¿Qué.. haces aquí?
Bueno, esto no es mío, es de una amiga mía c: lo comparto con ustedes :DD
Y a era una tarde como cualquier otra vez, en que la chica llegó a casa, se encontraba afuera buscando entre sus cosas dentro de la mochila, las llaves para abrir la puerta. Al encontrarlas abrió la puerta, yacía el lugar en total silencio, no se encontraba nadie, camino un poco y dejo la mochila sobre la silla. Cuando iba a cerrar la puerta una mano se interpuso logrando detener, miro asombrada por esa acción que le impidió cerrar la puerta y apareció Liliana sonriendo.
-Hola, Fernanda.
-Hola… ¿Qué haces aquí?.-confundida dejaba de cerrar la puerta-.
-Vine a estar contigo, y… Sí, creo que sólo eso.
-Eh… Está bien.
-¿Qué pasa, eh?.-se acerco-.
-¡N-Nada! ¿Por qué no mejor vamos a comprar algún aperitivo?
-Claro… Te extrañe.-se acercaba un poco más mirandole los ojos-.
-Ah…
-¿Qué ocurre, tú no me extrañaste?
-Si lo hice… Es sólo que…
Le quedo mirando a los ojos, y tal vez percibía un poco de desanimo ante Fernanda, sólo se acercó sin decir absolutamente nada, y le robo un beso. Frente a Liliana, estaba Fernanda con esa mirada tímida que intentaba aparentar fortaleza, no la detuvo, ni la aparto, sólo quedaron unos segundos juntando sus bocas. Se separo Liliana intentando fingir que no le desesperaba que esta no hiciera la acción que ella deseaba al juntar sus labios.
No sabía la reacción de Fernanda, pues, se quedaba con sus ojos sorprendidos, tal vez se decepciono, pero, Liliana al intentar arreglarlo dirigió su boca hacía el cuello de la chica y aún continuaba esa inesperadividad que tenía Liliana, al llegar a su cuello, le dio un ligero beso, esto hizo que Fernanda “despertará” y mirará atemorizada a Liliana dandole un beso en el cuello, se emociono al instante, cerro un poco sus ojos porque tal cosa que le hacía sentir Liliana hizo que su corazón palpitará muy rápido. Dio un ligero respiro y miro hacía arriba con sus mejillas con un color que se marcaba carmesí. Tenía un sentimiento que no podía contener, y ella se detuvo y le dijo:
-Ya podemos ir a comprar…-cercas del oído le decía, retirándose un poco-.
-S-Sí.-sentía sus latidos muy fuertes-. Por cierto, ayer encontré tu libreta, estaba guardada en alguno de mis libros.-le señalaba-.
-Qué bien que la hayas encontrado.-le tomo su mano y sonrió levemente-.
-¡Vamos ya!.-se inquietaba por ese sentimiento y soltó su mano-.
-Hey…-miro hacía abajo-
-¿Qué?
-No, no es nada.-jalaba de la perilla-.
-Lili…-se recargaba sobre la espalda de Liliana-.
-¿Sí? ¿qué pasa?.-asombrada al sentirla detrás-.
-Algo te ocurre, ¿no es verdad?
-¿Por qué lo dices? Te equivocas…
-Tal vez sea eso…-la abrazo por atrás-.
-Fernanda, ¿me quieres?.-sus labios borraban una sonrisa-.
-¡Por supuesto! ¡te quiero mucho!.-sonreía al decirle-.
-A pesar de todo, ¿me quieres?.-miraba aún más hacía abajo-.
-¡Sí! A pesar de todo, Lili… No puedo dejar de quererte.-coloco su cabeza sobre su hombro de de ella-.
-Qué bueno…-la voz ya se oía baja-.
-¿Qué pasa?.-dejo de sonreír-. Recuerda lo bueno que hemos pasado, no te deprimas. Estoy contigo… Siempre lo estaré.
-Ya sé… Fernanda, lo sé bien. Sólo que…siento que te estás comportando indiferente conmigo, me hace sentir muy mal… ¿no te gusta que te bese? ¿ese es el problema?
-Es un malentendido…-recordaba hace un momento lo de la mano-.
-¡No lo es! Mejor me voy.-apreto la perilla-.
-¡Perdóname!.-decía recordando-. Tal vez suene patética en decirte… Pero es que siento algo fuerte cuando estás conmigo, no sé de que forma deba comportarme. Es algo grande que no puedo evitar, creo que te burlarás. No quiero alejarte, prometo no volver a soltar tu mano.-miraba entristecida-.
-Fernanda…-suspiro trantado de voltearse-.
-Quédate conmigo. No te vayas.-la abrazaba más fuerte-.
-No me iré.-recobraba la voz alegre-.Todo resulta un poco invisible de verlo, ¿no es así? Lo que sientes, y lo que siento yo. Ha sido mucho trabajo y esfuerzo llegar hacía ti. Sólo te diré que no será suficiente disculparse por haberme soltado la mano.-hacía reproche-.
-¿No? En verdad lo siento…-se lamento-.
-Deja de disculparte, ¿de acuerdo?.-lograba tomar sus manos, volteándo entre sí-.
-Entonces, ¿qué será suficiente?.-cruzaba ya su mirada con ella-.
-Tenerte entre mis brazos.-acerco levemente su frente con la de Fernanda-.
-Ya veo, hehe.-se sonrojo un poco-.
-No hay que deprimirse.-le acariciaba su mejilla-. No me gustaría verte llorar, mejor quiero seguir viendo tus mejillas sonrojadas… Eres sólo mía…-le besaba en la otra mejilla-.
-L-Lo sé… Me haces quedar nerviosa. Idiota.-miro hacía otro lado-.
-De eso se trata.-dejaba de besarle-. Fernanda, ¿sabes que quiero?
-Comprar un auto, y escuchar música, ¿no?.-le decía divertida-.
-Ehem… Aparte.-se frustraba-. Es algo muy importante.
-No lo sé…
-Te quiero a ti… Quiero a Fernanda.-sonrió con un poco de sonrojo-.
-¿Quién es esa?.-reía un poco-.
-He, tonta… Eres tú.-acurrucaba su cabeza en el pecho-.
-Sólo quería jugar. Haha…-acaricio su cabello con una de sus manos-.
-¿Jugar? Y porque cuando yo quiero jugar, te niegas.-medito-.
-¡A-AHHH! E-Es diferente, ¡es un juego diferente! No, ¡espera! No quise decir eso. Mira lo que me haces decir…-avergonzada dejo de acariciarle el cabello-.
-Yo no hice nada para que dijeras eso, pervertida.-sonrió picaronamente-.
-No soy perverida, tú lo eres.
-Si, lo soy, pero te amo.-la beso nuevamente-.
Los labios de Liliana y Fernanda estaban juntos dandose un tierno beso, la chica quien no podía evitar sonrojarse, sentía otra vez el sentimiento de hace un rato, cerrando completamente sus ojos dejándose a la merced. Ya nada podía impedir que ellas estuvieran juntas.
Cuando la lengua de Liliana se introdujo en la boca de Fernanda, de inmediato sintió esto a través de su boca, y dejo que sucediera aquel beso tan profundo que deseaba Liliana desde un principio. Ella cautivada por complacer su deseo, tomo de la cintura a Fernanda, y la llevaba poco a poco a un sofá que se encontraba cerca, empujando poco a poco. Mientras la besaba frecuentemente deniendose un poco y recuperar aire otra vez, le dejaba boca abajo haciendo que esto causará algo inesperado para Fernanda, pero a la vez, un desanimo porque no la vería a los ojos. Se dio cuenta de su desanimo así que acerco su boca al cuello dandole una ligera lamida, esto hizo que ella se estremeciera y apreto fuerte el espaldar del sofa, lo que ocurría continuaba y se agito un poco, Liliana coloco sus manos arriba donde estaban también las de Fernanda, pudo sentir que temblaban y se veían apretando el espaldar, se sorprendió pero continuo. Cuando Fernanda comenzaba a sentir una extraña sensación en su cuerpo, su parte intima se humedecía por lo que sintió vergüenza y le dijo que se detuviera, ella ante eso simplemente le seguió besando por el cuello y se detuvo por un momento diciendole que no se preocupará, cuando dirigió su mano a tocarle esa parte.
-¡Ahhh! Espera… detente.-le decía desde abajo-. Yo nunca he hecho esto.-agrego-.No tengo idea de que hacer, t-tengo miedo…
-Hehe… Fer.-eran pocas veces que le decía acortando su nombre-. También tengo miedo, es más, estoy temblando… Pero me tranquiliza besarte, quiero que lo disfrutes tanto como yo. Quedáte quieta… ¿ok?.-deslizo un poco su mano por ahí, y comenzo a bajar un poco el cierre-. Fernanda… ¿me amas?
-T-Te amo mucho Lili…ana.-respiraba rápido acortando sus palabras-.
-¿Quieres que me detenga? ¿eh?.-entonaba la voz-. No quiero presionarte a hacer esto.
-No te detengas… por favor.
-Vale…-le dijo tratando de bajar su pantalón-.
Así continuaron las cosas, el momento dado. Liliana acaricio lentamente por debajo de la sudadera que traía puesta Fernanda, bajo más sobre la sudadera y estaba otra prenda, hasta que llego a su piel, y la toco. Ella por su parte, se quedaba quieta, como le había dicho, le quito la sudadera junto con la prenda dejándole con el sujetador, la volteo cuidadosamente hacía arriba y la beso en los labios, terminando de deslizar el pantalón, cada vez más se humedecía su parte intima. Se separaron del beso, y el cuerpo de Fernanda estaba con sólo ropa interior, le dio otra vez vergüenza, e intento cubrir sus partes con las dos manos y Liliana al verlo, rió un poco quitando sus manos, las separo, casi atrapandola al sujetarle contra el sofa, mientras que con la otra bajaba su ropa interior de la parte baja. Dio un pequeño gemido y cerro sus ojos…
Dando permiso de proseguir con lo siguiente. Bajando su ropa interior se dispuso a acariciarle en su sexo. Dejo de sujetarla contra el sofa y con esa misma mano le trato de quitar el sujetador, Fernanda cooperó y lograron quitarlo ya dejando su cuerpo desnudo. Pero por esto Fernanda se extraño de que Liliana no sé quitará todavía la ropa, comenzo a ayudrle desde abajo, con una de sus manos desabrocho el sujetante, ya finalmente dio un deslize y ambas prendas le quito con rapidez. Ya Liliana bajo su cierre, pero en su intento torpe de hacerlo, no podía quitarse muy rápido el jeans y se vió a necesidad de que Fernanda le ayudará, ya después lo último era la ropa interior, y termino de bajarlo ella misma.
La sangre era bombeada rapidamente…. El color de sus mejillas, se encotraba totalmente excitada y sentía que un orgasmo podría venir en cualquier momento pero aún no querían que esto terminará pues apenas comenzaba. Haciendo movimientos circulares sobre el clitoris hizo que Fernanda perdiera el control y diera un fuerte gemido, no quería, quiso aguantarlo, colocando sus manos en la boca. Se vio de nuevo a tener que quitarlas: “Quiero escucharte…”
Esto que habían escuchado sus oídos la estremeció mucho, sin control, inclino su pubis y se aferro descontroladamente al sofa.
Su espalda también se encontraba en desventaja, de nuevo le fue dando besos y algunas mordidas, cuando ella quería abrazarla, es lo que más la tranquiliza. Enrredo sus manos por su cuello logrando tenerla como quería, las acaricias aún continuaban por todo su cuerpo, daba unos pequeños gemidos, y Liliana buscaba el punto exacto, el llamado “punto G”, que iniciaba su búsqueda, por la parte que yacía humeda. Por fin, la encontro, y metió su dedo, logrando que Fernanda no lo aguantará más y diera un fuerte gemido que hizo feliz a Liliana, seguieron, y hubo gemidos constantes dentro de la casa. Había llegado el orgasmo, con su respiración agitada y sus acciones que se volvieron un poco torpes, estaba llegando a su fin, abrazandola, cuando finalmente terminaron.
Liliana encima sobre el cuerpo de Fernanda, con una sudoración entre sus cuerpos, quedando entre sí, y descansando por haber hecho el amor.
Continuaron en el sofa, cuando Fernanda quedo dormida, tenía una sonrisa leve y suspiraba.
Por su parte, Liliana solo recargando su cabeza en el pecho de su novia, escuchando sus latidos y respiraciones, esto le dio cierta ternura y quiso frotarle un poco el pelo, fue hacía su mejilla y le dio un pequeño beso. La felicidad ante lo que había ocurrido no se podía evitar. Entonces se levanto recuperando su ropa y volviendose a vestir. Subió al cuarto de Fernanda para encontrar alguna sabana porque se encontraba con el cuerpo descubierto en el sofa, ya bajando se la coloco, y fue hacia la cocina a preparar algo. Pasaron unos minutos después de tanto esfuerzo no supo que hacer, y quedo mirando a la cocina con cierta tediosidad. Le vino a la mente a salir a comprar, entonces cerro la puerta silenciosamente para que no se despertará y camino bajando las escaleras. Aunque no se dio cuenta de que dejo las llaves.
En su camino iba en moto al supermercado, en cuanto Fernanda no se dio cuenta que Liliana salió, y siguió durmiendo. Llego al supermercado en busca de cualquier alimento de origen animal, o tal vez frutas, y en seguida fue a la caja para pagarlo, en un encuentro a sus espaldas estaba Santiago en la fila, de estatura alta, con un poco de su piel blanca, y cabello café, quien era un amigo del salón quien conocía a ambas chicas, quien la reconoció y le hablo, pronto empezaron a hablar. Al pagar las cosas, se fueron al estacionamiento.
-¿Y Fer? ¿Cómo está ella?
-Bien…
-¿Sabes dónde está?
-Sí, en su casa y tengo que irme rápido.-se dirigía cerca de la moto-.
-De acuerdo. Mandale saludos.
-¡Claro!.-se sentaba y comenzo a encender el motor-.
-Nos vemos, Liliana.
-Adios, Santiago.-se empezaba a ir-.
Ya alejandose del supermercado, continuaba acelarando, mirando a su paisaje que se tornaba cada vez más de noche, se dio cuenta que se había retrasado por hablar con Santiago.
Dentro de la casa, en el cuarto estaba Jacky, un cachorro de raza beagle que le había regalado Liliana, andaba muy inquieto al despertarse de su siesta de las tardes, corría dando vueltas, tirando cosas, por tanto ruido Fernanda se despertó, mirando a sus lados acostada todavía. Se incorporo y buscon con la mirada a Liliana, que todavía no llegaba, pues el supermercado se encontraba un poco lejos de casa. Le vino unos pensamientos negativos, tal vez ella la ha dejado y no regresará, o sólo fue en busca de eso. Pero los interrumpió, penso positivo y en sí, se entristeció algo, aún curiosa por los ruidos, fue directamente al cuarto, vistiendose ya, para ver si todo estaba bien, y abrió la puerta, y Jacky la recibió con brinquitos de felicidad, decidió cargarlo y bajar con él a la sala. Finalmente llego Liliana, estaciono la moto y al estar frente de la puerta busco en sus bolsillos, y recordo que no salió con llaves, tocó la puerta, tenía en el otro brazo una gran bolsa con varias cosas, en seguida Fernanda escucho, y pregunto quien era, escucho su voz, y se enojo un poco.
-¡No! ¿Qué facil, no? Te vas así y ya.-enojada le decía cargando a Jacky-.
-Lo siento, no te equivoques. Salí a comprar cosas, y me retrasé porque me encontré con Santiago, ¿ya? Estabas dormida, no quería despertarte.-insistió-.
-¡P-Pero!... Esta bien.-abrió la puerta dejando en el suelo a Jacky-.
-Hehe, no te enojes, ¿ves? Aquí tengo varias cosas.-le mostraba-.
-Ok...-se iba subiendo al cuarto-.
-¿Me ayudarías a cocinar? Estuve un momento pensando que hacer, pero no se me ocurre nada, así que… Por eso salí a comprar, para ver que platillos se podrán hacer.-intentaba alcanzarla-.
-No, no quiero.-siguió caminando hacía arriba ignorandola-.
-Lo siento… No quise molestarte.-seguía detrás de ella-.
-Es que… No es por ti. Ven aquí.-volteaba-.
-Que bueno que no te enojaste.
-Si me enoje, bueno, al menos un poco.
-Tranquila, no te dejaría sola.-fue a abrazarla-.
-¿En serio?.-jugaba-.
-Por supuesto.
-No es cierto.
-¡Si es cierto! No te dejaré sola.-abrazaba más-.Entonces, ¿me ayudarás a cocinar?
-Claro.
Ya en la cocina, comenzaron a preparar varios platillos, entre ellos postres, postres, y cuando hacían un pastel, Liliana jugando le soplo harina a la cara. De tan solo ver su cara, se río, y Fernanda se enojo y le comenzo a soplar también. Pasaron horas, cuando por fin, terminaba de hornearse. Ambas estaban agotadas, después de terminar se retiraron y Fernanda se sento en la silla, diciendole que en verdad costo trabajo.
-Wow, nunca había cocinado tanto.-sonreía en sí-.
-Ni yo… he… ¿lo haremos otra vez?.-la miro a los ojos-.
-¿Qué cosa?
-Lo sabes bien.-reprochó-.
-AHHH ¿¡QUÉ!? E-EH… P-Pervertida.-exalto-.
-¡No me referia a eso! ¡pervetida tú! Me referia a que si volveremos a cocinar.
-Ah… ya. Claro, pero en otra ocasión, ¿te parece?.-se miro apenada-.
-Pero si quieres también lo otro.-volvió a cruzar su mirada con la de ella-.
-¡Sabía que tanta inocencia me es imposible!
-Pero te amo… hay que volver a hacerlo.
-Estas hablando, ¿en serio?.-le señalo todavía exaltada-.
-Por supuesto…
-Debes estar bromeando, ¡nooo!.-se quito enseguida el tenis tratando de arrojarselo-.
-¡Ah! Fernanda…-esquivaba-. ¿Por qué no?
-Porque no quiero que te vuelvas adicta sexual.
-¡QUÉ! Nunca me volvería eso, o tal vez…
-¡Ya iré a hacer tarea.-seguía su camino-. Pero antes…-se acerco nuevamente mirandole a los ojos, de un suspiro después, le dio un beso en la mejilla-.
-Me haces tan feliz, Fer…
-También tú…
Fin.