¿Qué es el infierno? 8

Buenos días Padre. –escuché una dulce voz, del susto casi se me para el corazón, con astucia me baje la sotana-. ¿Lo digo bien? Nunca antes he venido aquí.

¿A no? ¿Y que es? ¿Amor? Anda ya, no sabes que es eso. Estás obsesionada por tu primera presa que no has cazado y hasta que no lo hagas no se te irá esa obsesión. Tu naturaleza no es respetar los gustos y decisiones de los humanos, es hacerlos tuyos y someterlos, ahí encuentras el placer y al no dejarte hacerlo estas volviéndote loca por ella.

-          Perfecto. –una voz masculina a lo lejos se escuchó.

-          Mierda. –comentó Jana-. Nos ha visto.

-          ¿Quién?

-          El hijo de los Crawford.

-          ¿Qué hace aquí? ¿Y que ha visto? –pregunté molesta sin entender nada.

-          Busca guerra y la ha encontrado, ahora sabe de Kate y tu obsesión hacia ella.


-          ¿Y de que le va a servir? –pregunté confusa.

-          Para dominarte. Ahora tiene un As bajo la manga, te la puede jugar fácilmente. Es más, no debemos perder a Kate de vista. –y al terminar suspiró profundamente.

-          Pues que la cuide su prometida. –murmuré a regañadientes.

-          Ya se ha ido por completo, no consigo captar su presencia. –respondió distraída.

-          ¿Qué? –repliqué.

-          El chico, que ya debe haberse ido a su casa porqué en km de distancia no lo percibo.

-          ¿Y cómo lo percibes? –era muy preguntona, pero todo el mundo lo haría en una situación similar.

-          Es como mimetizarte con la madre naturaleza, puedes percibir en qué posición está un árbol aunque esté muchos km. A ver cómo te explico.. digamos que es como si conectaras con el universo y pudieras ver más allá de lo que tus ojos no alcanzan. Como si literalmente el universo te hablara. Por ejemplo, verdad que cuando conoces un sitio aunque estés a oscuras puedes saber dónde está tal objeto o puerta, eso es porqué lo tienes memorizado y puedes imaginarlo, pues viene a ser lo mismo pero siendo desconocido, el mundo te revela tu alrededor. Y en el caso de una persona es fácil.

-          Sigo sin entenderlo. –ella rió.

-          Ya te lo enseñarán en tus clases, a rastrear objetos, a correr por el bosque con los ojos vendados, te falta mucho por descubrir.

Seguimos hablando de nuestros ‘poderes’ mientras seguíamos a Kate hasta su casa, una vez seguras de que estaba a salvo nos dirigimos a nuestro ‘mundo’ secreto.

-          Pero hay algo que no entiendo. –murmuré y ella me observó a la espera de ver que disparate decía.

-          A ver, dime. –respondió al ver que no hablaba.

-          ¿Por qué nunca un humano a entrado aquí?

-          Sí entran, solo que bajo nuestro permiso. Es un lugar que ellos pueden pasar por delante pero no verlo, es como invisible hasta que alguien les da el poder de verlo. Es simplemente magia, cosa que solo los sobrenaturales podemos captar.

-          Aaa..

-          ¿No te ha quedado muy claro no? –se reía de mi constantemente.

-          Pues.. no. –murmuré avergonzada.

-          Hey, poco a poco. ¿Si? –su mano agarró mi barbilla con suavidad hasta dejarla frente a la suya. Yo me limité a asentir.

De golpe sentí el silencio. Todos los árboles que nos rodeaban parecían desaparecer, ningún sonido interrumpía nuestras miradas.

-          Chloé.. –susurró cerca de mis labios, haciéndome sentir la calidez de su boca.

-          ¿Si? –respondí con un hilo de voz.

-          Nada. –se acercó todavía más-. Solo quería decir tu nombre. –sentí mi cuerpo llenarse de energía.

Su mano me acarició el labio inferior que estaba temblando. Se acercó muy lentamente hasta que sus labios rozaron levemente los míos. Una terrible descarga estática nos interrumpió el beso.

-          Cálmate, o si no cada vez que te toque me vas a electrocutar. –yo tan solo me sonrojé-. Vale no pasa nada, olvídalo. –intentó agarrarme la mano y sucedió de nuevo pero esta vez en nuestros dedos. Me soltó de golpe.

-          Perdona. –murmuré débil.

-          Al contrario, me gusta. Por alguna razón me excita. Nuestras energías chocan. –sus ojos se iluminaron con su verde prácticamente fosforito-. Ahora puedes electrocutarme tanto como quieras que no me dolerá. –sus manos agarraron de nuevo las mías y me acercó a ella. Mi corazón latía como si yo fuera a ser devorada.

Sus labios se acercaron de nuevo a los míos, esta vez sin vacilar. Fueron directos a besarme. Finalmente se unieron sin interrupción. Santo cielo o Santo infierno, me daba igual como se dijera, pero los besos se sentían mucho mejor de lo que había imaginado toda mi vida. Por más que me besara era algo maravilloso. Esa suavidad, la manera en que resbalaban entre ellos, en como su lengua humedecía mi boca provocándome un cosquilleo desquiciante por todo mi cuerpo. Sin querer le mordí el labio causándole un poco de sangre.

Me desquicié. La empujé contra un árbol dejándola acorralada y puse sus manos tras ella indicándole que las dejara ahí sin moverlas. Lo cual hizo sin resistirse, me sorprendió.

Sin importarme en absoluto desgarré esa camiseta que llevaba de tela fina y color rosado. Ella gimió. Me limité a observar sus pechos que seguían cubiertos por el sujetador. Incluso a través de el podía ver como se marcaban sus ‘diamantes’, pareciendo querer perforar la tela y deseando unos besos. Es más, mi lengua también me pedía a gritos que los besara.

Con delicadeza y a su vez decisión fui deslizando lentamente un tirante por su hombro y aprovechando la desnudez de este lo besé para luego seguir el largo de su clavícula hasta su delicado cuello. A pesar de que fuera de mi misma especie, el simple hecho de tener un cuello entre mis labios era tentador. Tuve que alejar mis labios de semejante tentación ni si quiera sabía si era correcto alimentarse entre nuestra especie.

Opté por regresar a su boca entreabierta que respiraba con dificultad. Mi mano seguía agarrada con firmeza al tirante de su sujetador, lo solté de manera que quedó un tanto arrugado, mi mano subió acariciando su hombro para luego volver a bajar, pero esta vez por su pecho. Sin mucha paciencia de caricias leves le agarré el pecho izquierdo con demasiada euforia. Se sobresaltó mientras a su vez soltaba un gemido en mi boca.

-          Chloé.. –murmuró entre besos con un tono algo tenso, solté sus labios y la observé con miedo.

-          ¿Estás bien? –pregunté confusa.

-          Hoy estás muy dominante.. –comentó extraña, me reí para mis adentros.

-          O tú estás muy sumisa. –la reté. Entonces esbozó una sonrisa y observé en ella como sus colmillos se afilaban como si de alfileres se tratase. Esta vez sentí un miedo más profundo y excitante a su vez.

-          ¿Ya está? ¿Eso es todo? ¿Sonrió y te vuelves sumisa? Qué fácil eres elegida.. –me miró con deseo y en un brusco y rápido movimiento intercambió nuestros lugares, esta vez yo estaba acorralada contra el árbol.

Me besó con rapidez, poco me daba a introducir mi lengua en su boca, iba demasiado rápido. Su respiración tan agitada me sorprendía nunca la había escuchado tan.. excitada.

Con ambas manos sujetó mis nalgas y me elevó sin problemas, haciendo que mis piernas rodearan sus caderas. Eso debía ser mala idea. De esa manera su pubis se clavaba contra el mío y eso me provocaba sentimientos que nunca antes había tenido. Era como tener un parque de atracciones en mi vientre que nunca cesaba, al contrario parecía expandirse e ir cada vez más rápido adaptándose a los movimientos de Jana. Soltó mis labios para concentrarse en mi cuello que lo succionaba con sus labios con delicadeza. Teniendo mis labios libres me daba cuenta de que no podía aguantar mis jadeos. Eso me provocaba una terrible vergüenza y hacía que un ardor me subiera por las mejillas que a su vez se juntaba con el color anterior que tenía de mi excitación. Esa sensación de que tus mejillas van a explotar como si del mismo infierno se tratara en ellas.

Su pubis que se movía en forma de embestidas empezaba a acabar con mi propia vida. Mi ritmo cardíaco parecía querer avisarme de que entraría en parada. Tampoco podía hacer nada, estaba débil y completamente sumisa a sus movimientos y besos. Me soltó el cuello y sentí su respiración jadeante en él, cada vez se la escuchaba más rápido.

Soltó sus manos de mis piernas por las que me estaba aguantando y se aferró al árbol detrás de mí, yo seguía aferrada a ella con mis piernas. Sentía mis costillas oprimiéndose y mi dificultad al respirar, todo eso solo me provocaba más placer. Debería ser masoquista, porque a pesar de sentir mis costillas como si fueran a romperse solo me enfocaba en que eso me encantaba. Se aferró más fuerte al árbol y comenzó a gemir más intenso, sentía mi entrepierna gotear.

-          No.. –gimió con dificultad-. No puedo aguantar.. más.. –su voz pronunciando esas palabras me enloqueció y el parque de atracciones que sentía en el vientre ahora parecía ser un lluvia de meteoritos. Me ardía y temblaba sin control, aferré  mis dedos a su espalda y soltó un brusco gemido. Acto seguido un olor a sangre invadió nuestro entorno. Solo pude cerrar los ojos y sentir el fuego que arrasaba mi vientre bajar por mis ingles, provocando que una especie de lava hirviente recorriera toda esa zona, hasta finalmente sentir como salía de mí con intensidad. Pero mi tensión no cesaba, deduje que era porque Jana seguía con sus embestidas en mi sobresaliente y excitado clítoris. Entonces la escuché a ella soltar un prolongado gemido junto con sus últimas y muy bruscas embestidas. Sentí un ‘crack’ en el interior de mi cuerpo, junto con un dolor muy desagradable que se juntó con que no podía respirar.

Jana dejó de hacer fuerza para darme un poco de espacio, sentí un ‘crack’ en mi interior de nuevo, más doloroso que antes, solo que luego pude respirar con normalidad de nuevo.

-          Perdona. –murmuró avergonzada.

-          Es la primera vez que te veo avergonzada. –sonreí observándola desde una altura mayor a la suya, dado que seguía entre sus brazos.

-          Bueno.. –carraspeó-. No creo que sea agradable sentir una costilla romperse y luego sanar de nuevo.

-          Lo haría otra vez sin dudarlo. –incliné mi cabeza para darle un dulce beso. Realmente corto ya que seguíamos agitadas y necesitábamos algo de aire. Me soltó suavemente hasta que mis piernas alcanzaron el suelo de nuevo y un extraño sonido desgarrador la hizo gemir de nuevo.

-          Uoops. –exclamé asustada observando mi mano llena de sangre por haberla tenido clavada en su piel.

-          Puedes hacerlo. –comentó al verme prácticamente babeando mientras observaba mis dedos.

-          ¿Cómo? –pregunté confusa.

-          Lámelos. –señaló mis dedos y se acercó de nuevo a mí. Cogió mi mano y la llevó entre sus labios mientras limpiaba de sangre uno de mis dedos. Su boca cálida succionando mi dedo abrió mi parque interior otra vez. Cuando lo soltó con su boca ensangrentada, se acercó para darme un beso. Eso si fue el beso más erótico y sabroso que jamás había sentido.

-          Estás buena. –murmuré con un gemido, como si estuviera saboreando chocolate-. Quiero decir de sabor. No de.. –intenté corregir-. Que no digo que no estés buena físicamente, que eso también es.. –me interrumpió con otro beso.

-          Si sigues actuando tan sumisa y delicada no podré parar de follarte. –esa última palabra retumbó en mi cabeza. Ella se alejó y se recompuso la ropa, mirando su camiseta rota.

-          Hazlo. –murmuré con un hilo de voz.

-          ¿Qué? –me miró confundida sin parecer recordar sus anteriores palabras.

-          Que me.. –me costaba pronunciarlo-. Folles tal y como has dicho.

-          Ah.. –sonrió y se acercó a mi acorralándome de nuevo contra el árbol-. Todo a su debido tiempo. –susurró en mi oído-. No te preocupes que una vez lo haga, luego no pararé. –me temblaron las piernas y me sujeté a ella de nuevo.

Le sonó el teléfono. Hablaba con Dana sobre donde estábamos y que le trajera ropa. Yo me reía escuchando su conversación, esa mujer que por cierto era humana, debería estar curada de espantos. Yo si estuviera en su lugar tendría mil preguntas para hacerle a Jana sobre que hacía y porqué siempre necesitaba ropa.

Volvimos a casa. Pasaron varios días en los que casi no la veía, ya que prácticamente estaba internada en la escuela de vampiros. Junto a niños pequeños que aprendían a defenderse y yo era la única mayor, soportaba las burlas de los de mi edad que observaban mis clases.

Eran simples las clases, como las típicas de defensa personal, en cámara lenta y poco a poco observando llaves nuevas.

Soportaba todo aquello solo porque quería poder rondar por el mundo humano siempre que quisiera. Sobretodo quería ir a ver a mi doctora favorita antes de que se casara. Cuando por fin me liberaron unos días, Jana rápidamente vino a buscarme junto a Alex  y su queridísimo amigo que ligaba con Jana. Me dieron la feliz noticia de que por fin pasaríamos dos días en nuestra casa humana, sin nuestros padres.

-          ¿Ahora qué queréis hacer? –preguntó Alex una vez dentro de nuestra antigua casa. Yo miré a Jana, ella sabía que solo pensaba en ver a Kate.

-          Podríamos jugar un poco. –comentó el amigo mirando a Jana.

-          ¿Y si vamos a una iglesia? –comentó Jana. Todos la miramos con cara de estupefactos.

-          ¿Podemos entrar en las iglesias? –pregunté como una tonta y Alex se rió.

-          Claro, ¿Qué crees que te vas a derretir una vez dentro? –dijo con ironía.

-          Calla Alex, tu hiciste preguntas peores. –respondió Jana-. La primera vez que viste un ajo saliste CORRIENDO. –recalcó en tono más fuerte su última palabra. Yo me reí y el puso cara de fastidio.

-          ¿Igualmente por qué deberíamos  ir? –preguntó fastidioso.

-          Me gusta follar allí. –respondió con tranquilidad y perversión lo cual al chico le llamó rápido la atención y el convenció a Alex de que fuéramos.

Nos desplazamos a pie hasta una iglesia. Jana y yo vigilábamos al cura mientras los otros dos se comportaban como críos por allí, simulando películas de demonios mientras uno cogía un crucifijo y el otro hacía como si agonizara.

-          Metete allí. –comentó Jana de pronto-. Rápido. –parecía distraída observando algo.

-          ¿Se puede saber qué quieres hacer dentro del confesionario? –le pregunté confusa-. Encima es muy pequeño casi no cabemos.

-          Rápido transfórmate en el cura.

-          ¿Qué? ¿Por qué iba a hacer eso?

-          Hazlo. Confía en mí. A mi me encanta hacer eso. –intenté recordar lo mejor que pude la imagen del cura y cuando pestañeé pude notar que mi ropa había cambiado. Me toqué la cabeza, era raro tener el pelo corto.

-          Esta corbata extraña me ahoga.

-          Se llama alzacuellos y estate quieta que viene alguien. Bueno quieto. –y se rio por lo bajo.

-          Ave María Purísima Padre. –escuché a alguien decir por la ventanilla. Jana me hizo un gesto de responder, pero no sabía qué decir.

-          Sin pecado concebida. –susurró Jana a mi oído.

-          Sin pecado concebida. –repetí yo cara a la mujer que me saludaba, me sudaban las manos. La verdad la confesión de esa mujer fue muy aburrida, solo hablaba de su marido. Por suerte se fue y Jana me miró con orgullo feliz de que lo había hecho bien. Entonces me dio un dulce beso en los labios.

-          Espérame aquí que voy al baño un momento.

-          Está bien. –murmuré asqueada de quedarme sola. Entonces me puse a pensar en mis partes.. y una fuerte necesidad de levantarme la sotana y observar por primera vez lo que sería el miembro de un hombre. Así que lentamente la fui subiendo, realmente me resultó bastante desagradable observar lo que eran ‘mis’ piernas peludas.

-          Buenos días Padre. –escuché una dulce voz, del susto casi se me para el corazón, con astucia me baje la sotana-. ¿Lo digo bien? Nunca antes he venido aquí. –su voz dulce fue confirmada cuando la vi a través de los agujeros de esa ventanita.

-          ¿Kate? –murmuré sin darme cuenta.

-          ¿Cómo lo sabe? –preguntó asustada.

-          Ee..mm.. me lo acaba de decir al presentarse.

-          ¿Sí? Ni cuenta me he dado, serán los nervios.

-          ¿Nervios por qué? Hija mía. –tuve que aguantar la risa al pronunciar ese hija mía.

-          Verá, yo no soy muy creyente pero mi pareja si.

-          Entiendo, pero ¿por qué estás aquí entonces? –no sabía muy bien que decir, yo si que estaba nerviosa.

-          Pues vamos a casarnos en unos días y ella quería que viniera. Sí es una mujer, no eche por favor. –comentó asustada-. Solo lo hago por ella, así se sentirá mejor.

-          Está bien entonces. –intentaba sonar seria ya que a mi la homosexualidad me encantaba pero religiosamente no sería común que un cura se viera tan abierto a eso.

-          ¿Entonces qué debo hacer? –preguntó dudosa.

-          Lo normal es confesar aquello que te atormenta. O crees que sea incorrecto para ti.

-          Bueno la verdad, hace un tiempo tengo unos sueños muy extraños.

-          ¿Qué clase de sueños? –pregunté curiosa.

-          Eróticos. –me faltó el aire momentáneamente.

-          Con.. –me costaba hablar-. ¿Con su prometida? –me estaba pasando demasiado de morbosa, quizás se enfadaba y se iba.

-          La verdad no. –le costó decir-. Eso es lo que más me asusta estando tan cerca de la boda.

-          ¿Entonces de que tratan? –mi curiosidad y excitación aumentaban a un ritmo inadecuado.

-          Sobre una mujer imaginada por mi subconsciente, nunca antes la he visto. Es.. pelirroja. –mi corazón dio un vuelco.

-          ¿Qué más? –pregunté sin apenas respirar ni parpadear.

-          Una mujer con muchas pecas en su rostro y unos ojos más verdes que la misma naturaleza. –no podía dar crédito a lo que estaba escuchando.

-          ¿Eso es todo? –quería saber con todo detalle que pensaba.

-          No.. –respondió avergonzada-. Ella es.. una especie de demonio, cada noche aparece en mi cama con sangre en su cuerpo. Pero lo extraño de eso es que me excita verla así, nunca se de quien es la sangre, tampoco me importa. Tan solo me observa desde la oscuridad de la habitación mientras ciertos reflejos de luz exterior la realzan. Y sin aguantarme empiezo a masturbarme mientras me observa con unos ojos que le comienzan a brillar.

-          Joder.. –murmuré muy bajo.

-          ¿Cómo dice? –preguntó ella.

-          Nada hija, sigue.

-          ¿Seguro quiere que siga? –preguntó con su tono dulce y avergonzado. Yo en cambio simplemente observé un terrible bulto creciente bajo mi sotana. Tragué saliva muerta de excitación

-          Sí. Debes contarlo todo para liberarte de ese sueño. –obviamente solo dije eso para saber su continuación.

-          Está bien. –se aclaró la garganta-. Entonces veo sus ojos acercarse a mí lentamente hasta subirse gateando a mi cama mientras me separa sutilmente las piernas. –sentía terribles deseos de tocarme, a pesar de no saber muy bien cómo usar mi ‘nueva’ herramienta. Entonces siento su respiración en mis partes y en ese momento volteo mi cabeza mirando a mi novia y le susurró un perdón por adelantado.


Espero que os guste.

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Lady.