Pura lujuria (3)

El antiguo novio de Vanessa se va a buscarla a Madrid. Allí tendrá lo que tanto buscaba.

Habían pasado varias semanas desde la orgía en casa de Raquel. Todavía seguía completamente excitado por todos aquellos acontecimientos y solía pelármela continuamente solo con recordar la experiencia. Decidí pasar a la acción. Las cosas con Vanessa se habían arreglado en parte después de la follada y lo único que pensaba era en volvérmela a tirar de nuevo por lo que ni corto ni perezoso me fui a Madrid a buscarla, por supuesto no pensaba en absoluto pagar ni un duro por hacerlo con ella y esperaba que ella fuera comprensiva.

Me resultó más fácil localizarla de lo que pensaba, como sabía todos sus datos pregunté en una agencia que se dedica a estas cosas en Madrid y ellos me facilitaron la información que necesitaba. Me fui a la dirección que me habían dado, un local con mucha clase en todo el centro de Madrid. Pedí una copa y pregunté por ella a uno de los jefes que andaban por allí, mi fastidió llegó cuando me indicó que no se encontraba y que no volvería en todo el día ya que tenía una cita. Me llevé un gran chasco y pensaba que mi plan estaba saliendo muy mal. Me fui de nuevo a la barra y pedí otra copa. No tenía muy buena cara, estaba realmente fastidiado cuando de pronto el camarero me preguntó lo que me pasaba. Le conté que había venido en busca de una chica que se llamaba Vanessa que me habían recomendado varios amigos pero que era imposible localizarla hoy ya que estaba ocupada y que no podía quedarme más días en Madrid puesto que debía trabajar al día siguiente.

El camarero me miró y sonrió. Me dijo:

  • Mira amigo, no sé por qué pero me has caído bien, entiendo que para un día de fiesta que tienes vienes a pasártelo bien y cuando se tiene una idea en la cabeza no sabe muy bien cambiarla de golpe. La verdad es que tus amigos te han recomendado muy bien porque Vanessa está como un queso. Sabes lo que vamos hacer, si me das un par de billetes puede que te cuente algo.

Aquel hombre tenía información sin lugar a dudas y pensé que era lógico que quisiera sacar partido de ello, además sólo de pensar en Vanessa me estaba empalmando.

  • Pues verá usted, Vanessa tiene una habitación a su nombre en el Hotel Wellington, es allí donde queda con sus clientes, por aquí viene poco. No trabaja mucho, con lo que gana, normalmente sólo con un cliente al día. Pero si usted es generoso es posible que le atienda. Lo malo es que no sé si estará ahora con alguien o lo vaya estar o ni siquiera esté ya en el Hotel. No le puedo decir más. Por supuesto que yo no le he dicho nada. Que tenga suerte...si la tiene lo pasará bien se lo aseguro.

Aquel cabrón me lo dijo con cara lasciva, estaba empezando a pensar que Vanessa también se lo había follado.

No perdí más tiempo, cogí un taxi y me fui al Wellington esperando tener recompensa de mi esfuerzo.

Durante el trayecto pensaba en un plan y al principio no se me ocurría nada, hasta que recordé alguna película donde el protagonista tiene que averiguar la habitación de la persona que busca.

Entré en un estanco y compré papel y un sobre, puse sus datos en él y me dirigí hacia la puerta del hotel.

El hotel era un cinco estrellas, con un hall enorme, siempre había pensado que un hotel de aquellos no sería fácil entrar pero la verdad es que te mueves como quieres. Tenía que averiguar en que habitación se encontraba. Me acerqué a la recepción.

  • Hola buenas tardes traía una carta para una huésped

  • Muy bien, ¿para quién es?

Dije el nombre y apellidos.

Consultó en el libro de clientes y me dijo, sí, deméla.

Se la entregué y me giré disimulando pero sin apartar la vista de la recepcionista, ella no se percató de mi mirada y vi claramente como la depositaba en la casilla 51.

Bueno ya lo tenía, me monté en el ascensor con gran excitación pero aún intranquilo pensando en que ella no estaría allí.

Llegué a la quinta planta, la habitación 51 se encontraba al final del pasillo. Llamé a la puerta. Oí unos tacones. La puerta se abrió.

Era Vanessa. Llevaba puesto una torera negra en la parte de arriba semidesabrochada que dejaba ver el canalillo de sus preciosas y enorme tetas. Además lucía un tanga negro de lencería fina, una liga en el muslo derecho y unas botas hasta las rodillas también negras.

Ella me miró con cara de sorpresa: ¿Pero que haces aquí?

Entré y la cogí de la cintura para que notase como mi verga estaba empalmada. La mordí la oreja.

  • Oye mira no vienes en buen momento dentro de unos minutos he quedado con un cliente, te tienes que ir.

Pasé de su regañina, con mis manos la apreté el culo y uno de mis dedos jugaba con la raja de su tanga.

De pronto, llamaron a la puerta. Me asusté un poco. Vanessa me cogió de la mano y me dijo que me metiera en la habitación que el se quedaría con el cliente en el salón.

Me encontraba en la habitación con una empalmada terrible, no sabía que hacer, pero no tuve que darlo muchas vueltas. Mi instinto animal hizo que me quitara los zapatos y que abriera la puerta lentamente dirigiéndome hacia el salón con cautela. Avancé hasta que vi a un hombre de unos 30 y muchos años, un jodido yuppi que seguro que era director comercial de alguna importante empresa y que se la pegaba a su mujer. Estaban sentados en el sofá. Empezaron a morrearse. El tipo la desabrochó la torera quedando sus tetas libres y empezó a chupárselas. Ella le daba besos con su lengua con piercing en la nuca. El tío siguió bajando a su ombligo. Entonces la dijo:

  • Sólo té falta un piercing en el coño.

Vanessa le respondió:

  • Busca a ver.

El yuppi apartó el tanga hacia un lado y observó el tercer metal de aquella zorra tan buena. Le empezó a comer el conejo. Ella estaba superexcitada, se notaba que había llegado a aquel trabajo no por dinero sino por zorra y ninfómana. Vanessa que es multiorgásmica se iba corriendo. El yuppi se levantó y la dijo:

-Vamos zorrita a ver que tal la chupas.

Ella sentada en el sofá le miraba con ojos de lo que es, de putón, le bajo los pantalones y su polla salió como un resorte, le empezó a pajear y con su lengua se la empezó a trabajar. Se la metía hasta dentro. Menuda mamada que le estaba dando, no sé cuál sería el precio de aquella zorra, pero lo valía ya lo creo.

Mientras el yuppi la decía cosas tales como. Estás superbuena zorra o joder como la chupas, o aquello de te voy a follar muy bien perra. El cabrón se sentó de nuevo en el sofá y ella entendió que era el momento de cabalgar. Vanessa se mueve de miedo en esa posición y se le empezó a follar mientras él la metía un dedo en el culo. Yo no podía aguantar más, me saqué mi polla y empecé a jalármela que era un gusto. Casi los dos nos corrimos al mismo tiempo. Yo eché todo mi esperma por el suelo. El yuppi se levantó y dijo a Vanessa que fueran a la cama, ella le dijo que estaban bien aquí y el fulano no sé por qué empezó a sospechar. Yo me escondí de nuevo en la habitación mientras él avanzaba por el pasillo, se resbaló con el semen y se percató de lo que era.

  • Vaya parece que alguien se ha estado pajeando a nuestro gusto.

Entró en la habitación y me vio claro. Vanessa apareció y trato e explicar que era un viejo amigo que había venido a verla.

El yuppi al principio desconfió, debía de pensar que estaba con alguna cámara grabándolo para luego hacerle chantaje. Pero aquello duró poco tiempo y dijo:

  • La verdad es que no pasa nada, sabéis a mi me encanta mirar, soy un voyeaur de primera. Oye amigo quiero que la des por el culo mientras me la pelo.

Me quedé un poco perplejo, pero enseguida reaccioné al ver a Vanessa en la cama a cuatro patas con la espalda arqueada mostrándome todo su ojete.

Aquella visión me la puso firme, me puse detrás y se la empecé a meter por el culo. Al principio me costó un poco y ella comenzó a gemir muy fuerte entre dolor y placer ya que la zorra no había dilatada aún del todo. Pero pensé que era lo que se merecía y continúe con la follada. En pocos segundos la tenía dentro y comencé a darla bien, mientras que Vanessa ya como una perra y apretando los labios y poniéndose el pelo detrás de la oreja me demostraba que estaba gozando. El yuppi se la estaba pelando despacio en una silla de la habitación.

Vaness estaba superbuena y en cada embestida no quería que aquello acabase nunca. Después de un rato el yuppi se unió a la fiesta y la hicimos doble penetración. La muy zorra se quería morir de los orgasmos tan intensos que tenía y la veía disfrutar como nunca del sexo. Nos corrimos varias veces, unas dentro y otras fuera, a mí es que me encanta ver la lefa por el pelo y las tetas de Vanessa.

Cuando terminamos el yuppi dejó un sobre encima de la mesita y se fue sin decir nada más. Vanessa y yo nos quedamos en la cama, contando la pasta que era mucha. Le dije que a ver si era capaz de ponérmela otra vez dura y la muy puta empezó a lamerme los dedos y a meterme un dedo por el culo, en un minuto aquello fue aumentando de tamaño, y me la chupo hasta que descargué en su boca y cara la última leche del día que me quedaba.

Es entonces cuando me dijo:

  • Sabes, creo que voy a volver a casa y dejar todo esto, ya he ganado mucho dinero y he probado la experiencia.

Mi cara se alegro, a las dos semanas Vanessa estaba de vuelta en mi ciudad, comencé a llamarla y después de un par de cafés decidimos volver a salir juntos, claro que a partir de entonces ya nada sería como antes...pero eso ya es otra historia.