Puta! (4)

La doctora Belle Simon había sido la responsable del cambio de hábitos de Jessica. Pero las cosas no habían salido como ella lo había esperado. Era momento de tomar cartas en el asunto.

Puta (Cuarta Parte)

por Hypnoman

La doctora Belle Simon había sido la responsable del cambio de hábitos de Jessica. Pero las cosas no habían salido como ella lo había esperado. Era momento de tomar cartas en el asunto.

En su laboratorio, la doctora Belle Simon observaba detenidamente el teléfono celular que le había traído su sirviente, el Robot-Iko, una de las tantas víctimas de la "científica loca" y que había sido usado por la doctora Jessica Koontz. El teléfono parecía de lo más común pero, obviamente, estaba preparado para los fines de la doctora Simon.

Contaba con un dispositivo que, al abrirse la tapa y pulsar el botón de llamada "On", liberaba un gas químico, creación del equipo de trabajo de la propia doctora Simon, que instantáneamente anulaba la voluntad de la persona y dejaba su mente totalmente abierta a recibir sugerencias. Era tan potente el Hipno-Gas, como lo solía llamar su creadora, que cualquier orden o sugestión que recibía la persona estando bajo sus efectos era imposible de rechazar, aunque estuviese totalmente en contra de los principios de esa persona, o de cualquier estricto principio moral en el que hubiese sido educada.

Había sido probado con muchos sujetos, hombres y mujeres, y había obtenido siempre el ciento por ciento de efectividad. No solamente ninguna víctima había dejado de obedecer sino que cumplían a rajatabla con lo sugerido, sin posibilidad de alterar en lo más mínimo lo que se le hubiese ordenado. Una de las pruebas más fehacientes, no la última, era la directora de la Galería de Arte, quien seguramente todavía se encontraba allí, no precisamente dirigiendo, sino pintada de blanco, con un consolador en la boca y montada sobre otro gran consolador del tamaño del miembro de un caballo.

Por eso, a Belle Simon le resultaba extraña la actitud de Jessica Koontz. Indudablemente que no había sido programada para comportarse como una Perra, lo que, aunque pareciera divertido, alteraba los planes que la doctora Simon tenía para ella.

El mensaje grabado en el teléfono celular, la debía haber programado para que inmediatamente se comunicara con la Dra. Belle Simon aceptando la propuesta de trabajo que ella le había hecho, más aún, ofreciéndose a trabajar gratuitamente a las órdenes de la Dra. Belle Simon, transfiriéndole gran parte de los dos millones de dólares que había obtenido en concepto de financiación de su proyecto y haciéndola formar parte de su creciente ejército de robots-científicos-sirvientes que, con sus mentes brillantes, a pesar de estar bajo su control, hacían cada vez más valiosos descubrimientos en el campo del control de la mente (valga como ejemplo el Hipno-Gas).

Por suerte, el teléfono celular contaba con un mini-grabador que almacenaba todo lo que la víctima podía decir mientras escuchaba las sugestiones post-hipnóticas y que le servían a Belle Simon para evaluar el grado de receptividad de su presa.

Precisamente en esos momentos se disponía a escuchar la grabación para tratar de entender qué podía haber fallado y desencadenado en el comportamiento erróneo de la doctora Koontz. Justo cuando estaba por empezar golpearon a la puerta del laboratorio. Fastidiada, Belle Simon guardó el teléfono en un cajón de su escritorio y se dirigió hacia la puerta.

  • ¿Quién es?

  • La Robot-Sirviente Claude, Ama

Si bien la había interrumpido en una tarea que había estado esperando hacía tiempo, Belle Simon se sintió complacida de recibir la visita de una de sus últimas adquisiciones.

Abrió la puerta y se encontró con una muchacha delgada, de cabello largo y negro, totalmente lacio y brilloso, con edad de estar terminando sus estudios universitarios. Tenía un maquillaje suave pero distinguido y estaba parada totalmente rígida, como si un eje de acero sostuviese su cuerpo desde las plantas de los pies hasta la parte superior de su cabeza. Su mirada era fría, distante, pero a su vez denotaba total sumisión. Hasta a la propia doctora Simon le costaba creer que era la misma persona que, días atrás, se encontraba con dos amigas visitando una Galería de Arte, riendo abiertamente y susurrándose cosas al oído con sus amigas. Claro, en ese momento era solamente Claude, ahora las cosas habían cambiado.

Era la Robot-Sirviente-Claude.

Si bien, en un principio, lo que llevó a la doctora Simon a "capturar" a Claude fue el querer "castigarla" por el desparpajo con que ella la había ignorado en la Galería de Arte, cuando la siguió y se acercó al grupo de amigas con una excusa banal, en la charla descubrió que era hija de un prestigioso y reconocido científico de la Costa Este, quien, años atrás, no solamente había acusado a Belle de "científica loca" sino que había sido el responsable de que la excluyeran de los círculos de élite y de que la ignoraran oprobiosamente los que hasta entonces eran sus colegas y la admiraban. Además, desde hacía mucho tiempo se rumoreaba que el padre de Claude poseía, en inexpugnable secreto, una serie de descubrimientos que revolucionarían el campo de la ciencia toda y que ya se encontraban en las últimas etapas de experimentación, próximos a ser dados a conocer. Obviamente, convertir al padre de Claude en uno de sus sirvientes hubiese sido muy comprometedor, nadie hubiese creído que de la noche a la mañana pudiese ponerse a trabajar a las órdenes de Belle, por lo que durante mucho tiempo la doctora Simon estuvo esperando, pacientemente, su oportunidad. Hasta Ahora.

Lo demás, lo de siempre. Había logrado deslizar en su bolso el teléfono celular y la había convertido en una de sus Robots-Sirvientes. En realidad en una Espía-Sirviente ya que la misión que le había sido programada era la de robar información del laboratorio de su padre, al que obviamente tenía acceso irrestricto, y entregarla a la Dra. Simon. Bien dicen que la venganza es un plato que se come bien frío. Tantos años de marginación y ahora estaba a punto de ser la mente más brillante de la comunidad científica. Con cierta ayuda, por supuesto.

  • Pasa, Sirviente-Claude. Espérame en el escritorio.

  • Con su permiso, Mi Señora.

Siempre en posición totalmente erguida Claude caminó hacia el otro extremo del laboratorio y quedó petrificada, con una carpeta bajo el brazo, al lado del escritorio de Belle, a la espera de la siguiente orden.

Mientras la observaba caminar, Belle notó que el vestuario que las sirvientes usaban dentro del laboratorio, a Claude le quedaba especialmente bien. Llevaba un conjunto de neoprene rojo, más que ajustado, impregnado al bello cuerpo de Claude, con un escote en V muy pronunciado que insinuaba y pronunciaba en demasía los turgentes pechos de la muchacha. El conjunto finalizaba centímetros más abajo de la cadera, dejando la totalidad de sus piernas expuestas. Tenía un cierre de velcro casi invisible que comenzaba donde finalizaba el escote y daba toda la vuelta, pasando por la entrepierna, la cola y finalizando en la parte inferior de la espalda, lo que le daba al culo de Claude una apariencia alucinante. El vestuario se complementaba con zapatos de taco aguja que afinaban la postura, de por sí rígida, de la muchacha.

Escapando de sus pensamientos lujuriosos, Belle se acercó al escritorio y se sentó nuevamente en su sillón.

  • ¿Qué me has traído, Sirviente?

  • He revisado los archivos de mi padre, como mi Ama me lo ordenó, y he fotocopiado estos papeles relacionados con uno de los proyectos que el equipo de mi padre está investigando. Se que todavía hay mucho por descubrir pero espero que mi Ama esté complacida con este pequeño aporte.

Claude tomó con una mano la carpeta que llevaba debajo del brazo y las ofreció a la doctora. Sutilmente, Belle tomó las carpetas y rozó con sus dedos la mano de Claude, desde la muñeca hasta la punta de sus dedos. Un espasmo de placer sacudió el cuerpo de Claude, el cual se reflejó en su mirada que, por unos segundos, perdió la frialdad y la inexpresividad que tenía hasta ese momento. Al instante, volvió a recuperar la compostura casi marcial.

La doctora Simon revisó unos instantes los papeles y concluyó que era más de lo que esperaba en un principio. Buscó a Claude con la mirada.

  • Está muy bien. Por ser el primer trabajo estoy muy complacida. Espero que el premio que recibas te sirva de motivación para seguir siendo tan buena Sirviente.

La cara de Claude se transfiguró. Como el niño que ve a su madre revisar su bolso en busca de su golosina favorita, Claude parecía que iba a desmayarse de la ansiedad. Belle se levantó de su sillón. Al pasar por al lado de Claude le ordenó:

  • Ejecute Programa Sirviente-Sumiso.

La mirada de Claude relampagueó. De la actitud altiva y erguida pasó a otra de total sometimiento. Bajó la mirada y se arrodilló en el piso, con las manos tomadas por detrás de la espalda, el cuerpo levemente inclinado hacia adelante y la cabeza gacha.

Satisfecha, Belle Simon se dirigió hacia uno de sus armarios y abrió ambas puertas. Una extensa colección de juguetes sexuales se desplegó ante sus ojos: Juguetes eróticos, consoladores anales y vaginales, lencería, vibradores, arneses, anillos y todo tipo de estimuladores femeninos. Afortunadamente la Sirviente-Claude tenía la vista baja y por orden de su Ama, y especialmente de su programa, no podía observar lo que allí había porque de lo contrario hubiese tenido un orgasmo en el instante.

Belle retiró un doble vibrador, anal y vaginal y comprobó su funcionamiento encendiéndolo. El sonido del mismo provocó otro espasmo lujurioso en la Sirviente-Claude, conciente del premio que iba a recibir. A Claude le gustaban los hombres. A la Sirviente-Claude sólo le gustaba autosatisfacerse. Claude había tenido novios ocasionales. La Sirviente-Claude solo tenía ojos para su Ama. Claude, de vez en cuando necesitaba una verga. La Sirviente-Claude era dependiente de los consoladores.

Belle se acercó a su Sirviente-Claude, vibrador en mano, levantó la barbilla de la muchacha con un dedo de su mano y extendió el vibrador en la otra.

  • Toma y no pienses que siempre será así de fácil. Tendrás que ganártelo cada día con más sumisión, sometimiento y obediencia. Ve a la cabina y prepárate para Ejecutar Programa Autosatisfacción.

La Sirviente-Claude, con un poco de vergüenza por considerar que estaba recibiendo un premio excesivo, tomó el doble vibrador, se incorporó lentamente y se dirigió hacia una de las esquinas del laboratorio. Descorrió unas cortinas y quedó a la vista una cabina vidriada, en la que podía entrar solo una persona, como una de esas cabinas telefónicas que se ven en las películas norteamericanas. Era insonora y estaba muy iluminada. Sobre una de las paredes de la cabina se desplegaba una foto, tamaño natural, de la doctora Belle Simon, con ropa muy provocativa, un maquillaje muy sexy y con una mirada fija, penetrante, cautivante. La Sirviente-Claude abrió la puerta de la cabina e ingresó, poniéndose de frente a la fotografía. Lentamente comenzó a despegar el velcro que sujetaba su equipo y al llegar al final el mismo quedó abierto en dos mitades. Obviamente no llevaba ninguna ropa interior. Belle notó que ya estaba bastante humedecida y sonrió satisfecha. Claude colocó el vibrador en posición, todavía apagado y se introdujo uno de sus extremos en la vagina, mientras que guiaba al otro extremo hasta introducirlo en su culo. Volvió a sentir espasmos de placer pero no había recibido la orden de ejecutar el programa, por lo que tenía que quedarse quieta, sin hacer el menor gesto ni movimiento. Mientras esperaba no sabía si iba a poder soportar el placer que le iba a provocar el vibrador en funcionamiento.

Su Ama era muy buena. Que suerte tenía en poder dedicarle cada segundo del resto de su vida. Todavía no podía entender como había pasado tantos años con el indiferente y desamorado de su padre. Él le había robado los descubrimientos a SU AMA. Él era un estafador y ELLA un cerebro prodigioso. Él era un científico loco y ELLA una eminencia a la que pronto el mundo iba a venerar. Muy pronto SU AMA ocuparía el sitial de los elegidos y su padre pudriría sus huesos en una cárcel. Ese era su Programa Principal, su Sistema Operativo y nada ni nadie le iba impedir ejecutarlo.

La doctora Belle Simon se entretuvo guardando en el cajón la carpeta que Claude le había traído y de paso volvió a sacar el teléfono celular de Jessica Koontz. Se dio vuelta y vio a su Sirviente-Claude en posición. Notó que por sus muslos ya estaban goteando jugos vaginales. Afortunadamente había sido muy receptiva a la programación. Se acercó a la cabina y le dijo:

  • Sirviente-Claude: en unos instantes dará comienzo el programa de Autosatisfacción. Como ya sabes recibirás torrentes de placer que tu cuerpo no podrá soportar y exteriorizará en forma de orgasmos, espasmos y contracciones. Cada gota de placer que sale por tu cuerpo entrará en tu mente en forma de obediencia, sumisión y devoción. Cada contracción es sumisión absoluta a tu AMA, cada espasmo es obediencia total a tu AMA y a quien tu AMA te ordene obedecer. Cada orgasmo es DEVOCION TOTAL. Tu Ama es tu Vida, Tu Ama es tu Dios, Tu Ama es tu propia existencia. ¿Comprendido?

  • Totalmente, Mi Señora.

Belle extendió una mano hacia la pared más cercana y bajó un interruptor. Las luces de la cabina se apagaron y sólo quedó iluminada por detrás la imagen de Belle Simon. Especialmente sus ojos que adquirieron una tonalidad celeste violácea destellante, cautivante, hipnotizante. Claude fijó sus ojos en los ojos de Belle-Imagen y pensó que se perdía allí dentro. Sus oídos alcanzaron a escuchar.

  • Sirviente-Claude. Ejecute Programa Autosatisfacción.

La mano de la Sirviente-Claude, casi sin control, activó el vibrador. Su concha y su culo, al unísono comenzaron a recibir vibraciones que llenaban de placer el cuerpo de Claude.

Como se le había advertido el cuerpo de la muchacha no pudo contener tanto placer y comenzó a contraerse.

"Me someto íntegramente a mi AMA", fue el pensamiento que cruzó por la mente obnubilada de Claude.

Los espasmos no se demoraron en llegar.

"Obedezco a mi AMA y a quien ella me ordene obedecer", fue el nuevo pensamiento en ocupar su mente.

Pronto llegó el primero de los interminables orgasmos que iba a tener.

"Mi AMA es mi Vida, mi Dios y mi Existencia". "Solo existo para servir a mi AMA".

Todo esto bajo la penetrante mirada de los ojos hipnóticos de Belle-Imagen.

Sastisfecha, la doctora Belle Simon, corrió las cortinas ocultando la cabina. Debía descifrar el enigma del teléfono.

Antes de comenzar a escuchar la grabación del teléfono celular designado a la Dra. Jessica Koontz, Belle Simon intentó hacer un racconto de cómo se habían desencadenado los acontecimientos desde el primer momento en que la vio. Se acomodó en su sillón y agradeció que la cabina era totalmente insonora ya que los aullidos de placer que estaría emitiendo la Sirviente-Claude, recibiendo cada uno de sus interminables orgasmos, seguramente no la dejarían concentrar.

Recordó haber visto a la doctora Koontz ingresar a la Sala Principal de Conferencias aparentemente contrariada por la lluvia que asolaba la ciudad. La dejó llegar al lugar que le habían asignado y al poco rato la observó muy entretenida disertando con representantes del Laboratorio Kensington, quienes finalmente financiaron su proyecto con dos millones de dólares. Aprovechando las circunstancias, Belle se acercó disimuladamente y aprovechando que la doctora le daba la espalda, dejó caer el "Hipno-Teléfono" en su cartera. Luego se retiró y se acomodó en su sillón a la espera.

Se sorprendió al ver salir tan repentinamente a Jessica Koontz del Salón de Conferencias. Comenzó a seguirla porque necesitaba intercambiar unas palabras con ella para tener un conocimiento previo de "su víctima". Ya en la calle, mientras Belle pensaba de que manera encarar a la doctora, observó que ella se daba vuelta de golpe, como cayendo en la cuenta que había olvidado algo, y casi se la lleva por delante. Ese pequeño incidente le dio pie para intercambiar unas palabras con ella.

Quedándose convencida de que había hecho la elección correcta, Belle quedó a la espera del llamado telefónico de la ya "programada" doctora Koontz, llamado que nunca llegó. Ahora, con el teléfono en sus manos, Belle podía saber que había sucedido desde el momento en que Jessica Koontz había accionado el dispositivo.

Se aseguró que la cápsula de gas alojada en el compartimiento de la batería estuviese totalmente vacía y presionó la tecla "ON"

Al cabo de unos instantes, escuchó por el auricular el comienzo de la grabación. El comienzo estaba precedido por un silencio de aproximadamente 10 segundos, tiempo suficiente para que el gas ya se hubiese liberado por el micrófono del teléfono y se hubiese introducido en el cerebro, a través de las fosas nasales y la sangre. Transcurrido ese lapso escuchó su propia voz:

  • Escucha y obedece. Tan pronto escuches mi voz debes obedecer. Es imposible no obedecer a mi voz. Todo lo que estés a punto de escuchar te resultará verdadero y correcto, las cosas más verdaderas y absolutamente confiables que hayas escuchado en tu vida.

Belle sabía que la víctima escuchaba el mensaje con la voluntad totalmente anulada, producto del efecto del Hipno-Gas y que justamente ahora, una voz, que no era la suya, preparada con un tono profundamente hipnótico y sugestivo, la iba a programar para ponerse a las órdenes de su Nueva Ama: la doctora Belle-Simon. Pero ese mensaje nunca llegó a escucharse claramente. No porque no hubiese funcionado el dispositivo sino porque en ese momento, un sonido chillón invadió el lugar donde Jessica Koontz estaba siendo "programada" (el Robot-Iko le había informado que era su auto). Parecía salir de un parlante y parecía una arenga panfletaria pero no se podía distinguir ya que se mezclaba con el propio mensaje del celular.

Repitió el proceso un par de veces, pero no hubo caso. Desconcertada, pensó como seguir. Si había algo que Belle Simon no hacía era entregarse fácilmente. La vida le había jugado muchas malas pasadas y había superado los obstáculos a fuerza de tezón y voluntad, esa voluntad que le quitaba a sus Robots y que parecía absorber para incrementar la suya propia.

Llegó a la conclusión que tenía que hacer una inspección en persona, por lo tanto decidió que debía viajar a Chicago y tener un contacto personal con Jessica Koontz. En principio porque no le gustaba perder ninguna presa, luego porque era un talento muy prominente como para dejarlo escapar y en último lugar, aunque no menos importante, porque le intrigaba sobremanera esa repentina adicción de Koontz a la zoofilia. Además, se había enterado por los últimos informes del Robot-Iko, que la casa de la doctora era frecuentada por otras mujeres que, de la noche a la mañana, tenían los mismos gustos caninos. Todo muy extraño. Otra vez, como muchas veces en su vida, tenía que actuar en persona.

El único problema era como entablar contacto con ella. Le pareció que Jessica no se había mostrado muy dispuesta a trabajar con ella, lo cual en su momento no le pareció extraño porque casi ninguno de sus ahora sirvientes hubiese aceptado hacerlo de propia voluntad. Pero el gas tampoco había producido un cien por ciento de efectividad, lo que tampoco le aseguraba que su visita tuviese el éxito asegurado. Pensó un largo rato.

Miró el reloj. Ya era tarde. Era mejor que se fuera a su casa a descansar y al otro día, con la mente un poco más dispuesta, buscaría la mejor opción. Sin embargo decidió llevarse para analizar los papeles que le había conseguido la Sirviente-Claude……..

¡Claude!

¡Se había olvidado completamente de ella!. Habían pasado más de dos horas y estuvo a punto de cerrar la oficina y dejarla encerrada en la cabina. Bueno, a decir verdad encerrada no estaba pero si no recibía la orden de detener la ejecución del Programa-Autosatisfacción podría haberse quedado días enteros allí dentro.

Con un poco de culpa y mucho de curiosidad se dirigió hacia la pared donde se encontraba el interruptor y encendió las luces de la cabina. Luego se acercó a las cortinas y las abrió.

La Sirviente Claude se encontraba sentada en el piso. La parte anal del consolador-vibrador, todavía encendido, estaba totalmente introducida en su ano y la parte vaginal seguía entrando y saliendo con el resto de fuerzas que le quedaban. La cara totalmente desencajada, el maquillaje todo corrido, el pelo desgreñado y los ojos abiertos desmesuradamente, fijos en la mirada magnetizante de la fotografía de Belle Simon . Pero su expresión era totalmente contraria a una expresión de terror. Era la expresión pura del éxtasis. Belle se tomó unos minutos para observarla. De vez en cuando se convulsionaba productos de algunos espasmos que conducían a un nuevo orgasmo, obviamente mucho más reducidos en intensidad que los primeros, pero que seguían desbordando su mente de placer. El piso de la cabina era un mar de flujos vaginales y el cuerpo de Claude era una mezcla de fluidos entre los cuales sobresalían el sudor, los jugos y la baba que ya comenzaba a chorrearle producto del estado de éxtasis. Sin embargo la Sirviente-Claude tuvo un mínimo de conciencia para notar que habían abierto las cortinas y por un instante dejó de mirar la Belle-Imagen. Cuando observó que se trataba de su Ama y Señora, en persona, su cara se transfiguró, adoptando la expresión de quien está frente a la aparición de su venerado Dios y extendió su mano libre, como queriendo sentir la dicha de poder tocarla. Belle se consideró dichosa. La "víctima" que más ferozmente había esclavizado y convertido, quien más la veneraba y seguramente daría la vida por ella, era la que más réditos le iba a traer e iba a ser la llave de su éxito.

Miró fijo a Claude a los ojos y le ordenó:

  • Sirviente-Claude: Detener el Programa-Autosatisfacción.

Inmediatamente, con el último resto de energía, la Sirviente-Claude se puso de pie, accionó el interruptor del doble vibrador para apagarlo y se lo retiró de ambos orificios. Sinceramente a la doctora Simon le dio un poco de asco. Estaba impregnado de jugos… y algo más….por lo profundo que se lo había estado introducido, especialmente en la zona anal.

En la cara de Belle se dibujó una sonrisa un tanto sádica y ordenó:

  • Sirviente-Claude. Ejecutar Programa-Higiénico.

Debido a que Claude estaba programada para la Autosatisfacción, el Programa-Higiénico consistía en limpiar la zona donde se había ejecutado el Programa y especialmente los aparatos que se habían utilizado. Las sirvientes tenían orden de limpiar con lo que fuera, aún si no encontraban el material necesario para hacerlo. Obviamente, en la oficina privada de Belle Simon no había baldes con agua ni utensillos de limpieza.

La Sirviente-Claude observó unos instantes el doble consolador todo encastrado y lentamente lo acercó a su cara y comenzó a lamerlo en toda su extensión, ingiriendo todo le que en él se encontraba pegoteado……todo…….Absolutamente Todo.

Cuando estaba a punto de limpiar, también con la lengua, el piso de la cabina, Belle Simon decidió que delegaría eso a alguno de sus Sirvientes-Limpiadores y decidió interrumpir el Programa-Higiénico de la mente de Claude. Con la curiosidad de quien tiene frente a sí a alguien que estuvo más de dos horas introduciéndose consoladores de tamaño "extra-large" en cada uno de sus orificios, Belle llevó de la mano a Claude hasta el centro de la oficina y le ordenó que se inclinara hacia delante, con las piernas bien abiertas y que se tomara los tobillos con las manos. Se colocó detrás de ella. En esa posición, la Sirviente-Claude dejaba totalmente expuesto su culo a los ojos de su Ama.

  • Sirviente-Claude: Entrar en Estado de Suspensión.

La cabeza de Claude cayó hacia adelante, sus ojos se cerraron y sus manos se soltaron de los tobillos y quedaron bamboleándose en el aire, inclinada casi en ángulo recto. Así, en esa posición, entró en un profundo sueño del que solamente podía salir ante la orden de su Ama. Además el Estado de Suspensión le privaba de toda sensibilidad por lo que no podía sentir dolor, ni calor, ni frío.

Belle aprovechó para revisar el orificio anal de su Sirviente. Estaba totalmente dilatado. El consolador había hecho un trabajo casi perfecto. Belle se colocó un guante de goma y comenzó metiendo uno a uno todos sus dedos. Luego cerró el puño y pudo meterlo y sacarlo cuantas veces quiso.

Anotó en su agenda aprovechar la visita a Chicago para comprar un consolador mucho más grande.

¡Y entonces se le ocurrió la gran idea! ¿Por qué no llevar a Claude a Chicago con ella? Era la hija de uno de los científicos más prestigiosos, el cual, Belle sabía, contaba con la total admiración de la doctora Koontz. Podía ser un excelente señuelo.

¿Se negaría la doctora Jessica Koontz a tener una entrevista con la asistente del Doctor Paul Riviere, especialmente si esa asistente era nada más y nada menos que su hija? ¡Ni por más Perra que fuera! Otra vez, su inteligencia y el destino le estaban dando una mano para resolver situaciones complicadas.

Sabiendo que Claude estaba en Estado de Suspensión se despreocupó de ella y pergeño los detalles de la operación. En principio no irían solas, alguien más las debería acompañar. Decidió que el Robot-Iko ya había cumplido su objetivo y no quiso que la relacionaran con él. En todo este tiempo había investigado a la doctora Koontz y quizás su cara podía resultar ya familiar. ¿A quién llevar? Era una picardía distraer Sirvientes-Científicos para la misión ya que todos estaban en plena etapa de investigación. ¿A quién……? Miró a Claude como buscando colaboración, pero sabiendo que en ese estado poco podía ayudarla……….y sin embargo………..

¡Ya está! Además, viajarían con las dos amigas de Claude que había conocido en la Galería de Arte. Por supuesto no eran Sirvientas de Belle Simon, no le había interesado hasta ese momento, pero eso era lo de menos.

  • Sirviente-Claude: Salir del Estado de Suspensión.

Repentinamente, los ojos de Claude se abrieron, su cabeza se irguió hacia adelante y sus manos se volvieron a sujetar a sus tobillos. Belle Simon le ordenó que se incorporara. Luego le dijo:

  • Ejecutar Programa-Mantenimiento-Personal. Regresar en 10 minutos.

La Sirviente-Claude buscó con la mirada su reloj pulsera y se dirigió raudamente hacia la puerta de salida de la oficina. Belle tenía 15 minutos para organizar el plan.

A veces le parecía que ella era Robot de sí misma, pues a los 14 minutos con 45 segundos ya tenía todo planificado. Quiso probar la eficiencia de la Programación. Miró el reloj. El segundero le indicaba que faltaban 5 segundos para que se cumplan los 15 minutos que le había dado a la Sirviente-Claude.

4….3…..2…..1…..

"Toc -Toc -Toc"

El llamado a la puerta la hizo sentirse muy orgullosa de sí misma y de la sincronización de su organización. Fue hasta la puerta y la abrió.

La Sirviente-Claude se encontraba impecable. El cabello nuevamente lacio y brilloso, el suave maquillaje otra vez le daba un aire distinguido y su postura, de nuevo, totalmente rígida, la mirada era fría, distante, pero de total sumisión. Esta vez llevaba puesta la ropa de calle convencional, guardando las apariencias que todo asistente científico debe respetar. Belle le ordenó que entre y que se sentase en una camilla cercana a la cabina donde la Sirviente-Claude había pasado las últimas horas. Una vez hecho esto, Belle Simon se acercó, tomó unos auriculares que estaban colgados sobre una pared y se los colocó a Claude en los oídos. Luego tomó un micrófono de uno de los estantes el cual estaba conectado a un aparato, junto con los auriculares. La miró fijamente y le dijo:

  • Sirviente Claude: Prepararse para almacenar Nuevo Programa.

Claude miró a su derecha y tomó una máscara de oxígeno que estaba conectada a un tubo que, a su vez, estaba también conectado al aparato central. Lo ajustó a su cara, cubriéndose nariz y boca. Belle esperó que terminara de hacer los últimos ajustes y encendió el aparato central.

Una música relajante invadió los oídos de Claude a través de los auriculares, en tanto el tubo había comenzado a emanar Hipno-Gas que, a través de la máscara penetraban las fosas nasales de Claude y hacían su trabajo en el cerebro. Al cabo de 10 segundos, la doctora Belle Simon encendió el micrófono y la Sirviente-Claude, por los auriculares y con la relajante música de fondo comenzó a ser programada:

  • Programa Captura: Instrucciones

Transcurridos no más de 15 minutos, la Sirviente-Claude ya tenía un nuevo programa almacenado en su cerebro. Belle Simon se dirigió hacia el gabinete donde había tomado el gran consolador y retiró dos "Hipno-Teléfonos". Los guardó en la cartera de Claude, quien observaba todo con total atención.

  • Sirviente-Claude: Ahora te irás a tu casa a descansar. Al salir de aquí, ni bien pises la calle, detendrás la ejecución del Programa-Sirviente y harás vida casi normal. Al abrir la cartera ignorarás cualquier elemento extraño que veas. Por la mañana te volveré a activar el Programa-Sirviente porque te voy a necesitar.

  • Sus deseos son órdenes Mi Señora.

  • Retírate

Se acercó y le dio un beso en la boca a su Sirviente-Claude.

Claude se retiró vacilante. No habían pasado ni 20 minutos y su ropia interior limpia ya tenía las huellas de otro orgasmo.

Cuando los sujetos "convertidos" por la doctora Simon se encontraban en lo que ella gustaba llamar "modo vida normal" no exteriorizaban en absoluto el estado de obediencia total y sumisión que tenían hacia ella, es más, ni ellos sabían conscientemente que le pertenecían de cuerpo y mente, aunque en los más profundo de su psiquis estaban preparados para obedecerla en todo lo que ella pidiese. Sin embargo, en ese estado, ellos podían llegar a resistir cualquier pedido que afectase su moral y buenas costumbres. Belle se había encargado de que así fuese para evitar todo tipo de suspicacias de parte de quienes la rodeaban y no estaban bajo su control.

Es por eso que ni bien Claude llegó a la calle, en busca de su automóvil, sólo tenía en su mente haber estado trabajando para la doctora, un trabajo que había aceptado hacía pocas semanas porque repentinamente había surgido en ella el deseo de independizarse poco a poco de su padre. Precisamente desde esa misma época, había comenzado a sentir un cierto rechazo hacia la figura paterna y, "casualmente", había conocido en la Galería de Arte, a la doctora Belle Simon, a quien su padre y el círculo de prestigiosos colegas, siempre la habían pintado como una "científica loca" y, sin embargo, a ella le había parecido una persona muy agradable, simpática pero, por sobre todo, muy honesta. Ahora podía comprender que había sido injustamente discriminada de los círculos más altos de la ciencia. Se había propuesto ayudarla.

Desgraciadamente, Claude Riviere, no tenía ni la menor idea de lo que ya estaba haciendo por ella la Sirviente-Claude.

Abrió su cartera buscando las llaves de su automóvil. Para hacerse de ellas tuvo que apartar dos teléfonos celulares a los que no les prestó la más mínima atención, como si nunca hubiesen estado.

A la mañana siguiente, Belle se despertó muy temprano. Iba a ser un día muy movido y la ansiedad la arrancó de las sábanas. A su derecha, todavía en la cama y profundamente dormido, se encontraba un muchacho de unos 25 años, totalmente desnudo, luciendo un físico de atleta y por sobre todo, una polla bastante fuera de lo normal. Lo había utilizado hasta altas horas de la noche, necesitaba relajarse de todas las tensiones de los últimos días, pero ya no lo necesitaba. Se acercó hasta el borde de la cama donde se encontraba, acercó su boca al oído y le susurró:

  • Robot Sirviente-John: Salir del Modo-Suspensión.

John, abrió los ojos, dio vuelta la cabeza y se encontró con la cara de Belle Simon. Su cara expresó una mezcla satisfacción y lujuria y su mano se dirigió a su pene. A los pocos segundos tenía una erección que hacía mucho más brutal el tamaño de su verga y estaba dispuesto a satisfacer a hembra. Belle sonrió y le dijo:

  • Es una lástima pero no tengo tiempo. Detener Ejecución Programa Amante-Dominador.

Los ojos de John perdieron su brillo lujurioso. Se puso de pie, al lado de la cama, con la verga aún erecta y su mirada se hizo fría y distante, los brazos a ambos lados del cuerpo y su atención totalmente puesta en la siguiente orden que pudiese recibir.

Belle fue hacia su computadora portátil, la cual se encontraba encendida, revisó una especie de agenda de tareas y observó a John.

  • Sirviente John, escuche atentamente: Ejecutar Programa Mantenimiento Personal. Al salir a la calle entrar en Modo Vida Normal y dirigirse al Laboratorio a trabajar. Una vez allí Ejecutar Programa Amante y atender a la Sirviente Lindsay, a la Sirviente Michelle y a la Sirviente Tania. Ellas ya están programadas para recibirlo. ¡Ahhh…… me olvidaba…..atender también al Sirviente Frederick…………..

"En la actualidad, cada vez más gente tenía los gustos sexuales trastocados", pensó divertida.

El Sirviente John se encaminó hacia el baño del dormitorio y a los pocos minutos salió perfectamente acicalado, vistiendo saco y corbata. Belle asintió con la cabeza y John dejó el dormitorio camino a la puerta principal.

Bueno, ¡A trabajar!, fue la idea que cruzó por la mente de Belle. Mientras el personal de servicio le preparaba el desayuno chequeó sus correos electrónicos. Entre otras cosas, le informaban que ya tenía listos los pasajes para cuatro personas destino a Chicago, cuyo vuelo salía aproximadamente a las 19:30 horas. Eso le recordó que tenía que comunicarse con Claude Riviere.

Tomó el teléfono y llamó al departamento de Claude. Desde que había comenzado los estudios universitarios la muchacha vivía sola y eso era una gran ventaja. Hubiese sido muy engorroso, además de sospechoso, tener que llamar a la casa de su enemigo, el doctor Paul Riviere para pedir hablar con su hija. Buscó en la computadora el número de teléfono y esperó impacientemente a que atendiera.

  • ¿Hola?

  • Hola, Claude. Soy Belle… Belle Simon

  • Ahh!, hola Belle, que raro escucharte tan temprano en la mañana. ¿Algún problema en el laboratorio?

En lo más profundo, a Belle la incomodaba que cualquiera de sus Sirvientes la tratara con tanta informalidad, pero recordaba que estaba en Modo Vida Normal y debía ser así. Simuló una voz despreocupada y le dijo:

  • Ohh! No. En absoluto. Espero no haberte despertado. ¿Estás sola? ¿Ya estás vestida?

  • Sí….por supuesto…¿Por qué?

  • Por nada. Simplemente porque es un buen momento entonces de Ejecutar Programa-Sirviente.

Sabiendo lo que estaba ocurriendo del otro lado de la línea, Belle imaginó como se cerraban los ojos de Claude durante 2 o 3 segundos, y se volvían abrir, esta vez, con una mirada fría y distante, un gesto inexpresivo y dispuesta a dar el saludo de rigor.

  • Estoy a tus órdenes, Mi Señora. Tu mandas y yo obedezco.

  • Muy bien Sirviente-Claude. Deseo que al cortar la comunicación, Ejecutes Programa Captura. No olvides la cartera y los dos teléfonos que están allí dentro. A las 13:00 horas las quiero a las 3 en mi oficina.

  • Allí estaremos Ama.

  • Es lo que deseo -concluyó Belle, cortando la comunicación. La Sirviente-Claude se estremeció de placer. Iba a satisfacer los deseos de Su Señora. No podía fallar. Daría su vida para que todo salga perfectamente.

Antes de salir a la calle, cerró sus ojos, se concentró y una a una fueron apareciendo en su mente las instrucciones del Programa Captura que habían sido insertadas en su cerebro. Cuando concluyó que todo estaba en orden salió a la calle.

Ya eran las 13:30. Belle Simon se encontraba en su Laboratorio, más precisamente en su oficina privada y estaba tranquila, disfrutando un buen escocés "on the rocks". Las cosas habían salido tal cual lo había planificado y ahora tenía que hacer tiempo hasta la hora de salida hacia Chicago. Como era de esperar, la Sirviente-Claude había cumplido el plan a la perfección. Exactamente media hora antes, había ingresado a su oficina junto a sus dos amigas. Ahora, como premio, se encontraba en la cabina, a unos pocos metros, ejecutando el Programa-Autosatisfacción. Si Belle no lo hubiese visto con sus propios ojos, no hubiese podido creer que la noche anterior la misma persona había estado más de dos horas masturbándose a escala superlativa. Ahora, hacía no más de 15 minutos que había comenzado el Programa y ya estaba por el tercer orgasmo. Desde que había descubierto que a la antigua Claude Riviere le fascinaba masturbarse, utilizarlo como premio a su devoción y sumisión le había resultado la mejor herramienta para mantenerla eficiente.

Se preguntó en que estado de la "Programación" se encontrarían las otras dos muchachas. Las sugestiones que recibían a través del "Hipno-Teléfono" eran más bien básicas y en líneas generales se basaban en el sometimiento a la voluntad de la Dra. Belle Simon. El resto de los Programas se "instalaban" en el Laboratorio y se hacía en función de la utilidad que se le iba a dar a esa persona, decisión que, obviamente, correspondía a la doctora Simon.

Terminó su whisky y decidió dar una recorrida por el laboratorio. Avanzó a través de un ancho pasillo y a su derecha se encontró con la "Sala de Relax", como anunciaba un cartel pegado en la puerta. La abrió y desde la puerta se quedó observando. El Robot Sirviente-John, quien había amanecido en la cama de Belle, se la estaba dando por el culo a la Sirviente-Tania. Observó el increíble miembro del joven y recordó que la noche anterior ella lo había tenido alojado en todos sus orificios: boca, vagina y ano. A Belle le encantaba cumplir su rol de Ama y Señora de todos y cada uno de los integrantes de su organización, pero ese exceso autoridad a veces la saturaba. Por eso se había preparado un Sirviente-Amante a quien había programado para ser Dominador y poder utilizarlo para canalizar su libido y además para sentirse, aunque sea de vez en cuando, dominada. Aunque en el fondo ella sabía que estaba ante la contradicción de que John la dominaba porque ella le había programado que la dominase, cuando se lo llevaba por las noches a su casa, intentaba "vivir" la situación como si realmente fuera ella la esclava. Ensimismada en sus pensamientos no notó que tanto John como Tania habían cesado de cogerse y la miraban, como esperando una orden de su Ama. Belle se dio cuenta y les hizo un gesto con la mano para que continuasen. La Sirviente-Tania se arrodilló y sin dudarlo se metió la verga de John en la boca y comenzó a mamar. Tania cerró la puerta y siguió su camino.

Al final del pasillo dobló a la derecha y se enfrentó a una gran puerta que decía "Sala de Programación" Era el corazón de la organización. De allí salían sus más devotos sirvientes. Allí se programaba a la gente para hacer todo tipo de cosas. Allí, en ese momento, se encontraban las dos amigas de Claude.

Las puertas ocultaban un gran salón. Gran cantidad de máquinas estaban interconectadas a muchas cabinas, idénticas a la que Belle tenía en su oficina privada y que en ese momento estaba siendo utilizada por la Sirviente-Claude. Muchos asistentes iban y venían con papeles, otros se encontraban sentados frente a un micrófono grabando sugestiones. Las cabinas estaban casi todas vacías salvo dos y en ellas se encontraban las dos muchachas, paradas, con los brazos caídos a los costados, la misma ropa con la que habían ingresado y la mirada perdida hacia adelante pero totalmente concentradas en lo que iban recibiendo a través de unos auriculares que tenían colocados sobre los oídos. Belle preguntó a la Sirviente-Científico en que parte de la programación estaban y le fue contestado que les estaban reforzando la sumisión, la obediencia y la devoción, es decir, los programas principales que servían de base para todo el resto. Lo que resultaba paradójico y absurdo era que las mismas científicas que se encargaban de la programación de las chicas, en su momento también habían sido programadas y habían pasado por la cabina, pero eso ni siquiera se les cruzaba por la mente y creían que lo estaban haciendo por decisión propia y por compromiso con la causa de la Dra. Simon. Por tal motivo, Belle nunca podía temer que alguien de adentro de la organización la sabotease por resentimiento o venganza.

Pidió las carpetas con los datos de las chicas. Se sentó en un sillón y se dispuso a leer lo que más le interesaba en ese momento.

Sujeto: Anna Vouche Sexo: Femenino Edad: 26 años Altura: 1,73 mts. Contextura: Delgada Piel: Blanca Cabello: Rubio, largo Profesión: Estudiante universitario de bioquímica . . Afición Sexual: Heterosexual Prelidección BDSM: Ser Sumisa Fantasía Sexual: Ser sometida por un equipo de fútbol

Belle observó la Cabina 1. Se quedó pensando unos instantes y pasó a la segunda carpeta.

Sujeto: Virginia Smith Sexo: Femenino Edad: 25 años Altura: 1,71 mts Contextura: Delgada Piel: Blanca Cabello: Rojizo, Largo Profesión: Estudiante de bioquímica Afición Sexual: Heterosexual Prelidección BDSM: Ser Dominante Fantasía Sexual: Tener una mascota humana a su disposición.

¡Bingo!, pensó Belle. Los gustos más íntimos de estas muchachas se complementaban y además le venían como anillo al dedo para lo que ya empezaba a planear. Había una sola que no le cerraba. Las tres, junto a Claude, eran heterosexuales. La misión consistía en "enfrentar" a tres mujeres, según el informe del Robot-Iko, con marcada tendencia homosexual, además de zoofilia.

Se levantó y se paró frente a las cabinas. Al estar vidriadas las dos muchachas la pudieron observar frente a ellas. Obviamente, sin haberse puesto de acuerdo de antemano, las dos dibujaron en su rostro la misma expresión que hubiesen puesto si se encontraran ante su ídolo máximo y favorito. El programa básico estaba funcionando de maravillas. Luego se dirigió hacia la que parecía ser la supervisora general.

  • Sirviente Andersson: Acérquese por favor.

  • ¿Mi Señora?

  • Además de los programas básicos, instale a estas dos Sirvientes el Programa-Lesbiana (Nivel Máximo). A la Pelirroja instálele el Programa Amante-Dominador y a la Rubia el Programa Amante-Sumisa (Modo Mascota). ¿En que momento estarán preparadas?

  • En un par de horas Mi Señora.

  • Muy bien, continúe. -Belle miró su reloj y notó que se estaba acercando la hora de partir.

Fin Cuarta Parte