Pura lujuria (2)

Continuación de Pura Lujuria. Un grupo de amigos se encuentran a dos precisosas chicas en un bar, una de ellas antigua novia. A partir de ahí lo pasarán muy bien.

Habían pasado cerca de once meses desde los acontecimientos que narre en "Pura lujuria", todo aquello me había hecho un obsesionado con las vivencias de ese día y solía masturbarme pensando en aquello. Estaba seguro que mi amigo participe del trío, Iván, le pasaba lo mismo, aunque nunca hablabamos de ello.

Los meses habían pasado y una nueva vida comenzaba. Esa noche salimos los amigos a tomar algo; alcohol. Íbamos César, Iván y yo de, primero nos fumamos unos canutos y luego bebimos unos cubatas, hasta que nos fuímos a una zona de marcha con bastantes Pubs.

Entramos en uno de ellos que estaba de moda y pedimos unos cubatas, había buena música y muchas chicas con lo que empezamos a dar una vuelta por el bar para inspeccionar; de pronto surgió lo inesperado, la ví. Era Vanessa, estaba cerca de la barra con una amiga suya Raquel, al parecer había venido a visitarla el fin de semana. Me quede perplejo, lo último que sabía después de aquella noche de lujuria con mi amigo, era que había dejado las oposiciones y ahora trabajaba de puta de lujo en Madrid. Nos quedamos mirando, ella estaba más buena que nunca, su pelo rubio, sus ojos verdes estaban tan espléndidos como siempre.

Llevaba una camiseta escotada verde pistacho atada al cuello muy ajustada con la espalda al descubierto que la llegaba por encima del ombligo, en este punto enseguida me percaté que se había puesto un piercing en el ombligo; llevaba unos pantalones vaqueros ajustados, tan ajustados que se distinguía claramente la marca de la entrada de su coño, unos botines de tacón alto, además de ciertos complementos como unos pendientes largos y una pequeña gargantilla negra en el cuello. No sabía si saludarla o irme hacer una paja al servicio. No tuve que esperar mucho, Iván también la había localizado y se apresuraba a saludarla, lo cuál me sentó un poco mal porque al fin y al cabo yo era su ex, no él.

César también fue como un resorte a saludar y yo me acerque un poco confundido pero a la vez excitado por la situación. En esto que me fijé en Raquel, esta casi tan buena como Vanessa, también iba vestida como un zorrón, ella también es rubia, guapa, con unas tetas talla 90 y un magnífico culo, casi tan estupendo como el de mi ex, que es fuera de categoría. Llevaba puesto un vestido blanco ajustado de tirantes muy transparente que la llegaba por el muslo. Siempre me puso a cien también esa niña. Cuando fui a dar dos besos a Vanessa no supe que decir, pónganse en mi lugar es difícil que dices?:

-Hola, ¡!!Cuánto tiempo!!! No te veía desde que te dimos por el culo Iván y yo o en plan y ¿ahora que haces? Me han dicho que te follas a tíos de corbata en Madrid.

No era plan, por lo que no estuve muy comunicativo y hable de cosas triviales. Lo que más me jodía es que estaba celoso, mientras yo estaba haciendo el jilipollas veía como Iván no la quitaba ojo y la decía chorradas, estuve a punto de irme de allí y mandarles a todos a tomar por el culo, pero no lo hice. Me acoplé a Raquel, me sentía más cómodo con ella, César también hizo lo mismo mientras que Vanessa e Iván hablaban entre ellos y me venían a la cabeza aquellas imágenes de lujuria de aquella noche de septiembre en que los tres hicimos un trío y mi novia me dejó después de aquello. La verdad es que los porros y el alcohol, y el panorama que teníamos delante hizo que empezara a ponerme muy cachondo, a la vez que celoso, Raquel se dio la vuelta y pude ver dentro del bar con la oscuridad que había que se la veía todo el tanga en el culo por debajo de su vestido blanco transparente. César también lo vió y me miró pensando que esas zorras no se escapaban vivas.

Empezamos a bailar un rato, yo fundamentalmente me empalmaba viendo como se movían las rubias. Iván agarró de la cintura a Vanessa y poniéndose a su espalda le acercaba sus pantalones con su polla a explotar para que la zorra pudiera sentirlo. No sabía si matarles a los dos o qué... De pronto César dijo que si nos íbamos a fumar un porro a la calle y las chicas se animaron, salimos los cinco del Pub y nos pusimos apoyados en un coche cercano. A la luz de la calle a las dos hembras se les veía más follables todavía, que cojones; eran las dos tías más buenas de toda la zona de marcha y cuando pasaba cualquier tío no paraban de mirar. Es entonces cuando me percaté que Vanessa llevaba un piercing en la lengua. Desde luego que a la golfa no la faltaba detalle.

Vanessa y yo seguíamos sin apenas hablar y yo me dirigía fundamentalmente a Raquel y a mis amigos cuando hablaba, y no mucho por cierto. Es entonces cuando Raquel dijo la frase de la noche:

-Es un poco tarde y el porro se me ha subido un poco, que os parece si nos tomamos una copa en mi casa y vemos una película.

Raquel se encontraba sola en su casa, sus padres estaban de vacaciones y Vanessa había aprovechado para pasar el fin de semana de marcha descansando en casa de su amiga. No hubo mucho debate, más bien ninguno, la verdad es que yo estaba muy excitado porque en realidad allí no pasaba nada y todo era producto de mi mente calenturienta o no...Nosotros habíamos llegado a la zona de marcha en el coche de Cesar, mientras ellas en el de Vanessa, tenía el mismo auto donde pasó todo aquella noche. Nos repartimos, mientras el cabrón de Iván se fue con Vanessa, nosotros dos llevábamos a Raquel.

En el viaje hasta casa de Raquel se me hizo eterno, entre la fumada que llevaba, los huevos a explotar y pensar que Vanessa iba en el otro coche con Iván, no lo soportaba. César por su parte había colocado a Raquel en el asiento de copiloto y la hacía bromas, tocándola las piernas cada dos por tres, la muy zorra llevaba el vestido bastante levantado con lo que la visión de César tenía que ser de infarto.

Llegamos a casa de Raquel y allí vimos que el coche de Vanessa no estaba todavía, entramos y pude ver por la ventana como el coche de ella estaba estacionado un poco más arriba de la calle y él se acercaba a ella mordiéndola el cuello. Al poco rato llamaron a la puerta y entraron. Nos pusimos a tomar unas copas y Raquel puso una peli de estas americanas de acción.

Después de un tiempo de fumar otro canuto, de risas los cinco y todo eso, Vanessa se levantó y dijo que iba a deshacer la maleta para que no se la arrugase la ropa, por lo que cogió y subió la escalera (la casa de Raquel es un dúplex) A los dos minutos Iván se levantó preguntando por los servicios, que dieron la puta casualidad que estaban arriba, como si no tuvieran otros abajo. El caso es que subió. Nos quedamos César, Raquel en el medio y yo del sofá y estaba que me subía por las paredes, además de tener la polla de hierro. A César le llamaron al móvil y se levantó un momento y se fue a la cocina que estaba al lado. Yo no podía más tener aquella zorra al lado tan buena no lo hubiera resistido ni un eunuco. Ella estaba con un pedo importante y con ganas de mambo. Me acerqué a ella y la besé en la oreja, sonrió y a continuación me metió la lengua hasta la campanilla. Cogí con mi mano derecha y busqué su entrepierna fui levantando el vestido hasta que llegué hasta su tanga minúsculo. Se lo aparté un poco y busqué su vagina. La muy puta estaba de flujos que se salía. De pronto apareció César gritando: -Ehh Y para mí qué?

Raquel sonrió le hizo sentar a su lado izquierdo y nos dijo que nos bajaramos la bragueta. Las dos pollas salieron con decisión. Raquel cogió con sus manos y empezó a acariciarlas con sus manos y con una cara de puta que es bobada que os cuente como era. Se levantó, nos dijo que nos juntáramos y se puso de rodillas. Nos la empezó a comer por turnos al principio más rápidos y luego más lentos, mientras que con la mano jugaba con la que no tenía en la boca. César se levantó y la quitó el vestido de zorra que llevaba, dejándola con el tanga blanco nada más. De esa guisa continuo chupándonos las pollas de forma cada vez más frenética. César la cogió la apartó el tanga hacia un lado y la hizo sentarse en su polla. Se la empezó a follar, mientras yo me levanté y así Raquel me la comía mientras tanto. La dije que me iba a correr y a ella no la importó lo más mínimo, empezó a tragarse el semen y a dejármela casi limpia.

Por la cara de César supuse que tampoco aguantaría mucho más y que descargaría muy pronto. Les dejé y subí las escaleras. Me miré la polla y ví que mi erección no había perdido un ápice su potencia, iba con la polla como un mástil. Encontré una habitación con la puerta entreabierta y la abrí. Allí estaban. Iván se encontraba en pelotas tumbado en la cama, mientras Vanessa se la estaba mamando con postura de yegua en celo y con el culo en pompis, no llevaba ya ni pantalones ni tanga, y solamente la quedaba su camiseta escotada con las tetas por fuera. Vanessa empezó a mirarme mientras comenzaba a dar lenguetazos con su piercing a la polla del cabrón de mi amigo. No podía más. Me puse detrás de ella y busqué la entrada de su vagina. Me llevé otra sorpresa.

Además del piercing del ombligo y de la lengua la muy puta se había puesto otro en el coño. Aquello era demasiado para cualquiera. Se la metí hasta dentro y me la empecé a follar con ganas, mientras le seguía haciendo un trabajo de fontanería a mi amigo. Nos la follamos por todos los sitios, la dimos por el culo y por cualquier sitio. Es entonces cuando recuperé la comunicación con ella. Le decía que había hecho buen cambio de trabajo ya que era una golfa de primera. Le dije que se tragara todo el semén ya que era su bebida favorita y que lo único que merecía es que la cayesen varas por todos los lados. Después de la batalla nos reunimos todos y mientras las putas se duchaban pues tenían lefa por todo el cuerpo, nosotros nos fuimos vistiendo. Vanessa se despidió de mí con un morreo impresionante diciéndome que ya me llamaría un día de estos a tomar algo. A Raquel la toqué el coño mientras le decía que se fuera hacer los madriles con Vanessa que ganaría una pasta.

Salimos de su casa ya amaneciendo, nos fumamos un canuto juntos en el garaje hablando de lo buenas que estaban y de lo putas que eran conjurándonos para intentar vernos de nuevo y repetir la experiencia. Mis planes eran diferentes...pero eso ya es otra historia.