¡Qué asco que se depilen las mujeres!

Donde hay pelo hay alegria

¡Qué asco que se depilen las mujeres!

Seguramente algún lector o lectora me tachará de cochino  después de leer este relato; pero los pelos en las zonas donde el Creador había determinado que las mujeres deberían tener pelo, ha sido alterado por no sé que coño de modas.

En los años cincuenta en España, lo que estaba mal visto era la depilación; estaba considerado propio de mujeres de mala vida o del espectáculo; pero a las mujeres decentes ni se les ocurría afeitarse esas zonas. Por lo tanto, estas mujeres lucían con esplendor sus pelambreras y sin complejos, naturalmente cuando procedía.

Que maravilloso espectáculo era el ver en el verano, a esas preciosas (y no tan preciosas damas) cuando en el tranvía, autobús o metro, se asían a la barra del techo con uno de los brazos para guardar el equilibrio. Cómo llevaban esos preciosos vestidos sin mangas... ¡Zas! Todo el sobaco al aire, y naturalmente toda "la pelambrera" a la vista. ¡Qué maravilla! Sobre todo y debido al calor de la época, unas gotitas de sudor pendiendo de las puntas de los pelos le daban una emoción excitante al contemplar con ansiedad cuando iba a caer esa gotita.

Tuve una novia morena, que era un esplendor sus sobacos; la mata de pelos era tan extensa, que aún con los brazos pegados al cuerpo, le sobresalían malezas de pelos como bosques por todos los lados de los sobacos. Me ponían a mil, y olerlos me trasladaba a otros confines. Un día me dijo:

-Félix: me voy a afeitar los pelos del sobaco, me parece antihigiénico y me son molestos ahora en verano. Luego en invierno los dejaré crecer.

-Tú verás lo que haces, pero ya sabes que afeitarse las axilas es de putas, y ya sabes que yo sólo salgo con mujeres decentes y limpias, no con guarras.

-Pero cariño. Me decía con carita de pena. Es que son muy antiestéticos los pelos ahí.

-Yo también los tengo y no me molestan para nada.

-Pero a los hombres no se os ve.

-Pues como te los afeites rompemos las relaciones. No quiero ser la risa de mis amigos cuando vean que mi novia se afeita los pelos del sobaco.

-Vale mi amor; por ti lo hago, pero no tengas la menor duda, que las mujeres decentes del futuro se van a depilar esa zona y los de las ingles.

-Bueno, bueno, eso ya se verá, pero de momento, tu  no te afeitas ni un pelo de los sobacos. ¡Ah! Por cierto. ¿No te habrás depilado los de las ingles verdad?

-Verás cariño, sabes que soy muy peluda...

-Por eso me gustas tanto... Le corté.

-Es que ayer me he comprado un bañador moderno, de esos que no llevan faldita.

-¿Y qué?

-Que al no llevar faldita se me salen los pelitos por los lados de la braguita.

-Pues muy bien, que se salgan, para eso los tienes.

-¿Pero no te da vergüenza que vean a tu novia en la piscina los vellitos del chichi?

-Al contrario, para mí es un orgullo.

Me he "comido" muchos coños en mi vida, y doy fe, que es más excitante "comer" aquellos que no se les ve "la raja" porque los pelos la cubren totalmente. Es más apasionante porque "la pelambrera" retiene los exudados naturales de la vulva, y "el aroma" que emana, es más penetrante, más profundo...

Algunos amigos me han dicho que les molesta eso de tener que parar en la lamida para sacarse un pelo de la boca; a mí no, porque yo sé muy bien como comerse uno con pelos como el de mi novia. Lo que hay que hacer es que la moza esté boca arriba, bien abierta de piernas. Una vez posicionada, con ambos dedos gordos de las manos, separar "la mata de pelos" para cada lado de los labios, hasta que aparece "el dios del placer" como por arte de magia.

El espectáculo es maravilloso. En el centro, todo rojo y desafiante surge de entre los muslos ese dios. ¡Oh! Que sabia es la Naturaleza. Los ojos del macho se desorbitan y le hacen chiribitas; ver "esa cosa" ahí es algo tan sublime que no creo exista en el mundo algo más grandioso.

¡Y qué no decir de los pelos del sobaco! ¡Joder! a mí me apasionan tanto como los del pubis. Porque mi mente elucubra las mayores creaciones sexuales. Lamer los sobacos de mi novia, y beber sus gotitas de sudor, es algo que me traslada a paraísos desconocidos, y la "muy puta" como tiene cosquillas, se retuerce de placer y grita como una condenada. La tía se lo pasa de maravilla cuando se los lamo. Y lo bueno, que se los puedo lamer en cualquier parte sin tener que desnudarse,

Pero llegaron los años ochenta y la "asquerosa" moda de depilarse las mujeres las axilas y el pubis, y a un servidor le quitaron la esencia de la mujer. ¡Qué cierto es, que donde hay pelo hay alegría!

En fin, que se le va a hacer, pero "comerse" un coño sin pelos, es como comerse un mejillón o una ostra. La lengua va directamente a la vulva, y no siente ese cosquilleo tan excitante que conceden los pelos.

Habrá que aceptar el hecho.