¿Qué es el infierno? 16
¿Es posible estar enamorada de 3 chicas a la vez?
- Así revivirás un poco. Confía en mí. –murmuró Jana y me acercó la muñeca sangrienta de Akili. Era extraño pero sin dudarlo y confiando le di un leve trago y sentí como mi latido se regularizaba, como mis músculos se relajaban hasta volver a la normalidad y mis piernas dejaban de temblar. Entonces, Jana lamió la herida de Akili e instantáneamente esta se curó.
- ¿Dónde vais? –murmuré al ver como Jana se llevaba de la habitación a Akili.
- Vamos fuera, vístete y sal.
- ¡Qué prisa! –murmuré y en segundos me coloqué la falda y me puse el top un tanto húmedo. Salí lentamente de la habitación.
- Ya podemos volver a casa. –escuché a Jana de nuevo en francés-. Akili también vendrá. –me acerqué como un rayo.
- ¿Qué? –grité. Lo que faltaba, meter en mi casa a otra chica más.
- Tranquila es broma. –me guiñó el ojo.
- Estoy de acuerdo en una cosa. –espetó mi Padre-. Nos vamos a casa. –dijo en tono frío.
- Tranquila, Joyce ha dicho vigilar esta casa, siempre será tuya. –habló mi madre apresurada antes de que yo protestara.
- Mmm… -en parte quería ir a casa, pero me gustaba la vida en París.
- Tienes toda una vida por vivir. –murmuró Jana pareciendo leer mis pensamientos.
- Sí pero antes debes aprender en la escuela, no estás preparada para enfrentarte al mundo. Suerte has tenido de que Joyce sea bueno. –su tono de voz iba aumentando-. Has dejado que un desconocido supiera de tu existencia. –mi padre iba aumentando en rabia-. ¿Eres consciente de lo peligroso que era? –terminó perdiendo los cabales.
- ¡Me da igual! Para vivir así no volveré a casa. –retrocedí un paso acercándome a Akili.
- Cariño, ya sabes de los prontos de tu padre. Solo estábamos muy asustados. ¿Verdad? –fulminó a mi padre con la mirada y le dio un codazo para que reaccionara.
- Sí, tiene razón. –aceptó mi padre a regañadientes.
- Yo también sé que no he hecho bien. –murmuré del mismo modo que mi padre.
- Perfecto. Vámonos. –dijo sin más.
- Pero… -realmente no sabía que quería.
- Haremos un pacto, una vez a la semana vendrás aquí y dependiendo de tus progresos podrás estar varios días o solo una visita rápida. –mi madre era comprensiva.
- Me parece bien. –sonreí y me acerqué a ellos de nuevo. Me despedí de Joyce con cariño, prometiéndole que pronto me tendría molestándole de nuevo. También le pedí que cuidase de Akili, que si algún día necesitaba algo la ayudase. Me despedí de Akili también y finalmente nos dispusimos a volver a casa.
Regresábamos en avión privado. Habría sido emocionante volver tal y como llegué a París y así respirar aire y pensar a través de la montaña, pero Kate y Paola no podían ir solas. Ellas apenas habían hablado, desde los asientos de su avión, Kate me miraba de vez en cuando, su rostro se veía decepcionado. Paola en cierto modo parecía contenta, contenta de ver que había estado con otra y eso alejaba a Kate de mí.
Pasados 15 minutos, mis padres estaban desaparecidos por el avión, Alex jugaba en su teléfono y Jana escuchaba música a su lado, Paola dormía y Kate seguía sumergida en sus pensamientos.
Me levanté a dar un paseo, a pesar de llevar poco tiempo no quería estar sentada.
Me dirigí a la parte trasera donde bajando unas escaleras había como un almacén, por allí iba estar sola y meditar un poco sobre todo lo ocurrido.
AKILI _ 7:21
Espero que tengas buen viaje.
_
Recibí un mensaje. La verdad que el francés para mí no tenía misterios, pero era cierto que no estaba acostumbrada a escribirlo.
CHLOÉ _ 7:21
Un poco aburrido. :(
_
AKILI _ 7:22
Seguro yo podría animarlo.
_
CHLOÉ _ 7:22
Estoy segura.
_
- Hola… -murmuró con algo de timidez. Me cogió completamente desprevenida, había estado sonriendo al móvil por un rato imaginándome que podría hacer Akili.
- ¿Ocurre algo? –pregunté algo sorprendida.
- No… -me miró con ternura-. Simplemente hace rato te he visto levantarte y me preocupaba que te hubiera pasado algo. –sus ojos miel estaban siendo invadidos por sus pupilas que se dilataban más a medida que ella se acercaba.
- Estás tensa. –le susurré-. Kate…
- Shhh… -me chistó antes de que siguiera-. He estado pensando y creo… -se entristeció-. Que volveremos a casa. –la miré sin entender-. A mi casa. –suspiró-. Creo ya no hay ningún peligro conmigo.
- Espera. –comenzaba a faltarme el aire-. ¿A qué te refieres?
- Bueno, va siendo hora de volver a mi mundo, de regresar a los preparativos de mi boda y organizar todo de nuevo.
- ¿Tan repentinamente? –comenzaba a desesperarme, me había distanciado un poco de ella desde su estancia en la mansión, pero en ese momento me di cuenta que no podría seguir allí dentro si ella no estaba también.
- No es repentino, es que ya no corro riesgos. –se entristeció, cosa que normalmente cuando alguien no corre riesgo debe alegrarse, en ella fue a la inversa.
- Claro que sí. Los Crawford siguen allí.
- Ya no les intereso.
- ¿Y eso por qué? ¿Ha ocurrido algo desde que me fui? –me preocupé.
- Porque a ellos les intereso por ti. –susurró débilmente.
- Exacto. –seguía sin entenderla.
- Y está claro que ya no te intereso a ti, así que no vendrán a por mí. –sus ojos estaban más humedecidos de lo normal.
- ¿Amor mío? –escuchamos la voz de Paola. Y con rapidez nos dirigimos a un diminuto armario. Tan pronto cerré la puerta, sentía la cálida y agitada respiración de Kate sobre mí. Su nariz rozaba mi mejilla, ahí mi respiración comenzó a agitarse a la par que la suya. Escuchamos como Paola bajaba las escaleras.
- Es mentira. –susurré prácticamente encima de sus labios.
- ¿Qué? –prácticamente gimió, un escalofrío recorrió mi cuerpo al escucharlo.
- Créeme lo intento. –le susurré-. Pero estar cerca de ti me enloquece, por eso me fui, solo la distancia puede impedir que te toque.
- Hazlo. –suplicó con dulzura y me agarró de la cadera-. Tócame. –pude ver en el reflejo de sus ojos como el profundo verde de los míos la iluminaba cada vez más-. Por favor. –jadeó con dificultad. Yo no aguantaba más, aquello era imposible de resistir. Tenerla a ella, agitada contra mi cuerpo y suplicándome era algo que ni un sobrenatural podía resistir. Cerré los ojos, necesitaba pensar en algo frío que me mantuviera alejada de mi cuerpo. Su olor se profundizó en ese armario, podía oler su miedo y excitación al mismo tiempo, entendí que cerrar los ojos había sido un error una vez tarde. Sin poder retenerme más, dejé levemente que mis labios comenzaran a rozar los suyos. Gimió con la boca cerrada y con cuidado fue liberando su lengua para rozar con ella mis labios. Esta vez gemí yo, su lengua era tan suave, hacía sentirme que podría besarla durante el resto de mi vida. Le permití entrar en mi boca y encontrarse con la mía. Era curioso lo bien que encajaban nuestras bocas y lo natural que se juntaban nuestras lenguas, como si de una vida juntas nos conociéramos en la intimidad. Nuestras respiraciones aumentaban a la vez que nuestros besos se tornaban más agresivos pidiendo más, pidiendo subir al siguiente nivel.
- Espera. –jadeé y la detuve como pude. Paola había desaparecido, pero sentía como el avión descendía-. Estamos llegando. –me alarmé.
- Da igual. Quédate aquí conmigo y regresemos a París si quieres. –me susurró tentativa.
- No me lo digas dos veces. –la besé de nuevo, pero esta vez sin alargar el beso-. Por ti haría de todo. Pero está tu novia buscándote, mis padres nos buscarán en breves. –respondí sin mencionar a Jana frente a Kate porque sería la primera en buscarme.
- Repito. Me da igual, ¿Acaso te crees que no están sospechando nada ya? –sus manos descendieron hasta mis glúteos y dibujaron círculos en él con su dedo índice.
- Para. –dije con firmeza.
- Detenme. –me retó apretándome fuerte contra ella.
- ¡Chloé! –escuché la voz de mi madre.
- ¡Vo…! –Kate me interrumpió con un beso.
- ¿Estás loca? –torcí la cabeza para liberarme del beso.
- Mucho, pero por ti. –me susurró.
- Mentira. –hice una pausa y ella me miró confundida-. Sigues con tu novia. Tan loca no estarás.
- Y tu con Jana. –me rechistó-. Bueno y con más… -agachó la cabeza.
- Eres tú la que se va casar. ¡Yo no! –pronuncié las últimas palabras con un tono más elevado del que quería.
- No es tan fácil.
- Lo sería si no la siguieras queriendo. –se quedó pensativa-. Tengo razón, ¿no?
- Por eso creo que es mejor volver a mi casa.
- Entonces la eliges a ella. –murmuré con un hilo de voz.
- No lo sé. Sólo sé que me vuelves loca. –me agarró el mentón para que la mirase a los ojos-. Pero no sé si esto es simplemente una locura. Y no quiero arriesgar mi vida por eso.
- Entonces vuelve. –respondí con sequedad.
- ¿Cómo? –su cuerpo se tensó-. Tampoco es eso.
- Sí lo es. No creerías que esto es arriesgar tu vida si realmente me quisieras. Esa es la verdadera respuesta.
- ¡Eres un vampiro! O bruja o no sé, muchas cosas. –parecía perder la paciencia.
- Exacto. –abrí la puerta del armario y salí.
- Pero, si pienso en perder a Paola o perderte a ti. Prefiero perderla a ella. –murmuró finalmente saliendo detrás de mí.
- ¿Eso que significa? –me estaba confundiendo.
- Pues que no es fácil. –repitió.
- ¿Y qué propones?
- Quedarme en tu casa, y seguir como hasta ahora.
- ¿Tú por tu lado y yo por el mío?
- Más o menos.
- Está bien. –me dispuse a subir las escaleras.
- Te he llamado 40 veces por lo menos. –murmuró mi madre al verme llegar-. ¿Has visto a Kate?
- Sí, estábamos hablando. –murmuré con desgana, al menos al verme tan apagada no podían sospechar nada de lo que habíamos estado haciendo. Simplemente parecía una discusión.
- ¡Cariño! –se lanzó exageradamente Paola cuando vio a Kate. En cambio, Jana sabía lo que ocurría, tal vez podía oler mis anteriores momentos de excitación, pero sabía perfectamente que algo había sucedido. Ahí si que no tenía la misma cara que con Akili. De pronto una pequeña sacudida en el avión nos advirtió de que acabábamos de tocar tierra.
- No sé a qué viene esa cara, después de follártela podrías estar más contenta. –susurró Jana mientras caminábamos hacia la mansión.
- ¡Qué no me la he follado! –protesté.
- Ah, ahora entiendo esa cara. –se rio.
- ¿Pensabas en mí? –rozó mi mano mientras caminábamos. Pude sentir como se tensaba Kate al verlo.
- Mucho. –le guiñé el ojo bromeando.
- Conmigo no te habrías quedado a medias. –tomó aire-. ¿Lo sabes no? –me dio un leve empujón con el codo.
- Estás enferma. –me reí.
- Y eso te encanta. –respondió riendo.
- Puede ser. –me sonrojé recordando las horas previas a subirnos al avión.
- Pero conste no se me olvida lo que acabas de hacer. –cambió su tono de voz y aligeró el paso alejándose de mí.
Volví a la normalidad. Pasaron varias semanas, practicaba conjuros que me resultaban divertidos, algunos para borrar la memoria sin tener que hacerlo visualmente como los vampiros. También para quemar cosas y mojarlas. Hechizos básicos en el mundo sobrenatural. También tenía que recorrer cada día 5km más que el anterior a velocidad sobrenatural. Era un fastidio, pero con rapidez, demasiada rapidez se me iban marcando más los músculos.
Apenas me cruzaba con Jana, más que en la escuela de vista. No venía a mi casa. Kate algo más de lo mismo, su casamiento se había aplazado pero lo poco que hacíamos en familia en casa, como las comidas era cuando la veía.
Me implicaba en la escuela porque entre el distanciamiento de Jana y Kate, solo quería ir a París unos días. Allí no tenía límites, pero tampoco necesitaba sobrepasarlos ya que Joyce era un mentor perfecto. En apenas horas con él aprendí algo tan simple sobre como montar mi vida, conseguir casa, coche, mayordomo….
En la escuela anunciaron que para ponernos a prueba iban a llevarnos a un campamento humano a pasar una semana completa incluyendo noches. Eso me motivó bastante, cuando Kate se enteró no pareció hacerle gracia y para colmo mi padre les compró a la parejita una semana en el mismo campamento para así también relacionarse con humanos y ver un poco como se comportaban los estudiantes y aprender a protegerse de ellos.
- Muy bien. –anunció esa mañana una de las profesoras-. Os comunico que también vendrán alumnos de otras escuelas, así que espero que mostréis respeto y deis buena imagen. –hizo una pausa observándonos a todos-. Dicho esto, podéis subir al autobús.
- ¿Y por qué vamos en autobús? –le pregunté a Alex.
- Ya llevas un tiempo como para pensar un poco. Somos una escuela supuestamente normal. ¿Esperas aparecer corriendo como un monstruo a un campamento humano?
- Cierto… -murmuré por lo bajo.
- ¿Preparada hermanita? –me sonrió.
- Hace tiempo no hago algo así. Me recuerda a los conciertos que hacíamos antes. –murmuré con melancolía. Ya todos estábamos en el autobús y yo me senté sola, me puse los auriculares y comenzamos el trayecto. Eran varios autobuses ya que en uno no cabíamos todos.
- Hola. –vi moverse los labios de Jana mientras se sentaba a mi lado, tuve un Déjà vu de cuando Jana se sentó en asiento igual que el día de mi cumpleaños.
- Hola. –me quité los auriculares.
- ¿Qué escuchas? –preguntó con amabilidad.
- Pues no lo sé, realmente estaba pensando, apenas escuchaba la música.
- Pues, ¿qué pensabas? –sabía que lo diría.
- En cómo me has ignorado las últimas semanas. –respondí cortante.
- Lo siento. –cambió su tono de voz-. Necesitaba aclararme.
- ¿Ya lo has hecho? –seguí en el mismo tono de voz.
- Tampoco te pongas así. Tú tampoco me has buscado, al fin y al cabo, eres tú la enamorada de otra. No creo que sea tan malo que yo necesite pensar.
- Perdona. –tenía razón-. ¿A caso tú tienes sentimientos por mí?
- Claro qu…
- Ya sabes a que me refiero. –la interrumpí-. Si estás enamorada.
- ¿Cambiaría algo?
- Pues sí. –hice una pausa-. De hecho, mucho cambiaría.
- Nunca he estado enamorada. –meditó-. Así que supongo que sí, a esto le puedo llamar amor. –mi corazón dio un vuelco-. Pero ya sabes que yo no soy tradicional.
- ¿Qué significa eso?
- Me gusta lo que ocurrió en París, y en cierta parte, así sería estar conmigo. –me quedé pensando. Tampoco me molestaba, siempre que estuviéramos juntas, su manera de ser, como se excitaba cuando alguien me tocaba, como estar bajo su mirada me producía tanto. Realmente lo que ocurrió en París fue lo mejor que jamás había sentido-. Y si no me equivoco. –siguió hablando al ver mi silencio-. A ti también te gusta. –sonrió.
- ¿Qué somos voyeurs entonces?
- Algo así. Pero sin sentimientos claro. –me miró frunciendo el cejo, sabía que se refería a Kate.
- Tranquila, tampoco he vuelto a hablar con ella. –extrañamente eso no le gustó.
- Tampoco es cuestión de eso, simplemente que no te enrolles con ella.
- Entonces tú tampoco con nadie que yo considere peligroso en tus sentimientos, y siempre juntas. Así sí aceptaré.
- ¿Entonces estamos saliendo? –pensó.
- Pídemelo. –me sonrojé.
- Está bien. –se acomodó en el asiento y cerró los ojos.
- ¿Qué haces? ¿Entonces no?
- Claro que sí tonta. –me miró y me dio un beso.
- Eh que no me lo has pedido. –me liberé de sus labios.
- Ya pero no querrás que te lo pida aquí en un simple y cochambroso autobús. ¿O aspiras a eso?
- Mmmm… vale sí. Pero pídemelo cuanto antes o no me vaya a enamorar de otra.
- Tú tranquila, que esto será solo una pedida de pareja, pero por la noche será como la de bodas. –en una rapidez asombrosa sentí mi ropa interior humedecerse.
Pasaron varias horas y llegamos al campamento. Era muy bonito, los bungalós eran de madera, tenían un toque rural encantador. Era el momento de escoger bungalós, había para distintos aforos de personas, Jana decidió coger uno de dos para nosotras. El nuestro estaba a primera línea de playa, encima de una cala espectacular. Acomodamos todo y nos reunimos el grupo, las demás escuelas iban a llegar a lo largo del día, algunas incluso los días posteriores ya que venían de otros países también.
Esa noche me puse un vestido blanco veraniego con el bikini debajo del mismo color. Jana iba con pantalones cortos tejanos, y una camiseta de tirantes blanca que le dejaba lucir un precioso escote. Llevaba un trikini debajo de color azul claro.
- Te noto nerviosa. –murmuró mientras nos acercábamos a la cala.
- No. –respiré-. Estoy. –hice otra pausa-. Tranquila.
- ¿Te está dando un ictus? –se rio con dulzura.
- No… -respondí con timidez.
- Oye eres tu quien quiere algo así. Soy yo la que tiene que estar nerviosa.
- Ya pero tú siempre eres tan temple, tan correcta.
- Si estuvieras acostumbrada a escuchar atentamente podrías ver que no. –así lo hice, me concentré en mis oídos y evidentemente sentí un corazón latiendo con fuerza y rapidez. Ella también estaba nerviosa.
El ambiente era húmedo y caluroso. La arena estaba caliente dado que ese día había hecho bastante calor. En la tranquilidad de aquella cala, había dos sillas y una mesa con dos copas, unas velas y una botella de vino tinto. Con suma delicadeza me ofreció sentarme moviendo mi silla, con bastante sensualidad abrió la botella y sentí aquel delicioso olor, era sangre mezclada con vino.
- Te presento un cubata para vampiros. –le di un buen trago, estaba delicioso-. Cuidado. –retiró la copa de mis labios. –esto coloca muy rápido. Tenía sentido, muchas veces había probado el alcohol, pero nunca me había emborrachado, así que faltaba el ingrediente principal para emborracharme; sangre. Con suavidad paso su pulgar por mis labios retirando una gota de sangre y se lo introdujo lentamente en la boca. Tragué saliva con dificultad.
- Se te da muy bien. –me sonrojé.
- ¿Excitar? –preguntó sin entenderme mirando su dedo ya limpio.
- No. –me daba vergüenza decirlo-. Todo esto, para ser tu primera vez enamorada no lo parece.
- ¿Nos bañamos? –cambió de tema sin responderme mientras se quitaba la camiseta de tirantes. No podía responder, simplemente admiraba sus curvas. Con sensualidad deslizó el pantalón corto por sus muslos, volviendo la escena como un juego perverso. Su cabello castaño brillaba bajo la luna y sus ojos verdes me reflejaban. Me tendió la mano al ver que no respondía y me levanté siguiendo sus pasos. Me ayudó a quitarme el vestido sin ningún tipo de morbo, respetándome. De algún modo era bonito, pero me gustaba más su modo perverso. Finalmente me soltó y se dirigió al agua, a cada paso que daba era como ver diosa, su movimiento sensual al caminar bajo la luna era irresistible.
- ¡Hola chicas! –murmuró Kate con alegría, pareciendo querer romper el momento. Jana se detuvo al momento y la escuché maldecir todo con mi oído sobrenatural.
- ¿Os importa si nos unimos? –Paola teniendo modales, aunque más bien quería juntarme con Jana y dejar de ser un punto blanco para su novia-. Cielo están de parejita, yo creo que molestamos. –le susurró a Kate, pero Jana y yo podíamos oír sin problema.
- Ni caso, sigue caminando como lo estabas haciendo. –le dije mentalmente a Jana.
- Señorita no debe mirarme así, no soy su pareja. No es de persona correcta hacer eso. –me respondió mentalmente burlándose de mí.
Llegué a la altura de Jana y comenzamos a entrar en el agua, estaba caliente, era un gusto bañarse así. Kate y Paola con rapidez estaban cerca de nosotras con el bañador. Yo me adelanté al resto, el agua me llegaba ya por los muslos cuando Jana gritó.
- ¡Sal del agua! –todas retrocedieron menos Jana que estaba inmóvil tratando de protegerme-. No te muevas. –murmuró casi sin mover los labios.
- ¿Qué es? –gritó Kate.
- Vamos sal del agua, ya lo has oído cariño. –Paola arrastraba a Kate fuera del agua y ella se negaba.
- Piensa algo, no escuches nada. Sigue mi voz. –murmuraba Jana sin parar. Pero era tarde. A través del agua vi unos hermosos ojos malva, un color jamás visto antes. Me atraparon al instante de verlos, pero peor fue cuando una fuerte y dulce melodía provenía del mismo lugar que esos ojos. Lentamente fue emergiendo un cabello claro casi blanco, de un rubio nórdico, curiosamente al instante que su cabello tocaba el aire se secaba y relucía bajo la luna como si de una estrella se tratara. Lentamente aquellos ojos malva me miraban desde más altura. Unos labios perfectos, ni gruesos ni finos, rosados como si de una nube de golosina los hubiera robado. Cada línea que perfilaba su cara era perfecta, a medida que sobresalía más del agua su cuerpo. Sus pechos los cubrían unas conchas verde-azuladas con piedras brillantes. Pero hasta que no vi su cola no lo entendí.
- ¡Una sirena! –espetó Kate, pero apenas la escuchaba. Aquella hermosura estaba fijada en mí y yo en ella, su cola era igual que las conchas, se veía suave, toda ella se veía así. Su piel blanca bajo la luna, era como ver el mismo reflejo en el mar, pero sobre su cuerpo.
- ¡Chloé! –escuché que me llamaban. Pero era tarde, nada me importaba más, ni el universo, ni mi vida, ni mi futuro, ni mi familia. Todo lo que quería era estar con ella.