¿Qué es el infierno? 14

¿Qué me haces? –Se acercó y me dejó caer sobre la cama-. ¿Cómo es posible que puedas excitarme tanto? –espetó observándome desde su altura, su piel negra la hacía casi invisible en la oscura habitación...

De pronto me vino la imagen de Jana, en la chimenea del castillo, junto a mi familia y un hombre desconocido. Empecé a marearme.

-          ¿Estás bien? –me preguntó la mujer misteriosa.

-          Chloé. ¿Qué ocurre? –Joyce apareció a sujetarme el brazo.

-          Es mi… familia. –murmuré con terribles dolores de cabeza. Mil imágenes invadían mi mente, quería estallar.

-          Te están rastreando. –susurró agarrándome más fuerte-. Pero, ¿Cómo es posible que lo notes? Un vampiro no sabe cuándo lo rastrean, eso solo lo puede sentir otro… -se quedó callado-. ¿Eres bruja? –se alejó de mí.


-          Yo… -traté de acercarme a él-. No… no sé lo que soy. –agaché la mirada, era cierto, era única en mi especie, ni si quiera tenía nombre, me definía a mí misma como vampiro ya que era mi origen, pero la criatura que yo era realmente no tenía nombre. Sentí mis ojos humedecerse, no quería llorar, pero yo no había pedido nada de eso, todo lo que tenía y todo lo que me esperaba en un futuro.

-          De acuerdo. –extrañamente y sin dudar me abrazó-. ¿Entonces eres tú? –se separó de mí y me agarró del mentón para que lo mirara a los ojos.

-          Sí. –respondí entendiendo que se refería a la gran leyenda que carga conmigo.

-          Jamás creí que estuvieras viva, confirmaron tu muerte hace tantos años. –me di cuenta de que eso podía ser un error, ese hombre a pesar de haberme ayudado en todo, que supiera mi existencia podía ser peligroso.

-          Sois un poco frikis, ¿lo sabíais? –murmuró la chica.

-          ¿Friki? –pregunté con ironía-. Si supieras lo que quería beber, hace rato habrías huido de este lugar.

-          Pruébame. –me incitó. No se daba cuenta que para ella eso podía significar algo tan simple como que lo intentara, pero para mí era una invitación mayor a desgarrarle la garganta.

-          No te crees nada de lo que han dicho estos frikis, pero, ¿me dices que te pruebe? –le pregunté misteriosa. Curiosamente sentí su piel erizarse, parecía captar lo que le decía-. Puedes irte si quieres. –le susurré.

-          Mmm… -podía sentir su miedo en cierta parte, pero su curiosidad era mayor, de modo que se envalentonó, le dio un largo trago a la bebida que tenía sobre la barra-. Sí, quiero que me pruebes. –Joyce me guiñó el ojo.

-          Me voy yo a buscar una presa. –murmuró él en un susurro que solo mi oído sobrenatural podía captar.

-          Espera. –le murmuré en el mismo tono desde gran distancia-. ¿Y mi familia?

-          Ahora disfruta, no creo que vengan, si ven que estás bien, seguro respetarán tu decisión. –dijo eso muy concienciado de que no vendrían por nada del mundo, y eso me resultó extraño, pero todo lo que me decía me hacía sentir segura y confiada, de modo que ignoré todo lo demás y me centré de nuevo en mi bebida.

-          ¿Cómo te llamas? –le pregunté.

-          Akili. –me susurró con delicadeza, yo en cambio lo único que pude pensar era en si iba a recordar su nombre pasados unos minutos.

-          Tu Chloé, ¿verdad? –medio afirmó y yo la mire extrañada-. Antes tu amigo lo mencionó. –me relajé, después de tanto sobrenatural ya me imaginaba cualquier cosa.

-          Eres hermosa, ¿lo sabías? –murmuró con dulzura. Odiaba los halagos, no solo porque no me los creyera, sino que, si respondía gracias, era algo muy frío y la otra opción era devolver el halago para restarle importancia-. Y así ruborizada y pensativa más. –espetó al verme sumergida en mis pensamientos.

-          ¿A qué te dedicas? –cambié de tema, sentía mucha curiosidad por ella.

-          Soy veterinaria. –creo que gemí solo de escuchar eso.

-          ¡Uy! Cuidado no me enamore. –le guiñé un ojo.

-          Tampoco pasaría nada, ¿no? –y tan pronto terminó de hablar me besó. Me empujó contra la barra. Sus labios tenían cierto sabor a Whisky, eso les daba un toque más excitante. Eran suaves, de un tamaño grueso, pero sin ser exagerado. Su olor se intensificaba, era dulce, afrutado, también su sangre parecía oler igual.

-          ¿Vamos a casa? –apareció Joyce con una chica rusa, que debería medir 1,90 tranquilamente, muy rubia, muy blanca y muy todo. Me reí al verla, se la veía tan inocente y a aquel tan salvaje, que mi curiosidad deseaba espiarlos esa noche.

-          ¿Los cuatro? –preguntó Akili.

-          ¿No quieres venir? –le susurré, pude sentir su inseguridad.

-          Claro que sí. –respondió dudosa agarrando mi mano. Sus labios todavía se veían hinchados por nuestro beso.

-          Vamos, termínate la copa, te hará bien. –le señalé el vaso de Whisky, que la ayudaría a relajarse. Y sin más se bebió todo lo que quedaba.

-          Perfecto, vámonos. –Joyce me guiñó el ojo de nuevo. Salimos de aquel local, Akili tenía cogida mi mano, no la soltaba por nada del mundo.  Para mi sorpresa en la puerta estaba Adrien, con un Aston Martin Valkyrie negro. Ese hombre era perfecto, tan atento a servirnos-. Necesitábamos otro coche, ya que en el tuyo-. Me sonrojé al escuchar eso-. Todos no podemos ir. –otro hombre apareció con el mío dejándomelo en la puerta, justo detrás del Aston.

-          ¿Es tuyo? –tartamudeó Akili, mientras el hombre de hacía un gesto para que entrara mientras me sujetaba la puerta.

-          Vamos sube. –le dije desde dentro mientras encendía la música, seleccionando a Diana Krall cantando The Look Of Love, mientras AKili con gran emoción subía corriendo al coche-. Si sigues babeando así haremos un submarino. –le murmuré una vez se sentó y admiraba su interior.

-          Disculpa, pero no es algo a lo que las personas corrientes puedan acceder. –me respondió, haciéndome recordar que era cierto. Tan pronto vi Joyce alejarse con el Aston me dispuse a ir tras él.

-          Si te portas bien tal vez un día puedas conducirlo. –le dirigí una mirada fugaz, y regresé enseguida mi vista a la carretera. El ritmo de Joyce era divertido, más que dos amigos paseando aquello parecerían carreras por las calles.

-          ¿Con bien te refieres? –me susurró-. ¿A algo así…? –susurró mientras su mano se acercó a mi rodilla y comenzó suaves caricias subiendo por mi muslo. En ese momento era yo quien sentía miedo, ¿acaso iba a perder la virginidad con esa chica que no conocía de nada? Ciertamente quería desprenderme de esa carga, pero me daba miedo, ni si quiera le había dicho que era virgen, tal vez saldría corriendo al escucharlo. Volví en si cuando su mano alcanzó a tocar la tela de mi ropa interior. Me estremecí, por suerte estábamos a menos de dos minutos de casa. Me miró provocativa y me retiró un mechón de pelo que parecía obstruirle el paso, ya que con suma delicadeza se acercó a mi cuello mientras que con su mano reseguía el encaje de mi ropa interior. Sentía mi pie temblando sobre el acelerador, temía que se acabase notando en el movimiento del coche. Presionaba mis piernas para dificultarle el paso y eso parecía resultarle más emocionante. Su respiración cálida en mi cuello me erizaba la piel. Con mis piernas apretadas no tenía suficiente ayuda para abrírmelas, de modo que soltó su cinturón de seguridad en un movimiento casi imperceptible sin si quiera retirar su mano de mi entrepierna.

-          Espera… -gemí con dificultad, mis piernas temblaban demasiado, era imposible que ella no lo sintiera.

-          Si te sigues resistiendo así, acalorada y gimiendo créeme que no podré parar. –susurró esas palabras en un tono tan extremamente seductor que hasta el aire que respiraba parecía ser el culpable de mis interminables cosquillas en el estómago, cada bocanada de aire arrasaba por mi cuerpo con un sinfín de sensaciones. Sentía mi vista nublándose, quería llegar ya, mi cuerpo no resistiría ni un minuto más conduciendo.

-          Por… favor… -le supliqué mientras sus caricias en la tela de mi ropa interior se intensificaban, de modo que por más que presionara mis piernas entre ellas solo hacía que darme más placer.

-          No hagas eso. –su tono cambió y se separó de mí, justo cuando ya tenía que frenar el coche, estábamos frente a casa.

-          Disculpa. –detuve el coche, puse el freno de mano y la miré-. Es que... –no sabía cómo excusarme, quería hacerlo, pero estaba nerviosa. Ella suspiró profundamente.

-          Discúlpame a mí. –suspiró de nuevo, podía percibir algo de frustración en ella-. No sé qué me estás haciendo, siento que no puedo controlarme, es como si fueras un imán que tira de mí, cada vez con más fuerza, y cuando me pides que pare es como si acercaras tu imán con el mío para que se junten todavía más. –suspiró de nuevo-. No puedo parar. –dijo eso último con cierto tono de rabia-. Ahora mismo te arrancaría todo y te obligaría a seguir conduciendo, me muero por ver como empapas estos asientos tan nuevos con tus fluidos. –pude ver como ella misma se sorprendía de sus palabras, actuaba extraño, como si de verdad una fuerza la dominara-. Tengo que bajar, necesito aire. –con desesperación salió bruscamente del coche.

-          ¿Todo bien? –se acercó Joyce como un rayo.

-          Creo que sí. –susurré acalorada desde la ventana, entendí que debería haber dejado que me hiciera de todo en el coche, me moría de ganas, concretamente en el coche. Pero lo que más me excitaba era que me dijera que no podía resistirse. Adrien apareció y abrió mi puerta, ofreciéndome salir del coche. Así lo hice, salí del coche observando a Akili, aquel mono que llevaba le lucía muchísimo los glúteos, se veía tan sexy que una podría pasar todo el día admirando el movimiento de sus caderas.

-          Ve con cuidado. –me susurró Joyce en la oreja, automáticamente una ola de calor me recorrió entera, seguía muy sensible y excitada, y aquel susurro parecía avivar la llama- Uy… no tienes peligro tú ni nada. –se apartó riendo al ver mi reacción.

-          Es que no has visto lo que ha sucedido antes… -me justificaba como una niña pequeña, todavía se equivocaría y pensaría que me gustaba.

-          Ya, ya… -se reía más-. Anda vete a dentro. –intercaló la mirada entre mi piso y Akili.

-          ¿Quieres entrar? –murmuré cerca de Akili anteriormente tomándole la mano para advertirle de mi presencia.

-          ¿Es aquí? –admiraba la fachada del edificio.

-          ¿Quieres? –le susurré tratando de que volviera en sí.

-          ¿El qué? –su tono seductor regresó en aquella pregunta retórica, por poco me atraganté con mi propia saliva. Me estaba poniendo más nerviosa. Pero de pronto me quedé en blanco, preguntándome si yo tenía llaves de mi casa, no recordaba que ocurrió después de que saliera con Joyce de casa, si se llevó él las llaves, si las había dejado en algún lugar y las había perdido.

-          Mierda. –murmuré, Akili torció la cabeza tratando de entender-. No sé qué he hecho de las llaves. –Akili puso los ojos en blanco.

-          ¿Seguro es eso? –su seducción iba aumentando en cada sílaba que pronunciaba-. ¿No será que no quieres que entre? –me acorraló contra la puerta principal. Al final iba a perder la cordura y gritarle que me forzara, que me hiciera lo que quisiera. No entendía como alguien que apenas conocía, podía causarme tantas emociones. Pero de pronto las dos estábamos en el suelo, la puerta principal había sido abierta.

-          Disculpen señoritas. –murmuró Adrien-. Salía a darle las llaves. –entonces me tendió la mano para levantarme.

-          Sí, perfecto, mmm muchas gracias. –estaba algo en shock tras la caída.

-          Si todo está en orden me retiro, mañana las veré, que descansen. –ayudó a Akili a levantarse también, me dio las llaves y desapareció por la puerta.

-          ¿Dónde vivirá? –pensé en voz alta sin darme cuenta-. ¡Uy! Perdón, lo he dicho sin querer. –pero realmente tenía esa duda.

-          Cualquier pensamiento es mejor que estar por mí por lo que veo. –murmuró Akili dado que estaba mirando la puerta por donde Adrien acababa de desaparecer.

-          ¡No! –grité sin querer-. Discúlpame, estoy algo nerviosa. –bajé el tono de voz.

-          No tienes por qué. –susurró acercándose-. Confía en mí. –me agarró la mano y con la otra hizo una seña para que le indicara el camino.

Así lo hice, fuimos de la mano hasta llegar frente a mi nueva casa. Akili admiraba el edificio en cada paso que daba, iba andando prácticamente con la boca abierta, no podía culparla, yo prácticamente hacía lo mismo, a pesar de haberlo visto anteriormente, seguía deslumbrada. Le solté la mano y abrí la puerta, para mi mala suerte tuve que indagar hasta encontrar el interruptor principal, todavía no me tenía conocida la casa.

-          Aquí está. –susurró Akili en la oscuridad, hasta que escuché como le daba al interruptor y la luz iluminaba su rostro-. Pero… si me permites. –dudó un poco-. ¿No conoces tu casa? –me miraba sin entender mucho.

-          Bueno… es complicado de explicar, pero la conozco poco más que tú. –murmuré algo avergonzada.

-          Bueno. –me acarició la mejilla con los nudillos-. ¿Sabes dónde está la cocina? –me guiñó el ojo y yo entré en pánico, ¿Qué quería hacerlo en la cocina? No era el lugar más idóneo para la primera vez-. Tranquila, solo quiero que tomemos alguna copa. –justificó pareciendo leer mis pensamientos-. Aunque si quieres… -insinuó resiguiendo mi escote con su dedo índice, un escalofrío me recorrió el cuerpo y ella retiró su mano.

-          Sí, adelante. –me dispuse a ir a la cocina, pero como si por arte de magia se tratara, al pasar por el salón vimos velas junto a la mesa, una botella de vino y dos copas.

-          Para conocerla poco, la has preparado muy bien. –me susurró en el oído a mis espaldas. Me percaté por un segundo de la ventana, Adrien me guiñaba el ojo y volvía a desaparecer. Madre mía, ese hombre estaba en todo. La botella estaba hasta abierta, de modo que solo serví las copas, hicimos un brindis y me terminé la copa de un trago-. Oye relájate. –me quitó la copa de vino y dejó ambas sobre la mesa, luego me rodeó la cintura con sus manos, presionando mi cuerpo contra la mesa.

Me besó. Por unos segundos me quedé helada, pero su lengua forcejeaba en mis labios intentando abrirlos y darles paso, me apretó de un fuerte tirón contra ella, de modo que jadeé y entonces hundió su lengua boca en mi boca. Sus besos tan cálidos, sus labios gruesos y suaves, tenían sabor a vino, eso hacía que quisiera beberme su boca. Intensifiqué el beso agarrándola de la cabeza, pude notar un pequeño gesto de satisfacción en su boca al verme por fin actuar.

Sus manos reseguían mis curvas, frustrada por no poder tocarme mucho me separó un poco de la mesa y me agarró las nalgas. Ambas gemimos una en la boca de la otra, yo del apretón y ella del placer de tocarlo. Su lengua era arte, trazaba unos movimientos que me hacían palpitar toda mi zona de imaginarme su boca allí. Lentamente fui conduciéndola hasta la habitación, golpeándonos contra las paredes y los muebles sin dejar de tocarnos y besarnos. Cuando llegué frente a la habitación, ella tiró fuerte de mi falda y la subió dejando a la vista todas mis piernas y glúteos, entonces con una fuerza asombrosa me cogió en brazos y yo la rodeé con las piernas. Abrió la puerta de la habitación sin ninguna dificultad teniéndome en brazos.

-          Estás muy fuerte. –susurré agitada y asombrada.

-          Lo que estoy es muy excitada. –murmuró con dificultad, parecía costarle hablar-. ¿Qué me haces? –Se acercó y me dejó caer sobre la cama-. ¿Cómo es posible que puedas excitarme tanto? –espetó observándome desde su altura, su piel negra la hacía casi invisible en la oscura habitación. Lentamente se unió a mí, dejando caer suavemente su cuerpo sobre el mío-. Eres un pecado, ¿lo sabías? –susurró en mi oído erizando partes de mi cuerpo que jamás antes había sentido. Sus manos fueron directas al top de cuero decididas a quitármelo, a medida que lo iba subiendo para quitármelo mi corazón latía desbocado, sentía cierto temor. Finalmente, mis pechos quedaron descubiertos completamente, la tenue luz que traspasaba la ventana me iluminaba, simulando a un foco. En cambio, Akili no se la veía, se mezclaba en la oscuridad. Tentada de utilizar mi visión nocturna me decanté por no hacerlo, no quería asustarla.

-          Akili… -jadeé avergonzada. Estaba inmóvil, no la podía ver y no decía nada.

-          Shhh… -finalmente emitió un sonido chistándome. Yo me removí incómoda, a lo que ella me sujetó los brazos con fuerza. Me tenía sumamente intrigada, gozaba de una fuerza bastante sobrenatural-. Mírame. –susurró.

-          Pe… -protesté y me chistó de nuevo.

-          Mírame. –suplicó esta vez-. Quiero ver tus ojos. –entonces lo entendí. Progresivamente mi visión nocturna iba permitiéndome ver, a su vez veía en el reflejo de sus ojos negros los míos luminiscentes-. Ufff… -gimió mirándome-. Lo que decía, un pecado. –se abalanzó sobre mi boca nuevamente. En su respiración sentía como trataba de retener sus impulsos, lo cual no consiguió, a poco tardar, su boca olvidó la mía, tomando un rumbo descendiente por mi cuello.

-          N..no.. –gemí, quería detenerla, pero sus besos en el cuello me hacían desear más-. ¡Ohh! –gemí intensamente cuando succiono por encima de la clavícula. Traté de moverme per sus manos seguían sujetando firmemente mis brazos-. Tú..ropa.. –murmuré jadeando y ella sonrió. Se separó de mí, con agilidad se desató los gruesos tirantes y deslizó el mono por su cuerpo. Lo primero que alcancé a ver fueron sus pechos, sus pezones me hicieron jadear al verlos. Los deseaba en mi boca, apuntaban hacia mí como si estuvieran desesperados, eran sumamente puntiagudos. Seguidamente sus caderas fueron revelándose, me atraganté al observar que no llevaba ropa interior. Sus curvas eran tan provocadoras, tenía el mono a la altura de las rodillas cuando no soporté más, cuando me incorporé en la cama, quedando sentada y ella frente a mí. Detuve sus manos deslizando su ropa.

-          ¿Qué haces? –frunció el ceño-. ¡Ufff! –gimió cuando me acerqué a su seno derecho que estaba a centímetros de mi boca y con suavidad lo introduje en mi boca con una sutil succión. Aferró sus manos en mi cabeza y me presionó contra ella pidiéndome más. ¡Ahhh! -gimió bruscamente, miró al techo y estiró de mi cabello, le succioné tan fuerte que sentía mi paladar volviéndose más pequeño. Se tambaleó y rápidamente la rodeé con un brazo para ayudarla a mantenerse en pie. Sin yo pensar con claridad y sin si quiera ser consciente de lo que hacía, posé mi mano libre sobre su muslo y la miré. Ella bajó la cabeza y me miró al sentir mi mano, vislumbré en sus ojos como los míos se intensificaban todavía más, iluminando allá donde yo miraba, casi media habitación la iluminaban mis ojos. Sin dejar de mirarla, sentí como poco a poco mi mano se iba humedeciendo a medida que ascendía por sus muslos. Ella se mordió sus gruesos labios. Mordí sutilmente su pezón, estaba muy sensible, pues con rapidez gimió y se sobresaltó-. Están… mu..m..muy.. ¡ohh! Sensibles-. Gimió entrecortadamente. El calor en mi mano era intenso, no pude retenerme, apenas llegué al foco principal del cual había sacado tantos flujos, la embestí sin previo aviso con un dedo. -¡Ohhggh! –gimió y sus rodillas le fallaron, de modo que hundí más mi mano en ella para sujetarla, entonces gimió con más intensidad. Me escurrí como pude por el lateral de la cama hasta caer de rodillas al suelo, frente a su zona más íntima. Y con intensidad aferré mi boca a su monte de venus y succioné. Ella gimió, no paraba de gemir, cada vez eran más constantes, apenas había hecho nada cuando mi dedo en su interior comenzó a estar más aprisionado, ella estiraba fuerte de mis cabellos y una calidez intensa recorría mi mano, pues sus flujos brotaban con abundancia.

PUM

Se escuchó un fuerte sonido proveniente del salón. Y antes de que diera tiempo a reaccionar la habitación estaba repleta de gente.

Me levanté con rapidez y Akili deshizo rápidamente la cama para taparse con las sabanas.

-          ¡Cariño! –musitó con entusiasmo mi madre encendiendo la luz. Todos me saludaron con emoción. A excepción de Jana que en su mirada se vislumbraba rabia. Pero sentí mi corazón rompiéndose en mil pedazos cuando vi a Kate, toda la ira que tenía de la última vez se esfumó al ver como sutiles lágrimas caían por sus mejillas. Mientras Paola trataba de sacarla de la habitación para que no me viera los pechos descubiertos. Con velocidad sobrenatural volví a colocarme el top de cuero.

-          Vamos al salón por favor. –traté de sacarlos de allí, mirando con disculpa a Akili.

-          Ya veo que no pierdes el tiempo eh hija. –musitó mi padre una vez todos en el salón.

-          Ha salido a ti, cielo. –le murmuró mi madre pícara.

-          Eccss… -murmuramos Alex y yo a la vez.

-          No veas hermanita, como se las gasta esa negra, que culo tiene. –espetó Alex.

-          ¡Ya cállate! –le grité sin querer, hablar de Akili parecía afectar a Kate. Sin embargo, Jana seguía en silencio.

-          No veas menuda casa. –dijo Paola tratando de relajar la situación. Funcionó en parte, la mayoría se quedó observando la casa. Pero Jana me miraba sin más y yo le fruncí el ceño, yo era la cobaya de indias para ella, quien hacía conmigo lo que quería, y además recibía dinero a cambio, yo era quien tenía derecho a estar enfadada. Al ver mi reacción, su mirada curiosamente se relajó y me miro con algo de culpa.

-          ¿Qué demonios ocurre? –apareció Joyce gritando.

-          ¡Padre no! –grité a mi padre que se había abalanzado sobre Joyce en una agresiva pelea. Se detuvo y me miró, en apenas unos segundos ambos se habían hecho varias heridas.

-          ¿Va contigo? –preguntó mi madre.

-          Sí, es algo así como un mentor para mí. –disfruté mencionando esas palabras, dado que Jana lo había sido para mí anteriormente solo por dinero, y él lo hacía con el corazón-. Todo esto me lo ha dado él. –abrí los brazos mostrando el piso.

-          No lo entiendo. –murmuró Joyce bastante horrorizado.

-          ¿Qué ocurre? –pregunté confusa.

-          ¿Cómo han podido entrar? La casa estaba bajo hechizos de protección.

-          Somos su familia. –encaró mi padre.

-          No tiene nada que ver, ni si quiera yo habría podido entrar cuando yo hice que pusieran el hechizo. Solo alguien desde dentro podría haber permitido que entrasen. Todos miramos a Akili que recién llegaba.

-          ¿Ella? –lo miré confusa.

-          No es posible, ¿estaba contigo verdad? –replicó.

-          Mmm.. sí. –me sonrojé al recordar que hacía conmigo.

-          ¿Pueden ser los Crawford? –se horrorizó mi madre y miró a Joyce.

-          No es posible… -musitó confuso-. A menos…

-          ¿A menos? –preguntó alterado mi padre.

-          A menos qué… -rápidamente observó a Kate y Paola percibiendo su humanidad.

-          ¡Qué, qué! –preguntaron casi todos.

-          Nada. –me miró fijamente pensativo.

-          Dilo. –le murmuré al ver su fijación en mí.

-          A menos que alguien de aquí sea el punto débil de Chloé.

-          ¿Cómo? –pregunto Alex sin entender.

-          Que quien deshaga el hechizo sea alguien quien tiene robado el corazón de Chloé.

-          Es decir, ¿la protección no funciona con alguien a quien ella ame? –aclaró Alex y yo estaba cada vez más confusa, tal vez mi lazo con Jana de mentora, amante, amiga y todo era muy poderoso.

-          Más o menos. –todos lo miramos esperando más-. Solo alguien humano puede lograrlo. –el silencio reinó la habitación, Paola pareció inflarse de rabia cuando todos miramos a Kate-. Pero eso no debería permitiros a todos. A menos… -murmuró de nuevo-. Que dos amores traten de entrar a la vez en una barrera protectora. –Y esta vez miramos a Jana.

*** Continuará *****

Espero que os guste, vamos a sacarle

provecho a esta cuarentena escribiendo.

Ánimo a todxs.

Saludos desde España.

Siempre encantada de leer vuestros emails y opiniones.