¿Qué le hacen a la nueva? Cap. 1

Se presentan a los personajes de esta serie de relatos: Natalia, Marina, David, Jorge, Vicent y Nacho.

-Natalia Kathèrine Nichols Ferrer -dice la profesora de Literatura.

Una chica alta, de 1'70 de alto, levanta la mano tímidamente. La mitad de la clase gira la cabeza hacia ella, y la mayoría de los que la miran, no apartan la mirada de sus impresionantes ojos azules ni de su escote, a pesar de que éste es bastante escaso.

La chica posee unas curvas muy generosas, y exhibe una delantera de 125. Cintura estrecha y cadera redondeada, que provoca varias erecciones entre los chicos de la clase.

La profesora, Penélope, le sonríe con amabilidad.

-Eres nueva, ¿verdad? -Natalia asiente- ¿De dónde eres?

-Nací en California, me he mudado aquí este año -responde con una voz en la que, aunque vacilante, se nota un fondo de sensualidad.

Penélope asiente y sigue pasando lista. Natalia se va fijando en la gente a medida que la profesora dicta sus nombres, y se fija especialmente en un chico, Vicent. De complexión fuerte, cabello oscuro y unos penetrantes ojos color esmeralda. La chica se humedece de inmediato. El chico la mira un momento a los ojos y le sonríe, provocando que un dique se rompa entre sus piernas.

Cuando la profesora, también tutora, acaba de pasar lista, ordena a los alumnos que cojan las mochilas y se pongan en pie delante de la pizarra, ya que va a emparejarlos en las mesas.

-Marina Valls, con Nacho Cortés.

Los ojos de Natalia se dirigen hacia Marina, una escultural rubia de metro y medio. Es bajita, sí, pero su falta de altura se ve compensada por unos pechos tan inmensos, que parece que la casi transparente camisa blanca de la chica vaya a estallar. El chico, Nacho, es moreno de ojos castaños, nada fuera de lo normal, pero aun así con cierto atractivo. Pero Natalia se olvida de todos cuando escucha el nombre de su compañero:

-Natalia Nichols, con Vicent Rodes.

La profesora señala una de las mesas de la última fila, la que está pegada a la ventana y más cerca de la mesa de la profesora. Natalia se dirige a su sitio con paso vacilante, sin atreverse a mirar a su nuevo e impresionante compañero.

Cuando se sientan, el chico hace intentos por entablar conversación, y a Natalia le sorprende la dulzura de su voz.

-Así que... ¿Americana?

-Sí, aunque mi madre es valenciana, de Alcoi.

-Yo veraneo en Alcoy -dice el chico, para sorpresa de Natalia.

-¿Sí? Yo ahora que vivo aquí en Valencia veranearé allí, porque mi padre acaba de comprar la casa donde mi madre se crió.

Vicent la mira con una chispa divertida en sus hipnotizantes ojos, por lo que las mejillas de Natalia se cubren de rubor.

-Perdona, te estoy contando mi vida -se disculpa de inmediato.

Al contrario de lo que esperaba, su compañero se echa a reír, divertido.

-Da igual, me gusta tu vida.

Natalia lo mira con fascinación, pero en ese momento entra el profesor de Historia e impone el silencio en la clase. Natalia tiene que contener las ganas de silbar allí mismo.

El profesor es un tío impresionante, de casi dos metros, hecho de puro músculo. No pasará de los veintiocho años, y tiene unos ojos azules que quitan el hipo.

-J-O-D-E-R -susurra la chica del pupitre de al lado.

-Y que lo digas -responde Natalia con un hilo de voz.

El profesor deja su carpeta sobre la mesa, coge una tiza y escribe su nombre en la pizarra, seguido del nombre de la asignatura.

-Bien -dice girándose hacia sus alumnos-. Me llamo Héctor Rodríguez, soy vuestro profesor de Historia de este año. Sacad papel y bolígrafo y apuntad lo siguiente.

Se gira de nuevo hacia la pizarra, no sin antes clavar la mirada en Natalia, borra lo que ha escrito y comienza a escribir lo que darán ese curso y los criterios de evaluación. Cuando acaba, se guarda la tiza en el bolsillo, se hace a un lado, y se dedica a observar a Natalia mientras ésta escribe.

En un momento dado, se gira hacia su profesor de Historia, que le dirige una sonrisa cargada de morbosidad. Ella se ruboriza profundamente y sigue escribiendo. Deja caer algunos mechones de su cabello rojizo hacia delante, ocultado así al profesor de su campo de visión. Pero no puede negar que se siente más húmeda que si se hubiese dado un chapuzón en la piscina del instituto.

Cuando todos los alumnos acaban de copiar, el profesor decide que ya han hecho suficiente y que al día siguiente comenzarían ya a dar clase. La mayoría de los alumnos se ponen a cotorrear, y el chico que se sienta delante de Natalia se gira para hablar con Vicent.

-Joder, cómo está el cabrón -suelta con la voz ahogada.

Natalia lo mira con curiosidad; no parece homosexual, aunque nunca se sabe. Al fin y al cabo, ella es bisexual. Vicent ríe de pronto, sacando a Natalia de su ensimismamiento. Va a decir algo, pero en ese momento trona Héctor, el profesor:

-Casi se me olvida. Este trimestre haréis un trabajo sobre el imperio romano en época de Julio César por grupos. Serán de seis y los decidiré yo. Y no me valen vuestros grupos -dice enseguida al ver que muchos de los alumnos van a protestar.

Comienza a decir nombres hasta llegar al de Natalia.

-Natalia Nichols con Vicent Rodes, Marina Valls, Nacho Cortés, David Fernández y Jorge Giménez.

Cuando acaba de enumerar los grupos, el chico de delante, rubio de ojos azules, se gira de nuevo y le dice a Natalia y Vicent:

-Somos compañeros -sonríe ampliamente-. Soy David -aclara ante la mirada de Natalia.

Ella asiente y le sonríe ligeramente.

-¿Quiénes son los demás? -pregunta, mirando alrededor.

-Marina -Vicent la señala-, Nacho y Jorge -señala a un chico fornido, rubio de ojos castaños, que se sienta en la primera fila con un chico delgaducho y pelirrojo.

La chica vuelve a asentir y es entonces cuando suena el timbre. Todos guardan los bártulos y sacan los almuerzos. Natalia, Vicent y David salen juntos, pero enseguida se les unen Marina, Nacho y Jorge, comentando cosas sobre el trabajo.

-¿En casa de quién se hará? -pregunta Marina, con una voz suave como el terciopelo.

-Podemos hacerlo en mi casa, mis padres no vienen nunca hasta las once de la noche -propone Natalia.

-Entonces perfecto. ¿Empezamos hoy, ya que es viernes, y así ya lo tenemos? -comenta David.

Todos asienten, conformes, y van dispersándose hasta que sólo quedan David, Vicent, Marina y Natalia. Alegando que necesita beber, Natalia se dirige hacia una de las fuentes.

-Joder -dice Marina cuando Natalia ya no puede oírlos-. Ésa está MUY buena.

Los demás asienten y en ese momento llega Natalia. Pasan el resto del patio charlando sobre el trabajo, y acuerdan quedar todos a las cinco en la puerta del instituto. Entonces suena el timbre y suben todos a clase.