¿Qué es el infierno? 6
Una terrible pérdida.
Pasaron a la habitación y al darme la vuelta observé más detenidamente la habitación, era
rosada, rosa palo en las paredes, igual que la cama con algunos toques beis. La cama tenía
brazos en cada pata que subían casi hasta el techo y eso hacía que en cada palo de madera
cayera una cortina.
Volví a la realidad al escuchar a Jana riendo mientras estaba sentada en mi cama, MI cama
junto a ese chico.
La miré con odio y ella me miró sorprendida.
Salí de la habitación.
A medida que me alejaba de MI habitación comenzaba a escuchar gemidos bastante asquerosos para mí. Aunque no pude evitar reírme, ojalá cuando fuera como mis padres estuviera así de activa. Entonces muchas dudas me invadieron, ¿a qué edad dejamos de envejecer? ¿y.. Cuántos años tenían realmente mis padres? Esa última pregunta me resonaba en la cabeza hasta que una mano me alcanzó el hombro haciendo que diera un salto y me quedara enganchada en el techo.
- Tranquila que soy yo. ¿O ya no quieres verme? –comentó Jana en tono dulce.
- ¿Có..?
- ¿Estás allí? –respondió adelantándose a mi como siempre-. Tu sola te mantienes enganchada en techo, suéltate.
- Está muy alto. –puso los ojos en blanco, era cierto esa mansión enorme y antigua tenía unos techos altísimos, imposible tocar el techo ni con una escalera normal de mano, debería ser muy especial.
- Vamos yo te cojo. –levantó ambas manos en mi dirección. Yo me limité a reír observando su postura. De hecho le veía un poco el ‘canalillo’ del escote y cómo se movía con su respiración y sus palabras. Pero el sonido de unos pasos me sacó de mis perversidades.
- ¿Has encontrado a mi hermana? –preguntó Alex apareciendo por el pasillo.
- Está.. –respondió mirándome y se quedó en silencio. La confusión invadió su rostro y comenzó a mirar en todas direcciones en mi busca. Yo no entendía nada.
- Veo que no. Déjala ya vendrá. –la cogió del brazo e intentó llevársela de nuevo a mi habitación.
- Ahora iré, un minuto. –se soltó de él y se quedó sola otra vez-. Chloé, ¿Dónde estás? –murmuró en voz baja.
- Aquí, ¿dónde voy a estar? –no me hizo caso alguno-. ¡JANA! –chillé más fuerte, tampoco funcionó, por qué me ignoraba.. Con rabia salté cayendo justo frente a ella.
- ¡Joder! –murmuró después de chillar al asustarse-. ¿Dónde narices estabas?
- No me he movido del sitio. –miré al techo.
- Si claro y yo me lo trago, ninguno te hemos visto.
- Si te he hablado, chillado de todo y no me escuchabas. –mi confusión iba a más.
- Ah vale. –suspiró y yo fruncí el ceño-. Hay que enseñarte a usar tus poderes cielo. –me dio un beso en la comisura de mis labios y eso me enfureció, ¿por qué ahí y no en mis labios? –veo que tus padres se lo pasan bien. –se comenzó a reír y yo como niña que no sabe enfadarse también me reí.
Esta vez se acercó de nuevo a mí y me besó, solo un beso que me provocó ganas de más. Jamás creí que los besos fueran así, siempre en las películas eran como muy románticos, sensibles. Que también lo eran, pero nunca creí que fueran tan eróticos y excitantes.
En su respiración escuché una leve sonrisa dulce y al abrir los ojos la vi observándome con diversión. Se divertía bastante observando mis reacciones y eso me avergonzaba todavía más.
Inconscientemente volví a mirar en su escote, claro que esta vez lo tenía frente a mí a pocos centímetros.
- Mucho mirar y luego nada. –con su mano en mi mentón hizo que mi mirada regresara a sus ojos que comenzaban a brillar.
- Yo.. es que.. –tartamudeé.
- Tú. –susurró provocadora-. Debes aprender a soltarte más. –se acercó de nuevo a mis labios tentadora.
- Sí. –un diminuto sonido salió de mi boca para darle la razón.
Se escuchó una puerta abrirse, era posiblemente mi hermano. Jana observó su móvil e hizo un sonido de protesta.
- Es la hora. –me miró.
- Estoy nerviosa, es extraño.
- Créeme, esos nervios no son por eso. –me guiñó el ojo.
Apareció tras ella Alex con su amigo que ya se iba, Jana me cogió por la muñeca y nos dirigimos al salón. Ya estaba todo calmado no se escuchaba nada. Pero antes de llegar mi padre nos detuvo para hacer que cambiáramos el lugar de reunión y vi gente de limpieza organizar el salón.
- A eso le llamo yo sexo salvaje. –murmuró Jana en un tono muy bajo.
- Cállate. –Alex y yo sonamos al unísono.
Entramos en una sala con una mesa gigante y unas sillas de diseño, la chimenea encendida daba un toque más relajado a la sala.
Mi hermano se sentó de una de las cabezas de la mesa, mis padres a un lado y nosotras al otro.
- Empecemos cuanto antes. –comentó mi madre mirándonos uno a uno.
- Lo más simple es empezar con el chico que os habéis encontrado.
- Ya te explicaron. –murmuró mi madre mirando a Alex y Jana-. Tu <> en este mundo, lo que eres y lo que podrás hacer. –mi padre le agarró la mano a mi madre que en su voz se notaba nerviosa-. El mundo.. es decir.. bff.. básicamente siempre se necesita un equilibrio. La madre naturaleza siempre busca el equilibrio, se manifiesta con catástrofes como llaman los humanos, pero catástrofes que provocan ellos al dañarla, no se si me explico, es un ejemplo. El humano maltrata la tierra, la tierra al necesitar el equilibrio, llueve, tiene sequía, tornados, todo para buscar su equilibrio. Pues contigo es lo mismo.
- A ver si me concentro, ¿me intentas decir que yo existo para equilibrar la tierra?
- Algo así. Para combatir el mal, se necesita el bien, para que deje de existir el machismo debe existir el feminismo hasta que haya una situación neutra para todos. Pues tu vendrías a ser la salvación.
- ¿De quién? –pregunté algo más asustada.
- De la familia del chico de antes. –comentó mi padre.
- Pero, ¿Por qué?
- Ellos querían ser los mejores de nuestra especie y se juntaron con todo tipo de ser sobrenatural para hacer experimentos hasta poder desarrollarse más que nosotros.
- Más o menos sí. Hasta ahora nadie ha podido con ellos. –esta vez habló Alex-. Ni si quiera yo.. por increíble que parezca. –enseñó sus músculos fardando de ellos y todos reímos.
- Entonces soy más fuerte que tú. –me reí burlona.
- Eso ya lo veremos. Ahora sigo siéndolo yo.
- ¿Echamos un pulso?
- ¿Qué hemos hecho para merecer esto? –mi madre apretó más fuerte la mano de mi padre. Jana se limitaba a observar.
- Bueno que la cuestión es que nos eligieron a nosotros, bueno elegir, no había opción de elegir si queríamos tener a la elegida, pero el destino nos eligió a nosotros por así decirlo.
- ¿Y cómo sabíais que yo nacería de vosotros? –pregunté confusa.
- El diablo nos lo dijo.
- ¿Quién es tan cutre de ponerse ese apodo?
- Los humanos. –se rió mi padre.
- ¿Co.. como que los humanos? ¿Es.. es él? ¿El diablo de verdad? ¿existe?
- Sí. –afirmó la voz grave de mi padre y toda mi piel se erizó. Jana puso su mano encima de mi rodilla sin que nadie lo notara y pequeño temblor invadió mi pierna.
- Tranquila, no es malo, es un líder de un mundo paralelo. Hace hasta gracia cuando lo conoces y sabes todas las historias que cuentan de él, no es en nada así. –comentó Jana.
- El es quien te enseñará para luchar contra nuestro némesis.
- ¿Entonces no es malo?
- Es duro.. es decir si lo ves hablar y todo es muy firme y serio. Pero muy justo, es decir si alguien te hace daño para él lo lógico es vengarte, pero no es malo de hacer maldades, simplemente tiene un punto de vista en que las cosas deben ser justas, si tu haces daño tiene que recibirlo. Nunca ha sido malo, piensa que es un ángel caído, era la mano derecha de Dios y el lo echó solo por qué quería ser el mismo Dios. La avaricia lo desterró, pero no mataba ni hacía nada malo. Los humanos son peores. El se encarga de hacer justicia, tu puedes ir al <> pero sin haber hecho nada malo y serás feliz en él, ahora si has matado o maltratado entonces te espera un castigo, una justicia.
- Visto así no está mal. –sonreí.
- Y está muy bueno. Creo que es el hombre más sexy en la faz de la tierra. –comentó Jana mientras subía su mano por mi pierna lentamente. El rubor de apoderó de mi rostro.
- En general, de aquí poco le conocerás y él te enseñará el poder de la justicia. Si no te gusta no pasa nada, pero si deberás luchar contra la familia Crawford.
- Está bien. –respondí sin hacer caso, la mano de Jana ya estaba entrando en zona peligrosa.
- Pobrecita, está asustada. –comentó mi madre y yo traté de aguantar la risa.. si ella supiera.
- Bueno hijo, ¿tu amigo ya se ha ido? –Jana al escuchar que habíamos cambiado de tema, subió un poco mi vestido para así tener más acceso.
- Pues sí pero ya que hemos acabado tan pronto quizá le.. –dejé de prestar atención a sus palabras, ellos pasaron a un segundo plano, pero poco duró hasta se levantaron todos de la mesa y claro está no íbamos a quedarnos allí de esa manera.
- ¿Tenéis hambre? Tanto hablar.. –comentó Alex.
- Tú eres un tragón, cuando estaba embarazada de ti tuvieron que triplicarme la alimentación, necesitaba un media de 15 donantes de sangre al día y ojo el niño no se conformaba con cualquier sangre, dependiendo del día quería un tipo o otra, el resto la vomitaba.
- Pero es buena idea, vamos de caza familiar, llamaré a tus padres Jana. –comentó mi padre.
Subimos a mi habitación para cambiarnos, lo más curioso fue que hubiera ropa, dado que era la primera vez que la usaba esa habitación. Pero nos pusimos cómodas con unas mayas. Camisa simple, chaqueta y bambas (zapatos deportivos), no hicimos nada ya que mi madre estaba prácticamente en todo momento cambiándose con nosotras.
Salimos de esa mansión o castillo ya que dada su construcción lo parecía más.
- Bueno es hora de poner a prueba a la elegida. –se rió mi hermano agarrándome de los hombros-. ¿una carrera? –nos miró a todos.
- Hecho. –respondió mi padre apuntándose rápido.
- Chorradas, si siempre gano yo. –le retó mi madre desafiante y el le dio una cachetada en las nalgas que resonó hasta en la más alta de las torres del castillo.
- Agggh. –mi hermano y nos morimos de asco.
- ¡YA! –apareció el padre de Jana en milésimas de segundo y sin saludar ni nada hecho a correr dando el inicio.
- ¡Cabrón! –chilló mi padre y se echó a correr. Posteriormente iniciamos la carrera el resto, iba ganando obviamente Clark el padre de Jana.
Me propuse soltarme y dejar atrás el miedo, dejé que mi instinto moviera mis piernas, que lo hacía mejor que yo. Rápidamente alcancé a Eira la madre de Jana que iba corriendo tranquila junto a mi madre mientras hablaban a no sé cuántos km de velocidad.
Le puse más ganas, como si existiera un objetivo de vida o muerte. Mi corazón parecía humano, a punto de explotar de adrenalina, en otros momentos me habría cuestionado parar ya que iba demasiado acelerado, pero se sentía tan bien, viviendo al extremo.
Visualicé a los dos Padres medio peleándose a codazos para adelantarse el uno al otro. Jamás había visto a mi padre divertirse así, parecía un niño. Por alguna extraña razón mis pies pisaban más fuerte, levantando mucha tierra del suelo para darme impulso y en pocos segundos los avancé dejándolos boquiabiertos. Me reí de eso y por poco me como un árbol, eso me hizo perder un poco de velocidad, pero traté de volver al ritmo hasta que escuché a Jana y Alex delante de mí, aun lejos, peleándose por el primer puesto.
Todo se silenció de pronto y solo vi un diminuto paso entre medio de Jana y Alex, podía avanzarlos por los lados pero ese pequeño hueco pareció como si me hipnotizará, necesitaba luchar por él. Se me salieron los zapatos y al poco tiempo los calcetines también, eso me vino genial ya que tenía un mayor agarré en el suelo, cada vez estaban más y más cerca hasta que noté un impacto que los dejó fuera de carrera, los había dejado a los laterales dado mi golpe contra ellos y pronto el resto les avanzaron también, escuché a mi madre detrás de mí, a poco de adelantarme y la miré riendo, al volver la vista adelante no tuve más remedio que saltar. Cuando me encontré en el aire a esa velocidad por encima esa cascada sentí el poder absoluto, al caer al otro lado frené de golpe y observé atrás. Ni si quiera podía ver con claridad a mi familia de lo lejos que estaban.
¿Cómo narices volvía ahora?
Pasados unos minutos vinieron ‘volando’.
- ¿Cómo lo has hecho? Jamás alguien ha saltado eso.
- Pero si acabáis de llegar vosotros también. –comenté exhausta.
- Pero no saltando, tu solo has saltado. –comentó Jana.
- Vámonos de aquí, ya lo hablaremos al otro lado.
- No es nuestro terreno.
- ¿De quién es?
- Los Crawford.
- ¿Quién osa decir nuestro nombre? –escuché a unos desconocidos.
Sin más palabras empezaron a pegarse a una velocidad que no podía controlar, así durante un largo rato, Alex parecía muy cansado, quería ayudarle. Pero de pronto escuché un sonido desagradable que hizo que todos dejaran de luchar. Observé a todos pálidos y volví a mirar a mi hermano, me sentí fallecer, el chico tenía el corazón de mi hermano en su mano mientras el yacía en el suelo.
Otro capítulo más, espero que os guste.
Siempre dispuesta a responder vuestros mensajes.
Saludos desde España.
Lady.