¡Qué fuerrrte!
No sabía que la lefa de un jovencito de 24 años fuera tan preciada como el oro.
¡Qué fuerrrte!
Hoy, como un día cualquiera, mi polla estaba revoltosa y cansado de los tradicionales "cinco contra uno" me decidí a acudir a un céntrico servicio público de la ciudad.
Cuando entro, solo veo tres personas, dos de ellas entradas en edad y un joven negrito. Decido situarme en los urinarios que hay tras ellos para que no estemos amontonados, tras unos minutos de espera, parece que el baño se va calmando y nos dejan solos. Empiezan los tejemanejes de manos en movimiento para endurecer nuestros rabos, yo, cansado de volver el cuello decido darme la vuelta y mostrar mi falo erecto a todos, ellos al ver mi reacción me siguen.
Genial, esto se anima pienso- pero apenas pasando un ratito en el cual estábamos todos con las venas hinchadas y con un buen ritmo de paja, se oye la puerta. Interrupción. Nos damos la vuelta y hacemos con que orinamos.
Llega un señor y un chico latino, los urinarios están completos, se hace otro silencio y nosotros seguimos a lo nuestro, nos damos la vuelta y seguimos pelándonosla. Era casi una orgía en unos baños públicos con el morbo del "¿nos pillarán?", uno le cogía la polla al otro y éste al otro y éste a su vez al siguiente...
Los tamaños de las pollas eran variables, la mía, de las más grandes, rosada venosa, gorda y de tamaño medio, después del joven negro, un buen nabo curvado a la izquierda y unos buenos huevos, bastante apetecibles, a mi otro lado, un señor de entrada edad con una tripa cervecera que pa´qué, su rabo era gordo y muy venoso, no muy largo pero bien morboso.
Los de los demás, eran "pichucas" tímidas que apenas asomaban de su bragueta pero que sus dueños, calentísimos, suspiraban y sacaban la lengua a modo de estar comiendo un pollón.
Con semejante espectáculo, empiezan a temblarme las piernas, sin querer se me escapa un gemido ahogado y empiezo a expulsar lefa de mi rabo, intento acercarme al urinario pero la gente me retine y algunos de ellos, ponen la mano bajo mi rabo para que les caiga algún chorro de lefa, yo no doy crédito a lo que veo, pero sigo corriéndome, grandes trallazos, estoy muy excitado. Cierro los ojos para concentrarme en echar todo mi néctar y cuando los abro, veo a uno de los señores mayores, lamiendo la mano de otro, la mano que había dejado caer mis primeros chorros de lefa
Sin seguir dar crédito, la situación me parece tan absurda que me empiezo a reír a carcajada limpia, lo siento, no lo podía contener. Saco un puñuelo, me limpio la polla y me dirijo a los lavabos a lavarme las manos.
Cuando salgo por la puerta, veo que mi corrida ha sido sólo empiece de una gran orgía en el que en el momento de salir yo de allí, el jovencillo estaba enculando al señor que su vez le estaban comiendo el miembro...