Puta (2)
Un hijo goza prostituyendo a su madre, a la vez que la posee a su antojo.
Después de publicar el anuncio en la sección de contactos de un periódico local, ofreciendo a mi madre, los clientes se fueron sucediendo poco a poco. La mayoría eran hombres casados, maduros a los que les daba "morbo"poderse follar a una no-profesional, mujer recién separada y necesitada de dinero. Además el anuncio prometía un cuerpo de vicio con pechos grandes, todavía erguidos y un culo redondo y firme, lo cuál era un buen reclamo.
Un día tuvo ocho clientes, sin embargo lo normal eran dos o tres.
La mayoría quería sexo oral y penetración vaginal. Rara vez pedían follarle el culo.
Si bien la mayoría eran hombres maduros e incluso algunos ancianos, de vez en cuando aparecía algún adolescente de no más de dieciocho años que quería "tirarse a mamá". Personalmente entendía muy bien al chico, yo antes de conseguir a Sara, también acudí a lo servicios de una profesional: busqué con esmero la misma fisonomía, la misma edad, vestida con la discreción de un ama de casa, pero imaginando un coño grande dentro de sus bragas de encaje. Recuerdo que disfruté mucho follándola y cuando me corrí dentro de ella la llamé Sara y mamá.
Es siempre una buena solución cuando no se dispone del original.
Una tarde al llegar a casa, entré en la habitación de Sara, la cama estaba deshecha y las sábanas abiertas, había una gran mancha de flujo y pelos de pubis, en el suelo había un condón anudado. El video estaba funcionando y en la pantalla un hombre se corría en la cara de una rubia.
Sara estaba en la ducha. Me desnudé en el pasillo y entré, detrás de la cortina de baño la veía frotándose para sacarse hasta el último rastro de saliva, sudor y semen del último hombre que la había poseído. Descorrí la cortina y me la quedé mirando: sobre sus pechos macizos de pezones erguidos corría el agua hasta llegar al coño grande y velludo. Entré en la bañera, cogiendo la esponja empecé a enjabonarle la espalda y el culo, le separé las nalgas y froté primero con la esponja y luego con los dedos. Se inclinó hacia delante, poniendo sus brazos apoyados en un extremo de la bañera, la penetré con suavidad. Mientras el agua caía sobre nuestro, mi polla entraba y salía con lentitud, luego le introduje un poco de gel de baño en el ano, y empecé a follarlo alternativamente por ambos agujeros. Cuando estuve a punto de correrme la puse de rodillas para hacerlo en su cara.
Una noche fuimos a pasear por los alrededores de la antigua estación de ferrocarril, ahora convertida en cochera de autobuses y parque urbano. La oscuridad y la casi ausencia de domicilios particulares, hacían que abundara la prostitución callejera: inmigrantes sin papeles y mujeres de edad avanzada . Los clientes algunos a pie, la mayoría en coche observaban entre penumbras. Sexo rápido y barato, una mamada o una "paja" en el coche después de dejarse manosear los pechos y el coño.
Íbamos cogidos por la cintura, observando a las prostitutas con la cabeza dentro de las ventanillas de los coches discutiendo el precio.
Mientras caminábamos Sara y yo, empecé a tocarle el culo con suavidad, luego apretando más. Aprovechando la oscuridad le metí la mano entre la falda y luego bajo las bragas, con la yema del dedo empecé a acariciarle el ano, mientras la besaba en el cuello.
Vámonos de aquí, por favor dijo.
Enseguida, respendí
La conduje de la mano entre dos coches, la luz fundida de una farola nos hacía permanecer entre sombras, en el suelo pañuelos de papel y condones revelaban que aquél era un buen sitio.
Le metí los dedos en la boca, y luego agarré sus pezones y empecé a tirar de ellos a través del vestido, mientras gemía. Su mano empezó a tocarme los genitales por encima del pantalón.
De vez en cuando algún coche ralentizaba su marcha para excitarse observando, o bien buscando una puta libre.
Le abrí la cremallera de la falda y noté sus bragas mojadas, solamente al apartarlas mis dedos se sumergieron engullidos en su coño. Empecé a masturbarla.
Cuando se corrió estábamos besándonos con furia. La agarré de los pelos y la hice ponerse en cuclillas, mientras metía mi polla en su boca, apenas tuve que moverme me corrí en seguida.
Mientras ella se tragaba el semen, le dije:
¿Es a sí como te gusta que te traten?. Supe que eras una zorra, aún antes deque aquella noche te violaran delante de tu hijo.