Que gusto saberse cornudo
Aquella tarde de invierno mi mujer me sorprendió al regalarme unos cuernos inesperados.
La historia que nos acontece se desarrolló sin estar yo presente pero la complicidad con mi mujer la puso en mi conocimiento y yo en la de todos vosotros.
Judith, mi mujer, suele darme de vez en cuando el placer de verla follar con otros hombres cosa que me encanta, pero en esta ocasión no le dio tiempo de avisarme y me tuve que conformar con oírlo de sus labios.
Un día de invierno la llamó por teléfono Julia para tomar café; Julia es una de esas amigas de toda la vida en la que mi mujer confía y viceversa. Es soltera y dueña de una pequeña empresa.
Quedaron en una cafetería cercana a casa y enseguida le contó para que la había llamado. Le dijo que hace una semana habían venido a nuestro municipio unos técnicos del servicio telefónico con la tarea de renovar las líneas ADSL para dar unos nuevos servicios avanzados, al tener que hacer cambios en las centralitas de las empresas tuvo la ocasión de conocer a Javier, el chico al que le tocó hacer el trabajo en la empresa de Julia.
Javier es un chico de 38 años, 6 más que Julia, atractivo y de buen carácter. A ella le gustó el chico y le preguntó que cuanto tiempo estarían por aquí trabajando, él le dijo que un par de meses aproximadamente.
Julia le contó a mi mujer que el sábado por la noche había salido a tomar unas copas con su amiga Amada y que se habían encontrado con Javier, el cual al acabar la noche acompañó a Julia a casa y esa misma noche se acostaron. Le dijo que estaba casado y que eso le daba aun más morbo.
Me lo tienes que presentar le dijo mi mujer a Julia.
Pasaron un par de semanas y mi mujer llamó a Julia para quedar y que le pudiera presentar a ese novio temporal que se había echado su amiga.
Se vieron en un bar, Julia apareció con Javier y los presentó a ambos.
A mi mujer le pareció un chico muy atractivo y por la expresión que vio en su cara adivinó que ella también le había gustado a él. Los 3 pasaron media hora charlando, las miradas de Javier hacia mi mujer eran cada vez más intensas pero Judith pensó que ese chico no era para ella ya que estaba con su mejor amiga.
Pasaban los días y de vez en cuando tenían la ocasión de saludarse por la calle, Judith notaba que Javier era demasiado amable y simpático con ella; le daba la impresión de que el chico trataba de conquistarla.
Una tarde al salir del trabajo, mi mujer se dirigió al hipermercado para hacer un par de compras, la casualidad hizo que se encontrara allí con Javier.
Judith que sorpresa!!! dijo él.
Hola Javier ¿qué haces por aquí? preguntó ella.
Pues mira me hacían faltan algunas cosas y me he dado un paseo hasta aquí. le respondió Javier.
Hace mucho frío hoy ¿verdad? comentó ella.
Pues sí, debería haber traído el coche porque está helando y me voy a pelar en el camino de vuelta. dijo Javier.
No hombre te puedo llevar yo que he venido en coche dijo Judith a su amigo.
Pues me vas a hacer un gran favor. dijo él.
Salieron del hipermercado y se montaron en el coche, Javier miraba a Judith de arriba abajo. Ella dándose cuenta de las descaradas miradas de Javier aun se ponía más encantadora con él.
¿Nunca te han dicho que es una pena que estés casada? le pregunto Javier.
Una pena por qué le respondió ella.
Pues porque debe de ser una delicia hacer el amor con una mujer como tú le dijo él sin cortarse un pelo.
Judith no se sorprendió para nada de los comentarios de Javier y deseándolo tanto como él la deseaba decidió ir directa al grano.
Vamos a ser sinceros Javier, tú eres un hombre casado y te estás follando a mi amiga Julia. le dijo Judith.
Él sonrió y le respondió: Si, pero ni mi mujer ni nadie va a saber nunca que yo me he follado a Julia.
¿Y quién va a saber si me has follado a mi? le comentó ella.
Javier ya había puesto su mano sobre la rodilla de Judith, mirándola a los ojos recorrió su pierna y comenzó a acariciar su coñito por encima del pantalón vaquero.
Bueno, ¿nos vamos a quedar aquí? preguntó Javier.
No hombre!! No seas impaciente respondió ella.
Judith dirigió el coche hacía una carretera abandonada cercana al hipermercado, a la salida del pueblo. Ya eran las 6 de la tarde, en invierno noche cerrada, apagó las luces del coche y dejando la calefacción encendida, se trasladaron al asiento de atrás.
La luz de la luna llena era el único testigo de la escena, Javier pasó su brazo por detrás de mi mujer y se inclinó hacia ella besándola directamente en los labios, se miraron a los ojos, se sonrieron y se fundieron en intenso morreo.
Hace un mes que deseaba este momento dijo él.
¿Y por qué no me lo has dicho antes?, yo también lo estaba deseando. respondió ella.
Hombre eres una mujer casada, ¿por qué no me lo has dicho tú a mi? le interrogó él.
No quería fastidiar el plan de Julia ni que lo supiera nadie comentó mi mujer.
Se volvieron a besar apasionadamente como queriendo recuperar el tiempo perdido. Están abrazados y sólo se escucha la respiración de ambos mezclada con el ralentí del motor que rompe con el frío exterior.
Javier desliza sus manos hacia abajo y comienza a mirar y a acariciar los pechos de Judith por encima de la americana, ella le acaricia el cuello y lo vuelve a traer hacia sí buscando sus labios para introducirle la lengua y besarlo a placer.
Él le da lo que ella le pide y vuelve a besarla pero sin parar de acariciar sus tetas, con suavidad desabrocha la chaqueta y la blusa y deja a la vista el sujetador.
Javier se detiene para observarla y comienza a besarla en el cuello, lame el lóbulo de la oreja y recorre con su lengua el cuello para llegar a la altura de los pechos, se los besa por encima del sujetador. Ella mientras tanto se quita la chaqueta y la blusa, él aprovecha para acariciarla por completo a la vez que, con maestría, le desabrocha el sujetador dejándolo caer.
Los pechos de Judith lucen majestuosos ante la mirada de su amante, Javier se inclina y comienza a lamer los pezones de mi mujer suavemente haciendo círculos con la lengua sobre ellos, para, posteriormente hacerle una mamada de tetas que a Judith la hace respirar profundamente.
¿Te gustan cariño? preguntó ella.
Tienes unas tetas preciosas respondió él.
Pues aprovecha que ahora son tuyas le susurró ella de manera pícara.
Él siguió mamándoselas al tiempo que desabrochaba el pantalón vaquero ajustado que esa tarde llevaba mi mujer y que tan bien le quedaba. Ella lo ayudó y se lo quitó quedando con su tanguita negro como única vestimenta.
Javier acarició el cuerpo de mi mujer de arriba abajo introduciendo la mano por debajo del tanguita. Ella separó las piernas todo lo necesario para que su amante le pudiera sobar el coñito con facilidad.
Nunca pensé que tendría esta oportunidad le dijo él.
La besaba con dulzura mientras la masturbaba. Ella respiraba con más intensidad mientras su coñito se mojaba y calentaba cada vez más.
Javier también estaba excitado y se desnudó rápidamente, estaba completamente empalmado; le quitó el tanguita mientras ella miraba su polla erecta. No era una polla excesivamente larga pero si bastante gruesa.
Se acomodó en el asiento y le pasó el brazo por detrás del cuello a ella acariciándole la nuca, ella sin dejar de mirarlo a los ojos alargó su mano hasta la polla de Javier cogiéndosela y notando lo dura que estaba. La comenzó a acariciar lentamente, Javier con la mano en la nuca de Judith hizo el gesto de inclinarla un poco hacia delante, ella supo instantáneamente lo que su amante demandaba y se inclinó por completo, haciendo desaparecer la silueta de ella que desde afuera del coche hubiese podido contemplar un hipotético mirón para quedar a la vista sólo la de él. Javier echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y suspiró profundamente; mi mujer se acababa de introducir su polla en la boca y comenzaba a chupar con suavidad la punta.
Joder que delicia de mujer susurró él.
Judith en silencio le mamaba la polla suavemente, la recorría con la lengua, le pasaba los labios por la punta haciendo estremecer a su amante de placer. Se la introducía por completo en la boca al tiempo que le acariciaba los huevos.
Que gruesa la tienes cielo, me llena la boca enterita le dijo Judith.
Esto si que es una mamada y no lo que hace tu amiga Julia le respondió él.
Esa idiota no sabe lo que hay que hacerle a un hombre con una verga como la tuya comentó mi mujer.
Se la volvió a chupar con destreza, no dejando ni un centímetro sin lamer, la apretaba con la mano para comprobar su dureza; a mi mujer le encanta cuando una polla está bien tiesa, y ésta lo estaba.
Le hizo una mamada majestuosa, de las que a ella le gusta hacer cuando está con un hombre que la merece. Irguió de nuevo su cuerpo para sentarse a caballo encima de Javier cara a cara. Le cogió la polla y comenzó a pasarse la punta por la raja del coño que a esas alturas ya estaba completamente empapado por la calentura. Estuvo jugando con él durante un rato hasta que Javier agarrándola de la cintura empujó el cuerpo de Judith hacia abajo al tiempo que le clavaba la polla dentro del coño.
Judith dio un fuerte y seco grito de placer, el gusto que sentía en el coño era bestial, esa gruesa polla le rozaba las paredes vaginales como ninguna otra lo había hecho antes, comenzó a mover la pelvis para comprobar que lo que estaba sintiendo era real gritando por el placer que le causaban los primeros contorneos, los labios de su coño estaban bien abiertos, su clítoris sobresalía completamente excitado, Javier se lo miró y pasó la yema de su dedo gordo sobre él incrementando el placer de ella.
Hasta aquel escenario, una curva de una antigua carretera abandonada, llegaban vagamente los reflejos de las luces de los coches que circulaban por el nuevo trazado, las cuales al dar una leve claridad a la zona hacían que Judith sintiera un morbo aun más intenso al saberse allí desnuda follando con un hombre casado que por más inri era el amante de su mejor amiga.
El sólo hecho de pensar que la pudieran pillar la ponía cada vez más caliente.
Javier bombeaba con fuerza su gruesa polla en el coño de mi mujer mientras ella jadeaba cada vez más y sus tetas botaban ante la mirada lasciva de él.
Así cielo jódeme bien le gritaba ella.
Él se afanaba a chuparle las tetas sin dejar de follarla, Judith jadeaba con tanta intensidad que parecía faltarle el aire, sus jadeos comenzaron a transformarse en gritos, su orgasmo era inminente, al cabo de un minuto no pudo más y un largo grito de placer indicó a Javier que debía incrementar el ritmo de la follada porque ella llegaba a su fin.
Ella terminó su maravilloso orgasmo y él la miraba con la satisfacción de haber hecho bien su faena. Se sentó a su lado, él le acariciaba todo el cuerpo, a ella le temblaban las piernas de placer.
Joder tío que gusto me has dado follas de maravilla dijo Judith.
Agradéceselo a ella respondió Javier mirándose la polla.
Judith se reclinó de nuevo sobre la herramienta de Javier engulléndola con avidez, se la mamaba con ganas al tiempo que se la meneaba.
Muy bien chúpala zorra gritó él.
La mamada intensa que mi mujer le realizaba hacía estremecer a aquel hombre de placer, cuando no pudo aguantar más Javier gritó: ¡¡Me voy, me voy!! Judith sin sacarse la polla de la boca comenzó a menearla rápidamente, apenas 2 segundos después un chorro de leche salió con fuerza salpicando el interior de su boca. Él gritaba de placer, ella seguía meneándosela para sacarle hasta la última gota.
Cuando acabó ella lo miró a los ojos mientras por sus labios brotaba la caliente corrida de Javier.
Vaya corrida comentó él.
No lo jures respondió ella sonriendo y mostrando el semen a su amante.
Joder tío son la siete y media, me tengo que ir dijo Judith.
Se vistieron rápidamente y lo llevó en el coche hasta donde él estaba residiendo, se despidieron y ella se dirigió a casa.
Al llegar le dije: ¿Cómo es que has llegado hoy tan tarde?
Ella me relató lo que le había pasado poniéndome tan caliente que no tuve más remedio que follármela.