¿Qué llevas puesto? (fragmento)

Traducción de un fragmento ofrecido libremente a los visitantes de la web de Pink Flamingo. Un día de cumpleaños

¿Qué llevas puesto? (fragmento)


Título original: What Are You Wearing?

Autora: Iona Blair, (c) 2001

Traducido por GGG, diciembre de 2003

Ludi y Helga vivían en una casa urbana, moderna, con vistas al puerto. Y, desde donde estaba sentada Meredith, podía ver los barcos navegando con sus velas sobre la línea del horizonte, mientras regresaban al mar solitario.

"Es la hora de la tarta," anunció Helga con su acento deliciosamente rico, mientras entraba con un enorme mejunje de helado blanco y rosa adornado con 51 velas. Estaba a punto de encender las velas cuando Ludi la detuvo.

"No, todavía no," dijo él, con una sonrisa enigmática, "¿no se te olvida algo?"

"Oh, claro," replicó Helga, y empezó a reírse, "vamos ahora Toni, no dolerá."

Meredith miró asombrada mientras Ludi llevaba su silla a la mitad del piso y Toni le seguía.

"Le va a dar una azotaina de cumpleaños," explicó Helga, con una risa sofocada. "Lo hace todos los años."

Toni se quitó su chaqueta dorada descubriendo sus grandes pechos, que parecían a punto de derramarse fuera de un escaso armazón a juego. Su trasero, grande y carnoso, tensaba los prietos pantalones de raso. Ludi era un hombre pequeño y delgado, de risa nerviosa y la única forma de que pudiera azotar a esta mujer de tamaño extra era su total consentimiento.

Se colocó cómodamente en la silla con los pies firmemente asentados sobre el suelo. "Ven, ahora," bromeó con ella, "es la hora de tu azotaina, se acabaron las excusas."

Toni se rió mientras se doblaba en su regazo. Sus pechos colgaban y se balanceaban como dos enormes melones, con todo al aire menos los pezones. "No me des demasiado fuerte tío Ludi, quiero poder sentarme mañana," suplicó, simulando temor.

"Sé que podrás," replicó con suavidad, y había una especie de caricia en su voz, "puedes confiar en mí." Mientras decía esto la sujetaba con una mano por la cintura y acariciaba suavemente su enorme trasero con la otra.

Toni estaba de puntillas con las manos apoyadas de plano en el suelo. Meredith temía que pudieran romperse sus apretados pantalones. Se preguntaba como su amiga podría permitir ser humillada de esta forma.

Ludi le aplicó un par de palmadas de prueba y dijo a Helga, "Vale Madre, estamos listos, empieza a contar."

"Uno," gritó Helga mientras la mano abierta de su marido bajaba con sonido de

bofetada sobre el trasero en alto de Toni. La azotó suave y firmemente, dejando descansar la mano sobre su trasero entre las palmadas. Meredith notó que los prietos pantalones de raso de Toni se habían clavado en la raja de su culo. Se sentía incómoda y avergonzada con esta extraña actuación, pero eso no era todo, se estaba sintiendo excitada sexualmente. Y esto la preocupaba y confundía.

Ludi azotaba a Toni metódicamente. Empezó dándole media docena de azotes en el centro del trasero. Luego le azotó la nalga derecha seis veces pero nunca en el mismo sitio. Empezó por la parte de arriba y fue bajando. Luego hizo lo mismo en la nalga izquierda. Y luego volvió a azotar el mismo punto, justo en el centro, entre las dos nalgas.

Era una escena increíble. Toni no se había movido ni hablado desde que se había doblado en el regazo de Ludi, aunque su culo se balanceaba y temblaba como gelatina bajo su incansable mano. Parecía rígida, con las piernas tensas y la cara sonrojada. Cuando Helga había contado 40 golpes, "Cómo Lizzie Borden," bromeó (N. del T.: el 4 de agosto de 1892 Lizzie Borden mató a sus padres con un hacha, 40 golpes a su madrastra y 41 a su padre, según una conocida cancioncilla), Ludi dejó de azotar a Toni.

"¿Estás bien?" le susurró con voz ronca, mientras su mano descansaba levemente sobre su trasero grande y brillante.

Toni asintió y separó ligeramente las piernas. Así que la azotaina la ha excitado, pensó Meredith, y se dio cuenta de que su propia vagina se estaba humedeciendo solo de mirar.

Cuando continuó la azotaina, Ludi sorprendió a Meredith quitando la mano izquierda de la cintura de Toni y colocándola sobre su trasero, presumiblemente para sujetarla, mientras azotaba la parte de atrás de sus muslos. Empezando en las rodillas le azotó tres veces el izquierdo, subiendo un poco cada golpe hasta llegar al trasero. Luego repitió la actuación en el derecho.

"Cinco más antes de acabar," le susurró, mientras volvía la mano izquierda a su cintura y la otra efectuaba un movimiento circular sobre su trasero.

Aplicó los últimos cinco azotes muy lentamente, justo en el centro del culo. Después de cada uno acariciaba lo que había azotado y le daba una serie de palmaditas. Palmadas de amor, las llamaba.

Toni gimió y movió el culo. Oh Dios, iba a ponerse en vergüenza, pensó Meredith, con su propio aliento entrecortado, jadeando rápidamente.

Helga no parecía notarlo sino que seguía como si todo fuera una enorme broma, mientras gritaba alegremente los números. Pero Ludi sabía ciertamente lo que estaba pasando y había disminuido el ritmo de los azotes para que Toni pudiera alcanzar el clímax.

Meredith tenía que hacer salir a Helga de la sala, pero ¿cómo? Claramente estaba disfrutando.

Desesperada ,agarró una taza y un plato y los volcó sobre el suelo embaldosado. La rotura y la consiguiente confusión permitieron a Toni mover el culo convulsivamente y alcanzar un clímax atronador, mientras Ludi la acariciaba suavemente, sus manos moviéndose por su trasero, y la parte trasera de sus muslos.

"Feliz Cumpleaños," le susurró, "¿te gustó mi regalo?"