Pura lujuria
Soy una mujer a la que le encanta el coqueteo, el morbo, los juegos preliminares, pero hay veces que la lujuria y la pasión no dan tiempo ni a dejar el bolso ¿Quieres que te lo cuente?
Mi nombre es Laura, media melena y un cuerpo simplemente femenino. Las cosas en su sitio muy bien puestas. Pechos no muy grandes pero de la medida perfecta para ser lamidos y besados. Estoy en esa edad que nos hace a las mujeres arrebatadoras siempre que nosotras nos sintamos así. Y ese es mi caso, lo practico, lo demuestro, me siento orgullosa y contenta de demostrarlo a todo aquel que yo desee. Pero son muy pocos los candidatos. Me he dado cuenta de que sólo pueden valorarme aquellos que tengan la capacidad de ver más allá de mi piel y encuentren a esa niña revoltosa y coqueta que está deseando salir a jugar sin malicia pero con picardía, sin egoísmo pero con la intención de estrujar cada segundo posible sin malgastar ni uno más.
Él es uno de los elegidos. Le señalé y se rindió, sin negociaciones, sin condiciones. Cada vez que recibo un mensaje suyo sirve para despertar a esa niña que estaba casi dormida. Es ella quien acude ilusionada a leer esa invitación al juego, unas veces al escondite, otras al pilla pilla, al juego de las palabras, ...
Le conocí... ¿qué más da dónde? Le conocí, y ahora jugamos juntos cada vez que podemos. Nos mandamos mensajes y compartimos excitación, morbo, fotos, sonrisas y risas, muchas risas. En el manual del sexo debería de aparecer la risa como uno de los estadios que lleva a la excitación. La línea curva de una sonrisa en ocasiones es tan erótica como la que forman las caderas.
Un día me dijo que quería conocerme. Saltaron mis dudas por miedo a perder lo que ya teníamos, pero confiada en que él es de los que mira más allá de la piel. Y si lo hace encontrará respeto y admiración, deseo y pasión. Quiere quedar para follar, así lo ha dicho de claro. Es sorprendente como las palabras pierden su acento soez cuando se dicen con seguridad, clase y pasión. Me dijo que me esperaba en su hotel, y le pedí que antes de decir nada me besara con pasión.
Pasaban segundos de la hora acordada, aunque yo llevara haciendo tiempo en la calle más de media hora intentando calmar el nerviosismo y la excitación. Llamé a la puerta, sonreímos y no cumplió su palabra. No me besó, me comió la boca. Tenía ganas de comérmelo entero y casi lo hice. Nuestras lenguas jugaban, nuestros labios se fundían y nuestras manos volaban por el cuerpo del otro. Creo que batimos el récord de jadeos, suspiros y cms cuadrados recorridos por nuestras manos en tan pocos segundos. Normalmente me encanta jugar mucho en los preliminares pero es que no podía, era pura ansiedad por que me hiciera suya. Me metió la mano entre los muslos y comprobó que estaba empapada. Yo llevaba todavía la chaqueta puesta, el bolso colgando, le bajé la bragueta y se la saqué, estaba dura como el hierro, me aparté el tanga, le miré a los ojos y me la clavé de golpe y hasta el fondo. Estaba claro que yo no necesitaba juegos porque entró muy muy fácil y sólo metérmela y sentirme llena me corrí ¿Qué cómo lo supo? Porque se lo repetí una docena de veces en su oreja. "me corro, me corro, me corro,..." Pero no paré, no podía. Seguíamos follando detrás de la puerta de pie, totalmente vestidos, no teníamos tiempo de quitarnos nada. Mientras nos comíamos la boca desesperadamente él me sujetaba una pierna en alto por detrás de la rodilla y con la otra mano me había sacado una teta por encima del sujetador y la camisa y me estrujaba el pezón. Yo tenía una mano en su nuca empujando para que entrara más la lengua y la otra en su cintura haciendo lo mismo para que entrara más su polla.
¡Qué pasión! ¡Qué lujuria! ... ¡Qué follada! Cada golpe de caderas suyo llevaba a su polla al final de mi coño y se escuchaba como mi culo pegaba contra la puerta. Nos dijimos de todo y más. En aquel momento todo pegaba, nada era sucio porque el sexo y la pasión no son sucios. Siguió embistiendo como un toro desbocado y parecía que no podía aguantar más. De pronto pegó una embestida tremenda que me hizo notar su capullo en la boca del útero y noté como se corría llenándome entera. Me llenó de leche y ese fue el detonante para que mi cuerpo temblara y me corriera como hacía tiempo no recordaba. Nunca me he desmayado pero creo que es la sensación más parecida que he vivido. Cuando los dos se corren a la vez con esa fuerza y pasión es lo más parecido a la fusión de dos cuerpos. Duró unos eternos y escasos segundos, pero fueron tan y tan intensos que no hubiera sido bueno que durara más.
Fuimos recuperando el aliento, nos recompusimos un poco la ropa, nos miramos, sonreímos y nos dimos un cariñoso beso.
-"hola querido, encantada de conocerte ¿dónde dejo el bolso?"
Me hace mucha ilusión publicar mi primer relato. Espero con ansias recibir vuestros calientes comentarios. Un beso donde queráis. lauraapasionada@live.com