Puta por una noche
Tan pronto llegamos al motel me subió y me desnudó por completo, solo me dejó las zapatillas y la medias. Me dijo que se le antojaba tenerme así para meterme la verga por detrás frente al tocador.
Dentro de las cosas locas que he hecho, hace tiempo tenía la fantasía de saber que se siente ser prostituta por un día o por una noche. Así que me dispuse a cumplirla y me anuncié con un perfil falso en una red social conocida. Recibí varias solicitudes, pero una me llamó la atención y ese fue el elegido. Para guardar las apariencias, a mi marido le dije que saldría de fiesta con una amigas y que regresaría de madrugada. A media tarde recibí un mensaje que me confirmaba la cita de esa noche. De inmediato me preparé, me di un baño rico, me lavé bien la panocha y me la depilé a petición de mi cliente. Me lavé el cabello y lo arreglé. Me puse rubor y un labial rojo que a los hombres les encanta y que delata lo puta que soy. Como estaba decidida a comportarme como toda una puta, decidí no usar mucha ropa. Así que lo único que me puse fue una tanga roja y un bra que le hacía juego, medias negras, tacones y un abrigo largo para que nadie sospechara que iba ligera.
A la hora acordada, salí a dos cuadras de mi casa para esperarlo y en cuanto llegó me trepé al auto. Enseguida me pagó y me dio una buena propina que no fue de gratis pues inmediatamente que guardé el dinero me jaló el cabello y se sacó la verga para que se la fuera mamando mientras conducía. Se le puso muy dura y gorda. Me pidió que me quitara el abrigo y me tocara las tetas. Con lo caliente que yo estaba, no pude resistir la tentación de meterme los dedos en la vagina y así se la seguí mamando.
Tan pronto llegamos al motel me subió y me desnudó por completo, solo me dejó las zapatillas y la medias. Me dijo que se le antojaba tenerme así para meterme la verga por detrás frente al tocador. A la hora que me la iba a meter, se dio cuenta de que había olvidado los condones, así que pidió servicio al cuarto. Cuando los llevaron, me hizo abrir la puerta desnuda como estaba, recibirlos de mano y pagarlos mientras me tocaba la panocha y me mordía los labios. Pude ver la verga del camarero levantarse sobre su pantalón.
Esa escena le gustó tanto que volvió a pedir servicio al cuarto. Esta vez pidió cerveza, pero dejó la puerta abierta y cuando llegó el servicio le gritó al camarero que pasara y pusiera las cervezas en el tocador, mientras él me tenía ensartada de perrito, por el culito. El hombre se quedó tieso sin poder moverse. El muy cretino de mi cliente invitó al hombre a tocarme la panocha cosa que hizo de inmediato mientras el me seguía dando por el culo. Después el camarero se desnudó por completo dejando al descubierto un rica verga con las venas bien marcadas. Mi cliente le pidió que se acercara, dejó de darme por el culo, me metió los dedos a la panocha y le pidió al hombre que me diera por el culo mientras él me daba por la panocha. Lo hicieron tan rico los dos que tuve varios orgasmos, tan intensos que sentía que me explotaba el clítoris. Después de tan tremenda cogida, el camarero se fue y mi cliente y yo nos quedamos dormidos sin fuerzas hasta entrada la madrugada.
Cuando despertamos, nos bañamos y salimos del motel. Mi cliente se comportó como todo un caballero pues me llevó de regreso a donde me levantó. Al llegar a casa me metí en la cama completamente desnuda, con unas ganas inmensas de coger por lo que desperté a mi marido con una rica mamada. Me sentía muy caliente al saber que venía recién cogida y que estaba a punto de comerme la tercera verga de esa noche. Mi marido notó lo mojada que estaba y me la metió con mucha facilidad. No sé si se habrá dado cuenta de lo cogida que venía, pero el hecho es que se puso como loco y me cogió como nunca. A él le encanta que sea su putita, pero lo que no sabe es que también soy la putita de otros. Quizá un día me atreva a decírselo.