Puteando en un cumpleaños
Una historia más reciente de una cogida que me dieron en una fiesta de cumpleaños.
Algunos me han pedido historias más recientes. Esta es relativamente nueva, no ocurrió hace más de tres o cuatro meses, en la fiesta de cumpleaños de un conocido, amigo del novio de una de mis amigas, que ya mencioné en algún relato anterior.
Yo estaba saliendo con un chico hacía algunos meses, algo informal, pero la noche anterior (viernes) se había molestado conmigo y me dijo que no me acompañaría a la fiesta. La verdad que no me complicaba mucho, en la fiesta seguro habría hombres bien buenos para pasar un rato agradable, bailando, tomando, etc.
Fui hasta allá con dos de mis amigas, vestida normalmente, con jeans y una blusa roja con escote coqueto pero sin exagerar, sostén del mismo color y calzones celestes, de algodón, bien metidos en el culo.
Durante un buen rato nos dedicamos a conversar con los amigos y conocidos que había en la fiesta, y cuando ya estábamos todos con bastante guaro en el cuerpo, nos lanzamos a bailar, apagando más y más luces, y empezaron a tejerse algunas historias de pareja, entre ellas la mía. Un chico que me había mirado el culo y las tetas descaradamente toda la noche, pero a quien ni siquiera había saludado, se me acercó por detrás mientras yo bailaba con un amigo, y me decía al oído que bailara con él. Mi amigo se molestó un poco y se produjo un pequeño intercambio de palabras y empujones que no pasó a mayores. Este amigo siempre quiso algo conmigo, más allá de un polvo, yo lo sabía, pero nunca pasó nada más allá de un manoseo bien caliente una vez que yo estaba borracha, hacía algunos años ya.
La actitud grosera y altiva de este otro man que me "acosaba" me llamó la atención y me interesó muchísimo. No era guapo, la verdad, era bastante tosco de cara y tenía un cuerpo bastante normalito, pero su forma de ser y su descaro me calentaban. Después de la pequeña pelea entre ellos yo salí con mi amigo al jardín para calmar los ánimos, y luego de un rato de conversar se lanzó, como lo había hecho muchas veces, en plan romántico, a abrazarme, tomarme de la cintura, darme besos en el cuello y buscar mi boca, que le negué.
Cuando mi amigo fue al baño y me dijo que ya volvía, inmediatamente apareció este otro man en el jardín (se notaba que me estaba observando) y me insistió en que fuéramos a bailar.
Le dije que si, y bueno, ya estaba echada la suerte. Sólo durante la primera canción me hizo las preguntas típicas, y ya en la segunda comenzó a abrazarme, a voltearme y restregarme su bulto por el culo, son mayor disimulo y aprovechando lo sexy de la música.
En una de esas vueltas que me daba pude ver a mi amigo mirarme con una cara de odio impresionante, y haciéndome señas de que me acercara a él. No le hice caso, la verdad ya estaba empezando a sentirme húmeda y estaba bien desinhibida, supongo que ya me había entregado a lo que me estaban ofreciendo.
El beso no tardó en llegar, y tampoco los manoseos. Estaba bastante oscuro así que no me hice ningún problema, hasta que metió la mano entre mis piernas para masajearme la concha por sobre los jeans, entonces me pareció que era demasiado y se la saqué. Siguió con el "¿qué pasa mamita, no me digas que no te gusta?" y las típicas frases de convencimiento, y cuando le dije que no fuera tan descarado, que estaba lleno de gente, me tomó y me condujo hacia el segundo piso por las escaleras que estaban bastante cerca, diciéndome que no me preocupara, que buscáramos entonces donde estar más tranquilos.
Me dejé llevar, el man abrió una de las puertas del segundo piso, era un baño. Pensé que me iba a agarrar ahí, pero sólo cerró la puerta y abrió la siguiente, que sí era un cuarto muy pequeño con apenas una cama igualmente pequeña y una mesita de luz.
Ahí me metió, cerrando la puerta, que no tenía seguro, lo que me dejó algo intranquila. Desconozco por qué, pero le lancé alguna frase absurda como que "que se proponía", "y usted que se ha creído, que la cosa es tan fácil" y que se yo, pero en el fondo supongo que lo hice sólo por no parecer tan puta, porque la concha ya la tenía abierta y los calzones bien mojados. Ni siquiera me escuchaba, comenzó con los besos muy mojados en el cuello y pasó directamente a pajearme sobre los pantalones. Se debe haber dado cuenta de mi humedad, porque apenas me puso la mano entre las piernas y comenzó a sobarme soltó un "mmm" y no se tardó nada en desabrochármelos y meter los dedos bajo mis calzones.
Era algo torpe para pajearme, pero yo igual agradecí mucho esos dedos en mi concha, realmente me había agarrado fuertísimo la calentura y sólo me dejaba hacer y rogaba silenciosamente porque me tocara una buena y rica verga. De pronto sacó los dedos y se los llevó a la cara, mirándome fijamente, se olió los dedos mojadísimos y me dijo "que rico está esto". Me lanzó a la cama y estuvo algunos segundos peleando por bajarme los pantalones, que estaban bien ajustados a mi cuerpo. Cuando lo logró se dio cuenta de que no me había sacado los zapatos, y en vez de hacerlo me levantó las piernas, corrió mis calzones y me comió la concha por un rato, haciéndome gemir como perra.
Yo misma me saqué los zapatos mientras me comían la rajita, y cuando se dio cuenta de ello me terminó de sacar los zapatos y con algo de desesperación me subió la blusa y el sostén, todo junto, se echó mis tetas a la boca y se desabrochó los pantalones. No pude ver esa verga, pero a los pocos segundos la sentí presionando mi concha sobre los calzones. Hizo como si me cogiera un rato, yo sentía como si me fuera a meter la concha con calzones y todo. Recuerdo haber sentido en ese momento el olor a concha mojada muy claramente.
Luego me corrió los calzones y me la puso. No entró a la primera. Mis jugos hacían que se le resbalara la verga, pero rápidamente encontró mi raja abierta y me la hundió riquísimo. Así me tuvo un rato, mientras se comía mis tetas y me succionaba los pezones, hasta que me la sacó, me bajó los calzones completamente, arrodillado frente a mí, me dijo que abriera bien las piernas y se pasaba mis calzones por la cara, oliéndolos con fuerza mientras me miraba la concha.
Los lanzó al suelo, me tomó de la cintura y me volteó, cuando quedé tendida en la cama, dándole la espalda, pasó una mano por mi concha, mojándose los dedos, me masajeó el clítoris con rudeza por un par de segundos, y me tomó de la cintura haciéndome levantarla, para quedar en cuatro patas, esperando la embestida.
Luego empujó mi espalda hacia abajo, haciéndome entender que sólo quería mi culo levantado, y mis tetas y cara contra la cama. Así lo hice, y pocos segundos después sentí esa rica verga paseándose por mi rajita, dirigida por su mano. Mojó bien su tranca con mis jugos y me le hundió sin contemplaciones, de una sola vez y hasta el fondo de mi concha.
Me culeaba rítmicamente, a media velocidad pero con mucha profundidad, sentía la cabeza gorda de su vergota taladrarme la entrada del útero, y se deslizaba con mucha facilidad por la dilatación y los jugos que chorreaban por la concha que se estaba comiendo. Me la hizo tragar así por un rato, y luego se agachó sobre mí, me manoseó las tetas un rato, sin dejar de perforarme, y pasó sus brazos por debajo de mi cuerpo hasta amarrarlos con los míos, inmovilizándome.
Entonces empezó a putearme al oído, mientras me seguía dando verga. Empezó suave, con un "¿te gusta no?", yo asentía con la cabeza gimiendo, y siguió animándose, a cogerme cada vez un poco más rápido y a pedirme que le hablara, me preguntaba que "quien era mi papi", y claro, yo le decía "tú", luego me decía que se lo repitiera, y yo trataba de tomar aire entre mis quejidos para decirle con mi mejor voz de puta "tú eres mi papito" Confirmar que me tenía enteramente sometida lo calentó más todavía, si eso era posible. Me hizo repetirle muchas veces que me diera duro, que era mi papi, mi papito y que yo era su perra y su puta, luego cruzó sus brazos sobre mi cabeza, empujándomela contra la cama, y empezó realmente a tratar de romperme por dentro, con embestidas secas y profundas, que yo sentía más allá de la profundidad de mi concha. Me costaba respirar, me apretaba mucho contra la cama y tenía que hacer mucha fuerza para lograr tomar algo de aire, aprovechando de gritar, quejarme por el delicioso dolor en mi concha invadida y gemir con cada empujón hasta el fondo de mi rajita.
Cuando empezó a acelerar aún más las embestidas y a decirme "toma perra, toma", empecé a pensar en el torrente de leche caliente que me iba a escupir esa vergota en mi útero, pero repentinamente me soltó, se incorporó en sus rodillas y me sacó la verga. Me tomó del pelo y me lo tiró muy fuerte diciéndome "ven mamita". Se bajó de la cama y me arrastró del pelo hasta el suelo, me puso de rodillas contra la puerta del cuarto, que estaba cerrada, y me dijo secamente "tranquila, y de rodillas", yo sólo obedecí, quedándome bien quieta, pensando que quería acabar en mi cara.
El se pajeaba despacio y me miraba en esa postura de sumisión total con cara de extrema calentura. Me la acercó a la cara y agarré esa vergota golosamente con mis dos manos para hundírmela en la boca, que ya se me hacía agua con la visión y la cercanía de esa tranca durísima, brillando con las babas de mi concha recién cogida.
No hay nada más deli que sentir una verga como piedra en tu boca, invadiéndote hasta la garganta, empujándote hacia atrás, hasta que sientes que te sujetan la cabeza para hacerte mamar como si te estuvieran usando la boca como concha. Y bueno, exactamente eso me hizo. Me empujaba tan fuerte que pese a las ganas que tenía de chuparle la tranca, me daban arcadas y me ahogaba, pero no podía huirle a esa verga que me penetraba furiosamente la boca, me lo impedía la puerta tras de mi cabeza.
Me tomó la cabeza con ambas manos y literalmente me culeó la boca. Al principio soporté bastante bien, pero cuando fue acelerando las embestidas y profundizando su verga en mi boca, traté de sacármela, sin ningún éxito, tenía los brazos muy fuertes, no podía echarme hacia atrás ni agacharme más, y ni siquiera me sacaba un poco la verga para poder respirar. Pensé que iba a vomitar, cada vez que me la hundía la sentía en la garganta y me daban arcadas muy fuertes. Me empezaron a correr las lágrimas y me faltaba el aire. Me dolía además la fuerza con que me sujetaba la cabeza con sus manos.
Por fin, después de un par de minutos de darme por la boca, se quedó quieto con la verga en mi garganta y empezó a lanzar chorros y chorros de leche tibia y espesa, muy salada, en mi interior. Mi calentura a esas alturas era tanta como mi desesperación, la sensación de ahogo era increíble y los chorros entraban en parte por mi garganta directamente.
Cuando terminó de estrujar su verga en mi boca me soltó y la sacó rápidamente, yo me incliné hacia delante tosiendo, escupiendo y tomando todo el aire que me faltaba hacía ya un rato. Me dijo que me moviera de ahí para poder abrir la puerta, y se marchó. Yo me recuperé después de algunos minutos de respirar y tratar de escupir la leche que sentía en la garganta, y luego fui al baño a enguajarme bien la boca. Cuando terminé, me compuse lo mejor que pude y salí a seguir la fiesta.