¿Qué es el infierno?
Muy buenas, aquí os dejo una saga de esta nueva historia sobrenatural.
Muy buenas a todos de nuevo. Antes de todo comentaros que esta historia incluirá seres sobrenaturales.
Espero que les guste, como siempre estaré emocionada de recibir vuestros mensajes.
Atentamente,
Lady.
Un sonido desagradable perturbó mis sueños, era la alarma, la dichosa alarma. Seguidamente escuché esa voz de acento francés.
Chloé, buenos días. -murmuró mi madre con dulzura entrando a mi habitación-. Feliz aniversario cielo. -me dio un materno beso en la frente.
Mi pequeña que ya cumple veintidós años. -entró por el balcón mi padre.
¡Qué recuerdos! Los veintidós son la mejor edad. -comentó esta vez mi hermano.
Já. -reí irónicamente-. Tan solo tienes 25 tonto. -comenté con cariño y una tierna sonrisa.
Llamaron a la puerta.
Señores. -pidió permiso el mayordomo-. Su desayuno está listo.
Perfecto. -comentó Alex-. Me muero de hambre. Y seguro mi hermanita también. -me agarró la mano y me sacó de la cama.
Sonó la segunda alarma de emergencia en caso de no despertarme a la primera.
Mi padre la apagó sin problema.
Desayunamos con ganas, era un desayuno completísimo, tortitas, crepes, frutas, zumos de todo tipo.
Al terminar atendí las llamadas y mensajes a los cuales me estaban felicitando.
Preparé mi ropa y luego me duché. Al salir de la ducha vi que habían modificado la ropa que había dejado preparada, pero me gustó lo que dejaron. Era una faldilla corta negra, junto a una blusa negra y tacones del mismo color. Ese día tenía un concierto con lo cual siempre se vestía de negro, nunca he sabido porqué pero en las orquestas es obligatorio vestir así.
El autobús nos esperaba a unas calles más lejos del conservatorio de música.
Una vez lista agarré el Saxofón y me dispuse a salir en esa dirección. El concierto era en Barcelona con lo cual nos esperaba una hora de camino. Yo estaba cansada y me limité a dormir, de vez en cuando venía Alex a molestarme, pero de seguida volvía a su sitio a seguir coqueteando con las chicas.
Si no fuera mi hermano yo también lo haría. Me reí de mi pensamiento. Sus ojos eran verdes, contrastaban mucho con su cabello oscuro y unas cejas gruesas. Era modelo de Kalvin Klein y bastantes más marcas, su cuerpo era musculoso, medía alrededor de 1,80 aunque cada vez me parecía verlo más alto, eso o yo encogía, quien sabe. Nuestros rasgos eran como los de nuestra madre, franceses, los ojos, el cabello, todo.. A diferencia de mi padre español, eramos muy diferentes a él. El tenía los ojos azules a diferencia de mi madre, mi hermano y yo que eran verdes.
Un brusco movimiento en el asiento que tenía unido al mío me sacó de mis pensamientos.
Era Jana, una amiga de la familia de toda la vida, tenía la edad de mi hermano.
Felicidades hermosa. -me abrazó y me dio dos besos.
Gracias Jana, ni yo me lo creo, muy vieja ya. -se rio de mí.
Para nada, para algunos la vida es muy larga y no la saben usar, así que no te preocupes por ello, nunca se es demasiado viejo.
Puede ser si. -afirmé sus palabras.
Se quedó observándome con sus grandiosos ojos azules, no decía nada, tan solo me miraba. Pero su mirada era distinta, nunca antes me había observado así, parecía ver más allá de mí.
Mi corazón se aceleró, y tras eso vi como ella sonreía pareciendo escuchar mi interior.
Se mordió el labio y mis pulsaciones aumentaron aun más. Tragué saliva dificultosamente.
Se levantó y se fue dejándome en un mar de dudas, tras un leve rato me dormí de nuevo.
Desperté ya en la ciudad. Descargamos todo y nos instalamos en el edificio. Pasamos largas horas ensayando, a la hora de comer nos dieron tiempo libre para hacer lo que quisiéramos hasta una hora antes del concierto que sucedería a las 20:00.
Caminábamos todo el grupo en dirección de un restaurante, yo iba junto a Jana que me contaba cosas de su vida, pero seguía mirándome con ansias.
En un descuido mientras cruzábamos la calle un coche con suma velocidad nos sorprendió, Jana me tiró al suelo y lo posterior que sentí fue el impacto del coche.
Desperté con ese desagradable olor a hospital. Una mano agarraba la mía. Confusa enfoqué la vista en dirección a esa persona. Fruncí el ceño. ¿Cómo era posible? Si Jana me protegió del impacto, ¿cómo podía ser que estuviera mejor que yo?
Chloé, ¿cómo estás? -preguntó cariñosa, e inmediatamente vi como mi hermano se despertaba del sillón que estaba conjunto a mí.
Muy confusa. -murmuré aturdida.
Es normal después de un accidente.
No.. no es eso. -preferí callarme.
¿Estás bien? ¿Seguro? Espera llamo a la doctora.
Alex, créeme está bien, yo la he ayudado. -comentó Jana, y Alex asintió.
Bien. -respondió serio-. Pero no viene mal preguntarle.
Salió de la habitación y Jana lo siguió, les escuché discutir pero no llegaba a entender nada.
Una mujer, más bien la doctora entró sola en la habitación.
Sentí mis pulsaciones descender, pareciera como si el corazón fuera a fallarme, cada vez más lentas pero las sentía como si reventaran mi pecho.
- Buenas tardes. -me saludó la mujer e instantáneamente toda mi piel se erizó-. ¿Se encuentra bien? -preguntó al verme tan aturdida, pero tan solo pude asentir con la cabeza-. ¿Seguro? -se acercó más a mí, suavemente deslizó su mano por mi muñeca y la elevó para luego colocar sus dedos en mi punto de pulso-. Qué raro. -murmuró y se sacó el estetoscopio del cuello-. ¿Puedes.. levantarte un poco la camisa? -volví a asentir y como pude la deslicé hacia arriba lo máximo que pude, dejando mis pechos a la vista, aun estando cubiertos por el sostén me sentí demasiado desnuda ante ella.
Se colocó el instrumento y apoyó levemente su mano en mi vientre, sin poder evitarlo me tembló ante su contacto, pude notar en su respiración que sonrió ante mi reacción. Cuando aquel instrumento se posó sobre mi pecho me faltó el aire, apenas podía respirar. Entonces con cierto atrevimiento fui levantando la vista, primero reseguí sus brazos cubiertos por aquella bata blanca hasta llegar a su rostro. Su cabello pelirrojo se veía perfecto, lacio, suave.. simplemente deseabas tocarlo con solo verlo. Sus ojos.. al entrar en contacto con ellos vi como ella frunció el ceño, sin darme cuenta mis pulsaciones seguían aumentando a medida que la veía, pero aquellos ojos miel me dejaban atónita.
La verdad ha tenido mucha suerte, no se como está así de bien después de ese accidente, parece que la chica que la trajo la ayudó mucho. -murmuró sorprendida, pero hice poco caso a sus palabras, tan solo me fijé en sus labios pronunciándolas.
Sí ha sido una suerte. -comentó Jana entrando por la puerta juntó a mi hermano y mis padres, que rápidamente vinieron a atenderme y aquella doctora se retiró de mi lado dejándome un dolor vacío, un dolor extraño que jamás había sentido.
Mientras mis padres hablaban vi que la doctora y Jana parecían conocerse de antes, tenían algo en común y eso me molestaba. Luego se despidió de mí.
- Listo. todo bien, podemos irnos me ha dicho. -comentó Jana.
Salimos de aquel sitio, mis padres se encargaron de algunos papeles, querían que fuéramos a casa pero insistí en que quería asistir en el concierto.
Así que mientras mis padres me traían ropa nueva recién comprada yo me limité a calmarme y seguir ensayando un poco.
Una vez tuve la ropa me dispuse a cambiarme en una sala que había vacía. Cuando solo llevaba las medias oscuras con la parte de arriba oí que alguien llamaba a la puerta. Antes de responder ya habían abierto, confiada de que serían mis padres no reaccioné.
- Perdón. -escuché una dulce voz que se disculpaba, me giré para ver quien era el intruso-. Vaya.. -comentó al verme-. Eres una paciente ejemplar, ojalá todos se recuperaran igual que tú. Yo me cubrí con las manos los pechos como pude-. No olvides que ya nos hemos visto antes. murmuró refiriéndose a mi cuerpo. -asentí de nuevo-. Mmm.. ¿tendré el honor de escuchar tu voz alguna vez? -sus ojos miel se oscurecieron bastante, esa mujer me provocaba cosas tan extrañas, no era normal, parecía crear cosas en mi que jamás antes habían estado. Era todo muy sobrenatural-. No debes avergonzarte de tu cuerpo. -comentó acercándose a mi y retirando mis manos.