Putita viciosa
Quería que mi marido me diera por culo. Así pagaba mi infidelidad
Putita viciosa.
Oía como mi marido acostaba a la niña, debía darle una compensación, le había engañado ese fin de semana largo en Mar del Plata con su mejor amigo. Me quité el jean, me solté el corpiño, me lo saqué y quedé en tanga y remera. Sé que así soy una tentación, ver moverse mis lolas, grandes, alegres, turgentes bajo el algodón siempre pone a los hombres, también a mi marido, aunque llevemos 9 años casados. La remera apenas cubría mis nalgas y las piernas largas y bronceadas eran un atractivo más. Mientras sacaba la ropa de la lavadora, decidí lo que debía hacer: regalarle que me diera por culo, a él le encanta , a mi no, me duele, pero quería castigarme por haber sido tan puta y desleal, al tiempo que le daba un gusto.
Todo empezó con la propuesta que les hicimos a Oscar y Laura para que vinieran a pasar el fin de semana al departamento de mis padres en Mar del Plata . Podían traer a su hija, de la misma edad que la nuestra, compañeritas de aula. La verdad es que Oscar y Osvaldo , mi marido, son amigos de toda la vida, yo me llevo divino con Laura, y encima, ella me saca ropa para la niña a precio de ganga en la boutique de niños de la que es encargada. Mis padres no iban a ir y podíamos estar los seis cómodos. Un dormitorio para cada pareja y un cuarto para las crías. El pronóstico del tiempo era bueno, así que aceptaron encantados nuestra invitación, es más ellos pusieron el coche, el Honda de Oscar, donde cabíamos todos sin problemas.
Salimos temprano el viernes para evitar la caravana del fin de semana largo, ellos pasaron por casa, metimos una bolsa y fuimos a buscar a mi marido al trabajo, apenas salió, estábamos en la carretera. Llegamos al departamento a las 10, estaba todo en orden. Ellos fueron a nuestro dormitorio , nosotros al de mis padres, las niñas que venían dormidas y habían comido un sandwich durante el viaje, siguieron dormidas cuando Laura y yo las metimos en sus camas.
Nos quedamos ya tranquilos los mayores, pedimos una pizza calabresa y unas cocas. Los chicos , aprovecharon el Fernet para preparar unos tragos de acompañamiento. Después nos fuimos a la cama, cada oveja con su pareja.
Mi marido y yo estábamos agotados, así que nos estábamos empezando a quedar dormidos cuando nos dimos cuenta que nuestros amigos no estaban tan cansados como nosotros.
-“ Así....dame duro....clávala hasta dentro....cómo me gusta...sigue..” -
-“ ¡ Qué putita sos! ...mueve esa colita...venga nena...”-
Y siguieron gemidos , jadeos, ayes. No somos de piedra, al minuto excitados por la cogida de nuestros amigos, les imitábamos, pero en silencio. Como dos adolescentes que no quieren perderse un espectáculo atrevido, oyéndoles, y gozando del sexo. Mi marido me poseía duro, clavando la pija hasta dentro, yo las piernas en alto al principio, luego golpeando sus nalgas , marcando el ritmo. Nos besábamos para no chillar, no era un hacer el amor, era un polvo salvaje, un macho y una hembra que se acoplan en el coito, sacando todo lo que tienen de salvaje. Apenas se oyó el
“me vine”
de Laura y el bufido de Oscar, aceleramos para acabar nosotros también. Fue mi marido el que se corrió llenándome de leche, a mi me faltó un poco para llegar. Cuando la sacó, hice que mis dedos buscaran mi clítoris e imaginando cómo habían follado ellos, me acaricié hasta venirme.
El sábado las niñas empezaron a molestar en cuanto se despertaron, así que no hubo más remedio que levantarse. En remeras , bombachas las madres, calzoncillos los padres preparamos los desayunos. Leche y cereales para nuestras hijas, café con leche para Laura y mate para Oscar, Osvaldo y yo , con unas pocas galletitas.
Mientras lavábamos y vestíamos a las nenas , los chicos se fueron a la compra. Cuando volvieron nosotras ya habíamos pasado por un ducha rápida, ellos nos imitaron, mientras preparábamos algo para el almuerzo en la playa.
Fuimos a un balneario en Punta Mogotes, alquilamos una carpa y nos quedamos en bañador. Laura es alta, mide 1,79, y es grande , no gorda, grande, pelo largo, boca siempre sonriente, ojos pardos, pechos pequeños. Tiene un aspecto ligeramente hombruno aunque destila feminidad. Llevaba un bikini rojo, muy alto de muslo, con lo que sus piernas parecían interminables.
Su marido Oscar puede ser 1 o 2cms más alto que ella, por eso no Laura no usa tacos, es grueso sin ser gordo. Es guapo de cara, con unos ojos aceituna que lanzan chispas de alegría.
Osvaldo anda en el 1,83, tiene un lomo bárbaro que además cuida yendo al gimnasio, rubio, ojos verdes , siempre ha sido el guapo de los amigos. Y yo me lo había llevado.
El día transcurrió tranquilo: sol, algún juego con las niñas, que juntas apenas nos necesitaban, unas cervezas para tomar los sandwichs, coca light para nuestras hijas, más sol, un poco de pileta y una escapada hasta el mar para darnos un remojón.
A las siete fuimos a los vestuarios, duchamos a las niñas, las secamos y fui a dejarlas con los padres, mientras nosotras nos quitábamos la sal.
Desnuda Laura impresionaba, parecía una amazona con el pubis depilado. Estaba sin ropa secándose el pelo, me quedé a su lado, esperando y disfrutando de su belleza, el pelo corto con una toalla queda listo.
- “ Lidia , ¡que envidia las lolas que tenés!”-
dijo mi amiga mirando mis senos. Me puse nerviosa, me miraba apreciando, valorándome sexualmente. Y me vi en el espejo. El pelo corto, los labios mullidos, un buen cuerpo que la maternidad había hecho madurar. Y tenía razón, mis tetas suelen causar sensación, talla de corpiño 105, y sin acabar de caerse pese haber dado de mamar. Fijándome bien, aunque yo soy más baja, 1,65, soy más hembra que ella. Con cintura estrecha, un poco caderona, pero con la cola bien parada.
-“ Si son grandes pero siempre tengo que usar corpiño. Y de adolescente pasaba vergüenza, todos los chicos se fijaban en ellas”-
le contesté mientras me ponía el sostén sin tirantes y la tanga. Estaba un poco nerviosa de nuestra desnudez .
Mientras me vestía con la musculosa y unas bermudas marinero, ella acabó de secarse el pelo, se puso una blusa, sin nada debajo, la tanga, se enfundó en los jeans, se calzó la sandalias, me di cuenta que pese a mis tacos era más baja que ella. Se miró en el espejo, se desabrochó tres botones de modo que se le viera el principio de los senos, metió los jabones y los shampoos en una bolsa , me agarró del brazo y salimos, donde nos esperaban nuestros galanes y nuestras hijas.
Propuse comer a un restaurante de pescado que estaba camino de departamento, mis padres solían ir mucho, a nosotros nos conocían y como íbamos temprano aunque no hubiéramos reservado, seguro que nos daban mesa. Así sucedió.
Las niñas comieron unos filets de merluza y nosotros langostinos y calamaretis a la provenzal, con un buen torrontés frío. Bebimos dos botellas, Laura, Osvaldo y yo fuimos los que que más tomamos , Oscar se contuvo pues tenía que conducir. De postre unas cremas catalanas y acompañadas de helado, y una copa de champagne obsequio del restaurante.
Al llegar a casa, acostamos a las niñas, venían reventadas de pasarse el día jugando, apenas se metieron en la cama se quedaron dormidas .
Cuando salimos del cuarto, Laura me dijo al oído, con picardía:
-
“ Vamos a ponernos cómodas para alegrar a nuestros maridos.”-
No entendía lo que quería , me di cuenta cuando se bajó los jeans, la camisa le llegaba a medio muslo. Me abrazó, se pegó a mi y desvergonzada me soltó el corpiño, restregándose con mis lolas cuando me lo bajó a la cintura.
-“ Anda , fuera esas bermudas, que la musculosa es larga”-
Me dio un piquito suave mientras me bajaba el pantalón.
“
No se te ve casi nada”-
la camiseta me llegaba un poco por encima de medio muslo, como si fuera con una mini. Me pasó el brazo por el hombro y juntas entramos en el salón, los hombres estaban preparando unos fernet con cola.
- “
¡ Cómo vienen las chicas!. Nosotros no nos echamos atrás. Oscar , fuera los pantalones. Nosotros también sabemos ponernos sexys”-
Y se bajaron los pantalones, quedándose en calzoncillos. La cosa más que sensual estaba divertida, brindamos y tomamos la primera copa.
Yo estaba entre incomoda y excitada, por un lado mis senos bailaban bajo la tela, y además se me marcaban los pezones de una manera descarada. Por otro me daba cuenta que los hombres estaban reaccionando ante nosotras, Laura con la camisa entreabierta dejaba ver parte de sus tetitas, y encima las dos, depende en qué movimientos, mostrábamos las tangas que apenas cubrían nuestras conchas.
Oscar preparó otras copas, y Osvaldo sacó un dominó, nos sentamos a jugar chicas contra chicos,. Ganamos nosotras, pidieron la revancha, Oscar volvió a preparar el tercer fernet con coca. Tomamos un trago, me dio miedo que nos cayera mal y fui a la cocina a por algo que picar, unas galletitas con queso.
Cuando volví, me quedé de piedra. Laura y Osvaldo se habían quedado dormidos.
- “
Creo que estaban agotados, mucha playa, mucho sol, han bebido demasiado y se han quedado tumbados. Anda ayúdame y los llevamos a la cama. No se van a quedar aquí dormidos, yo he intentando despertarles y sólo dicen uuuhhh”-
No teníamos opción , así que entre los dos agarramos a mi marido y lo llevamos a la cama. Lo tumbamos, sólo murmuraba algo como “qué bien estoy”. Oscar me señaló la pija y me susurró: - “
Está bien y empalmado”-
Era verdad, la tenía gorda y dura, pensé en que iba a ser un desperdicio, a no ser que abusara de él cuando yo fuera a la cama.
Volvimos al salón a buscar a Laura, repetimos el moverla entre los dos, dormida como iba, una de sus manos cayó sobre mi teta derecha y la fue tocando hasta el dormitorio. La verga de mi marido, la caricia de mi amiga me habían puesto caliente, me notaba mojada. Miré con disimulo cómo estaba Oscar, estaba en levanten, se le marcaba la polla en alto bajo el calzoncillo.
-
“ Vamos a desnudar a Laura
,
siempre duerme desnuda”-
Era lo que me faltaba, con los excitada que estaba, pero me apetecía hacerlo, era una extraña violación de la intimidad de mi amiga. La quitamos la camisa, tenía los pezones enhiestos,eran enormes, como medio meñique mío pese a que los senos eran pequeños. Oscar la levantó agarrándola de la cola, yo bajé la tanga, mientras lo hacía mis ojos no se despegaban de su concha abierta. Tenía unos labios bien delineados que se notaban lubricados, húmedos.
-
“¿ Has visto como está?. Caliente como tu marido. Toca, toca”-
Me agarró la mano y me la llevó al sexo de su mujer, estaba empapado. Yo intenté retirarla pero me obligó a que siguiera en contacto con la intimidad femenina. Casi sin darme cuenta, mis dedos recorrieron su raja mojada, empapándose de sus jugos.
Tiró de mí y salimos al pasillo. Yo estaba muy nerviosa, excitada, sin entender cómo podía pasarme lo que me ocurría. Estaba caliente y asustada, el poder que emanaba de Oscar me atraía, pero me daba miedo lo que sentía.
Fuimos hasta el salón, callados, yo no podía dejar de mirar su verga que quería reventar el slip, él sabía lo que hacía, me llevaba como una vaca al matadero. Se paró, se giró y sin soltarme la mano, con la otra me apretó contra él y me besó. Intenté rechazarle, separarme, pero no podía, su lengua intentaba abrir mis labios, yo me resistí manteniéndolos cerrados. Sentía su polla inmensa contra mis muslos. Pasó un pie tras los míos y me empujó. Lentamente, sin querer, me iba cayendo al suelo sujetada por sus brazos . Quedé tirada, con él encima. Notaba su cuerpo excitado sobre el mío. Empezó a empujar con su pija mi monte de venus.
Dejó de besarme la boca, supliqué:
-
“ Por favor, para. No sigas. ¿ Qué van a decir si se despiertan Laura y Osvaldo?”-
- “No van a decir nada, porque no se van a despertar. Les puse veronal en sus bebidas, así que no chilles porque las únicas que se pueden despertar son las niñas. Siempre me has gustado, y no te voy a dejar escapar. Además, tú también quieres. Estas caliente , y necesitas que te la metan. Calla y disfruta.”-
su voz sonaba posesiva, sin dudas, sabiendo lo que quería de mí.
No me atrevía decir nada, tenía miedo a la lujuria que notaba en él. Me quedé quieta. Se quitó el slip, me abrió los muslos, noté su verga desnuda contra la carne que apenas cubría el tanga. Sus dedos separaron la fina tira, y entraron en contacto con mi concha empapada. Me penetró con ellos,los sacó y los puso ante mis ojos para que los viera, mojados con mis flujos.
- “No te hagas la puritana, también estás deseando”-
Los chupó y luego me sonrió malvado, perverso, sabiendo que estaba asustada pero también caliente.
-
“ ¡Quietita mientras te la clavo! ¿Lo has entendido? No me obligues a a ser duro contigo”-
Yo seguí callada, no me atrevía a decir nada, sentí la cabeza de su polla entre mis labios íntimos. Y la metió sin titubeos, me fue penetrando hasta el fondo. Mi vagina lubricada por el deseo fue como un guante a su lanza. Se quedó quieto, yo no quería, pero mi cuerpo respondía ante aquella verga que me tenía empalada.
La tenía grande y gorda, sentía las pulsaciones de la sangre que bombeábamos en nuestros sexos unidos. Y empezó a moverse.
Rápido, tres veces, lento otras tres, siempre llegando a lo más profundo de mí.
Luego repitió cuatro veces, y después cinco, y más tarde seis. Y volvió a empezar.
Me estaba volviendo loca, sabía coger, lo hacía como un dios que fornica con una mortal, sabiendo que el poder es suyo, que la hembra se va a someter, que va a gozar, que se va a entregar.
Para mayor excitación mía, la tanga me rozaba el clítoris, con lo que mis deseos eran cada vez mayores. Sin querer, estaba a punto del orgasmo. Y llegó, y cuando vino la ola, le besé, mi lengua entró lujuriosa en su boca queriendo acallar los gemidos que podía soltar. Él siguió besándome hasta que acabé. La polla dura permanecía dentro de mí, quieta, como una león que espera para seguir cazando.
- “Putita, ves como te ha gustado. Ahora, muévete vos y saca toda la leche”-
sonreía malvado, pero a mi me tenía a mil, ese llamarme putita, me encendía, dejaba de ser una esposa, una madre y me convertía en una hembra deseable, en una sacerdotisa del placer.
Sin sacarla, me levantó, se tumbó sobre sus anchas espaldas y me dejó cabalgándole. Me mantuve con la polla clavada hasta dentro y empecé a moverme despacio. Sabía que había algo que lo iba a volver loco, mis tetas saltando. Grandes , con los pezones enhiestos, son una provocación que es difícil resistir. Dejé que los viera moverse bajo la musculosa, sus ojos despedían fuego siguiendo su oscilar.
Me quité la prenda, estaba desnuda sobre él, solo la tanga que desviada para dejar que me penetrara, me rozaba cariñosa mi botón rosado. Me la coloqué aún mejor, para que me masturbara mientras le iba a montar como si fuera un potro, que quería se volviera salvaje.
Mi sube y baja empezó lento, su sonrisa de dominio se fue convirtiendo en una mueca de placer. Mis lolas bailaban alegres. No pudo más sus manos las atenazaron, queriendo poseerlas como si fuera un tesoro. Aceleré la cabalgada, tomó mis pezones entre sus dedos, los apretó, una mezcla de dolor y placer me recorrió la columna.
Hizo que me inclinara hacia atrás, mi punto G entró en fricción con su lanza penetrante. Era mucho, los pezones en sus dedos sabios, la polla dentro, el clítoris masajeado por la tanga, y mi lentejita más viciosa acariciada por su verga, tuve que morderme los labios para no chillar. Sentí unas ganas de orinar que se mezclaban con las olas del orgasmo, me di cuenta que me corría como si fuera un hombre, soltando leche.
No podía más, había sentido un placer que me había llevado al cielo, y entonces comenzó a moverse muy rápido, tirando de mí hacia él, mis tetas quedaron a la altura de su boca, y los chupó mientras soltaba su semen de macho.
Nos quedamos tumbados, me lamió cariñoso los pezones que querían estallar.
- “Putita, ¡ cómo me gustas! Habrá que irse a la cama. Mañana hay que madrugar, que las niñas se han dormido pronto”-
Aquella vuelta a la cotidianidad me bajó de la nube. Procuré que nada cayera al suelo, y con mi tanga haciendo de tapón , me fui hacia el dormitorio. Me lavé la concha, agotada. Había gozado como nunca.
Me puse la remera para acostarme. Apenas entré en la cama, mi marido se giró, echándose prácticamente encima mío. Dormido , con la pija dura , se restregaba en sus sueños contra mi cuerpo relajado de tanto sexo. Su verga me golpeaba los muslos y las nalgas. Me di cuenta que debía hacer algo. Me escupí la mano, le agarré la polla por la parte delantera y comencé a masturbarle de una manera mecánica, como se ordeña a una vaca. Debía estar ansioso porque enseguida me regaló con su simiente que me mojó parte de la musculosa. Me la quité, me di la vuelta e intenté dormir.
Me despertó mi hija, que se metió corriendo en la cama, acurrucándose en mi cuerpo desnudo.
- “
Mamá, ahora ¿ vas a dormir desnuda como tía Laura?”-
No supe que decirle, así que me levanté, me puse una bombacha nueva y una remera de mi marido y salí del cuarto para preparar el desayuno de las niñas y empezar el día.
En la cocina estaba Laura con su hija, se había puesto la misma camisa que el día anterior y llevaba avanzado el trabajo. Las crías se sentaron a comer mientras yo preparaba el mate, ella ya se había hecho su café con leche y tostadas para todos. No sabía como mirarla, le había puesto los cuernos la noche anterior, y allí estábamos tan amigas , como si nada hubiera pasado.
-
“Gracias por llevarme a la cama. La verdad es que no sé como me quedé dormida. Y Oscar solo no pudo, así que gracias.”-
- “ Me podía haber `pasado a mí, creo que fue que estabas cansada y tomaste mucho en la cena. El vino blanco frío es muy traicionero”-
Las niñas acabaron y fueron a lavarse y vestirse, cuando nos quedamos solas, Laura en un susurro me confesó:
- “
Sólo me medio desperté cuando mi chico se puso a comerme la concha como un loco. Y como una loca me dejó, desmadejada, y vuelta a dormir con sueños eróticos. A tí , ¿ no te gusta que te la coman?”-
La verdad es que me encanta pero mi marido no le divierte hacerlo, sólo alguna vez, no todas, si yo antes le hago una mamada en la que me trago toda su leche, mientras se recupera para metérmela, me chupa abajo.
-
“ Sí”-
le contesté tímida, aquella conversación íntima después de que su marido me cogiera, por un lado me avergonzaba pero por otro me excitaba. Mis pezones respondieron sin que yo me diera cuenta, queriendo romper el algodón de la remera.
Laura sonrío pícara. Se daba cuenta que no quería, pero quería, seguir con aquella conversación.
-
“ A mi me gusta cuando mi macho me habla de la conchita, y aún más del coñito. Es que me pone como cuando me dice gatita, perrita, putita. ¡Uf
!
No lo puedo evitar , me mojo. Hay palabras que me excitan.”-
No sabía qué contestar, me salvó la llegada de nuestros maridos. Se habían ya vestido con remeras y bermudas. Se lanzaron sobre las tostadas y el mate. Les dimos un besito y nos fuimos a vestir.
En menos de veinte minutos salíamos para el balneario. Elegimos la misma carpa. Y enseguida estábamos en malla, nosotras en bikini, el de Laura minúsculo, con su cuerpo se lo podía permitir, el mío más convencional, aunque mis lolas desbordaran un poco las copas del top. Las niñas salieron escapadas a la zona de juegos. Nos quedamos tomando el sol. Al rato, los hombres fueron a por agua para el mate. Yo estaba cansada y me quedé amodorrada. La noche había tenido muchos excesos.
Cuando me desperté y fui a levantarme, mis tetas quedaron al descubierto. Agarré el corpiño y me lo sujeté sobre los pechos. Había dejado una buena vista de mis encantos.
- “
Laura te lo desató para que no te quedara marca.”-
dijo mi marido.
Me besó bajo la mirada cómplice de nuestros amigos.
- “
Con esas gomas tienes que volver loco a tu marido. Lo digo con sana envidia”-
soltó mi amiga.
Fuimos a almorzar al restaurante del balneario, hamburguesas para todos. Los mayores cerveza, las niñas coca. Yo estaba caliente, me daba cuenta que era objeto del deseo de mi marido, de su amigo, que me había cogido la noche anterior, y también de su mujer. Es complejo , cuando sientes que excitas, te excitas, por lo menos eso me pasa a mí. Los pezones se me pusieron duros marcándose bajo la tela.
Volvimos a la carpa, las niñas se fueron a jugar con una animadora que pasó buscando participantes para un concurso de pintura. Fue Laura la que se tumbó soltándose el corpiño, a diferencia mía, no tenía problemas en levantar el torso y dejar que le viéramos las tetas. Tenía los pezones erizados, me di cuenta que estaba caliente, y que quería calentar a los hombres. A mí me ponía la escena.
Oscar se levantó, me tomó de la mano y dijo muy servicial:
-
“ Vamos a por unas cocas muy frías que hace calor.”-
Le seguí obediente, cuando íbamos solos, me susurró en voz baja:
- “ Putita, quiero oírte cuando cojas hoy con Osvaldo. Que mi mujer y yo sepamos lo viciosa que sos. ...No se te olvide.”-
Sentí como me mojaba, aquel llamarme putita, ese decirme viciosa, me ponía a mil. Volviendo con las cocas, aprovechaba para que la botella fría, rozara mi piel, me calentaba aun más, en mi imaginación ese frío lo sentía en los pezones que se marcaban enhiestos.
Nuestras parejas reían cuando llegamos, hablaban de intimidades sexuales. Oscar se apuntó a la conversación, yo me mantuve callada sirviendo la bebida. Apenas oía , estaba nerviosa, mi marido contaba cosas que le gustaban a él y a mí ( según su opinión). Lo que aportaban nuestros amigos eran todavía más fuerte. Estaba acalorada. Decidí ir a bañarme al mar.
Laura y Osvaldo se apuntaron, Oscar se quedó en la carpa por si volvían las niñas.
Mi marido tomó carrera y se zambulló, Laura me tomó de la mano para entrar juntas, el agua fría, yo quería meterme de una vez, pero ella iba entrando despacio, como queriendo que el frío me fuera subiendo de los muslos a los pezones , que parecían estallar.
No pude más, me solté y me sumergí en el Atlántico, ella me imitó. Osvaldo se nos acercó, teníamos parte del torso al aire. Las dos teníamos puntas que se marcaban en el bikini. Las de ella más largas, las mías con más volumen. Mi marido las miraba extasiado.
Laura , como si fuera lo más natural, me tocó los pechos para que se movieran . Ella los hizo vibrar jugando con los hombros.
-
“ Sinvergüenza, ¡ cómo te gustan las lolas de tus chicas!. Sos un moro. Ábrete de piernas que pasamos por debajo.”-
Osvaldo lo hizo y ella se sumergió pasando por entre sus muslos.
- “
Lidia , ahora vos. Ten cuidado que la tiene como una piedra pese al frío”-
La imité, no supe como sabía si la tenía dura o no, al salir estaba esperándome para que pasara por entre sus piernas, lo hice. Comprendí cuando Osvaldo me imitaba que ahora me tocaba a mí abrir mis muslos para repetir el juego. Primero fue mi marido, lo hizo rápido y comenzó a ir hacia la orilla.
Laura se metió bajo el agua, avanzó entre mis piernas, y se quedó quieta, giró, movió la mano y me tocó la concha, después se levantó haciendo que me cayera con ella pegada a mi sexo.
-
“ ¡ Que boba eres!. Dejarte que te tire así, pero te ha gustado, tienes la concha calentita”-
Avergonzada empecé a salir, ella se dio otro chapuzón y me alcanzó antes de que estuviera fuera del agua, volvió a tomarme de la mano. Era una conquistadora con su presa.
Ya habían vuelto las niñas, Oscar les había preparado un vaso de Sindor, y mi marido nos dio las toallas para secarnos, yo estaba helada.
Estuvimos un rato oyendo las aventuras de nuestras hijas, pero había llegado la hora de retirarse. Los hombres empezaban a tener prisa, querían llegar a casa y prepararse para ver el partido.
Así que en las duchas, sólo bañamos a las niñas y nos quitamos la sal y la arena, pese a correr cuando salimos ya nos estaban esperando.
Volvimos al departamento. Ellos bajaron a por bebidas , unas empanadas y una pizza, mientras pusimos los pijamas a nuestras hijas y las hicimos unos espaguetis con tuco y salchichas, que devoraron, estaban hambrientas.
Cuando volvieron,tardaron un poco, lo que indicaba que habían tomado algo mientras esperaban las viandas, las niñas estaban dispuestas para darles un beso de buenas noches e irse a jugar a su cuarto. Las dejamos allí con el canal Disney.
Los chicos habían dispuesto la comida, abierto la cerveza y empezado a comer sin esperarnos. Nos sentamos en las sillas que habían dejado libres, ellos viendo la tele, nosotras de espaldas al aparato, no nos hacían caso, sus ojos estaban en la pantalla viendo el partido, solo hablaban para insultar los fallos de los jugadores. Acabaron antes que nosotras, se fueron al sofá , se prepararon coca con fernet y se olvidaron de que estaban con sus esposas. Mirándoles no pudimos menos que sonreír, parecían dos niños dedicados a los suyo.
Llevamos los platos a la cocina, los lavamos, encendimos un pucho y nos miramos cómplices.
- “ Creo que nos debemos duchar, lavar el pelo y darnos un poco de crema. A esos les queda cuarenta y cinco minutos de pasión.”-
Me pareció razonable la propuesta de Laura ,así que nos fuimos a duchar. Cuando me puse bajo el agua y comencé a pasarme la esponja , me cayó encima la calentura que llevaba de todo el día en tensión. Así que me llevé la mano a la concha y mientras la lluvia tibia me recorría la piel, mis dedos acariciaron mi clítoris inflamado. Fue una pajita rápida, de liberar sexo, de esas que te dejan relajada con la sonrisa en los labios. Me estaba secando cuando tocaron a la puerta del baño,era Laura que venía a pedirme un favor: que la pusiera crema en la espalda.
Envuelta en una toalla, el pelo secándose bajo otra, con la ropa en la mano, se plantó frente a mí. No tenía alternativa, más cuando se quedó desnuda. Me puse el hidratante en las palmas y comencé a extendérselo por la espalda. Tenía una piel suave, cálida, agradable al tacto, el tocarla me calentaba y a ella también, no había más que ver como se le habían puesto los pezones. No pude evitar tocarle la cola, sus nalgas eran duras, redondas, pequeñas, dos medias esferas perfectas.
- “Gracias, ahora me toca a mí.”-
Me apetecía lo que iba a pasar, un juego de ponernos cachondas, sin hombres,mujer con mujer. La frialdad del líquido en la espalda me hizo estirar. Mis senos se irguieron con el movimiento, sus manos sabían tocar, fue una caricia erótica, cargada de sensualidad la que me hizo en la espalda y en la popa. Las dos estábamos excitadas, nos quedamos frente a frente, yo deseaba hacer lo que no debía hacer. Fue sólo un momento en el que estuvimos a punto de lanzarnos una en brazos de la otra.
Sólo nos dimos un piquito, suspiramos soltando todo el aire de los pulmones.
- “ Me visto mientras acabas de secarte el pelo y voy a ver como están las niñas”-
Me puse un remera de Osvaldo que me llegaba a medio muslo, un tanga. Me agarró de la mano, me acercó a ella, volvió a besarme en la boca, esta vez sacó la lengua para lamer mis labios y me dijo con una sonrisa:
- “Esta noche destrozamos a los chicos”-
Huí camino del cuarto de nuestras hijas. Estaban dormidas, el mar , el sol, el no parar, habían podido con ellas. Las metí en la cama, y fuí hacia el salón.
El partido estaba acabando, “nuestro equipo” ganaba, nuestros maridos estaban felices, tanto que ni me miraron, seguían con su copa y sus exclamaciones de ánimo. Cuando entró Laura , y vio la situación , me sonrió y preparó unos fernet con coca para nosotras. Nos quedamos paradas, bebiendo y sonriendo mientras los hombres disfrutaban del final del partido. Cuando ocurrió , nos acercamos les dimos un beso, brindamos, acabamos la bebida .
- “ Vamos a la cama, que estos están contentos y es el momento de abusar de ellos”-
- “Valdo, ¿ has visto que putitas son nuestras chicas?. Quieren que las cojamos bien cogidas. La verdad que son dos pibas que tienen un buen polvo”-
Lo soltó desnudándonos con la mirada, mientras tiraba de su mujer camino del dormitorio. Nosotros le imitamos. Sólo quedaban cuatro copas en la mesa. Al día siguiente las lavaríamos.
Cerramos la puerta del dormitorio y Osvaldo me atrajo hacia él, me apretó y me comió la boca como un poseso. Sus manos recorrían mi cuerpo, no para acariciarlo sino para poseerlo con locura. Estaba totalmente desatado, yo estaba muy caliente,y su hambre me excitó aun más. Me entregué a su lujuria , me dejé sobar, me gustaba sentir su verga dura contra mi pubis . Me restregaba ansiosa cuando intentó tirarme a la cama. Una luz cruzó mi mente, si le dejaba seguir, llevando él la iniciativa , iba a ser una cogida rápida y me apetecía irme sin tener que hacerme una paja tras su corrida.
Me giré de modo que la cama quedó a su espalda , fui yo la que le empujó para tumbarle, me abalancé sobre su cuerpo, haciendo que sintiese mi peso, mi cuerpo anhelante que deseaba su polla.
Tiré de su boxer, la pija se levantaba orgullosa esperándome. Me quité la remera ,mis lolas saltaron ante sus ojos. Las agarró, mientras las magreaba, me bajé la bombacha y me subí hasta que mi concha entró en contacto con la cabeza de su lanza. Me dejé caer empalándome. Al sentirse dentro paró de tocarme las lolas. Fueron unos segundos mágicos.
- “Te quiero”-
me dijo en voz queda. No era lo que pensaba, se le notaba en los ojos, me deseaba, le excitaba que su amigo me viera apetecible. Le ponía loco que mis tetas, mi culo, mi cuerpo fueran objeto de los apetitos más bajos de los hombres que me miraban. Era el dueño de una hembra que gustaba, que todos querían cogerla, y era suya. Era con él con quien follaba, era él que tenía la pija clavada en la concha ,era él iba a disfrutarme, a poseerme . Yo era su mujer, su puta, con la que podía hacer lo que quisiera.
Empezó a mover las caderas, sentía su polla deslizarse arriba y abajo dentro de mi vagina lubricada. Me dejé hacer mientras mi mano derecha buscaba mi clítoris, me eché hacia atrás para poder tocarlo bien. Su verga entró en contacto con la parte anterior de mi cueva. Me gustaba el roce, me di cuenta que era la misma sensación que había experimentado la noche anterior con Oscar cuando solté leche como si fuera un hombre y recordé lo que me había pedido: que chillara y gimiera como la viciosa que era.
Me calenté aun más, porque quería ser eso : una viciosa, una putita, eso que los hombres veían en mí, y que me daba cuenta me gustaba.
“
Ayyy, sigue así con la pija bien dentro....asiiiii, dale gusto a tu nena”-
Mi marido me miró con ojos asombrados, casi nunca decía nada al coger, pero me di cuenta que le gustaba, por como aceleraba el ritmo. Yo me dejaba hacer, quería que el que se moviera fuera él.
- “¡ Dame duro!....así....¡como me gusta!....no pares....uuuuyyy...uuyy...¡qué lindo!...me vuelves loca.....tócame las tetas....así ...los pezones mira como están...por favor no pares...aayyy que bueno”-
El gemir , el animarle me animaba a mí, mis dedos que acariciaban mi botón iban cada vez más rápido y el roce con ese punto misterioso de mi vagina me tenía fuera de mí, sentía que me iba a orinar de placer. No iba a aguantar mucho más. Pensé en cabalgar al galope pero se iba a acabar el maravilloso contacto, así que seguí como estaba , dejándome hacer, sólo moviéndome muy poco para disfrutar del roce y de la penetración.
Mi marido estaba salvaje , sus manos en mis lolas, empujando como un martillo neumático dentro de mí.
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“ No puedo más..... me voy a venir... no pares... uy... uy... ayyy... así.... me vengo..... qué es esto....aaahhh......ay, ay,ay,...Dios mío.....me sale leche...”-
Me corrí como una bestia, me saltó un líquido como si me mease al sentir el orgasmo,solo me ocupé de mi propio e inmenso placer. Me quedé desmadejada, un cuerpo sin fuerza, Osvaldo me hizo girar quedando él encima y loco , con toda su energía en la pija , me taladró hasta que se descargó en mí. Me besó al acabar, yo estaba muerta,sin ganas de lavarme la concha, me abracé a él mimosa, pero con una perversidad que no creía que tuviera, sintiéndome una viciosa, esa putita que me había clasificado Oscar.
Nos quedamos dormidos, fueron los ruidos de las niñas al despertarse los que me sacaron de los brazos de Morfeo, me puse la remera de mi marido y me levanté a la carrera. Me encontré en la cocina con Laura, como yo, se había puesto en marcha para dar de desayunar a nuestras hijas. Me lanzó una sonrisa cómplice. Las niñas comían y nosotras estábamos paradas , una con un café con leche y la otra con el mate en la mano. Cuando acabaron las mandamos a lavarse y a preparar las cosas de la playa. Me di cuenta que Lidia quería que nos quedáramos solas.
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“Lidia, ¡cómo chillaste ayer cuando cogías!. Nena, lo tuyo es vicio, vicio. Nos pusiste a mil.”-
- “ Ustedes fueron los que fueron ruidosos la primera noche. Así que en paz. Cuando se levanten nuestros machos tengo que poner a lavar las sábanas.”-
- “ La vuestra tiene que tener una buena mancha. Me parece que te fuiste con todo, como derrame. A mí me vuelve loca. ¿ A vos también te pasa?”-
- “Es la primera vez, no me había ocurrido nunca,pero tenés razón que es muy fuerte”-
mentí , la primera vez había sido con su marido pero ...no iba a decírselo.
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“Es la postura que estimula el punto G. No les pasa a todas, pero es posible trabajarlo. Si querés, te enseño. Eso sí, a solas y tranquilas. A mi me lo enseño una amiga. Con un poco de práctica puedes lograrlo casi a tu voluntad.”-
Antes de que contestara, nuestros maridos entraron en la cocina. Yo aproveché para ir a por la ropa de cama para ponerla en la lavadora. Me quedé impresionada por la mancha de las sábanas, las dos parejas nos habíamos divertido a fondo.
Mientras la máquina hacía su trabajo, nos lavamos, hicimos las maletas, nos preparamos unos sandwichs para almorzar y cuando puse a secar la ropa , estábamos listos para ir a la playa. La última mañana, pensábamos salir a las dos para que no nos agarrara mucho tráfico de vuelta a Buenos Aires.
Volvimos a la misma carpa, yo me bañe en el mar, era mi despedida de temporada, las niñas jugaron en la pileta, los demás sólo tomaron sol. Llegaba la hora de irse , Laura y yo duchamos a las niñas que salieron corriendo para ir con sus padres. Yo me duché pelo incluido,Lidia sólo el cuerpo, mientras nos secábamos me preguntó:
-“ No me contestaste sobre el punto G. ¿Te apetece ?”-
- “ Bueno,me da un poco de ...pero sí, ya veremos como y cuando”-
Debía haberme hecho la tonta, pero el verla desnuda me removió los ratones. No se puso corpiño y los pezones maravillosos, grandes como pequeños dedos se le marcaban en la remera.
Salimos , nos estaban esperando, nos montamos en el auto y salimos. Las niñas se durmieron enseguida, yo me hice la adormecida para no hablar, necesitaba pensar en todo lo que me había pasado. Era muy fuerte. Había engañado a mi marido y casi me había liado con otra mujer.
Paramos a llenar el tanque de nafta , tomar unas cocas y a pasar por los aseos. Cuando salimos del baño, Laura me susurró al oído:
- “Me he metido las bolas chinas para lo que queda de viaje”-
Viendo mi cara de asombro , continuó: -
“ Son unas pelotas que te las metes por la concha. Te ayudan a relajarte , te ponen a mil y además te ayudan a mejorar el tono muscular de la vagina”-
No supe que decir , me tenía asombrada, nunca había tenido esa confianza con ninguna mujer, y la verdad es que me levantaba ratones.
Cuando volvimos al coche, no dejé de estudiarla. Con toda tranquilidad empezó a abrir y cerrar las piernas, me imaginé las dichosas bolas moviéndose por el túnel femenino y yo también me calenté.
Me di cuenta que mis pezones se endurecían, miré los de mi amiga , y me quedé con ojos como platos. Los tenía grandes y largos, pero en esos momentos , excitada parecían querer romper la remera.
Tardamos dos horas más en llegar a Buenos Aires, nos dejaron en casa, al despedirnos con besos, Laura aprovechó para darme un pico, mis labios ardieron al contacto con los suyos.
Y empezó la rutina después de un viaje.
Abrir la maleta, poner la ropa sucia en la lavadora, ordenar los chiches de mi hija en su cuarto, preparar la cena, unos patys con queso y tomate, cenar, ordenar la ropa para el cole de la niña con la que jugaba Osvaldo haciendo que se le fueran los nervios.
Osvaldo entró en el salón, guapo, muy guapo, con su camisa azul y los shorts crema parecía un hombre anuncio. Me acerqué hasta él, le abracé y le besé con pasión. Mi lengua buscó en el interior de su boca, mis dientes jugaron con sus labios, me pegué a su cuerpo para que sintiera la desnudez del mío bajo el algodón. Sus manos recorrieron mi espalda y ya en mis nalgas , tras un ligera caricia, empujaron hasta que sentí en mi pubis la dureza de su verga.
Mi lengua salió de su boca y comenzó a lamer la cara camino de la oreja, la chupé , las mordisqueé. Seguí por el el cuello, dejando la humedad de de mi baba en su piel. Sin dejar de rozar su pija, separé el torso y fui soltando los botones de su camisa, cada parte de su pecho que iba quedando al descubierto se convertía en objeto de ataque de mi boca, mi lengua , mis dientes. Hice una parada larga en sus pezones, los traté como me gusta traten a los mío. Lamí, chupé, mordí. Mi marido dio un gemido, le encantaba. Me soltó el culo para que pudiera seguir mi viaje. Mientras me inclinaba para bajar por su abdomen musculado, le solté el cinturón.
Me arrodillé, la punta de la lengua exploró su ombligo mientras él jugaba con mi cabello. Seguí la senda que marcaba el vello que descendía hacia el boxer. Le miré a los ojos , los tenía alegres, con ganas de que yo siguiera con mi trabajo. Cuando tiré del calzoncillo, su verga se mostró en todo sus esplendor, golpeándome la cara.
Le lamí los muslos,después recorrí con la lengua su escroto.
-“ Chúpala”-
me pidió.
Me le metí en la boca, quería llenarla de saliva, cuando él empezó a moverse, la agarré con la mano y la saqué.
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“ Quiero que me la metas por detrás. Hace mucho que no lo hacemos así. Sé que te encanta y me apetece.”-
Me separé, parada me saqué la remera,mis senos quedaron bamboleando ante sus ojos hambrientos, me fui bajando la bombachita, quedé desnuda. Me giré y me puse en cuatro, me ensalivé bien dos dedos y embadurné mi puerta trasera.
- “ Métela despacio. Quiero sentirte”-
Tenía miedo, siempre me había dolido cuando lo habíamos hecho, pero quería castigarme, darle un gusto que a mí me costase. En el espejo vi como se arrodillaba tras de mí. La verga dura se fue aproximando y se apoyó en el ojete.
Sentí como me dilataba para dejar entrar su glande. Me dolió, quizás sería mejor decir que fue una molestia, al hacerlo despacio, no noté la sensación de desgarro que me había ocurrido otras veces. Avanzó hasta que la metió entera.
- “ Mi amor , hazlo despacio.”-
Otras veces me había tocado el clítoris para tener un mínimo placer. No lo iba a hacer, quería darle todo el gusto a mi marido, era una forma de pagar mi infidelidad. Y empezó a moverse, lento , dentro, fuera, dentro , fuera...
Me miré en el espejo, mis tetas oscilaban al ritmo pausado de sus embestidas. No era doloroso, sólo un poco inquietante, un recorrer de tu intimidad abriéndote.
-
“ ¿ Te gusta?
.
Sigue....tómame ...puedes moverte más....así...muy lindo....mira el espejo....ves como se porta tu mujer dándote el culo....como una putita”-
Lo había dicho , así me sentía, así quería ser una putita para mi marido. Me tenía agarrada por la cintura y sus ataques eran cada vez más rápidos. Mis lolas se movían a su ritmo. Me gustaba lo que veía, me hacía bien sentirme sometida, objeto de sus pasiones, ser su hembra, su juguete.
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“ Soy tu nena.....tu gatita.... tu putita....ay ….soy tuya...tu mujer...tu hembra....tu esposa...soy tuya...quiero ser así ….tu putita viciosa”-
Osvaldo estaba en trance, me la metía a fondo llenándose de placer y poder. No podía aguantar mucho más. Y estalló, su semen me inundó. Casi me tira cuando se desplomó satisfecho de placer sobre mí. Me apoyé en el suelo , Osvaldo me abrazaba tumbado a mi espalda. Sus manos se habían engarfiado en mis senos. Poco a poco su verga fue perdiendo volumen y dureza hasta salir de mí. Giré la cabeza para besarlo.
-
“Amor mío, hay que limpiar esa pija. Vamos a que te la lave”-
Usé la bombacha para evitar que la leche cayera en el suelo del salón. Fuimos hasta el baño del dormitorio. Parados en el lavatory , abrí el grifo, hice que el agua estuviera tibia, me enjaboné bien las manos y comencé a lavarle la polla. Lo hacía despacio, con detenimiento, con mimo.
- “ Lidia , ¿sabes que sos eso que has dicho?. Una putita viciosa”-
- “Y ¿te gusta que sea eso?. Una putita viciosa”-
- “ Me encanta.”-
- “ Se te está volviendo a poner dura. ¿ Me dejas que acabe con la boquita?”-
- “ Sí,mi putita. Me va a encantar”-
Me senté en la taza, él parado ante mí, me ofreció la pija. La tomé con una mano y me la llevé a la boca. La recorrí con la lengua y luego comencé a mamarla mientras le masturbaba. Mi mano libre me la llevé al clítoris, quería que me viera hacerme una paja. Lo tenía duro, ansioso.
Mientras se la chupaba y me hacía un dedo sintiéndome la mujer más viciosa del mundo, una sensación me empezó a bajar por el intestino. La leche de mi marido me estaba haciendo el efecto de una lavativa.
No podía contenerme, las heces estaban dispuestas a escaparse de su cárcel. Y cagué.
-
“ Te estas cagando. ¡Mira que sos guarra ! Pero me gusta, no pares, sigue mamándola . ….Puta...viciosa ...cerda..”-
Se vino en mi boca, me tragué su semen, mientras mis dedos me llevaban al maremoto del orgasmo.