¿Qué es el infierno? 12

¿Puedo estar a salvo en una casa llena de monstruos como tú?

Lentamente me acerqué a la puerta, sentía la necesidad de vigilarla, y más por las noches.

-          ¿Por qué? ¿Qué me haces? –gemía débilmente, me asusté, de modo que me asomé un poco más. Estaba sola, es me tranquilizó-. Tus ojos.. –gemía-. Sueño todo el día con ellos. –sumergió su mano entre las sabanas.

-          ¿Se puede saber que estás haciendo? –susurró su.. prometida, en su voz podía notarse como se regocijaba de encontrarme en esa situación. ‘Qué asco te tengo de verdad, que asco más grande’ le dije mentalmente.


-          Eh.. –no podía articular palabra, ya era complicado explicar que me pillase allí, pero peor iba a ser cuando se diera cuenta de lo que Kate estaba haciendo-. Yo.. Sentí que debía asegurarme de que todo fuera bien. –susurré como pude-. Corre, volvamos a la mesa no vaya a despertarse. –me miraba confusa, no le acababa de convencer mi explicación.

-          ¿Todo bien? –apareció Jana con cara de vinagre.

-          Uff.. si.. por favor.. ven a mí.. –gimió débilmente Kate. Maldije mi propia existencia en ese momento. Paola puso los ojos como platos, y rápidamente me miró como si desease alguna estaca para clavármela.

-          Vuelve a la mesa, no ha ocurrido nada. –con una astucia asombrosa Jana se puso frente a Paola y le susurró esas palabras, acto seguido Paola se alejó vuelta a su lugar sin decir nada. Jana me miró unos segundos, con mucha decepción en su rostro y se siguió el camino de Paola vuelta a la mesa.

-          ¡Ahhh! –exclamé asustada, cuando me dispuse a alejarme de ese lugar también, sorprendentemente Kate me agarró de la muñeca y me detuvo-. ¡Casi me matas! –exclamé hiperventilando. Sin embargo ella hacía caso omiso a mi reacción, su rostro seguía igual de seductor que cuando estaba en la cama.

-          La que casi me mató fuiste tú. –lo dijo en un tono provocativo-. Incluso desearía que acabases esa faena ahora mismo. –tiró de mí introduciéndome en su habitación, mientras me miraba desafiante. Una vez dentro, me acorraló contra la puerta. Entonces me percaté de que solo lucía un camisón grisáceo gigante que le dejaba descubiertos los muslos. Bajo la luz lunar, sus ojos miel lucían más intensos con su cabello oscuro. Sus manos jugaban alrededor de mi cuello, incitándome a ella, como quien coge una golosina y la remueve cerca de una mascota, solo que la golosina era toda ella, sin ser consciente del peligro.

-          No.. no podemos. –traté de alejarme, ella seguía mis movimientos-. Me esperan en la mesa, vendrá tu prometida si sigo aquí, ya estábamos en el postre. –intentaba convencerla de que me dejase ir, pareció convencerla mi respuesta, aunque no lo hacía de buena gana.

-          Esta madrugada vienes. –me susurró en la oreja, fruncí el ceño mirándola.

-          No eres consciente del peligro. –respondí en su mismo tono, ella seguía respirándome en el oído, causando un sinfín de deseos en mi interior, con fuerza pero sin brusquedad conseguí alejarla con mis manos, sus ojos miel lucían iluminados por los míos que de pronto iluminaban toda la habitación, estaba empezando a descontrolarme.

-          Te equivocas. –se alejó un poco-. Me das miedo. –respiró con temblor-. Mucho. Pero extrañamente eso es lo que más me gusta. –sentí compasión, no quería asustarla, por instantes deseé abrazarla, pero a medida que terminaba su frase sentí más deseo, que mi presa me tuviera miedo, lo hacía todo más excitante.

-          Me voy. –pestañeé varias veces hasta que logré ‘apagar’ la luz en mis ojos, la habitación volvió a oscurecer, dejando que la luna rigiera de nuevo nuestra luz.

-          Te estaré esperando. –susurró muy bajo, sabiendo que mis sobrenaturales oídos la escucharían. Me alejé de allí, entonces era yo quien temblaba.

-          Espero que hayas perdido 2 kilos hija mía porqué te ha engullido el baño. –soltó mi padre tan pronto me vio llegar.

-          Vamos termina el postre, nos iremos ya todos. –murmuró mi madre. Jana ni me miraba, era frío, tenerla sentada a mi lado y sentirla tan lejos.

Paola se fue la primera, mientras los demás charlaban y esperaban unos chupitos de sangre para ir a dormir ligeros. Jana si quiera probó uno, Alex sin miramientos se bebió el de Jana, el iba a su rollo hablando con los demás, Jana y yo sin embargo estábamos en silencio.

Finalmente todos se levantaron dejando que el servicio recogiera todo, cada uno se dispuso a sus habitaciones, de hecho, no sabía cuál era la supuesta habitación de Jana. Siempre pensé que dormiríamos juntas, pero dada la noche veía que no.

-          Jana por favor, vamos a hablarlo. –le tomé la mano con suavidad alejándola de los demás que se iban.

-          ¿Hablar de qué? Estás loca por Kate, no hay nada qué hablar, hasta Paola lo ve a pesar de haberle mentido diciendo que yo soy la culpable de que tengan que vivir aquí. –con cierto desprecio soltó mi mano y se alejó a la velocidad de la luz, haciendo que no supiera donde dormía.

Me fui a paso de tortuga, casi arrastrando los pies a mi habitación. Me puse un pijama de seda, de una pieza de tirantes y pantalón corto, era un mono rojo de encaje negro. Me metí en la cama. Miré el móvil por un tiempo, finalmente decidí enviarle un mensaje.

CHLOÉ _ 01:28

Por favor dime dónde estás,

la charla de antes no me ha servido de nada.

Miraba el teléfono a la espera de que respondiera, su última conexión era de hacía más de una hora. Pasados varios minutos marcó el doble tic azul.

CHLOÉ _ 01:47

Está bien, registraré todas y cada

una de las habitaciones de este lugar.

Así lo hice, salí de  la cama y me dispuse a buscar pasillo por pasillo, habitación tras habitación. Estaba decidida a hablar con ella. Ni si quiera entendía por qué la necesitaba tanto, mi cama era demasiado grande, sentirla mal me destrozaba la vida, quería estar en sus brazos. Entonces por qué narices actuaba así a la vez con Kate, con ella era todo distinto, perdía el control, necesitaba de su tacto en mi piel, de su olor, de esos ojos miel que parecían derretirse al verme, su voz tan provocativa como si de la misma hija del diablo se tratara. Las quería a las dos entre mis brazos, pero debía ser consciente, Kate se iba a casar, amaba a otra mujer aunque se sintiera atraída por mí. Jana, ella era muy loca, si quiera pensaba que pudiera tener una relación estable, Jana había sido toda la vida liberal, sin compromisos, sexo y ya. Por qué iba a ser yo distinta, era celosa si, pero con el amigo de Alex no tuvo problemas en coquetearle, en sentirse atraída por él. Tenía los mismos PROS y CONTRAS acerca de las dos, eso lo hacía todo igual de complicado. Perdí la cuenta de las habitaciones que llevaba, de la de escaleras que subí y bajé, la de pasillos que había, habitaciones subterráneas, o en lo más alto rozando el cielo, empezaba a estar cansada. Ya ni sabía en que parte del castillo estaba, los cuadros los veía ya todos iguales, no sabía si había abierto esas habitaciones. Tal vez llevaba 60 o más habitaciones registradas, y ni si quiera había encontrado la los demás, ni los padres de Jana, ni los míos, ni si quiera la de Alex, ni el servicio, no había nadie en ninguna de las habitaciones que abría.

Sentí voces, con lo cual me dirigí en su dirección. Para mi sorpresa ni más ni menos fui a parar frente a la puerta de Kate y Paola. Escuchaba ciertas risas extrañas, algo pícaras. Sin necesidad de abrir la puerta, no sé ni cómo, logré ver a través de ella. Paola estaba atada literalmente a la cama, mientras Kate jugaba encima de ella. Intenté cerrar la puerta para no ver, sin recordar  que estaba viendo a través de ella, de modo que me golpeé en los nudillos al intentar cerrar una puerta ya cerrada. Me alejé de allí como un rayo, ese ruido debió alertarlas. Volví en segundo a mi habitación, habiendo tardado anteriormente en hacer ese recorrido varias horas registrando habitaciones. Me tumbé en la cama y miré el móvil.

JANA _ 2:04

He venido a buscarte y no estás.

Genial aquí está tu teléfono.

CHLOÉ _ 3:26

Ya te he dicho que había

salido a buscarte.

JANA _ 3:27

Estaba preocupada.

Llevas mucho tiempo fuera.

JANA _ 3:31

¿Ahora no vas a responderme?

JANA _ 3:36

Estupendo.

Ahora voy yo.

Estaba enrabiada, mucho, ni sabía exactamente por qué, con Jana estaba mosqueada, después de el número que había montado, ella a saber a cuantos se habrá follado desde que nos besamos por primera vez, y tiene el valor de enrabiarse conmigo por algo que ni si quiera he hecho todavía. Y Kate me tenía ardiendo en el infierno, ¿para eso quería que fuera a verla esa madrugada? ¿Para ver como hacía gemir a su prometida? Quería matar a todo el mundo en ese momento.

De pronto, nada me dolía, ni si quiera sentía rabia, sentía felicidad, ganas de hacer lo que quisiera sin remordimiento. No podía controlarme, me levanté de la cama de nuevo. Me observé en el espejo, con el mono de seda, mi cabello suelto, solo que esta vez mi cabello y mis ojos eran del mismo color, mis ojos se volvieron anaranjados, mezclados con rojo infierno. Lucía un rostro malvado, una sonrisa de que nada me importaba.

Salí del castillo sin más, sin si quiera zapatos. Tampoco podía controlar mis impulsos, buscaba algo y no sabía el qué.

-          Disculpe señorita, ¿se encuentra bien? –escuché la voz de un hombre-. ¿Me oye? –se acercó a mí, estaba a mi espalda sin verme la cara. Sus manos ligeramente cogieron mi cintura. Pude sentir que me agarraba con más fuerza, no iba a dejarme escapar, acercó su cuerpo a mis glúteos. Me di la vuelta bruscamente, el cayó al suelo en cuanto vio mis ojos-. ¿Qué eres?

-          Soy tu peor pesadilla. –me abalancé sobre el y le desgarré el cuello sin más-. Hasta tu sangre es asquerosa. –le susurré con desprecio y le partí el cuello. Una energía vital me recorrió el cuerpo, eso era lo mejor que había vivido nunca.

Seguí vagueando por la oscuridad de las calles. Perdí el número de la de vidas que quité. Si quiera era consciente, solo me daba placer, me hacía sentir viva. A poco de amanecer volví a casa.

-          ¿Se puede saber dónde estabas? –Jana me dijo nada más atravesar la puerta secundaria que daba paso al interior.

-          No te importa. –respondí sin si quiera mirarla, sentía rechazo hacia todos en esos momentos.

-          Tus ojos.. –pude sentir en su voz cierto tono asustado-. No eres tú.

-          Claro que soy yo. –la miré, reflejaba allá donde yo miraba el color del infierno, su cara parecía iluminada por fuego, mi fuego-. Y estoy mejor que nunca. –sonreí.

-          Perdóname, no he debido actuar tan descontrolada, no has hecho nada. –trataba de calmarme.

-          Estoy bien, no tienes que explicarme nada. Tú haces tu vida y estás con quien quieres, yo también lo hago, es simple. –la miré con firmeza.

-          Te equivocas, no estoy con quien quiero, si no, no te habrías ido.

-          Desde mi transformación, ¿con cuántos has estado? –la miré y podía ver que el color reflejado de mis ojos se volvía más intenso, ella no respondió, bajó simplemente la mirada-. ¿Y yo no puedo hacerlo? –levanté la voz más de lo normal.

-          ¿Lo has hecho? –sentí su corazón dar un vuelco.

-          ¿Eso si te molesta? ¿Tu si pero yo no? –me agarró suavemente del brazo-. ¡No me toques! A saber cuántos te han tocado. –me alejé de ella, mi rabia empeoraba, sentía deseos de volver a salir.

-          Por favor, sabes que no tiene sentido esta discusión, no podemos reprocharnos nada. –dijo con calma.

-          Ahora que te recrimino yo no, ¡pero tu si podías hacerlo!

-          Escúchame. –me agarró fuerte esta vez-. Pégame.

-          ¿Qué? –me sorprendí.

-          Hazme daño, tu demonio debe liberarse, no puedes controlarlo, ahora estás demasiado enfurecida.

-          No te voy a hacer daño. –sentí que me iba calmando.

-          De ti dejo hacerme lo que sea. –su tono seductor me erizó la piel, sentí debilidad en el color de mis ojos-. ¿Me oyes? Lo que sea. –remarcó lentamente palabra por palabra, mientras sus manos tomaban las mías y las acercaba a su cintura-. Puedes castigarme, quiero que lo hagas. –sonreí, no pude evitarlo. De hecho deseaba castigarla, mejor dicho iba a castigarla en ese momento. Ella como siempre lucía su batín de seda, y sin ser apenas consciente de mis movimientos, le deshice el nudo de un estirón y me llevé el lazo, acto seguido le di la vuelta y le até las manos a la espalda.

-          Créeme que desearás no haber dicho eso. –le susurré en el oído.

-          ¡Uy! –escuché a Paola exclamar-. Disculpad, solo vamos a por agua. –estiró de Kate que se la veía muy disgustada por observarnos en esa situación.

-          Tus ojos.. –murmuró con dificultad-. Nunca.. los había visto de ese.. color.. –hablaba entrecortada.

-          Katy cielo vámonos, están ocupadas, ¿no lo ves? –le guiñó el ojo, el hecho de imaginárselo le molestaba todavía más.

-          Me da igual, como si os queréis quedar a ver. –musité sin dar importancia a su presencia y empujé a Jana en dirección a la torre más alejada que había visto. Necesitaba estar alejada de nuestras familias, no iba a ser de buen gusto que nuestros padres pudieran presenciar o escuchar algo así.

-          ¿Dónde me llevas? –me preguntó confusa.

-          En las horas que me has hecho buscarte he conocido muchas habitaciones. –en mi voz podía notarse como no tenía compasión en nada, solo la deseaba a ella bajo mi mando, sin importarme lo que ella quisiera-. Y he visto algunas interesantes. Pero no tanto como las mazmorras, mañana pienso ir a conocerlas. –estiré fuerte del nudo para cortarle más la sangre, ella gimió como respuesta.

Finalmente llegué a la habitación deseada, no era nada muy especial, simplemente tenía una cama con sus cuatro postes y sus cortinas pertinentes a cada uno. La desaté con lentitud, a pesar de no tener paciencia en ese momento quería hacerlo lo más duradero posible. Deslicé por sus hombros el batín dejando al descubierto su cuerpo. Tan pronto como cayó el batín al suelo, ella tembló en cuanto me miró a los ojos y vio la intensidad de color rojizo.

-          Túmbate. –le ordené.

-          ¿Hacia arriba o hacia abajo? –preguntó con dulzura.

-          Mm.. –medité por unos segundos sin tenerlo claro-. Arriba. –respondí finalmente. A la velocidad de la luz até cada una de sus extremidades a un poste con la cortina. Me quité el mono que llevaba puesto con algunas manchas de sangre por mis anteriores víctimas.

Finalmente me detuve a observar su cuerpo. Su espalda estaba algo curvada, pareciendo ofrecerme todo su cuerpo. Sus pechos se veían muy abultados, parecían querer llegar a mí, sus pezones cada vez se erguían con más intensidad. Sobresalían de tal forma que yo jadeaba, los necesitaba entre mis labios, ni si quiera me limité a observar más su cuerpo, solo con eso me subí a la cama, lentamente a horcajadas en ella, pude sentir la humedad de mi zona mojando su cuerpo. Ella se mordió el labio a sentirme así, tiró de las cortinas, no resistía a sus ganas de tocarme, pero no la dejé liberarse. En clase había aprendido un control nuevo de mi cuerpo que iba a  ayudarme mucho, constaba en controlar la temperatura de mi cuerpo en la zona que quisiera. Lentamente me acerqué a sus labios. Primero sutilmente con leves roces en nuestros labios, ella abría sutilmente su boca, deseando que le introdujera la lengua. Primero lo hice por sus labios, su respiración se iba agitando. Finalmente ahogué su respiración en un beso, sus labios eran tan suaves, el modo en que los míos resbalaban con tanta facilidad en su boca. Su lengua, Santo Cielo, si sus labios ya eran suaves, su lengua era de otro mundo, su calidez y suavidad mezclada con su habilidad en moverla. Sutilmente me deslicé un poco más hacia abajo sin dejar de besarnos, de modo que su monte de Venus y el mío estaban en contacto. Al presionarme contra ella, sentí de nuevo como tiraba de sus ataduras. Liberé su boca de la mía, sus jadeos comenzaban a dificultar nuestros besos. Moví mis piernas de modo que quedaron entra las de ella, de modo que me deslicé un poco hacia abajo, hasta quedar a la altura de su cuello. Tan solo al sentir mi respiración en él, se retorció intentando liberarse. Lo succioné lentamente, su piel presionándose entre mis labios, como lentamente entraba y salía en cada succión, jugaba con mi lengua en cuanto estaba en mi boca. Dudé de si las cortinas aguantarían, sus gemidos y estirones comenzaban a ser más bruscos.

-          Por.. favor.. –gimió con dificultad. Me detuve y vi un chupetón en su cuello, había succionado con mucha fuerza, pero sin dificultades rápidamente fue desapareciendo-. No pares.. –me gimió de nuevo con más exigencia. La miré mientras la dejaba ver mis colmillos creciendo. Con brusquedad me abalancé al mismo lugar donde antes succionaba con mis labios, y hundí los colmillos-. ¡Ohh! –gimió, una mezcla de dolor y placer. Su sangre.. era tan.. especial, tal vez porque era un vampiro y su sabor era más suave, como una golosina exquisita pero sin ser empalagosa. Tiraba y tiraba más fuerte de las cortinas, podía sentir como deseaba rasgarme la espalda con las uñas. Me separé de nuevo de ella-. ¡Espera! –exclamó algo asustada al verme cerca de su pecho.

-          Shhht.. –musité con delicadeza y le di un beso, dejándola saborear su propia sangre.

-          Mmm.. –gimió en mi boca. Dejé sus labios de nuevo y volvía situarme frente a su pecho, ella se agitó de nuevo. Con calma le acaricié el izquierdo con la lengua, ella gimió de nuevo y estiró fuerte, escuché la tela desgarrarse un poco-. ¡Aaah! –gimió cuando lo succioné sin previo aviso y la tela se desgarró todavía más.

-          Como rompas una de las cortinas, pienso dejarte sin sangre. –musité con ferocidad, ella tembló e intento relajar sus brazos. Su cadera se removía pidiendo ayuda, clavé mi vientre contra ella.

-          Ufffff.. –gimió prolongadamente, yo comenzaba a no tener paciencia, ya no aguantaba más. Le mordí el pecho-. Dioss.. –se retorció como protesta, pero tan pronto comencé a succionar se relajó de nuevo y su dolor se convirtió en más gemidos placenteros. La sangre brotaba con más tranquilidad en mi boca, pero era más sabrosa. Sus gemidos aumentaban, de modo que la solté de nuevo. Me deslicé completamente hasta quedar medio fuera de la cama y estar frente a su foco principal. Ella me miró, ahora sus grandes y verdes ojos brillaban, sonreí ante ella, a pesar de que ella estuviera atada, su mirada y mi posición me hacía sentir como la criada a la que le ordenaban lo que tenía que hacer. En cierto modo era así, ella me dejaba dominarla, rara vez un dominante se deja dominar, y por mí se dejaba, incluyendo mi inexperiencia-. Mételos.. por favor.. –gimió removiendo su cadera y mirando mis dedos.

-          Es pronto todavía. –susurré con malicia.

-          ¿Estas bromeando? Yo creo que ya hasta la cama gotea mis fluidos. –respondió indignada con dificultad. Era cierto, la cama estaba empapada, toda la zona bajo muslos, la sabana.. Soplé sutilmente en su zona, ella gimió de nuevo y rasgó un poco más la cortina. Sus labios se abrieron sutilmente, dando más fácil acceso a su interior. El vello que cubría su monte era tan sutil, tenía un triangulito pequeño, todo lo demás brillaba, sus fluidos realzaban el tono de su piel. Lentamente rocé mi lengua alrededor de sus labios-. Ohh..ssii.. –gimió intentando cerrar las piernas, las cortinas eran muy débiles para retenerla. –Másss.... –levantó su cadera acercándola a mí. Y de una sin más hundí mi boca en ella, mientras mi lengua la penetraba sin yo hacerlo intencionadamente. Esa vez juraba que toda la casa la habría oído gemir.  Ella acogía mi lengua, era muy cálido su interior, podía sentir sus fluidos rodeando mi lengua, intentando salir. Me costó mantenerme dentro de ella, se removía de tal forma que mi lengua se salía, de modo que me separé de ella. Fue entonces cuando pude saborear sus flujos, dudé por momentos de que me gustaba más si sus flujos o su sangre, esos fluidos internos eran como un alimento vicioso, te hacían querer más. Se removía demasiado, no podía si quiera usar mi boca, por lo cual situé mi mano en su entrada y ella se detuvo-. Sí.. –gimió-. ¡Hazlo! –me suplicó. No pude controlarme y con brusquedad introduje el dedo corazón hasta el fondo, provocando de nuevo un prolongado gemido mezclado con un fuerte temblor en su cuerpo-. Muévelo.. –me suplicó de nuevo. Así lo hice, comencé a balancearlo en su interior que se hacía más espacioso, indicándome que introdujera otro. Ella gimió con más fuerza, no podía soportarlo, perdiendo el control de mi ser clavé mis colmillos en su muslo, perforando la arteria femoral. Esta vez su grito volvió a ser de dolor y la sangre invadió mi boca con una rapidez que no había sentido antes, su sabor era extremamente fuerte, si anteriormente había sido suave, ahora era más intenso en cada succión que daba, poco a poco su dolor fue desapareciendo dejando escuchar de nuevo sus jadeos y gemidos, parecía poseída, sus piernas temblaban, la opresión en mis dedos aumentaba, como si un anillo tratara de encajar en mi dedo. Succioné más fuerte y el movimiento de mi mano lo hice más intenso.

-          Te van a escuchar hasta en el mundo humano. –musité mientras ella protestaba por haber dejado de morderla.

-          Muér..deme.. –jadeó con dificultad mientras intentaba mover la cintura con dificultad-. ¡Aggh! –gimió con dolor al volver a hundir mis dientes en su muslo, solo que esta vez más cerca de su ingle.

-          Mmm.. –gemí yo con su sangre goteando por mi boca. Su corazón latía como si tratara de huir de mí, fluía tanta sangre que manchaba las sábanas, me sentía viva, era como estar en trance mientras bebía de ella, como si estuviera en una montaña rusa, cada sorbo que daba era como caer desde lo más alto, solo sentía adrenalina, no podía detenerme. Ella estaba débil, gemía con más debilidad a medida que más fuerte yo la succionaba.

-          V..o..y.. –me gimió mientras aferraba fuerte sus dedos a las cortinas que la sujetaban. Empujé con más intensidad mi mano, intentando profundizar lo máximo posible-. Voy.. –no conseguía acabar la frase.

-          Córrete. –le susurré yo pronunciando la palabra que no lograba decir, de nuevo protestó por haber dejado de morderla, pero rápidamente la silencié de nuevo, esta vez con mi lengua le rodeé el clítoris y lo succioné con delicadeza mientras más brusca me introducía en ella, la sentí explotar, trató de gritar pero solo un hilo de voz logró salir de su garganta, estaba temblando, en pleno éxtasis, su vagina me atrapaba, no podía ni moverme en ella de lo encajada que me tenía, rompió las sábanas que aguantaban sus piernas, me cerró el paso con ellas, alejando mi boca de ella. Seguía gimiendo con dificultad, mientras intentaba mover mis dedos que seguían encajados en ella, quería seguir dándole placer, sus gemidos indicaban que quería hacerlo de nuevo pero sus piernas me empujaban aclamando compasión. Así lo hice, me retiré de ella para ver si de ese sus jadeos iban disminuyendo. Tardó varios minutos en lograr recomponerse.

-          ¿Dónde.. has.. aprendido..? –me preguntó todavía acelerada.

-          Digamos qué… –la miré sonriendo-. Me he informado bastante.

-          Ya me extrañaba yo.. –poco a poco iba hablando mejor-. Nunca antes has tenido a nadie en tus manos. Así que te felicito. –suspiró profundamente-. Pocos logran hacerlo si quiera la mitad de bien que tú en su primera vez.

-          ¿Cómo que pocos? –escalé hasta ponerme a su altura-. No me enfades, que además has roto las cortinas. –la miré desafiante.

-          ¿Estás mejor? –me miró ignorando mi comentario, entonces me di cuenta que ni si quiera mis ojos brillaban, la paz había vuelto en mí.

-          La verdad que sí. Tú lo provocas, tú lo deshaces. –le guiñé el ojo.

-          ¡Tendrás cojones! –protestó-. ¿Bueno qué? –miró las cortinas en sus manos-. Las soltarás o ya las acabaré de romper. –sonrió.

-          Mira, porqué estoy cansada, porqué si no iba a por cadenas para dejarte aquí hasta que se haga de noche. –le señalé la ventana que ya había amanecido completamente, de modo que le solté las ataduras. Con un movimiento simple se puso encima mío.

-          Tal vez pueda devolverte el favor. –me sujetó las muñecas con firmeza y las subió por encima de mi cabeza-. Así aprendes. –se burló de mí, lo cual yo le respondí con un rodillazo-. ¡Ahh! –protestó furiosa.

-          Tendré que salir a practicar entonces. –me reí con picardía, lo cual a ella le cambió la cara.

-          Atrévete. –su tono era desafiante, puedo asegurar que rápidamente dejé ese juego, no parecía ser una advertencia inocente-. Bueno. –murmuró cambiando de tema-. Ahora te toca a ti. –apretó fuerte mis muñecas.

-          ¡Chloé! –escuché la voz de mi madre-. ¡Venid inmediatamente!

-          Ups.. –miré a Jana asustada-. Ese tono no me gusta. –odiaba que me llamaran para hablar. Nos vestimos como alma que lleva al diablo, yo ya temblaba de imaginarme. Llegamos rápidamente a la sala principal del comedor donde estaba ya servido el desayuno.

-          Te lo preguntaré directamente y más vale que digas la verdad. –comentó mi padre con cara de pocos amigos mientras todos me miraban a excepción de Paola y Kate que no estaban-. ¿Qué ha sucedido esta noche? –tragué saliva y miré a Jana pidiendo ayuda.

-          No lo sé. –lo miré confundida, si recordaba todo pero yo no era dueña de mis actos, no me controlaba a mí misma.

-          ¿Has salido esta noche a matar gente? –mi madre iba aumentando la agresividad en su tono. Yo bajé la cabeza como un cachorro arrepentido de algo que ni si quiera se daba cuenta que hacía. Jana me dio la mano.

-          No fue su culpa. –Jana me defendió.

-          Entonces. –se me heló la sangre-. ¿Lo has hecho? –vi el terror en su voz y sus ojos.

-          Kate.. –susurré asustada.

-          ¿Y para eso nos hacéis venir a este lugar? ¿Para estar seguras de monstruos como vosotros? –Paola gritaba fuera de control.

*** Continuará *****

Espero que os guste.

Saludos desde España.

Siempre encantada de leer vuestros emails.