¿Qué es el infierno? 10

Poco a poco sentí su piel desgarrándose con delicadeza, ella gemía con dolor pero le gustaba, podía sentirlo en esos gemidos, quería que siguiera..

uriosamente ya no me dolía nada, todo había vuelto a su lugar, me quedé observando el suelo todo cubierto de él.

  • ¡Lance! -escuché gritar a sus padres-. Lance, ¿estás bien? -escuché cómo le preguntaban, mientras poco a poco todas sus partes trataban de juntarse.

Salí corriendo de allí no sabía en qué dirección, solo sabía que tenía hambre, demasiada hambre.


Estaba confusa, demasiada información rondaba mi mente, intentado enlazar cada parte. Los sueños de Kate, ni si quiera tenía sentido que pudiera pensar en mí, Alex eliminó cada parte de su memoria conmigo, de modo que cuando estuviera frente a mí ni tan solo pudiera mirarme a la cara. Sin embargo, soñaba conmigo, tal vez el Crawford consiguió eliminar esa barrera o de lo contrario ni si quiera habría podido hablar con ella esa noche.

Intentaba entender la situación pero seguía sin poder entenderlo, un humano obligado a cumplir una orden debe hacerla a menos que la misma persona se lo anule, nadie ajeno puede hacerlo. De eso estaba segura, estudié bastante para averiguar si había forma de que Kate me recordase y un tuviera que ir disfrazándome de otras personas.

Seguía corriendo en medio de la noche, cubierta de sangre bajo la luna, mi gran cómplice de todo lo ocurrido, me detuve a admirarla. Sentía una conexión hacia ella fuera de lo normal, mejor dicho sobrenatural. Por un momento sentí que hasta me hablaba, como si de una Diosa se tratara. El hambre que sentía me hizo regresar en mí y reanudar mi camino.

Curiosamente terminé frente a la casa de Jana. Observé su ventana, decidida esta vez a no lanzar ninguna piedra, dado que recientemente habían reparado la ventana por mi última pedrada. De modo que decidí saltar y quedarme frente a la ventana y así llamar sutilmente con mis nudillos. Cuando estuve frente a la ventana, observé primero el entorno de la habitación. Un gran impacto golpeó mi espalda, mi propia caída.

-           ¿Estás bien? –gritó Jana apresurada abriendo la ventana. La observaba bajo  la luz de la luna, su cuerpo desnudo relucía, su piel reflejaba la luna como si del mar se tratara-. Chloé, ¿me oyes? –insistía Jana.

-           Sí.. –murmuré con dificultad, el golpe todavía me impedía hablar, mi respiración era dificultosa, y más teniéndola a ella desnuda. Con avidez desapareció y reapareció a mi lado en segundos, vistiendo una bata de satén blanca. Se agachó para levantarme, por la abertura de la bata pude ver sutilmente sus pechos. Respiré bruscamente, como volviendo a la vida.

-           Veo que ya he descubierto como reanimarte. –sonrió observándose el escote. Me ruboricé al instante. Su rostro de preocupación cambió a perverso. Un escalofrío me recorrió la columna, erizándome cada parte.

-           Yo.. –tartamudeé un poco, de pronto un sonido desagradable interrumpió el momento, la miré avergonzada-. Es que tengo hambre. –murmuré tras el semejante estruendo que causó mi estómago.

-           Creo que me he dado cuenta. –rió burlándose-. Creo que los humanos pensarán que hay tormenta. –ambas explotamos en carcajadas, mientras mi rubor era cada vez más perceptible-. Llamaré al Telepizza.

-           Mmm.. –protesté.

-           Sé lo que me hago, tendremos 2x1, la pizza y al pizzero. –se rió maliciosamente. Entonces lo entendí.

Acercó sensualmente su mano a mi bolsillo, introduciéndola como si de otra cosa se tratara, hasta que alcanzó mi móvil y lo retiró con la misma sensualidad, haciéndome sentir el frío vacío que me dejaba la ausencia de su cálida mano. Suspiré, esa mujer conseguía hacer que cualquier cosa cotidiana, resultase terriblemente excitante.

Se levantó y se alejó de mí dejándome tirada en el suelo. Miré al cielo tratando de sentir alguna corriente de aire fría que me nublara los pensamientos tan.. impuros que deseaba.

Mientras Jana llamaba yo finalmente me limité a levantarme. La sutil brisa que movía su bata dejando al descubierto algunas zonas, su cabello castaño claro también era ligeramente movido por el viento. Entonces recordé el momento en que la observaba por la ventana minutos antes, desnuda, tumbada en su cama, sus piernas ligeramente abiertas mientras su mano jugaba en el mejor punto, introduciéndose los dedos, mientras de fondo se podían escuchar sus exquisitos gemidos. Sentí mis propios flujos pidiéndome ser liberados.

-           En seguida llegará. –musitó Jana acercándose a mí, mientras yo embelesada  admiraba sus piernas cuando a cada paso que daba la bata dejaba ver parte de sus muslos, haciendo desear más-. ¿Tanta hambre tienes? –preguntó con una sonrisa, a la vez que con una mano se dejaba descubierto parte de su hombro. Podía escuchar su sangre recorriendo su cuello.

-           Puedo aguantar. –murmuré con dificultad, intentando aparentar fuerza.

-           ¿Segura? –se acercó todavía más, la bata resbalaba más por su hombro, el diminuto cinturón de satén se estaba aflojado. Podía escuchar el dulce sonido que provocaba el roce de la tela con su piel-. Yo creo que no.. –susurró mirándome a los ojos con una sonrisa pícara, en ellos vi reflejados mis ojos verdes, brillando con intensidad, incluso me ardían, parecían lámparas iluminando el camino de allí donde miraba, y en ese preciso instante solo podía admirar su cuello. La acerqué a una ventana de la planta baja que tenía barrotes.

-           No quiero que tus pies toquen el suelo en ningún momento. –ordené con firmeza, mientras cogía sus manos y las aferraba a los barrotes, a una altura que no llegaba al suelo, del mismo modo que su cuello quedaba a la altura perfecta. Como respuesta pude ver como sus brazos usaban toda la fuerza para mantenerse en ese lugar, pero quería que me lo dijera-. ¿Lo has entendido? –musité con autoridad, ni si quiera yo entendía por qué actuaba así.

-           Sí. –susurró con dificultad. Tuve el deseo de repetírselo de nuevo en busca de una respuesta más contundente pero lo dejé pasar.

Me acerqué a su cuello, podía ver a través de él, podía observar la sangre, como mis ojos me indicaban el punto exacto en el que tenía que hundir mis colmillos. Con delicadeza dejé posar mis labios en él, se estremeció como respuesta. Mientras mi lengua y mis labios jugaban en su cuello, causando cada vez más temblor en ella, mis manos decidieron actuar y lentamente ir deshaciendo el nudo de la bata. Una vez desatado, detuve mis labios y ligeramente me separé de ella para observarla, y entonces con más lentitud fui abriendo la bata, el contacto de su piel y el satén eran desquiciantes. Poco a poco fui dejando descubiertos sus grandes pechos. El frío y la humedad de la noche parecieron hacer efecto, en cuanto sus pezones estuvieron en contacto directo con el exterior comenzaron a sobresalirse cada vez más de lo normal, parecían pedirme que los calentara con mi boca. No pude soportarlo, quería esperar hasta llegar ahí, pero me llamaban, aclamaban mi calor y yo quería dárselo, saborearlos hasta sentir como se erguían más en mi boca.

-          Uff.. –gimió cuando mi lengua acarició el contorno de su pecho causando un temblor en sus piernas. Reseguí con la lengua desde el lateral hasta el centro, hasta sentir aquella abultada y rosada parte que me aclamaba. Ella se retorcía como podía intentando aguantar el máximo tiempo. Pero sabía que eso era solo el principio. Lentamente el pezón encajó en la apertura de mi boca-. Jo..der.. –gimió entrecortada cuando lo succioné. Rápidamente mis manos la sujetaron por la cintura y la miré, sus brazos le fallaron dejándola caer, la levanté de nuevo haciéndole entender que quería que siguiera en esa posición, la dejé de nuevo a la misma altura y ella sola se aferró de nuevo, me encantó que lo hiciera sin queja alguna, le guiñé el ojo-. Por favor sigue.. –suplicó en un tono dulce y alternó su mirada con sus senos.

-          Sujétate fuerte, que no ocurra de nuevo. –murmuré con seriedad mientras soltaba su cintura dejando de nuevo todo el peso en sus brazos. Fui directa a sus pechos de nuevo, esa vez me dirigí al contrario, el izquierdo. Sin previo aviso lo succioné con exigencia, ella se removió con brusquedad y gimió más fuerte que antes. Ni tan solo sabía qué hacía, mi experiencia era nula, nunca había visto vídeos si quiera, pero mi naturaleza me dominaba a su voluntad, no mandaba yo, mandaba la bestia-. Aguanta fuerte. –murmuré de nuevo al ver como temblaba cada vez más a medida que yo succionaba con fuerza.

Sus senos eran deliciosos, tan finos, tan delicados, que los succionara así parecía que iba a enloquecerlos, cada vez sobresalían más, pareciendo pedirme que los mordiera. Succioné más fuerte, sentía como mi paladar se encogía ante la succión,  ella gemía, gemidos de tortura y placer, temblaba cada vez más, no iba a aguantar mucho. Aferré mis manos a los barrotes y la embestí con todo mi cuerpo.

-           Gghdm.. –gimió ahogadamente junto a la embestida, ahora mi cuerpo la ayudaba a sostenerse, sentí como sus brazos pudieron relajarse un poco-. Santo cielo.. –murmuró cuando mi cintura hacía movimientos circulares contra ella mientras mis labios parecían dejar sin vida sus pezones de tanto succionar.

-           Muy lejos.. –respondí mientras dejaba reposar sus pechos-. Esta noche te quiero más cerca del infierno. –la miré a los ojos y vi como un destello luminiscente recorrió los suyos de lado a lado. Esa era su bestia, su bestia amenazante de nombrar el infierno.

Sus piernas envolvieron mi cintura, haciendo que la moviera en la dirección que ella quisiera. Gemía con más intensidad, podía oler sus flujos, como se mezclaban con el olor de la noche, esa mezcla de olores era exquisito. Sentí mi estómago rugir y vi que ella se estremecía ante el sonido, pero como si de una orden se tratase, lentamente inclinó el cuello hacia la derecha, permitiendo que yo me acercase a él. Dejé caer mi respiración agitada primero, estaba demasiado excitada y mi cadera se movía con más exigencia.

Mi respiración cálida en su cuello, provocó que se le erizase la piel. Con delicadeza mis labios se posaron en su piel, primero queriendo sentir en ellos como bombeaba la sangre, sintiendo su latido en mi boca, era desquiciante, sentía la zona más cálida indicándome la yugular. Lentamente sentí como si unas perfiladas agujas surgieran en mi boca, ella se estremeció al sentirlas cerca. Aferró más sus piernas a mi cintura, acercándome más a ella, oprimiendo nuestros cuerpos.

Poco a poco sentí su piel desgarrándose con delicadeza, ella gemía con dolor pero le gustaba, podía sentirlo en esos gemidos, quería que siguiera. La sangre comenzó a brotar llenando mi boca. La saboreé, era dulce, en absoluto se sentía amarga, era caliente pero deliciosa, su calor daba vida a mi cuerpo, sentía como bajaba por mi cuello, llenaba mis pechos y estómago con su calor. Jana se soltó de los barrotes y gimiendo fuerte sus manos rodearon mi cabeza, enredando sus manos en mi cabello, apretándome más contra ella.

-           Más… por favor.. más fuerte.. –me suplicaba de todo, en cualquier momento parecía que fuera a decirme que la matara ahí mismo, que le daba igual, lo parecía.

Yo intentaba controlarme, succionar con calma, no quería perder los estribos. Así que con más exigencia movía mi cintura contra ella. Sus gemidos iban a despertar a su familia, incluidos los vecinos. Yo gemía con dificultad, con la boca llena de sangre era difícil gemir. Sentía que iba a explotar, los barrotes se doblaban debido a la fuerza de mis manos, en cada embestida sentía como ella se los clavaba en la espalda, causándole más dolor y placer. Estaba llegando, yo no iba a aguantar más, y sus manos estiraban cada vez más fuerte de mi cabello indicándome que ella estaba igual.

-           ¡PIZZA! –escuché como Alex gritaba abriendo la puerta principal. Me separé de golpe de Jana, que cayó al suelo rendida y frustrada por no terminar.

-           ¿Qué hace aquí? –susurré enfadada, que cojones hacía mi hermano en su casa.

-           Ha venido a pasar la noche con una chica. –respondió con el mismo enfado. Rápidamente se levantó y se recolocó la bata.

-           ¿Qué bien huele verdad? –murmuró mi hermano mientras se acercaba a nosotras a la vez que el pizzero también lo hacía.

-           Uhh.. veo que has tenido guerra hermanita. –comentó Alex al verme, me sonrojé de inmediato, ¿tan excitada se me veía o qué? Me moría de vergüenza-. ¿A quién has matado? –sonrió, entonces lo entendí, estaba cubierta de sangre por la pelea con Crawford. El pizzero entró en pánico al verme.

-           Eeey.. –Jana se interpuso en su camino cuando trataba de huir-. No pasa nada, quédate tranquilo con nosotros. –le susurró hipnotizándole.

Entramos en su casa a comer, estaba hambrienta, creo que todos los estábamos de hecho. Regresé con Alex a casa, ya que le resumí por encima lo ocurrido aquella noche, lo de Jana obviamente no, pero lo de la pelea sí, entonces me obligó prácticamente a ir a casa. Aproveché en darme un baño caliente mientras pensaba en todo lo ocurrido, el pánico me acechaba en cuanto pensaba en Kate, en que tal vez en ese momento él podría haber vuelto para hacerle daño. No podía calmarme, salí del baño y me vestí de nuevo.

-           ¿Vas a algún sitio? –murmuró mi padre.

-           Papá. –exclamé asustada, me pilló desprevenida-. Bueno yo.. –trataba de explicarle.

-           Alex me ha contado, quería decirte que mañana tendremos todos una reunión, pero veo que tendrá que ser ahora. Llamaré a Jana y sus padres, sécate el pelo no vayas a ponerte enferma. –puse los ojos en blanco.

-           Soy un vampiro. –lo miré desafiante.

-           Eres mi hija. –murmuró paternal-. Aprovecha en secártelo en lo que ellos vienen.

Así lo hice, volví al baño a secarme el pelo, entonces escuché alguien irrumpir en el baño.

-           ¿Me extrañabas? –murmuró Jana acercándose para darme un beso, el cual no me dio, solo lo hizo para tentarme.

-           Te odio. –la agarré bruscamente y la besé con intensidad, hasta que gimió en mi boca y entonces la solté-. Venga vámonos. –comenté burlona viendo su rostro enrojecido por la excitación.

-           Estás jugando con fuego, cuidado no se inviertan los papeles, aquí la que te tiene que enseñar soy yo. –me desafió-. Ya suplicarás por tu vida entonces. –sonrió con una seguridad que jamás le había visto, un escalofrío hizo que diera un respingo.

-           ¿Venís ya? –escuché los gritos de mi madre.

-           Ya vamos. –respondió Jana, y pasó su lengua por mis labios dejándome desear más y desapareció por la puerta. Yo la seguí hasta la sala.

-           Muy bien.. –comenzó mi padre, mientras le explicaba todo a mi madre y los padres de Jana-. Obviamente mi madre entró en pánico al saber de mi pelea, pensé que iba a matarme ella con sus propias manos o dientes-. Entonces debemos trazar un plan. –terminó por decir mi padre.

-           ¿A qué te refieres? –preguntó mi madre.

-           Es evidente que tu hija no nos dejará vivir mientras esa chica esté en riesgo. –respondió mi padre.

-           Entonces.. ¿la vigilamos? –comentó Alex cansado.

-           Podemos hacer turnos en su casa y allá donde vaya para vigilarla.–comentó el padre de Jana.

-           Tenemos que explicárselo. –musitó con firmeza.

-           ¿Qué? ¿Decirle a una humana que una vampiro se ha enamorado de ella? –gritó la madre de Jana ahora, y pude ver la rabia emerger en el rostro de Jana, sintiendo celos.

-           Bueno, enamorada.. –justifiqué como pude.

-           La cuestión, si quieres que esté a salvo debe saberlo todo, si ocurre algo debe saber cómo actuar y no huir de nosotros en caso de peligro, también debe alejarse de esa familia, podrían hacerse pasar por humanos y hacerse amigos de ella.

-           ¿Entonces hacemos eso de turnarnos? –comentó mi madre.

- No . –respondió mi padre dejándonos a todos confusos-. Vendrá a casa a vivir.

*** Continuará *****

Espero que os guste.

Saludos desde España.

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