Puta por un partido de fútbol

Amigo, fútbol, apuestas, pasión, "no va más". Hombre o mujer, no te lo pierdas. Relato real novelado, y fotos reales.

Puta por un partido de fútbol

¡Hola de nuevo!, soy Mayte, animada por los emails de admiradores, que son muchos y me encanta leerlos, me he decidido de nuevo a escribir una aventurilla sexy.

Ya sabéis que somos una pareja de Cartagena (Murcia), él, Felipe de 39 años, y yo, tengo 29 años, morena, media melena, atractiva, con un cuerpo bonito, una delicia de mujer, está mal que yo lo diga, pero como es verdad. ¡Pues eso, lo pongo! (Podéis ver fotos mías en anteriores relatos, ¡Ah¡ y son mías, mías, nada de historias).

No recuerdo exactamente la fecha pero sí que era a finales de noviembre del año pasado, mi marido no quería ir a la playa, pero yo insistí, e insistí. Tenemos un dúplex en Campoamor (Alicante) por la zona de Calas de Campoamor, frente a un acantilado al mar, y una playa preciosa de arena fina y mar azul, nuestro dúplex es muy bonito, tiene piscina comunitaria (me resultan tristes las piscinas privadas), palmeras, paseos, fuente, pista de padel, etc… Desde el verano no habíamos ido a adecentar la casa, y tenía interés en airearla, limpiar. Mi marido, como siempre, no quería ir porque a él le gusta más ver el fútbol con sus amigotes en el bar, y ese fin de semana era el partido de la máxima rivalidad, "Real Madrid-Barcelona", y además en el campo del Madrid y mi marido es muy del Madrid. Salimos el viernes por la noche hacia la playa, que se encuentra a tan sólo 40 km. de Cartagena, con lo que el trayecto es rápido, subimos la maleta y bolsas de comida, pusimos el aire acondicionado en la bomba de calor hasta caldear la casa. Vimos la tele un ratito y a dormir.

Al día siguiente, no tenía ganas de hacer el desayuno y le propuse ir a desayunar a un bar de nuestro amigo Lucas (realmente se llama Lukashenkos, por abreviar todos le llamamos "Lucas"), un bielorruso muy atractivo, de unos treinta y cinco años, simpático y parlanchín.

Un café con leche, y unas tostaditas mitigaron el helor del ambiente y nos hicieron ver con mayor optimismo nuestra estancia allí.

La conversación de mi marido con Lucas siempre son de fútbol. Lucas es de Barça. Nunca he entendido como se hace aficionado del Barça un bielorruso, pero es así.

Estábamos hablando tranquilamente. Cuando oímos una voz desde la puerta del bar.

  • ¡Hola a todos!

  • Joder!!! Satur (Saturnino se llama el señor en cuestión) ¿Qué haces por aquí?

El tal Satur, es un catalán de Lérida que veranea dos dúplex después del mío, y que no viene nada más que en verano. De unos cuarenta y cinco años, delgado, elegante, un tío con clase, se nota que tiene dinero nada más mirarlo.

  • Y tu mujer ¿Dónde está? Le pregunté al verlo solo.

  • Se ha quedado en Lérida, yo he venido con mi hijo a pescar, que ya lo echaba de menos.

  • ¿Has venido a Campoamor a ver como sucumbe el Barça, no? Dijo mi marido

De pronto de la cocina salió un chico de alrededor de dieciocho años, que se nos quedo mirando.

  • ¿Lucas, éste, quién es? Preguntó Satur. - ¿Es de confianza? Añadió

  • Es mi sobrino Arturo, es bielorruso como yo, tiene diecinueve años, un niño aún, habla español perfectamente, se va a quedar a vivir conmigo unos meses.

  • ¿Y se llama Arturo?, ¿Ese es un nombre bielorruso?

  • ¡Claro que no lo es!, Lo he traducido lo mejor posible.

El chico más bien parecía su hijo, sus rasgos eran similares, alto, flaco, rubio, con la excepción de que la cara del chico impactaba, una sonrisa sátira, que no dejaba lugar a dudas de que su única ocupación era pensar en el sexo y masturbarse a todas horas. La miradita que me echó me heló la sangre, y me dio que pensar.

En ese instante, sorpresa, entró quien faltaba para la fiesta. Andrés y su mujer Sonia.

  • ¡Jobar!, ¡Qué alegría Andrés! ¿Qué haces aquí? Dijo mi marido.

  • ¡Hola, Sonia! Dije yo.

  • Pues lo mismo que vosotros, limpiar y pasar frío. Señaló Andrés

  • ¡Hola, Mayyyyte! ¡Qué guapa, por Dios! ¿Te has operado de algo? Respondió ella.

Andrés es de Madrid, obvio es decir que "madridista" como mi marido.

La discusión siguió y siguió sobre fútbol, hasta que mi marido hizo el fatal ofrecimiento….

Bueno, como estáis todos más colgados que un jamón, os invito a ver el partido en mi casa, calentitos, con unas pizzas y cerveza hasta reventar

Todos aceptaron gustosos, e incluso alegres, el ofrecimiento. A mí casi me da algo. Vengo a limpiar a la playa, y me organiza una fiesta, para que limpie el doble. Pero bueno, si así se le va el mal humor, ¡Bien está! Será agradable pasar acompañados la velada del sábado.

Ya por la tarde preparé la mesa frente al televisor, las pizzas para meterlas al horno, y las cervezas bien frías en el frigorífico, alcohol para las bebidas y frutos secos para picar.

La televisión rugía anuncios sobre la liga del fútbol, cuando llegaron nuestros invitados, primero Satur, como buen invitado traía una botella de vino del Penedés, según decía para que bebiese mi marido vino catalán a ver si le sentaba mal. Por supuesto no faltaba una bufanda con los colores del Barça colgando de su cuello.

Un ratito después llegó Lucas y su sobrino Arturo. Traían unos dulces para animar el cotarro, y parecía que ya habían empezado la fiesta por sí mismos, se notaba que habían bebido algo, estaban parlanchines, y además Lucas se permitió hacer un comentario impropio de, hasta hoy, su habitual discreción:

  • ¡Cómo envidio a tu marido! ¡Vaya pedazo de mujer! ¿Por qué no te divorcias, y te casas conmigo?

  • Sí, sí, tu lo que quieres es pillar la nacionalidad, para qué quieres una mujer como yo.

  • ¡¡¡Para qué va a ser!!! El gesto lo dejó claro ¡Qué no! ¡Qué no! ¡Qué a mi me gustas tú!

La verdad es que la ropa que llevaba era para pensar en todo menos en matrimonio conmigo. La minifalda que me ponía para andar por casa y una camiseta que había encontrado en el armario de los restos del verano, hacían de mí una perfecta diosa. ¡Diosa de las putas, claro! Hablando de putas, el comentario de Lucas, me sacó de mis pensamientos.

  • Mira. Me dijo Lucas. Las putas de ahí enfrente (enfrente de la urbanización hay un puticlub que se llama "Scala", bastante visitado por Lucas), no me ponen tan caliente como tú. Apostilló

  • ¡Exagerado! Ja, ja, Pasa y siéntate antes de que me enfade.

Ambos pasaron al salón, no sin antes notar que el sobrinito a pesar de sus diecinueve añitos me miró con bastante lujuria.

Al poco llegó Andrés y su mujer.

La discusión de fútbol ya había comenzado. Así que Sonia se vino a la cocina a hablar conmigo sobre trapitos y cosas de mujeres.

Mientras los hombres bebieron una cerveza, y luego otra, y luego otra, tres cervezas y el fútbol sin empezar.

La conversación subía de tono, cuando Satur dijio:

  • ¿Qué te apuestas a que gana el Barça?

  • ¿Lo qué quieras? Dijo mi marido y Andrés a un tiempo, casi como si fueran clones. Tengo cojones a apostarme hasta el dúplex a que gana el Madrid. Apostilló el idiota de mi marido.

  • No tenéis huevos ninguno de los dos "pa ná". Terció Lucas.

  • ¡Cómo que no! Dijeron a la vez mi marido y Andrés al unísono de nuevo.

  • Mirad, para apostar algo tiene que apostarse algo que duela, no cualquier cosa. Dijo Lucas.

  • ¡Pues propón tú la apuesta! Dijo mi marido.

  • Si pero yo también quiero apostar. Dejó claro Lucas. - Bueno mejor apostamos todos, será más divertido.

  • ¡Sí, Sí, Sí, Vale! Dijeron todos por un orden incierto.

-Vamos a ver. Dijo Lucas. ¿Que le jode más a un catalán?… ¡el dinero!, pues cada gol del Madrid, le tenemos que dar cada uno 200 euros, así cada gol 600 euros, que se repartan esto dos ¿Esta bien, no? yo cubro la apuesta de mi sobrino. Se hizo un prudente silencio.

  • Sigo… ¿Qué le jode más al cartagenero y al madrileño?.... ¡Lo buenas qué están sus mujeres y lo mucho que nos gustan a todos! Así que cada gol del Barça nos da derecho a uno de nosotros a pedirle a ambas mujeres lo que quiera, nada de pedir de follar, claro, pero sí que haya mucho morbo. Pasándose, pero lo justo, vamos, como si fueran putas del Scala (el puticlub).

Todos nos quedamos helados. El sobrino de Lucas, Arturo, volvió su cabeza hacia mí, y dijo:

  • ¡Acepto la apuesta¡

  • ¡Calla niiiiiño! Le dijo su tío. ¡Esto es cosa de hombres! Tú que tienes que ver con la apuesta, si por no tener no tienes ni dinero, me vas a costar las perras si pierde el Barça, y si tocas algo será a mi cuenta.

Satur, el catalán, dijo:

  • Doscientos euros es mucho, si lo dejamos en cien acepto.

  • Ja.ja.ja no es un tópico lo de que los catalanes sois agarrados. Dijo Lucas. Aunque, no creo que metan más de dos goles, ¿Es qué no puedes apostar cuatrocientos por una vez en la vida? ¿Has visto cómo están esas dos? ¿Es qué no has pensado cien veces en meterles mano?.

  • Acepto, los doscientos euros por gol. Terminó Satur después de pensarlo unos segundos.

Andrés miraba estupefacto a Sonia, mi marido, me miraba también de una forma extraña, yo le decía que "no" con la cabeza. Sonia ni hablaba, la cara de mala leche, era monumental.

  • No acepto, dijo Andrés.

  • Eres un cortarrollos. Dijo Satur. Llevas a tu mujer a playas nudistas. La exhibes en top-less en la playa. Que yo estoy harto de estar con vosotros y ella con los pechos al aire. Y ahora por un sobo, jodes la fiesta. ¡Tendrás cojones!

  • Que no, que no, que no acepto.

  • Por mí no lo hagas. Dijo de pronto, Sonia. - Si tanto crees en tu Madrid, acepta. Así tendrás una lección que no olvidarás. Llevas dos años pidiéndome ir a un club de intercambio de parejas, y ahora te asustas ante la posibilidad de que me soben. ¡Vamos tu eres tonto, chaval!

Andrés miraba ahora con mala uva a su mujer, por descubrir sus intimidades.

  • ¡Acepto la apuesta! Sentenció.

Mientras, mi marido me miraba, pero ahora suplicando que dijese que sí. Me daba rabia y pena, ver que le miraban con burla, y que por salvar su hombría era capaz de dar su brazo a torcer, mientras yo seguía diciendo que "no" con la cabeza. Arturo me miraba y me repasaba viva, la situación empezaba a calentarse y a irse de las manos, me ponía nerviosa, pero me atraía la aventura, y además Sonia ya había aceptado, y estaba quedando de estrecha. Así que despacio, bajando y subiendo la cabeza acepté.

¡Vale, de acuerdo! Dijo con voz potente y liberadora mi marido.

Veinte horas de la noche, comienza el partido, no sin antes de que un espontáneo invada el campo desnudo, parece ser que es habitual de estas cosas. Me pareció simbólico lo del desnudo y me imaginé a mi misma corriendo desnuda delante de cien mil espectadores directos y millones televisivos. ¡Madre mía! Pensé y deseché la idea.

Mi estómago está encogido por la apuesta, en cambio Sonia demuestra altivez, miro a los hombres, todos pendientes del fútbol, menos Arturo, que me mira con deseo.

Decido ir al cuarto de baño y lavarme. Sonia se levanta y me acompaña. Me temo lo peor, aunque el hecho de que se juegue en casa del Madrid, me hace estar más confiada. Mi marido asegura que es el mejor equipo del mundo. ¡Ojalá lo sea¡.

  • No te preocupes. Ganará el Madrid. Siempre gana, eso dice mi marido. Y si no pues repaso de coño y ya está. Me dice Sonia.

  • No sé, no sé, me preocupa. Respondí.

Crónica del partido:

Empieza el partido, el campo ruge, hasta a mí me interesa lo que pasa, en los primeros diez minutos el acoso del Barcelona es total, Messi y Ronaldinho (ya me sé los nombres) fallan sendas oportunidades.

¡Menos mal!, De pronto Eto’o se planta delante del portero del Madrid, ¡La madre que lo parió! Falla un gol cantado ¡Menos mal! Estoy un poco asustada, el dominio es aplastante, mi marido no abre la boca, Satur se ríe con una risa nerviosa, Lucas mira a Sonia y a mí según le da, y su sobrino, se relame los labios de forma ostentosa (éste sólo tiene ojos para mí).

Unos quince minutos de partido, y Eto’o dispara a la portería y… ¡Madre mía! ¡Goooooooooool!

Todos saltan de alegría menos mi marido y Andrés que nos miran desconcertados, no sé que hacer, ni para donde mirar. Sonia se levanta inquieta, y va nerviosa de un lado a otro de la habitación como si buscara algo, sin sentido, sin saber qué.

  • ¡Bien¡ Dice Lucas. Hay que hacer el sorteo.

  • ¿Qué sorteo? Dice Andrés, temiéndose algo malo. Mi marido ni habla.

Yo también me levanto nerviosa y me voy a la cocina, no sé a qué, pasados unos dos minutos, igual de nerviosa vuelvo al salón a ver como quedaba esto y comprobar si Andrés y mi marido se les había pasado y habían reflexionado de la locura que les proponían.

Pues no, sólo se había efectuado el sorteo, por el método de palillos, de quién era el primero en pedir, el más largo el primero, el mediano después, el pequeño el siguiente. Parece que estaban muy seguros de la victoria.

El largo lo enseña orgulloso Satur, el mediano lo tiene Lucas, el corto Arturo. ¡Menos mal! Un gran alivio sentí. El orden me favorecía, y sólo había que ver la cara de mala uva que tenía Arturo para darse cuenta.

Entonces habló Lucas:

Conforme al sorteo efectuado ante notario. Es decir ante Felipe "el Cartagenero". Ha sido agraciado con el derecho a pedir algo morboso nuestro querido amigo… tachín, tachín, ¡Satuuur!. Te recuerdo Satur que si el gol lo hubiese metido el Madrid, ahora tendríamos que sortar la pasta y nadie te perdonaría un euro, ni tendrían piedad en cobrarte a pesar de lo roñoso que eres. Así que no te rajes y pide sin piedad.

La arenga surtió efecto. Satur, indeciso hasta ese momento, empezó a pensar en qué pedir.

Satur, como ya he dicho es un caballero de los píes a la cabeza, seguro que hubiese dado lo que fuera por hacerme suya, me miró, me remiró, miró a Sonia, la repasó, pensó, y repensó, y volvió a pensar moviendo la cabeza. De pronto se levantó y dijo

  • Mi petición es que las chicas, se quiten toda la ropa interior y la parte de arriba de la ropa y anden por toda la casa, sólo en minifalda y sin bragas. Que Mayte le preste una mini a Sonia. Y que, como mínimo, cada cinco minutos deben pasar por delante del televisor, y ponerse cada una a un lado de la pantalla y respetuosamente doblar la espalda, de forma que podamos ver bien su conejito por detrás.

  • No diréis que no me he portado bien. ¿Eh? Terminó diciendo.

  • Mi marido me miró como no sabiendo que decir. La cara denotaba algo de temor a mi reacción, pero el bulto del pantalón decía otra cosa, ¡Me extrañó!, Andrés se reía de forma nerviosa, esperando conocer que iba a decir y hacer su mujer, pero no opinaba nada.

Sin mediar palabra Sonia y yo nos fuimos al dormitorio.

  • ¿Qué hacemos? Me dijo.

  • No sé. Contesté

  • Es raro que hayan aceptado la apuesta. Me extraña, pues mi marido estaba seguro de que el Madrid perdía. Y aún así ha apostado… Dijo Sonia

  • Mi marido, es más extraño aún. Aunque él creía a ciencia cierta que ganaba el Madrid no sé, no sé

Sin hablar nos quitamos el sujetador, mis senos saltaron al aire libres, duros, turgentes, con los pezones semirrectos. Los pechos de Sonia eran más grandes, pedían guerra con sólo mirarlos, hasta a mí me dieron ganas de mordisquear tan bonito pezón. La minifalda no tapaba casi nada, no hacia falta agacharse, el coñito se veía por delante. Saqué del armario una minifalda para Sonia, no le gustó. Extrañamente le pareció larga.

  • Dame esa otra, que pueda enseñar bien mi coñito. Mi marido va a rabiar. No quiere intercambio pues toma exhibición.

Salimos perfectamente uniformadas al salón. Aunque nuestras manos fueron directas a tapar las tetas de forma instintiva.

  • ¡Ole! ¡Ole! Decía Lucas. Ahora entiendo por qué dicen eso en los toros en España. En cuanto hueles a cuerno te da por decir ¡Ole! ¡Ole¡ Ja,ja,ja. El alcohol hacía estragos en él, no había duda, mañana se arrepentiría de esas palabras seguro.

  • Las manos fuera de las tetas. Repitió como si fuera la petición suya.

Dejamos caer los brazos y nos quedamos paradas en la puerta del dormitorio. Nos cohibió, y eso que lo habíamos hecho innumerables veces en la playa.

  • Anda pasad delante del televisor, que podamos comprobar si has cumplido la apuesta.

Me temblaban las piernas, mis pies tropezaban uno con otro, apunto de caer, logre llegar al televisor, ya nadie miraba la pantalla. Temblando de nervios y algo excitada, me puse delante de la pantalla. Arturo no miraba, sino que rebuscaba en sus bolsillos, y de pronto sacó un móvil.

  • Esto merece una foto. Dijo muy ufano.

Doble mi espalda, metiendo casi la cabeza en el televisor. Mi culo y mi coñito estaban delante de su cara. -Click- sonido inequívoco de foto, que dejó para la posteridad el momento.

Esta es la foto, para que todos podáis disfrutar como ellos

Cuando terminé de exhibir mi coñito, me fui a la cocina avergonzada. Allí quedó Sonia haciendo lo mismo. Otra foto (esa no la tengo). Y enseguida entro por la puerta de la cocina. Allí nos sentamos avergonzadas pero también algo extrañas y por mi parte un poquitín excitada. Y mientras pensaba en ello mi mano sola fue hacia mi sexo, de pronto desperté y me di cuenta que estaba acariciándome, mientras Sonia miraba como movía mi mano embobada.

  • Perdona. Dije. Mientras sacaba mi mano de mi entrepierna y tapaba con mi diminuta falda mi sexo ahora mojado.

  • No te preocupes, te entiendo. La situación tiene morbo y a mí también empieza a calentarme

Desde el minuto veinte hasta el cuarenta y cinco, no sé que pasó en el partido, hicimos cuatro exhibiciones más. En la última mi coño chorreaba y los muslos brillaban como consecuencia de ello. Lucas controlaba el reloj y llamaba.

¡Maaaaaaaaaaaayte! ¡Soooooooooonia! Os toca poner la almeja. ¡Será cabrón el tío! Y salíamos poniendo nuestros culos delante de sus caras.

A la tercera exhibición dejó de gustarme y me empezó a sentar mal, pero por despecho a mi marido que lo consentía, y encima parecía que no le disgustaba que me humillaran, seguía haciéndolo, y encima ponía buena cara, como si a mí también me gustase, para que sintiese más cuernos.

El partido según podíamos escuchar continuaba por los mismos derroteros, ataque tras ataque del Barcelona, Ronaldinho a punto de meter el segundo. Mi marido se levanta, según dice, da por finalizada la primera parte, pero no, en pleno esfuerzo para despegarse del sillón, casi se cae al suelo, por lo visto Eto’o, está a punto de meter otro gol, y sólo Casillas es capaz de arreglar el desastre, si llegan a marcar otro, no sé que pasaría, le tocaba a Lucas, y eso era de temer.

Fin del primer tiempo. Madrid 0 – Barça 1. Esto no iba nada bien.

Comienza la segunda parte.

Ya no hacemos más exhibiciones, están otra vez concentrados en el fútbol, menos, claro está Arturo, me mira y me remira. Saca su lengua y se relame como en un anuncio.

El Barça sigue apretando, otra vez Eto’o a punto de marcar. ¡La madre que lo parió!

Unos quince minutos de la segunda parte y… ¡No puede ser! ¡No es posible! ¡Goooooooooooooool de Ronaldinho.

Dice el comentarista, que, el público del Santiago Bernabeu (nombre del campo) estaba conmocionado, y callado. Había que vernos a Sonia y a mí, eso si que era conmoción.

  • ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Ole tus huevos! Decía Lucas.

Los demás más comedidos sólo aplaudían y pataleaban, con risas un tanto nerviosas.

Mi marido bajo la cabeza y Andrés se va al aseo, no sé si a orinar o a llorar.

-¡Bien, bien, bien! Repetía sin cansancio Lucas. Ahora me toca a mí pedir. ¿Dónde se ha ido tu marido Mayte?

  • Al aseo.

  • ¡Vaya por Dios! Ahora que esto se pone bueno.

Entonces, como si hubiese oído la conversación, apareció mi marido, un tanto desmejorado en su semblante.

  • Me toca pedir Felipe. Me toca pedir Andrés. ¿Estáis de acuerdo no?

  • Sí, dijeron los dos. A ver que pides, que tú eres muy golfo.

La voz de mi Felipe era apenas inaudible, aunque el pantalón no denotaba tal sentimiento sino otro muy contrario, y eso me extrañaba bastante. La de Andrés tronó como un cañón, se notaba que empezaba a disfrutar. Y dijo

  • Por supuesto pide y no te cortes. Ya tenía yo gana de ver en apuros a esta calientapollas.

  • Pido… (paró de hablar dejándonos a todos en un puño)

  • Pido… (y volvió a parar para pensar)

  • Pido… No os molestará que diga lo que quiero. Si no os gusta no enfadaros conmigo, lo decís y en paz, soy hombre… Aunque una apuesta es una apuesta (dijo mirando a Andrés y Felipe)

  • Pido que, Mayte y Sonia, se sienten unos minutos en las rodillas de dos de nosotros tres, con los ojos tapados, y como van vestidas, y nos dejen tocarlas y acariciarlas a nuestro antojo.

  • No jodas. Dijo Arturo. – Ya me toca mirar de nuevo. – Joder que no toco un coño desde que viene de … (dijo el nombre de la ciudad de procedencia en ruso, así que ni me enteré).

  • Chaval, te jodes. Dijo Lucas. Ya te tocará a ti. Y si no a darte pajas mirando.

  • Acepto. Dijo Andrés muy rápido, aunque bajando la cara para evitar cruzarse con la de Sonia. Ésta lo miró y en la mirada reprodujo solo odio y desprecio.

  • Quedas tú, Felipe.

Mi marido habló de nuevo con la voz casi audible. Y dijo

  • Acepto, me miraba con pena, pero apretaba su bulto del pantalón, bastante evidente a estas alturas. Cada vez era todo más incompresible para mí.

A mí casi me da algo. Esperaba que dijese que no.

Sonia y yo nos miramos y nos fuimos directas a la habitación a hablar.

  • Joder, Mayte, ¡Esto es muy extraño¡, mi marido sabe que a mi me excitan estas cosas, pero son sueños eróticos, de ahí a hacerlos, no me creo que haya sido capaz de aceptar.

  • Pues anda que mi marido. Que dice que un "no" con la cabeza. Un "sí" casi inaudible con la boca. Y un "SÍ" que habla por si mismo con la bragueta.

  • ¿Qué hacemos? Continué

  • Cumplir la apuesta. Me respondió

Busqué debajo de la mesilla de noche. Unos antifaces que tenemos para dormir la siesta en el verano y que no nos moleste la luz del día. Los saqué y le di uno a Sonia. Algo extraño recorrió mi cuerpo. Y pensé... No nos han dicho como taparnos los ojos, acaso conocía Lucas la existencia de los antifaces. ¿Se daba por supuesto que teníamos antifaces?.. Incluso se me pasó por la cabeza, que alguien se lo hubiese dicho a Lucas. ¿Pero quién?...

  • ¡Bah!, no puede ser. Dije

  • ¿Qué es lo que no puede ser? Me contestó Sonia

  • Nada, nada, pensamientos míos.

Nos pusimos los antifaces y salimos al salón.

Al salir nos quedamos paradas en el quicio de la puerta del dormitorio. Mi mano derecho sujetaba fuertemente la izquierda de Sonia, apretaba para sentirme segura y ella me respondía con otro apretón.

Entonces una mano sujetó la mía y me arrancó de la mano de Sonia.

Me condujo por la estancia y de pronto note que el propietario de la mano se sentó, y me tiro del brazo para que me sentara en su rodilla derecha.

Me senté. Sus manos buscaron ansiosas mi culo. Acariciaban el cachete izquierdo, y el derecho alternativamente. Suaves apretones en ambos lados. Y me daba pequeños azotes silenciosos. Mi sexo descansaba encima de su pantalón. Debía estar mojándolo a tenor de cómo me sentía de húmeda y como notaba mis fluidos escapando de mí.

La palma de su mano entró por mi culito, bajando hasta el ano, creí que metería el dedo. Pero no. Solo acarició mi agujerito trasero, dándole un par de vueltas circulares al ano, y de repente la sacó.

Su mano izquierda, fue directa a mi pecho derecho. Lo apretó fuerte pero sin hacerme daño. Acaricio todo el pecho, dando vueltas a sus dedos en toda su extensión, y aplastando la palma de la mano abierta contra el pecho. Sus dedos fueron como una pinza a mi pezón, lo apretó suavemente y de pronto más fuerte. El pellizco, hizo saltar en mí todo tipo de sensaciones. Odio, vergüenza, humillación, calor, sensualidad, deseo… placer.

Noté que su cabeza se acercaba a mi pecho izquierdo, de pronto sentí un lametón en el pezón, que me hizo estremecer, me doblé sobre mí misma, en un gesto inequívoco de placer. Entonces mi marido dijo

  • De chupar no hemos dicho nada ¿Eh?

  • Vale perdona. La voz era de Satur. Me quería aprovechar un poquito. Lo siento. Añadió.

Por lo menos sabía quien me metía mano.

Su mano izquierda, bajo poco a poco, muy poco a poco de forma inquietante. Poco a poco…poco a poco… muy…muy despacio… hasta llegar a mi falda, la levantó hacia arriba, poco a poco… introdujo sus dedos y por fin tocó mi pubis. Los pocos pelos que tengo (mi marido me obliga a llevar el pubis con una rayita central) se erizaron, la rayita le sirvió de carretera para descender, de nuevo la velocidad era insoportable… Ante tanto deseo de que me acariciara, al fin llego a mi sexo, que era lo más parecido a un charco. Sus dedos bajaron hasta abajo y al subir se introdujeron un poquito en mi vagina, saliendo de ella mojados, que era lo que pretendía, y listos para acariciar mi clítoris.

La antesala del infierno era mi sexo, ardía, y mi clítoris debía ser un hierro ardiendo a punto para marcar una res. Acarició el mismo, suavemente dio vueltas por su base, lo aplastó, y lo restregó con su dedo corazón, y no pude aguantar más…. Sonia, mi compañera de aventura, respiraba tan entrecortado que podía distinguir perfectamente que estaba cercano ya el orgasmo, tan cercano, que de pronto me sorprendió oír como decía:

  • Cariño, me corro, me corro. Aaaaaaaaaaaahhhhh¡¡¡¡¡¡¡. El movimiento de su cuerpo al correrse, movió perceptiblemente mi tresillo, tanto que Satur paró un segundo, aprovechó para poner una toalla encima de la rodilla de su pantalón, para no mancharse con mis fluidos, y luego continuó masturbándome con mas ahínco.

Eso era lo que me faltaba, saber que Sonia se había corrido y yo que me moría de ganas. Sus caricias vaginales y en mi clítoris continuaban, no podía más…. De pronto, un grito anunció a todos que me corría, nunca antes me corrí tan rápido por causa de las caricias de un hombre. Mi cuerpo se estremeció y se dobló, cogí su cabeza y me la metí entre las tetas, restregué su boca por mis pezones como una posesa, mientras el me lamía como loco. Parecía que sufría una descarga eléctrica. En ese instante mi marido era lo último que me importaba, aunque mi mente por un instante se lo imaginó allí sentado mirando extrañado como me corría delante de todos, a causa de un hombre que no era él.

De nuevo Arturo, aprovechó un hueco para dejar un recuerdo para la posteridad. Un -click- era la prueba sonora de la foto del móvil que abajo reproduzco.

Aún estaba sintiendo pequeños estremecimientos propios del orgasmo, cuando de pronto…, un nuevo gol de Ronaldinho, casi me caigo de las rodillas de Satur, quería levantarse de golpe para celebrar el gol. Ya no le importaban ni mis tetas ni mi coño, ni mi desnudez, nada de nada, sólo celebrar la derrota humillante del Madrid, y poder reírse de mi marido y de Andrés.

Si he de decir la verdad, este gol me fastidió bastante, estaba muy a gusto sintiendo la mano de un hombre acariciarme íntimamente a la vista de los demás, con los ojos tapados, eso la hacía más morbosa. Sin duda cualquier mujer se hubiese cambiado conmigo.

Me levanté para que pudiera celebrarlo a gusto, retiré la toalla y me quite el antifaz. La escena que pude ver era la que esperaba, todos de pie, menos mi marido y Andrés, todos saltando de alegría, y Sonia y yo desnudas con las minifaldas a la altura de la cintura, con los antifaces en la mano, mirándonos, sin saber que pensar y sintiéndonos más bien ridículas.

Los gritos y las escenas de alegría duraron casi un minuto, hubo abrazos y alaridos de gozo. Mi marido y Andrés con la cabeza baja, ni miraban la televisión, ni miraban a sus mujeres desnudas delante de todos.

Sonia optó por bajar su mini y dar la vuelta e irse hacia el dormitorio, y yo la seguí, sin saber muy bien por qué.

Cerramos la puerta y nos sentamos en la cama.

  • ¿Y ahora qué? Dijo Sonia

  • No sé que pasará. ¿Qué nos pedirán ahora? Me temo lo peor.

  • Voy al cuarto de baño. Dijo Sonia, y así como iba, "en top-less" salió de la habitación dejándome sola, pensando en que podía ocurrir ahora y qué estaría pensando ahora mi marido.

La ausencia de la habitación por parte de Sonia duró más de lo normal, pensé al pasar unos cinco minutos.

La puerta se abrió y entró Sonia, con cara de muy pocos amigos.

  • ¡La puta que los parió! ¡Serán cerdos! Nuestros maridos son unos hijos de puta.

  • Sí que lo son, mira que permitir esto. Respondió

  • No seas gilipollas, esto lo han organizado ellos. ¿Por qué te crees que he tardado tanto? Tu marido, el mío y Lucas que desconocían que estaba en el baño del dormitorio principal. Y creyendo que estaban solos, hablaban de lo bien que les había salido el plan. Y de lo zorras que somos. Ahora estaban planeando como pararlo por si se les iba de las mano, parece ser que temen que alguno se pase del acuerdo que tenían. ¡La puta que los parió! Todo ha sido un montaje. Tu maridito y el mío se vanagloriaban de lo buenos actores que son, y de las caras de pena que ponen. Al parecer Lucas y Satur son cómplices suyos. Por eso no dejan al chico pedir, ni tocarnos. No hay apuesta no tienen nada que perder. Todo queda en casa. ¡Pedazo de cabrones! Y ahora temen que la cosa se vaya de su control.

Por mi parte no sabía que decir. Estaba alucinando.

  • Pues tenemos que pensar algo para joderlos a ellos. Terminó Sonia con su alegato.

  • Dices que no quieren que nos follen, pero si han querido humillarnos. ¿Es así?

  • Así es.

  • Pues nos follen o no, se quedarán con la duda, y les daremos una lección aprovechando la apuesta, los tenemos que joder y humillar como ellos a nosotras, les va a salir el tiro por la culata. Dije, sin saber donde nos llevaría mi plan.

  • ¿Y cómo hacemos eso? Pidió Sonia

  • Vamos a ver que piden y sobre la marcha vamos arreglando el negocio para que se ponga de cara para nosotras.

Salimos al salón, con cara compungida. Si ellos saben hacer teatro, nosotras también.

  • A quien le toca pedir. Dijo Sonia.

  • No, no hace falta, ya está bien de peticiones. Dijo mi marido

  • Sí, sí, eso, ya está bien. Nadie podía imaginar que iban a meter tres goles. Esto ya es excesivo.

  • No, no, quedo yo por pedir. Dijo Arturo.

  • Calla niño. Nuestros amigos tienen razón. Ya nos hemos pasado un poco. Y no debemos de apretar más las tuercas. Además las chicas estarán un poco avergonzadas. ¡Venga, déjalo ya!

  • Hombre, no seas así con tu sobrino. ¡Pobrecito! Cuando le toca pedir a él, queréis cortar la fiesta. Yo quiero oír que pide, y según lo que sea, pues… ya veremos. Dije poniendo cara de chica mala.

  • No, no hace falta. Dijo mi marido. Tiene razón Lucas. Dejémoslo así.

  • No, no y no, insisto. Sois muy crueles con el chaval, y no se lo merece ha estado callado y no ha dicho nada esperando su turno, sabiendo que tres goles es una cifra muy difícil en un partido y ahora le negáis hasta decir que quiere. Yo quiero oírlo.

  • Pues yo no. Dijo Andrés. Sonia vámonos que el partido ya está perdido.

  • ¡Que diiiiiiices! Yo opino igual que Mayte quiero oír que pide el chaval, y si es asumible, por qué no darle una alegría al pobre. Habla que estamos esperando. Dijo Sonia.

Todos callaron. En el fondo quería oír la propuesta. Además nuestros maridos estaban seguros que no la íbamos aceptar y más cuando contábamos, ahora sí, con su apoyo para descartarla.

  • Pues yo quiero… (Y se interrumpió)

  • Yo quiero… Me gustaría follarme a Mayte

La petición sentó como una bomba en el salón. De pronto el silencio lo invadió todo.

  • Mira que eres bruto sobrino. Podías pedir tocarle el coño como nosotros y te dirían que sí, pero así te vas a quedar con las ganas.

  • Bueno. Dijo mi marido. La fiesta se ha acabado, id a vestiros.

  • Yo aún no he dicho que no. Dije toda dispuesta.

  • No aceptarás eso en nuestra casa delante de nuestros amigos. Dijo mi marido.

  • No te preocupes cariño. No soy ninguna puta. Dije con cara de zorra rematada.

De pronto el chico replanteo su petición.

  • Vamos a ver. A mi me vale si se pone de culo apoyada en un sillón y le restriego la polla por el coño arriba y abajo, unos minutos.

  • Ya, pero a mí me da vergüenza hacerlo delante de todos estos (señalé yo). Estoy de acuerdo en ello si lo hacemos dentro de una habitación unos cinco minutos para que nadie lo vea. Pero ya sabes solo restregarlo nada de follarme.

  • Sí, sí, por mi de acuerdo. Dijo Arturo.

  • Y quién garantiza que no te folla. Dijo mi marido.

  • Pues para que Sonia no sea menos (dijo Lucas) yo me meto y hago lo mismo con ella, y vigilo al chaval que no se pase.

Al decir eso, Lucas guiñó el ojo derecho, de forma que creyó que nosotras no nos enteramos.

Mi marido no estaba seguro, pero era mejor que alguien de confianza vigilará, que fuera sola.

En cambio Andrés iba a decir que no, cuando su mujer se adelantó y dijo.

  • Vale, por mí de acuerdo, también.

Ahora la sorpresa se reflejaba en la cara de ambos, Y Satur asistía divertido a un espectáculo inesperado.

  • ¡Vámonos! Dijo ansioso Arturo.

  • Espera, no tan deprisa. Dije

  • Sonia y yo, vamos a entrar antes, que tenemos que hablar, dadnos un minuto. Nos pondremos de culo, nos taparemos los ojos con los antifaces y esperaremos a que entréis, unos minutos para que nos repaséis, eso si sin meterla y salimos.

Sin más nos dimos la vuelta y nos fuimos a la habitación.

  • ¡Muy bien! Lo has hecho muy bien. ¿Qué vamos a hacer ahora?

  • Pues lo que ocurra bienvenido sea.

Me desnudé completamente, me puse una medias con liguero, me puse el antifaz para volverlo aún más loco. Sonia hizo lo mismo, aunque por falta de ellas no pudo imitar mi detalle del liguero. Nos apoyamos en la cama poniendo el culo en pompa, de forma que cuando abriesen la puerta viesen nuestro culo y nuestro coñito bien abierto. Y una vez preparadas y dispuestas grité

  • ¡Ya podéis venir!

El ruido de la puerta al abrirse nos indicó que entraban en el dormitorio, inmediatamente se cerró la puerta.

  • Voy a tomar otra foto dijo Arturo. -Click- Esto luego lo cuentas y no te cree nadie

Aquí la tenéis para vuestro disfrute.

  • ¡Pero que buenas están! ¡Serán zorronas. Dijo Arturo.

  • ¡Vamos a ponernos las botas! Dijo Lucas.

Se quitaron la camisa, el pantalón y los zapatos. Bajarse los calzoncillos fue digno de ver, las prisas estuvieron a punto de llevarlos al suelo. Nosotras mirábamos doblando el cuello y sonriendo, aunque un poco asustadas de que harían esos dos.

Ambos se sobaban sus respectivas pollas, para que cogieran un buen tamaño y vaya si lo cogieron, no eran unas pollas de esas que describen algunas chicas como "tremendas", pero gordas y largas si que parecían, no era cuestión de desperdiciarlas.

La polla de Arturo parecía un misil, chorreaba seguramente desde hace rato, lo que hacía brillar la punta. La de su tío Lucas, no desmerecía, ambas apuntaban al techo de la habitación desafiantes.

Se las cogieron con la mano y se acercaron a nuestro culos.

Arturo metió su polla en mi culito, y la restregó de arriba abajo. Se acercó más todavía y la polla bajo por todo mi coño, mojándose entera, pego sus muslos a los míos, y la punta de su rabo comenzó un roce suave e insistente por mi clítoris.

  • Las ganas que tengo de follarte, cariño. Decía Arturo mientras seguía restregándose por todo mi coño.

  • ¿Es qué no te apetece que te clave, mi amor? Dijo, e inmediatamente pasó sus dedos por mi almejita y cuando estuvieron bien mojaditos, comenzó a meterlos por mi ano. Me hacía un poco de daño pero lo permití para que no diese más follón con lo de penetrarme.

  • Seguro que disfrutarías con mi polla dentro. Volvió a decir.

  • Anda déjame… Sé buena… No se lo contaremos a tu marido

  • ¿Verdad que no le diremos nada tío? Dijo mirando a su tío Lucas.

  • ¡Joder tío que suerte a ti si que te deja que la folles.

Como un resorte volví la cabeza. Me quité el antifaz, y mis ojos estupefactos comprobaron que era verdad lo que decía el muchacho.

Mi amiga tenía la polla de Lucas clavada hasta las entrañas, y Lucas le daba fuertes golpes con sus testículos en el culo, mientras ella con la cabeza aplastada en la cama con los ojos tapados por el antifaz gemía de placer.

  • Calla chaval que se van a enterar todos. Tú a lo tuyo.

  • Sí tío, voy a follarme a esta zorra, diga lo que diga.

No me dio tiempo a quejarme, aunque verdaderamente estaba deseándolo. Tiró su cuerpo hacía atrás como tomando carrerilla y me clavo de un solo golpe toda la polla en mi vagina. La metió entera, sin dificultad debido a lo muy mojada que estaba a esas alturas. Y comenzó un mete y saca frenético. Como un loco. Mientras me decía flojo al oído.

  • ¡Puta! ¡Puta! ¡Puta!

Me encantaba oírlo, me sentía tan zorra.

Sus pollazos eran fortísimos, el final de mi vagina recibía golpecitos que me producían un placer intenso y desconocido para mí. Quería que durase mucho para seguir notando semejante instrumento dentro de mí, pero el muchacho poco experimentado no pudo más.

  • ¡Me coooooorro, zorra!

De pronto se echó encima de mi espalda, agarro con sus manos mis dos pechos, apretándolos con fuerza, y comenzó a correrse, llenándome de litros de esperma. Debía estar bastante tiempo sin masturbarse, pues parecía que no acabaría nunca de tener contracciones y descargar su leche dentro de mí. No por ello dejó de darme pollazos, su polla, aún dura, seguía entrando y saliendo de mi coño, sin parar, no podía más, tenía que correrme, como fuera, y hacerlo de forma que mi marido no me oyera.

Cogí la colcha de la cama y le mordí con fuerza, mientras que tenía un inmenso orgasmo, en circunstancias normales habría gritado hasta que se enterasen todos los vecinos. Mis brazos no pudieron sujetarnos más y caímos los dos en la cama. Él encima mío, sin dejar de clavarme su polla, aunque debido a la posición sólo quedo su glande dentro mío. Fue suficiente para conseguir tener otro orgasmo casi seguido. Otra cosa que no me había pasado nunca, y que sólo conocía por los libros.

Mi amiga Sonia, debió correrse, aunque no me enteré ni cuando, ni si esto ocurrió. Pero su cara de satisfacción era evidente. Cuando volví a mirarla se encontraba tumbada boca arriba en la cama, sin antifaz, y con Lucas encima que se la había follado de forma más tradicional y sacaba su polla chorreando del interior de mi amiga.

-Vamos a lavarnos en el baño del dormitorio que no se note que nos las hemos follado. Dijo Lucas.

Ambos se pusieron en pie y fueron al baño a lavarse y adecentarse.

Nosotras, para no salir mucho más tarde sólo pudimos secarnos y lavarnos con toallitas húmedas. Nos pusimos la ropa. Y nos preparamos para salir con el tío y el sobrino.

  • Ves como mi plan era infalible. Decía Lucas a Arturo.

  • Sí tío no volveré a dudar de ti.

  • Has estado a punto de fastidiarlo, con tus comentarios, por no tener paciencia.

  • Sí tío no volverá a pasar.

  • Estos tíos son gilipollas. Ya te dije que nos las follábamos seguro. Serán idiotas encargarme a mí que no te las folles tú, cuando el más interesado en clavarlas era yo. A una le he dado un sobo de cojones y a la otra la he dejado de leche hasta reventar. ¡Son unos cornudos! Eso les pasa por creerse listos de más. Querían fiesta pues la fiesta la hemos tenido nosotros.

Nos quedamos de piedra. Los bielorrusos habían sido más listos que nuestros maridos y suponiendo que nosotras querríamos vengarnos de la humillación sufrida, sabían que nos follarían a las dos, por eso Lucas cuando vio entrar a Sonia al cuarto de baño, se llevo a mi marido y Andrés cerca y les hizo hablar, y los "listos" de nuestros maridos cayeron en la trampa, querían experiencias y por ir a por lana salieron trasquilados.

Nunca hasta hoy conté a mi marido que pasó allí dentro.

No hemos vuelto por la cafetería de Lucas. Con el tiempo supongo que todo volverá a ser como antes. O eso espero. A ver si convenzo a mí marido que me deje otro ratito a solas con Arturo en una habitación