¿Qué es el infierno? 4
Sonreí y me miré de nuevo al espejo y un intenso color verde apareció en mis ojos durante unos segundos hasta volverse otra vez castaños. Sonreí aún más sabiendo que pasaría.
Madre, es solo alguien que conozco poco, tan solo quiero su amistad. –me justifiqué.
- Pero eso tampoco está bien, porqué también se quiere a los amigos y querrás convertirlos con el tiempo. Será duro, pero ahora ya nos mudaremos a la casa que tenemos aquí, y dejaremos prácticamente el mundo humano.
- ¿Dejarlo? ¡ES MUCHO PEOR DE LO QUE IMAGINABA! –mi irá inundó mi alma.
- Madre, no quiero alejarme de ese mundo. Lo es todo para mí.
- Tampoco tienes muchos amigos.
- Porque son creídos. –protesté.
- No cielo. Porque son humanos, tu conexión con la naturaleza, con la vida y lo que nos rodea es distinta a ellos, tu eres salvaje. –escuché con atención cada una de sus palabras, era cierto siempre había admirado la naturaleza de un modo extraño, sobretodo la noche, la luna me enamoraba.
- Aun así no quiero dejarlo. –me entristecí.
- Haremos una cosa.
- Soy toda oídos. –sonreí.
- Te dejaré ir siempre que quieras mientras vayas con Jana. –al terminar su frase la abracé-. Pero.
- ¿Pero..? –me separé de ella.
- Primero debes aprender a controlarte un poco ¿Si?
- Está bien. –respondí a regañadientes.
- Sí, puedes volver con ella ahora. –me respondió mientras la miraba con suplica sabiendo lo que quería decirle. Le di un beso en la mejilla y en menos de un minuto había llegado al último lugar en el que vi a Jana.
No había rastro de ella, traté de concentrarme. Nuevamente escuché todos los sonidos de la noche, las ramas moverse, el sonido del mar, los animales, pero un animal en concreto llamó mi atención, un lobo aullando. De pronto sentí como si se hiciera de día, podía ver en la oscuridad de la noche y vi unas pisadas de lobo las cuales decidí seguir. Me llevaron hasta casa de Jana, no sabía cómo llamarla así que tiré de lo típico y agarré una piedra. Pero en las películas se veía mejor ya que cuando escuché el sonido del cristal rompiéndose tuve tentaciones de irme corriendo.
- Ups.. –murmuré.
- No te preocupes. –di un salto que me quedé colgada del árbol-. Ya te acostumbraras a la fuerza.
- No me asustes así. –grité desde esa altura.
- Vamos baja. –me miraba Jana desde su lejanía.
- ¿Cómo? –miré a los lados, estaba muy alto.
- Igual que has subido. –pude escuchar como suspiraba de paciencia.
- Es que..
- No te vas a matar tranquila. –contestó antes de tiempo.
Con duda y miedo me lancé a lo que parecía el vacío desde esa altura. Un fuerte impacto me dislocó el hombro.
- ¿Qué haces? –me miró estupefacta.
- Se suponía que los vampiros saben hacerlo.
- ¿El qué? ¿Tirarse de costado al suelo? Que yo sepa uno se tira así en la piscina.
- Y yo que sé estaba muy nerviosa. –murmuré aun con dolores.
- A ver.. –se acercó a mi y se puso a mi espalda-. Cuenta hasta tres.
- Mejor hasta cin.. –chillé al sentir como otro golpe devolvía mi hombro a su lugar-. ¡Joder! Que daño.
- Ahora sube y baja otra vez. –dijo con total naturalidad.
- ¿Perdona? ¿Tengo cara de que volveré a subir?
- Debes hacerlo sino la próxima vez será peor. Dame la mano va, lo haré contigo. –me cogió la mano, de hecho tenía las manos bastante calientes-. Ahora salta. –de un salto volví a estar de nuevo en esa rama, solo que esta vez acompañada.
Su mano presionó en la mía agarrándola más fuerte y de golpe tiró de mí hacia arriba, me estaba haciendo subir más alto. Al llegar a lo más alto del árbol olvidé todo lo que había aprendido en mis veintidós años, todo se resumía a la luna brillando de esa manera, a lo lejos se veía su reflejo en el mar, las estrellas estaban más cerca o eso parecía. Sonreí. Era lo más hermoso que había visto. El olor a bosque, a humedad nocturna, todo daba un entorno perfecto. Jana me soltó la mano y acarició mi cabello.
- ¿Mejor? –murmuró con dulzura.
- Sí. –respondí con una sonrisa embobada.
Sus ojos verdes observaban mis labios. Y teniendo voluntad propia mi lengua acarició sus labios humedeciéndolos. Sus ojos se iluminaron un poco al ver ese acto impropio en mí.
Pestañeó varias veces seguidas y volvieron a su color habitual, se apartó de mí y murmuró.
- ¿Estás lista? –agarré rápidamente su mano y ella rió-. Veo que sí. –justo cuando creí que saltaríamos se giró para mirarme de nuevo y aparté la mirada nerviosa. –sobre todo no cierres los ojos, mantenlos abiertos.
- ¿Qué? –murmuré confusa.
- Al saltar. –comentó con naturalidad.
- ¡Ah! Eso.. sí claro. –frunció el ceño sin parecer entenderme, pero volvió a mirar al frente y rápidamente sentí su mano tirar de mi mientras saltaba.
- Abre los ojos. –comentó en mi oído, sin darme cuenta me había abrazado a ella, hice caso y abrí los ojos.
Estábamos suspensas en el aire otra vez, mis manos temblaban un poco pero no podía separarlas de ella. Me sonrió.
- Cuando quieras.. –comentó con ironía.
- ¿Cuándo quiera? –pregunté confusa.
- Esta vez estamos así por ti, yo no estoy haciendo nada. –me sorprendí.
- No sé.. como..
- Lánzate, confía en mí, piensa en lanzarte al mundo, en comértelo. Confía en ti, tu no sabes pero tu cuerpo sí. –sus palabras quedaron perfectas pero como siempre yo tenía que romperlas.
- Claro.. por eso antes me he dado la hostia de mi vida. –ambas reímos.
- En ese momento no confiaste en ti, tu instinto es el más fuerte en la tierra, solo sácalo. –de golpe estábamos cayendo de nuevo, impacté en el suelo, pero esta vez solo con mis pies y sin dolor alguno-. Estoy orgullosa de ti.
- ¿Puedo dormir en tu casa? –no quería irme a… la ciudad nueva.
- No hace falta ni que lo preguntes.
Entramos en su casa y seguidamente llamó a una pizzería para que nos trajeran algunas. Mientras me duchaba entregaron las pizzas ya que pude olerlas desde el baño.
Cuando vi 4 familiares me sorprendí, eso era demasiado. Jana me miró riendo.
- No vas a engordar, es uno de los mejores lujos de ser así. –la miré asombrada-. Come todo lo que quieras, ni te sentará mal, ni hará daño a tu cuerpo, absolutamente nada, tu cuerpo siempre estará perfecto, excepto en una pelea pero de todos modos se cura rápido.
- Creo que esa es la mejor noticia que he escuchado en mi vida. –era cierto. Comer cuanto quisiera y que no me sentara mal horas después, ni dolores de barriga, nada..
Cenamos viendo la televisión hasta que me quedé dormida. Desperté junto a Jana en su cama, me miraba sonriendo.
- ¿Lista para un nuevo día? –sonrió aún más.
- Por supuesto.
Durante todo el día solo nos alimentamos, tanto de comida común como alimento para vampiros. La táctica de Jana no estaba mal, para no siempre tener que morder podíamos clavarles algún pequeño objeto punzante y así no dejar marca, aunque si lamiamos el mordisco después de alimentarnos la marca desaparecía, pero seguía siendo un método distinto para alimentarse.
Cuando llegó la noche decidimos volver a salir, no nos arreglamos, al contrario nos vestimos como si fuéramos a correr tras un largo día en una oficina, como la gente habitual.
Hablamos de mis gustos, de como nunca había estado con nadie. Ella tan solo escuchaba, pero de pronto se puso tensa y aceleró el ritmo.
- ¿Qué pasa? –pregunté confusa.
- Nada, solo sigue. –entonces paré de una-. ¿Qué he dicho?
- Has dicho que no pasa nada y yo estoy cansada quería parar. –comenté con temeridad.
- ¿Jana? ¿Eres tú? –escuché su voz dulce y sentí un escalofrío recorrer mis venas hasta mis dientes. Mi corazón se aceleró. Jana maldijo por lo bajo.
- Hey hola. –sonrió forzosa-. ¿Cómo estás Kate? –los ojos de Kate se veían completamente oscuros. Sin embargo a mí ni me miró.
Comenzaron a hablar, la manera en la que me ignoraba resultaba desquiciante, odiosa, pero me estaba excitando demasiado. Deseaba acorralarla contra la pared y besarla a la fuerza por hacerme esto.
- ¿Por qué no me habla? –murmuré en un tono que solo Jana podría escuchar.
- Alex le borró la memoria sobre ti. –respondió en el mismo tono y prosiguió hablando con ella mientras yo maldecía a mi hermano, ahora solo él podría hacerle recordar quien soy y como nos conocimos.
Mi rabia aumentó muchísimo, mi corazón se aceleraba. Deseaba hasta matarlo, nunca me había sentido así.
- Vete, corre. –murmuró Jana en el mismo tono anterior.
Le hice caso, sabía que no estaba bien, no podía controlarme. Así que corrí con velocidad sin saber en que dirección iba, pero no quería alejarme demasiado, en un abrir y cerrar de ojos mi visión era distinta, tenía el suelo más cerca y respiraba más fuerte, dejé de correr y vi mis manos peludas, mis brazos el doble de grandes y llenos de pelo, me acerqué al mar y observé mi reflejo, era enorme, mis ojos verdes brillaban fosforitos de nuevo, solo que esta vez era un lobo. Aquello ya ni me sorprendía, es decir si me sorprendía pero no del mismo modo, seguía sin pensar con claridad, solo en Kate y mi hermano, prácticamente parecía ignorar lo que era en ese momento, un animal. Mis ganas de cazar aumentaron, todo lo que se movía parecía aclamar mi atención implorándome que me lo comiera sintiendo como mis dientes lo desgarran.
- Hey.. –acarició Jana mi lomo-. ¿Sabes? Eres la loba más hermosa que he visto. –sonreí en mi interior, su dulzura me apaciguaba, al observar de nuevo mi reflejo me vi en el de nuevo, igual que siempre-. Aun así eres más hermosa al natural. –me sonrojé.
- Bésame. –murmuré sin pensar.
- ¿Qué? –me miro boquiabierta.
- Quiero saber cómo es.
- No.. –se entristeció-. Tu primer beso ha de ser real.
- ¿Y quién dice que no lo será? –su cara se iluminó, pero por pocos segundos hasta que respondió.
- Lo digo yo, lo dice cualquiera al verte con Kate. Te mueres por ella.
- En absoluto, solamente me la quiero comer. –ambas reímos.
- Exacto, lo entenderás más adelante. –antes de que hablara me interrumpió-. ¿Qué me dirías si te explico cómo poder hablar con Kate?
- ¿Cómo? Alex le prohibió si quiera mirarme.
- A ti físicamente, pero ya has comprobado que puedes transformarte. –sonreí traviesa al escuchar eso-. Así una vez te hayas besado con ella podremos hacer todo lo que quieras. –se me insinuó dejándome perpleja. Desapareció unos segundos y volvió-. Toma vístete.
- ¿Cómo? –miré la ropa sin entender como la tenía ella y me fijé en que estaba desnuda.
- Gajes del oficio.. –rió Jana-. Es lo que tiene convertirse en lobo.
Nos fuimos a mi casa, la ‘humana’.
El volumen del aparato de música estaba muy fuerte así que me acerqué a apagarlo cuando de fondo escuché a alguien que seguía la canción y me quedé observando como hacia el imbécil, llevaba el champú en una mano como si fuera un micrófono, la camisa en el pelo como si fuera una peluca, sin camiseta, en calzoncillos, y en la otra mano llevaba un globo de helio. Así cantaba con voz de pitufo la canción de Despacito. Hasta me cayeron lágrimas de aguantarme la risa. Dado que no había apagado la música no escuchó que estábamos allí, me mordí el labio al escucharlo en la parte de nos vamos pegando poquito a poquito, no podía aguantarme la risa así que mordí más fuerte el labio y me tapé la boca con la mano. Quería mirar a Jana pero no podía perderme un segundo de esa escena. Hasta que finalizó la canción y le escuchamos decir: - Hasta aquí con todos vosotros Alex Chevalier -. Me lo quedé mirando con la boca abierta, no podía reaccionar, pero su cara al darse la vuelta y vernos mirarlo no tuvo desperdicio, creo que jamás he visto a alguien tan humillado. Rápidamente soltó el champú. En ese momento adoré tener hermano, a pesar de lo sucedido y mi enfado con él, verlo hacer eso me hizo perdonarle todo. Mis ojos se humedecieron y al fin estallé en risas junto a Jana.
Poco después salimos de allí dejándole solo. Decidimos dormir ya que al día siguiente sería un día largo. Me ayudó con la transformación ya que esa noche había programado una cita con Kate.
De pronto estábamos en el bar, esperando a Kate. Decidí irme al baño a darme un retoque, al mirarme al espejo no estaba mal, casi no había cambiado mi aspecto, mi cabello oscuro contrastaba con mi piel, ese fue uno de los cambios me puse el cabello del mismo color que mi hermano, mis ojos también los volví oscuros, las pecas en mi rostro habían desaparecido, mi nariz y mis labios se hicieron un poco más gruesos pero no mucho. Eso era suficiente para que Kate pudiera hablarme. Aunque me impactaba verme en el espejo, era como si no fuera yo y observara a otra persona.
Mi móvil vibró. Era Jana diciéndome que Kate había llegado.
Sonreí y me miré de nuevo al espejo y un intenso color verde apareció en mis ojos durante unos segundos hasta volverse otra vez castaños. Sonreí aún más.
Cuarta entrega de la saga.
Espero que os guste. Siempre estoy atenta a vuestros mensajes.
Saludos desde España.
Lady.