Puto de carretera
Creía haber hecho un buen ligue en el chat y me esperaba una noche violado por seis tíos duros.
Me pasó el verano pasado, cuando estaba de vacaciones en Benidorm, y fue una experiencia con mucho de todo: emoción, sorpresa, miedo, sexo a tope, placer, castigo Mis vacaciones iban por la rutina. A media mañana me levantaba, bajaba a la playa y tomaba el sol hasta media tarde con tangas mínimos, para ir buscando ligues para la noche y porque me gusta mucho exhibirme. Me excito a tope cuando noto las miradas de los tíos recorriéndome el cuerpo. Tengo ya casi cuarenta años, pero con la suerte de que aparento diez menos, parte porque estoy delgado, con la cintura marcada, los muslos bonitos y el trasero bien levantado, y parte también porque mantengo todo el cuerpo bien depilado y me hago mechas rubias en el pelo castaño. Vamos, que doy un cante y a veces me dicen cosas graciosas, como una vez, en Madrid, que pasaba por delante de una obra y un albañil me dijo entre las risas de los demás: "¡Maricón, debes tener el culo más visto que la Cibeles!" El caso es que en la playa siempre había alguno, o varios, que me ligaban y me llevaban a sus apartamentos a echarme buenos polvos, porque eso sí, yo siempre hago el papel pasivo: chupar las pollas y abrirme de piernas como una hembra caliente. Por la noche, cuando volvía a mi apartamento, aprovechaba para chatear un poco con mi portátil. Y ahí empezó la experiencia que os cuento.
Una noche, en el chat, trabé contacto con un tío que me escribía cosas muy morbosas. Ponerme caliente es fácil, pero el tío es que me puso a mil, porque sabía tratarme como me gusta, exigente, duro, me decía burradas de lo que quería hacerme, me insultaba y me mandó una foto con la cara tapada pero que ya acabó de hacerme el culo gaseosa, como se dice, porque era todo lo que me gusta, un corpachón, con brazos y piernas muy musculosos, con mucho vello por todo el cuerpo y con un rabo de campeonato, de esos que sabes que vas a tener que morder la almohada para no gritar cuando te folla y que te va a dejar el culo destrozado. Me pidió verme por la webcam, así que la puse a funcionar y le enseñé todo mi cuerpo depilado y afeminado. Le gustó y me escribió: "Joder, estás de puta madre, maricón. Vaya polvo tienes. ¿Quieres quedar para darte una follada inolvidable?". Como le dije que sí, me preguntó donde estaba y me dijo que me recogía a la noche siguiente, que estuviera en la parte por donde entra a Benidorm la carretera de Alicante y que vendría en una "vanette" negra con matrícula de Almería a eso de las nueve. "Quiero que estés vestido muy puta, que se me ponga tiesa sólo de verte maricón", me dijo.
La tarde siguiente me preparé a tope para dar gusto a mi desconocido ligue. Me hice unos rizos muy sexy en el pelo, me maquillé un poco los ojos y los labios y me vestí con un tanga rojo, unos shorts blancos superajustados y tan cortitos que dejaban ver el final de las nalgas, un top rosa de lycra, sin mangas, escotado, corto y que marcaba mucho los pezones, que yo los tengo más grandes y duros de lo normal, y unas zapatillas de ballet también rosas. Las piernas desnudas y la cintura, el vientre, los hombros y los brazos también al aire lucían el bronceado de la playa. En el tobillo derecho me puse una esclava de eslabones dorados y completé todo con unos pendientes de perlitas. Mirándome en el espejo pensé que cumplía su orden de que se le pusiera tiesa al verme. Un poco antes de las nueve estaba junto a la carretera, en el lugar convenido.
Fue muy puntual. Vi llegar la "vanette" negra, grande y con cristales tintados y le reconocí enseguida a pesar de no haber visto su cara en la foto. Su aspecto era tan duro y brutal como había imaginado, acentuado por la cabeza rapada y un espeso bigote negro. Se inclinó a la derecha, me abrió la puerta y me ordenó subir al coche. Yo lo hice muy excitado, sintiéndome como esas putas que suben a los camiones en las películas de carretera. Y ahí me llevé la sorpresa y el primer susto. Al entrar al asiento delantero del coche vi lo que no me habían dejado ver los cristales tintados. En la "vanette", que arrancó rápidamente, no estábamos solos mi ligue del chat y yo, sino que otros cinco tíos ocupaban los asientos de atrás. Todos vestidos como mi ligue, con vaqueros y cazadoras de cuero, todos con las cabezas rapadas y con gestos divertidos y crueles.
Mi ligue puso una manaza sobre mi muslo izquierdo, apretándolo con fuerza y miró a los de atrás por el retrovisor. "¿Qué os parece? ¿Es tan maricona y tan puta como os dije?". Uno de los de atrás se inclinó hacia mí y metiéndome la mano por el escote del top me estrujó con fuerza un pecho. Mis pechos siempre han sido muy carnosos y el que me cogía el pecho lo notó enseguida. "Joder, vaya si es puta, si hasta tiene tetas de tía. ¡Menudas mamadas de polla debe hacer este maricón". Entre risas me hicieron pasar a la parte de atrás de la "vanette" y el que me había estrujado el pecho me dio un bofetón con fuerza. Noté que la cara me ardía y se me saltaron las lágrimas. Otro de los tíos me desabrochó los shorts y los hizo caer al suelo del coche, me arrancó el tanga y me cogió los huevos y la polla con una mano grande y fuerte. Apretó y los retorció haciéndome gritar de dolor. "Maricón, esta miniatura te sobra, te lo voy a arrancar antes de romperte el culo".
Mientras todos reían a carcajadas, el tío me soltó los huevos y la polla y me cogió con fuerza el cuello, al tiempo que me daba otra bofetada. Al fondo del coche vi un par de bates de béisbol y me entró pánico. Pensé que había caído en manos de un grupo de cabezas rapadas de esos que les gusta torturar y apalear a los maricas, y del miedo me empecé a hacer pis, lo que aumentó las risas del grupo. "Esta guarra se está meando de miedo, la muy maricona", dijo uno de ellos. Yo me puse a suplicarles llorando que no me hicieran daño, que les hacía todas las mamadas que quisieran y que me follasen todo lo que les diera la gana, pero que no me pegasen. Aumentaron las risas. Empecé a notar manos sobándome por todas partes. Me arrancaron el top y quedé completamente desnudo. De pronto uno me agarró por el pelo y me llevó la cabeza hacia su polla tiesa y rodeada de una espesura de pelos fuertes y rizados. "Ponte a hacer tu trabajo. ¡A mamar, guarra!". Abrí la boca y tragué el pedazo de carne. El tío me aplastó la cara contra su vientre y la polla entró hasta mi garganta. Un dolor intenso me llegó del culo. Otro de los tíos me estaba penetrando sin crema ni siquiera saliva, a lo bestia.
De pronto el coche se detuvo. Estábamos en un descampado, fuera de la carretera. Todos bajaron, me hicieron bajar desnudo y mi ligue del chat me miró con una sonrisa de crueldad. "Te gusta ser la puta de machos duros ¿eh, maricona? Pues hoy vas a ser puta de verdad, golfa". Me dio un bofetón, más fuerte que los anteriores. Las lágrimas brotaron de nuevo de mis ojos. "¡De rodillas, puta!". Lo hice y los seis tíos me rodearon, todos ya con las pollas fuera y meneándoselas. Uno de ellos me agarró de los pelos y me hizo tragar su polla. "Chupa bien maricón, pónmela dura". Otro tirón del pelo me sacó la polla de la boca y me entró la de otro de ellos. Durante un buen rato estuvimos así, yo de rodillas en el suelo y con la boca mamando una u otra de las seis pollas, según ellos me mandaban tirándome del pelo. Yo hacía todo lo posible por satisfacerlas, lamerlas bien con la lengua, tragarlas hasta la garganta, chuparlas con los labios, y les gustaba porque las pollas estaban cada vez más grandes y duras.
Un nuevo bofetón me tumbó de espaldas al suelo. Uno de ellos se puso de rodillas, con mi cabeza entre sus piernas y empezó a follarme la boca con fuerza. Otros dos cogieron mis piernas por los tobillos, levantándolas y abriéndolas hasta hacerme daño y haciendo que mi culo se ofreciera abierto y excitado, siendo rápidamente penetrado por mi ligue del chat, que introdujo hasta el fondo sin contemplaciones su enorme polla. Mis gemidos de dolor quedaban ahogados por la polla que ocupaba mi boca y que repentinamente descargó con fuerza sus chorros de semen, obligándome a tragarlos. Casi enseguida mi ligue del chat lanzó un rugido y noté que su polla se estremecía y descargaba también su semen dentro de mí.
Uno tras otro se fueron sustituyendo en mi boca y en mi culo. Algunas veces descargaban fuera, sobre mi cara, mi pecho y mi vientre. En un momento dado me hicieron darme la vuelta y ponerme a cuatro patas con el culo en pompa. Los seis tíos disfrutaban con esa especie de violación en grupo, porque todos se corrieron varias veces. Cuando ya pararon, jadeantes y agotados, yo quedé tumbado en el suelo, cubierto de semen, con el sabor de las pollas en mi boca y el culo, húmedo y rebosante del líquido blanco, ya casi insensible. Al cabo de unos minutos, mi ligue del chat me dijo que me pusiera otra vez de rodillas y les limpiara bien las pollas con la lengua. Cuando terminé de hacerlo, me iba a levantar, pero me ordenó que siguiera de rodillas. "Todavía no has terminado tu servicio completo de puta, maricón".
Se pusieron los seis delante de mi, con las pollas de todos apuntando a mi cara, y empezaron a orinar. Los chorros dorados y fuertes iban a mi cara. "¡Abre la boca, maricón!", gritó mi ligue. Lo hice y los chorros entraron por mi boca. Tragaba parte de la orina, mucha más rebosaba y resbalaba por mi cuerpo, entre las risas del grupo. Cuando terminaron, mi ligue fue al coche y sacó una gran toalla de playa, tendiéndomela. "Anda, maricón, límpiate un poco, que ya has terminado el servicio por esta noche". Luego, en el coche, de vuelta al lugar donde me habían recogido, estuvieron simpáticos y cachondos conmigo, haciéndome olvidar que hasta me había meado de miedo cuando creí que había caído en manos de una banda de cabezas rapadas que iban a darme una paliza. En lugar de eso, había disfrutado a tope y me sentía estupendo de haber hecho gozar de esa manera a seis tíos de primera. El top y el tanga estaban rotos, así que sólo pude ponerme los shorts, sin nada debajo, y las zapatillas, y así fui caminando, todavía caliente y excitado, desde la carretera hasta mi apartamento. ¡Eran las cinco y media de la mañana!