábamos saliendo por la puerta.

Caminamos hasta la parada, yo tome el colectivo que me dejaba a una cuadra de mi casa y él se fue en otro. Llegue a mi casa y encontré a mis papá viendo la tele con mi prima, la cual estaba diferente desde la última vez que la vi. Los salude y después fui a la cocina a buscar a mi madre, estaba haciendo milanesas napolitana al horno con arroz y ensalada, esta señora sí que sabe cocinar. Hablamos por un lindo rato hasta que me mando con mi papá y mi prima. Mi prima vivía en mi casa desde el día en que la echaron de su casa por andar con Armando, su ex novio y desde hace tres años que no le hablan sus padres. Yo pienso que son unos tarados, está bien que sean testigos de jehová, pero ya el hecho de andar con una persona que no es de la congregación o algo así, que no es de ellos y después por unas tonteces más te terminen echando y ni te saluden después.

Me senté entre mi padre y mi prima. Estaban mirando volver al futuro, me gustaba esa película y bastante. En medio de la película papá me empezó a preguntar como andaba con el trabajo y del por qué me había ido de la casa, le conté algunas cosas y él al conocer a Sebastián, no dijo nada más. Seguimos mirando la película hasta que mi madre nos llama para poner la mesa y almorzar. Así fue, pasamos una linda tarde juntos, hablando y contándonos cosas. Papá decía que andaba mejor en el trabajo que no hacía falta que le pase dinero, pero eso no lo acepte, quería que ellos estén bien, quería lo mejor para ellos.

Luz

Camine durante un rato hasta cuando pasaba por mi cafetería preferida veo a una chica caminando tratando de agarrarse de algo y en ese momento la veo cayéndose hacia un costado, corrí, todo parecía en cámara lenta y antes de que se golpee la cabeza con el respaldo de la silla la tome entre mis brazos. Deje las bolsas en el piso y recosté a la chica. Veía sus ojos hinchados y una sombra bajo de ellos. Una chica, de pelo largo oscuro y de ojos verdes, los ojos verdes más hermosos que puede apreciar en mi vida grito Rocio, deduje que era de la chica que estaba en el piso ya que no era casualidad que dijera el nombre de una chica en ese momento. Le pregunte si se llamaba así y la chica hermosa asintió y empecé a hablarle a la que estaba en el piso, sino respondía tenía que actuar lo más rápido posible. Al momento de hablarle escucho un leve sonido de su garganta y siento su mano moverse débilmente.

Le pedí a la chica que me alcanzara una silla, necesitaba levantarle las piernas, se había desmayado. Ella me alcanzo y un mesero apareció, lo conocía era Juan, le pedí azúcar y agua. Con una hoja que no sé de donde saque le empecé a hacer viento mientras le preguntaba a esa hermosura si esta chica sufría de algo, ella solo me dijo que estaba mal. Vaya pensé que la conocía. Al ver a la del piso me di cuenta que abría los ojos y  se quería levantar, esta cosas de hoy en día, se desmayan y después quieren andar como si nada, sonreí un poco al pensar eso y le dije que se quedara como estaba. Solo un rato más necesitaba que esté ahí. Después de un momento la ayude a levantarse y sentarse y nos dimos cuenta que la hermosa chica seguía arrodillada en el piso. Me reí ni siquiera estaba prestando atención

La voz de la chica desmayada dijo Caro y la hermosa chica la miro, me reí parecía perdida, después de un momento se sentó frente de nosotras y yo le empecé a preguntar a la desmayada si sufría de algo, me dijo que no, pero que no había ingerido comida durante casi un día, está loca esta tipa, yo no puedo estar sin ingerir comida durante 4 horas y esta pasa todo un día sin comer. ¡Loca!. Después de que me cerciore de que tomara agua y coma dos cucharadas de azúcar, le dije que se haga unos análisis. Miré una vez más a esa hermosa chica de ojos verdes, cabello oscuro y unas lindas y generosas tetas que se dejaban ver gracias a su escote por la remera, las salude y me fui.

Con las bolsas en mis manos llegué a mi casa y fui directo hacía mi hermanito, le mostré a mi mamá lo que le había comprado y entre las dos, le empezamos a probar la ropita al momento que le contaba lo que me había pasado en el camino. Papá llego y al vernos vistiendo a Santino, se río – es un malcriado – dijo y nos reímos, era el único chiquito en la familia, eso que somos bastantes, un niño y tiene toda la atención. Mamá dijo que vayamos a almorzar que ella después bajaba que iba a darle hacer dormir a Santino. Al bajar la escalera papá, me contaba lo que había hecho en el trabajo, en los casos que veía en el sanatorio los viernes. Hablábamos mientras esperábamos a mamá para almorzar.

Después de días pasando con mis padres y Santino había decidido ir de nuevo a mi casa, Sebastián ha de estar hecha una fiera, porque así se pone el chico este. Me duche antes de acostarme y al terminar de poner la alarma me dormí. Me desperté recordando el día ese, cuando la vi, cuando me perdí en ese verde paraíso. ¿Por qué nunca le pregunte a Rocio sobre Caro? Eso que vi muchas veces a Rocio durante la semana, me la cruce y ella muy emocionada me hablaba, pero más de preguntarme cosas y decirme que se hizo los análisis, no me dijo más. Quería verla, quería no sé. No sé qué quería.

Me cambie y antes de salir salude a mi hermanito. Conduje por 10 minutos hasta llegar a mi casa, estacione y al entrar todo era silencio, fui hasta la cocina y me encontré todo limpio, habían cajas de pizzas en la mesa, pero lo demás todo en su lugar, ¿seguirá viniendo la chica de limpieza? Recorrí la casa un rato, fui a mi cuarto, todo estaba en su lugar, mi cofre cerrado, lo abrí y no había nada, este Seba encontró las llaves. Tendré que llenarlo de papas y chocolate de nuevo. Salí del cuarto y fui hasta el otro cuarto, sentía la necesidad de ir. Entre y vi que las sabanas tapaban a alguien – caramba este chico sí que no aprovecha – dije al pensar que hizo dormir a un amigo acá. Me acerque y vi un mechón oscuro y lacio en la almohada, me acerque más y vi esa cara, tan tranquila y armoniosa descansando en esa cama. Era Caro, durmiendo en mi casa, no lo puedo creer, ¿qué hace ella acá? ¿Conoce a Seba? Dios, ella esta acá.

No podía evitar acercarme, pasar mis dedos por los costados de la cama, me quede parada a un costado y la contemple durmiendo, quería ver esos ojitos verdes. Una sonrisa se forma con esos labios rosados tentadores, por un momento pensé que se hacía la dormida, pero no, dure mucho tiempo sin respirar y como estatua. La quería besar, la quería abrazar, la quería…

-        ¿Luz? – me congele al escucharlo - ¿qué haces acá? – no podía darme vuelta, no podía moverme. Si antes estaba congelada ahora peor. Sentía mi corazón latir con mucha más rapidez, mi sangre recorrer mi cuerpo, mis mejillas ardiendo – ¿Luz? – volvió a repetir y en ese momento me voltee y le sonreí ampliamente, ahora que la encontraba y admiraba el me interrumpe

-        Nada – cerré la puerta y pase por su costado sin saludarlo, no quería hacerlo, no quería que me viera así, él sabía muy bien por mi mirada si me gustaba alguien y en este momento me está empezando a gustar alguien.

-        ¿cómo que nada? ¿Luz dónde vas? – estaba empezando a molestarme su voz, me pare en medio de la sala – ¿por qué te fuiste así? ¿No me vas a decir nada, no piensas abrazarme o algo?

-        Vine a buscar unas cosas y ya me voy.

-        ¿no te vas a quedar? – negué sin mirarlo, no podía mirarlo, ni tampoco entendía porque actuaba así – no podes hacerme esto Luz

Sebastián, necesito tiempo – tiempo para pensar y sacarme de la cabeza a esa chica que esta acá en mi casa

-        Luz, no te vayas. No sabes cómo estuve con el corazón en la boca todos estos días, llamando a tu casa, llamándote a vos

-        Cambie mi número – le dije, era mentira, no había prendido mi celular desde esa noche en que me fui de lo de mi hermana

-        es el colmo, yo perdiendo el tiempo llamándote y vos cambias el número. ¿Qué te pasa? No me digas que nada porque desde ese sábado en la noche me di cuenta que estabas mal… ¿verónica? – ¿por qué tenía que nombrarla? Ni me había acordado de ella al pensar tanto en esos ojos verdes - lo sabía, yo te dije que esa chica… - no aguante, camine hacia la puerta sin importar dejarlo ahí –  Luz ¿dónde vas? Te estoy hablando

-        me voy. Nos vemos otro día – dije al momento en que salía por esa puerta dejando a Seba solo, bueno no tan solo. Pero es que el hecho de volverla a ver y de qué encima me hablara de Verónica, me molesto. Me subí al auto y maneje sin rumbo alguno.

Pase todo el día en la calle, en la noche compre comida y fui a la casa de mis padres a cenar con ellos, hablamos un poco, me preguntaban que andaba haciendo y que pensaba hacer durante este tiempo en que estaba libre. Le dije a mi padre en que me fijaría para empezar con algunas materias más de la universidad. Después de hablar y ver como mamá bostezaba y papá le terminaba de dar de comer a Santi, decidí irme a mi casa, quería arreglar las cosas con Seba, lo necesitaba.

Salude a mis padres y aunque se opusieron en dejarme ir tan tarde me fui igual. A la una de la madrugada llegue a mi casa, estaba todo oscuro. Metí el coche dentro de la casa y entre, más oscuro imposible. Me fije si estaba Seba, quería hablar con él, pero al entrar a su cuarto no lo encontré, asique tenía la casa para mi sola. Fui a mi cuarto sacándome toda la ropa y quedándome en bóxer me metí en la cama, quería dormir en mi cama, la extrañaba tanto a mi hermosura.

Carolina

Después de pasar todo un día con mis padres me fui a la casa de Seba, a eso de las 22:30 tome el colectivo, justo era el último que pasaba, asique tuve suerte. Llegue a eso de las 23 pm. No había nadie, al momento en que buscaba las llaves, Sebastián me llamo, diciéndome que no volvía a la casa, que no haga cochinadas, me reí por su comentario, hace rato que no tenía un novio y mucho menos ahora lo tendría si todo el día tenía en mi mente a esa desconocida. Entre yendo directo al baño, me estaba haciendo pis. Después de andar sin hacer nada, me duche y me fui acostar. Antes de dormirme, escuche un coche y alguien entrar a la casa, ese debe ser Seba, tanto que decía que no volvía termino viniendo. Me acomode un poco en la cama y me dormí.

La música retumbaba en mis oídos, este Seba es un loco. Es domingo y me despierta con la música a todo volumen, juro que lo mato. Me levante y me ate el pelo, mientras salía del cuarto. Había ropa en el piso, una camisa y un jean negro. No sabía que Seba usaba esa ropa, ni me acuerdo que ropa se puso ayer. Pase por la sala hasta ir a la cocina, bajo un poco el volumen de la radio y vi el cuerpo de una mujer en ropa interior. ¡No sabía que Seba se acostaba con mujeres! Esta chica tenía un cuerpo lindo, unas piernas bien formadas, el bóxer azul dejaba ver un lindo trasero paradito y redondito, su espalda era como decirlo, linda. Tenía un corpiño también azul, un tatuaje del signo infinito con unas palabras escritas que no pude ver bien. El pelo corto y rubio todo despeinado. Tiempo, rubia y con el pelo corto.

Me acerque un poco necesitaba verla, estaba a pasos de ella, pero no podía hablar, no entiendo porque cuando necesito hablar no puedo y cuando no tengo que hablar digo estupideces. Estaba en reprochándome cuando de repente ella se da vuelta y al verme grita y yo casi caigo de la impresión. Sus manos rodean mi cintura, su cara tan cerca de la mía. Ahora me doy cuenta de que sus labios siguen rojos, creo que ese es su color natural, tiene un lunar encima de su labio superior lado izquierdo. Sus ojos oscuros me miran directo y después baja la vista. ¿Está viendo mi boca o es mi impresión?… ¡carajo me moje! Por fin la volví a ver y en este estado. Yo con solo una remera, sin ropa interior abajo y ella en ropa interior, por cierto tiene unos senos pequeños, pero se ven lindos.

-        ¿Te gusta lo que ves? – su voz cerca mío me hace volver a mojar y más con esa pregunta, me siento muy caliente. Mi corazón palpita rápido, en cualquier momento se va a salir de mi pecho. La miro a la cara y no puedo evitar pensar en lo lindo que sería besarla.

-        Tengo novio – me salió de la nada y su sonrisa desapareció. Sus manos dejan de abrazarme y se va alejando de a poco

-        No creo que te vuelvas a caer – se da media vuelta dejándome ver su trasero y de nuevo subo mi mirada hasta ese tatuaje. El signo del infinito con unas palabras que no entiendo y en una tiene un corazón con colores y en la otra palabra en el medio tiene un 7

-        ¿qué significa ese tatuaje? – pregunto intrigada. Ella me mira de reojo y lava unos tomates

-        El símbolo infinito – me mira, una sonrisa ladina me regala y me siento desfallecer – uno de las palabras es en francés, significa amor, en vez de una o le puse el corazón con los colores de la bandera del orgullo – me mira y yo sin entender – del orgullo gay – ahhh ahora entendí

-        ¿y la otra palabra? – me acerco hasta la cocina, apoyando mi cuerpo en la mesada

-        Vida en inglés, amor a la vida, vivir por amor. En vez de tener una f es un siete. ¿sabes lo que significa el número 7? – le niego con la cabeza y ella vuelve a sonreírme – el número de la suerte, de la… - se distrae revolviendo la hoya y me mira - ¿sabes cocinar?

-        Sé un poco, pero no soy amante de la cocina – suelta una risita, y mi corazón vuelve a latir rápido. Me gusta verla cocinando en ropa interior. Se ve tan sexy - ¿qué es lo que haces?

-        Rabioles con tuco – se acerca a la mesada y empieza a cortar los tomates en cuadraditos a una velocidad que ni mi mamá corta – ¿te gustan los rabioles?

-        Si, como de todo – vuelve a mirarme y una sonrisa pícara se forma en sus labios, pero se queda callada mientras sale de la cocina y la música suena más fuerte

Vuelve y se pone a cocinar mientras canta, tiene una voz hermosa. Yo ahí embobada mirándola, no lo podía evitar, me gustaba verla así tan… linda, natural… perfecta. Mientras cantaba me miraba y sonreía. No puede ser tan bella. Deje de mirarla y me mire, todavía seguía con la remera y ni había desayunado y ni me cambie. Salí de la cocina sin decirle nada y fui al baño, necesitaba mojarme la cara, cepillarme los dientes y diez mil millones de cosas más.

Luz

Me arrope y sin darme cuenta quede dormida. No sé si ronque, pero al despertarme me sentí tan bien. Me hacía mucha falta mi camita. Me levante, fui a lavarme los dientes y refrescarme. Me quede con la ropa interior, total estaba sola, debía aprovechar el momento. Me hice un café bien cargado, me encanta el café, sin café no vivo. Mientras lavaba la taza pensaba en que hacer de comer. Es que soy tan comelona, pero no engordo, gracias a la contextura de mi familia. Busque en la heladera y la vi llena, es el paraíso esto. Unas cajas de rabioles en una mano y en la otra ñoquis, hice tatetí y ganaron los rabioles y busque para hacer tuco. Mientras dejaba las cosas en la mesada puse música. El mp3 con puro Rock nacional empezó a sonar y yo a cantar al momento en que estaba por hacer la comida.

Después de picar la cebolla y dejar de llorar por la muy roñosa que me hace mal. Es una mala cebolla. Puse la hoya con un poco de aceite a calentar y la puse a rehogar. Que se ahogue, por mala, jajaja. Saque los tomates de la bolsa, caramba el bol me había olvidado. La vi, detrás de mí y me asuste, sorprendí… todo, pero parece que ella peor, ya que casi se cae al momento en que se alejó de mí y yo ahí siempre a tiempo con mis reflejos la tome entre mis brazos y pegue a mi cuerpo. Encima las fachas en las que ando, peor no podría ser, me hubiera cambiado pero claro, si no sabía que estaba ella… stop que digo, bueno que veo. ¿Sus ojos están mirando mis pequeñas? Le pregunto si le gusta lo que ve mientras mi sonrisa crece y siento su corazón latir más rápido que el mío creo.

Tengo novio, esa respuesta no me esperaba, la suelto y me alejo, agarro los tomates con ganas de aplastarlos pero me calmo y los lavo. Me pregunta sobre mi tatuaje y le explico por encima, no creo que haga falta explicarle el significado en realidad. Mientras cocino hablo un poco hasta que salgo de la cocina para subir el volumen de la música y cocinar con más ánimo. Mientras canto y cocino la miro y le sonrío. Sin darme cuenta ella se fue y me quede cocinando sola, me gustaba sentir su presencia. Al terminar de cocinar la veo en la entrada de la cocina mirándome

-        ¿almorzamos? – ella asintió y yo me quede parada mirándola. Traía puesto un jean azul y una remera blanca. Descalza. Su pelo mojado caía por sus hombros. Su carita tan angelical.

-        Ya pongo la mesa – se paseó por mi costado dirigiéndose hacia la alacena, abrió la puerta de la derecha y se estiro para alcanzar los platos, en esa posición me dejaba admirar su lindo trasero, tan redondo, grandecito y tocable. Bajo los dos platos y cerro la alacena, ella solita puso la mesa. Se sentó y me quedo mirando, yo todavía seguía ahí parada observándola sin decir nada, pero ¿qué podía decir? Si todas las palabras me parecían inapropiadas. Me acerque despacio y me puse a servir la comida, me senté en frente de ella y comenzamos a comer - ¿cómo te llamas? – su voz hizo latir mi corazón, aunque pensé que sabía mi nombre

-        Lu…luz – dije casi sin voz, la mire y le sonreí de lado. Sus mejillas se pusieron rojas – tu prima me dijo que te llamas Carolina

-        Ahhh ese día, claro – negué con mi cabeza sin dejar de mirarla - ¿cómo? – un raviol con salsa entro a su boca y sentí una revolución dentro mío, como desearía haber sido ese raviol.

-        Las otras veces que nos vimos me conto un poco de vos, son primas – lleve el tenedor con unos rabioles y después la volví a mirar

-        No sabía que se habían vuelto a ver – sirvió los vasos con gaseosa – no hable mucho con ella en estos días, ya sabes… falta de tiempo con el trabajo. ¿trabajas?

-        Ehhh si – ¿qué le digo? ¿Soy mantenida por papá o me gano el dinero peleando? Creo que ninguna de las dos – ya sabes… lo normal. ¿qué edad tenes?

-        21 – aja, que linda edad - ¿y vos? – su mirada se centra en mí, ya que termino de comer. Yo apuro el tenedor y termino de comer.

-        18 – me siento tan pequeña - cumplo los 19 en diciembre y ¿vos?

-        En donde meses los 22 – sonríe - ¿vas a seguir comiendo? – niego con la cabeza – voy a lavar las cosas – se levanta y levanta las cosas sin dejar de mirarme y me doy cuenta que sigo en ropa interior, que vergüenza

-        Voy a cambiarme – me sonrojo y ella se ríe

-        Dale no hay problema – su espalda es mi única vista, la observo por unos segundos y la dejo sola.

Fui al baño a bañarme y cepillarme los dientes, después de hacer todo lo que debida, eso incluye cambiarme, volví con ella y pasamos la tarde conociéndonos. Hablamos de todo, nos contamos un montón de cosas, de nuestra infancia, gustos y hasta lo que hicimos el día de ayer. Las llaves sonaron en la puerta y esta se abrió, Seba entro sorprendido al verme, después de ganarme el enojo y un poco de pelea nos arreglamos con Seba y pedimos comida, pasamos los tres viendo tele, sin hablar pero viendo tele.

La amistad con Carolina se hizo presente, una buena amistad, a pesar de haber pasado un mes y medio, se acercaba su cumple y la verdad es que con Seba, planeamos un fiesta para tirar la casa por la ventana. Habíamos comprado bebida (alcohol) a morir, aperitivos y bueno nada, tenía a un amigo que es dj, cero problemas para la fiesta. Seba, le aviso a algunos amigos que conocía de ella y bueno, yo invite a una que otra amiga y varios de mis mejores amigos. Todo iba bien, solo faltaba que pasen los días. Y a medida que pasaban los días ella me gustaba más, era tan sencilla, tan tierna, tan perfecta.

-        Tu celular suena – me dijo Caro, mientras levantaba un poco la espalda así podía sacar el brazo y dejar de abrazarla. No quería atender.

-        Hola – escuche la voz de mi entrenador del otro lado saludarme y decirme que para el martes 10 de diciembre tenía una pelea. Dentro de dos meses. – no, habíamos quedado que esto no iba a seguir – dije algo molesta, era verdad, no quería seguir peleando, aunque me gustaba pero quería volver a estudiar y no iba a poder con todo. 20 mil pesos están en juego. Escuchar eso me hizo quedarme muda, era más de lo habitual – está bien, decime a la hora – mañana a las 4  – bueno, mañana HABLAMOS – dije y corte. Deje el celular en la mesita y mire a Caro – ¿pasa algo? – me senté e intente pasar mi brazo para abrazarla pero no quiso

-        Nada, cosas mías – dijo cruzando sus brazos y volviendo a mirar la tele. Le pasaba algo, el “nada” me lo confirmaba, es mujer y por su actitud algo le molesto. Me acerque a su mejilla y le di un beso - ¿y ahora qué? – dijo molesta alejándose. Estaba comprobado algo hice ¿será por el llamado? Na, tiene novio, aunque nunca lo vi y jamás hablo de él. Acá hay gato encerrado – quiero ver la tele tranquila – hay que bipolar, si ella es así yo soy peor.

-        Listo – Me levante, agarre mi celular y entre a mi cuarto cerrando la puerta fuerte. Me quede acostada mientras escuchaba música, no iba a dejar que se haga la enojada así de la nada y mucho menos iba a seguirle el típico juego de “dale decime que te pasa” y quedando como boluda, esa conmigo no va. Me estaba quedando dormida hasta que sentí que alguien se acostó al lado mío, tenía que ser ella, me di la vuelta dándole la espalda. Su cuerpo se pegó al mío y quito mis auriculares

-        Perdón – fue lo único antes de darme un beso en el cuello. Estoy frita, taquicardia y asma de nuevo. Sentí todo mi cuerpo temblar y aumentar la temperatura, no se daba cuenta que si me da besos en el cuello yo me derrito, me caliento…me convierto. Me di la vuelta y quedamos cara a cara, con nuestras frentes pegadas, sus ojos me miraban directamente. Nuestros labios estaban separados por escasos centímetros, y sin pensarlo comencé a acortar esa pequeña distancia hasta poder juntarlos

-        Hola ¿están? – la voz de seba nos hizo separar rápidamente y ella salió del cuarto

Carolina

Después de bañarme, me coloque un jean azul bastante ajustado y una remera blanca con escote, no sé el por qué, bueno si, quería que Luz me viera linda. Me peine y salí directo para la cocina, me quede mirándola, todavía seguía con la ropa interior, es tan hermosa. Ese tatuaje le queda tan bien, ella me vio y me pregunto si almorzábamos ya, yo le asentí y busque los platos, me pasee por su costado y al bajar dos platos me di cuenta que me miraba el trasero, okey esto es algo… excitante, sinceramente no pensé que fuera fácil buscar su atención. Mientras servía la comida empezamos a hablar y le pregunte como se llamaba. Mi Luz que ilumino mi vida al verme.

Después de almorzar, de ella irse a cambiar y yo lavar los platos pasamos la tarde hablando y contándonos un montón de cosas, sinceramente es muy graciosa y me cae bastante bien aparte de que me gusta más ahora, si solo con una mirada me gusto, ahora creo que me enamoro definitivamente, estoy en el horno. Sebastián llego y se armó la podrida, se pusieron a discutir un poco pero por suerte solo fueron unos minutos ya que se arreglaron rápido.

-        Quiero que me cuentes sobre Luz – me acosté al lado de Seba, estábamos solos en la casa, ya que Luz se había ido

-        Decime lo que queres saber y te digo – lo mire y una sonrisa se formó en su cara

-        Sus gustos y todo esas cosas, si tiene pareja… ya sabes – se sentó en la cama sin dejar de mirarme – ella es la chica que conocí esa vez y la que me gusta – su cara de asombro me lo dijo todo

-        Me dejaste sin palabras – me abrazo un poco, y la verdad es que no entendía el por qué – en la que te viniste a meter. Bueno Luz, es una chica especial – se le escapo una risita – sinceramente esta cambiada, no te voy a mentir, sé que está enamorada, su mirada cambio bastante, se le nota más alegre que antes. Se anda viendo con una chica, solo me dijo que se llamaba Rocío o algo así – me pegó un tiro o le pego un tiro a mi prima, se ve con Luz y ni enterada, pensé que fue por casualidad de las otras veces –  pero no sé si es esa chica o Cristina – alce mis cejas, ahora quién corno es Cristina – es una “amiga” – hace las comillas con sus dedos – trabaja en un local de… como decirte… es una chica que trabaja con su cuerpo en un local del tío de uno de sus mejores amigos – me dice todo de una y yo queda sorprendida

-        Ella va a… - no me salían las palabras

-        Si va a puterios, bueno a ese solo, porque su amigo es sobrino del dueño y bueno. Te cuento, a ultimo año de secundaria, con sus amigos planearon para ir, y de la primera vez que fueron conoció a Cristina, es una gran chica la verdad, su trabajo no es lo mejor pero bueno, no hay que juzgar por eso, como te decía, se conocieron y bueno, hasta ahora se siguen viendo

-        Estoy sorprendida, no pensé que ella iría a esos lugares, ni me imaginaba y mucho menos sabía que podían ir las mujeres ahí

-        Solo a ese lugar va por sus amigos y aparte para ver a Cristina, como te dije es una gran chica y ella va por sus amigos. No la juzgues, yo sí tendría un amigo iría – de nuevo me da una sonrisa, pero bueno que voy hacer – ahora te cuento más de ella. Sus gustos mejor porque si te sigo contando te desenamoras, jajaja – me río con él y le asiento -  le gusta el helado de chocolate y limón, no le gustan muchos los chocolates, ama las papas fritas, es adicta al café, sabe cocinar aunque eso ya lo sabías y muy bien ¿verdad?

-        Si – digo algo bajito mientras mis mejillas se enrojecen al recordar de cuanto nos vimos por segunda vez – pero olvida eso por favor que me da pena

-        Claro pena – me guiña el ojo – le gusta dibujar, leer y cantar pero no que la escuchen – con eso sí que me enamora, tantas cosas sabe hacer – que más decirte… ahhh si, cuando está enojada o le gusta alguien no hace contacto visual mayormente, si está nerviosa se rasca el pelo, se toca la nariz y el cuello – se acuesta al lado mío y mira al techo – creo que eso es todo, lo demás lo tendrás que ir descubriendo vos solita. La clave está en su mirada, sus ojos la delatan, si esta triste o ENAMORADA – me mira y sonríe mientras se levanta de la cama y camina hasta la puerta – le gustas y si se sonroja es tuya – termina diciendo antes de salir del cuarto dejándome sola

-        ¿Le gusto? - me pare rápido de la cama y salí buscando a Sebastián, cómo que le gusto, acaso ella le conto algo sobre mí y cómo es eso de si se sonroja – Seba – dije y vi entrar a Luz, me mira sonriéndome de lado y me sentí morir – hola – su mano se levanta y corre la vista

Los días empiezan a pasar y con Luz estamos más pegadas, podría decir que cada día me gusta más. Todos los días cuando me despierto para ir a trabajar, ya que me cambiaron de turno mañana en la fábrica, ahí está ella levantada con dos cafés para las dos, aunque tenga la re cara de sueño ella se levanta para hablar un poco a la mañana hasta que me voy. Hay días en los cuales hasta me lleva hasta el trabajo, es tan amorosa. También me va a buscar al trabajo, algunos de mis compañeros la vieron y trataron de acercase, pero si se enteraran que es lesbiana chau ilusión solo me queda reírme de ellos.

Salía del trabajo y ahí estaba ella, esperándome con su típica sonrisa de lado que me enamoraba, me acerque y la salude dándole un beso casi cerca de sus labios, sin querer lo hice. Ella se quedó congelada por unos segundos y me abrió la puerta del auto, yo solo me senté y espere hasta que ella se suba para poder ir a la casa. En el viaje ninguna hablo, ni cuando llegamos a la casa. Solo nos sentamos en el sofá a ver la tele, entre canal y canal terminamos las dos juntas, ella abrazándome y yo cambiando de canal, me encantaría estar así siempre, sería perfecto, menos el sonido feo ese. Mire para todos lados.

-        Tu celular suena – le dije, mientras me separaba un poco para que pueda sacar su brazo, al momento en que buscaba su celular yo ya me sentía con frío

-        Hola. No, habíamos quedado que esto no iba a seguir – mi atención se centró en ella, ya ni me importaba el frío o la tele, con quién estará hablando. Qué cosa no iba a seguir – está bien, decime a la hora – la hora para qué, me podría pedir la hora a mí –  bueno, mañana HABLAMOS – ¿hablar sobre qué? Ahhh esto no puede ser, capaz y es la zorra de Cristina, de seguro, Seba me dijo que la seguía viendo – ¿pasa algo? – su voz me hace apretar el control. Pasa que si no me decís quién carajo te llamo no te hablo.

-        Nada, cosas mías – le digo mirando la tele mientras cruzaba mis brazos, porque si no terminaba rompiendo el control. Siento su cuerpo acercarse y darme un beso en la mejilla, la mato, con un beso no me calmo – ¿y ahora qué? – con un beso no arreglas nada – quiero ver la tele tranquila – mentira, quiero saber quién era

-        Listo – se levantó yéndose al cuarto y dejándome sola. Que se piensa, que dándome un beso en la mejilla lo arregla todo, já, un beso en la boca arreglaría las cosas. Me quede haciendo zappin un rato hasta que vi que no iba a volver, creo que me pase. Apague el televisor y fue a su cuarto, estaba acostada. Me acosté y ella se movió dándome la espalda, no pude aguantarme, me acerque y le quite los auriculares.

-        Perdón – dije antes de besar su hermoso cuello y la sentí temblar. Se dio la vuelta y nos quedamos juntas con nuestras frentes pegadas y mirándonos. Ella se fue acercando hasta por fin besarme, sus labios rojos y suaves por fin eran míos, iba a profundizar el beso pero escuche a Seba hablar y me acorde del llamado y Cristina, mi enojo volvió y salí rápido de su cuarto

-        Hola hermosa – unos brazos apretaron mi cuerpo y del enojo me puse a llorar - ¿pasa algo?

-        Creo que me enamore – dije en su oído

Hola, este es mi primer relato, siento mucho si hay uno que otros errores lo que pasa es que mucho tiempo para corregirlo no tuve, así que de antemano digo mil disculpas.