PunX

-En realidad yo soy el drogata, ella es mi camello, yo soy el que necesita más cuando la deja...

Te la voy a meter toda de un solo golpe, lo haré con violencia y sintiendo tu placer.

Te gustará tanto que vendrás a mí para que te de más, yo seré tu droga y sólo a mi me querrás, me necesitaras y si, yo seré tu camello, tú mi yonkie exclusiva a la que suministrare todos los días.

He ido de compras con un colega, hemos ido a por unos focos para las hierbas del salón, las hemos dejado todo en casa y nos vamos para el barrio antiguo que es donde curiosamente están las mejores tiendas de música, ropa hippie, complementos y cualquier cosa que me pueda interesar, son tiendas pero no multinacionales, no están en el centro y no tienen su propia tarjeta.

En un puesto compro una minifalda de cuadros, compro un piercing y un poco papel, lo empiezo casi nada más cogerlo, en un banco del parque. La mercancía vuela de las manos de Paquillo a las mías y lo lío en un momento.

-Se me pone dura con la reina de Roma –me dice.

-¿Qué? –no he entendido un pijo de lo que me a dicho.

-Mira pa’ lla –me da un codazo y el porro se me resbalo de los labios, se me calló al suelo y lo recogió una mano conocida, pequeñita, delgada, fuerte y hacedora de excelentes y sutiles pajas, en lugares privados o públicos, esa manito era capaz de derretirme sin que nadie se enterará salvo yo mismo.

-Que mierda de reflejos, ahora comprendo muchas cosas –me dijo Arantxa después de hincarse el porro.

-Hola –le dijo Paquillo.

-Hola Paquillo, te noto más fuerte ¿has estado haciendo pesas o te la machacas más que de costumbre? –él simplemente sonrió y agacho la cabeza.

-¿Qué haces tú por aquí?

-Pues darme una vuelta, estaba aburrida en casa y me apetecía tomar el aire ¿y esto? –había cogido la bolsa que llevaba y sacado la falda.

-Es un regalo.

-Para mí ¿no?

-Ya te contaré.

-La impaciencia acabará conmigo pero intentaré seguir viviendo. Ahora había quedado con Rocío para tomar unas cervezas ¿os apuntáis?

-Venga vamos.

Su culito me produce un extraño picor ¡joder! Como me pone cuando mueve sus caderas de un lado a otro. Su carita, su lengua, va a acabar conmigo su picardía y su ilusión de vivir, cada vez que la veo me entran ganas de tirarla a la cama y de hacerla mía pero siempre que acabamos desnudos y en horizontal soy suyo, sus redes me atrapan y no puedo escapar de entre sus piernas, obedezco a sus ojos y a los mordiscos de sus labios, lo que diga es para mi un placer pues siempre dice cosas placenteras y que nos llenan a los dos, su risa es contagiosa y sus tetas un lugar de peregrinación. No puedo dejar de tocarlas, no puedo, es algo sobrehumano, superior a mí, cuando las veo o las intuyo no puedo silenciar a mi instinto animal, quiero abalanzarme sobre ella y morderla por todas partes, arañarla y agotar su cuerpo.

Vamos a ca’ lo de Fermín, allí nos sentamos y nos tomamos unas cervezas mientras esperamos a Rocío, otra que tal baila, no sufriría si me obligarán a hacer un trío con las dos, con Arantxa y con Rocío, tenerlas a las para mí, sentirme su dueño y correrme sobre ellas. Lamerlas, con mi lengua recorrerlas. Voy a ser honesto, no podría con las dos, no más de dos, me agotarían, cada una por una banda, esas fieras de la cama, dos ángeles hechos demonios, con su fuerza y con su calentura podrían conmigo y yo apenas las cansaría lo más mínimo, fijo que no podría hacer ni que sacarán las lenguas como dos perritas.

Por ahí viene, con unos vaqueros negros, un cinturón enorme y una camiseta de rayas rojas y negras, horizontales, que le hacen las tetas todavía más grandes, más enormes ¡qué bien descansaría mi polla entre ellas!

-Hola putita.

-Hola zorra –se saludan las chicas.

-Otra ronda –pide Arantxa. Rocío nos saluda a nosotros, se sienta y de un trago bebe su cerveza, algo ya caliente.

-¿Habéis visto mi piercing?

-¿Cuál? –pregunta Paquillo.

-Este –y saca la lengua mostrando una bola sobre su preciosa lengua, una barra de hierro se la atraviesa y ella dice que la siente y le gusta y le da mucho morbo, que no sabemos la cantidad de ventajas que da un piercing en esa zona.

-Anda, que aquí donde nos veis sabemos más cosas de las que aparentamos.

-Ya será para menos –suelta Arantxa completamente convencida. Delante de mí se sienta ella y una mano, de su propiedad, me toca la rodilla izquierda a malas penas, me coge del pantalón y me tira hacía ella, yo me recuesto un poco y mi muslo cae ante sus caricias y cosquilleos.

-¡Joder! Con tanto tonteo no te la va a alcanzar nunca, quieres ponerte mejor de una vez –me saltó Rocío dejándome rojo de vergüenza. Y así lo hice, casi acostado en mi silla me puse y ella me tocaba ya, me la ponía dura con sus dedos, no llego a sacármela sino que me la cascaba por encima de la ropa. Me la agarro con fuerza y me tiro pa’ ‘lante, me puse casi de pie y ella dijo que nos teníamos que ir ya, que teníamos prisa. Dejo en la mesa un par de euros y nos fuimos del garito.

Le pase un brazo por encima de su hombro y nos enrollamos mientras andamos, estábamos ridículos, si hubiera habido un socavón en medio de la calle nos lo hubiéramos comido pero es que estábamos demasiado ocupados comiéndonos las lenguas, las bocas, todo lo que hubiera dentro de ellas. Me pare y la empuje contra una farola en la que se apoyo, la abrace y le bese sobre la mejilla, bese su cuello, se lo acaricie y deje una tenue marca sobre ella. Metí mi mano izquierda por debajo de su sudadera de Ska-p y no llevaba sujetador, las lolas iban cada una por su lado, se las sobe y entre dos dedos le metí el pezón, se lo pellizcaba, movía mis dedos sobre él con fuerza hasta ponérselo duro, muy duro.

Fuimos pa’ mi casa y allí nos fumamos unos cuantos calamares, nos pusimos más cómodos, le enseñe mis matas, cuanto me estaban creciendo y lo que les quedaba todavía, lo que estaba haciendo con ellas, le dije que había habido una plaga hace poco y que no se me había muerto ninguna, las olió, las toco, me dijo que le gustaban y haber si le daba algo cuando ya estuvieran preparadas. Vio la guitarra sobre el sofá, me pidió que le tocará algo y yo me quite la camiseta para ella, me coloque la guitarra y le cante de Escorbuto a capela, sólo con la guitarra española. A ella le gustaba y a mi me encantaba, éramos tal para cual.

Se quitó la sudadera y dejo sus pechos al descubierto, me escuchaba sentada en la posición del loto sobre el sofá, levanto un poco el culo y se bajo los pantalones quedándose sólo con su tanga negro, uno de sus dedos se escurrió por el interior del tanga y comenzó a moverlo lentamente, sus ojos abiertos se clavaban sobre mi, no dejaba de mirarme y de escucharme, cuando quise parar para ir hacía ella me dijo que no dejará de cantar que eso le ponía todavía más, que la dejará disfrutar en solitario durante un rato, se quito el tanga y me dijo que mirará que quería ponerme cachondo y vamos que si lo consiguió, si con la ropa puesta ya era apetecible no digamos desnuda, tocándose, mirándome con esos ojillos suyos y mordiéndose el labio inferior.

Me tumbe a su lado y le encendí un porro y yo se lo ponía en los labios mientras continuaba tocándose, una calada ella y otra yo, lo babeábamos muchísimo, total, la baba se nos caía incluso sobre nuestros cuerpos, la cabeza me daba vueltas y no sé si era por la maría que era buenísima o si era ella que estaba buenísima. Le dí otra calada y le eche el humo a su coñito, se quedo entre sus dedos y hasta que no movió la mano no se fue volando hasta desaparecer en la habitación, me beso y trague el humo de su boca, apague lo que quedaba. Con dificultad me quite los pantalones, me baje los calzoncillos y mi polla tiesa deseaba entrar en acción.

Nos besábamos y si no la conociera hubiera dicho que me acariciaba con miedo, sólo era suavidad, me tocaba sin tocarme, me acariciaba por encima del vello de mi cuerpo y me hacía gozar como si me palpará intensamente, me gustaba pero es que yo no aguantaba más. Me eche sobre ella, me tocaba ya por completo, mi cuello, mi pecho, mi estómago, mis caderas, masturbaba con fuerza mi polla, acariciaba su cuerpo con ella y en su coño no llegaba a introducirla, sino que lo rozaba. Ella me decía que la volvía loca, que le encantaba, que era así como disfrutaba y yo sé que es cierto pero que también se ponía como una burra cuando le daba la vuelta y la penetraba por detrás, no en su culito eso no me iba a mi, a ella seguro, yo se la metía por el coño, por donde siempre, tal vez sea un antiguo pero es lo que me gusta, clavársela toda y sentir su miedo y su placer, su ira y su gusto. No le veo la cara pero sé que gime, sé que es un puro mosaico, el labio para arriba, los ojos para abajo, esa mueca que ella hace.

Le agarro las tetas, se las aprieto y follamos como animales, como lo hacen ellos, le pone mucho que yo mueva el culo y aunque no lo vea sé que disfruta pensando en ello, le gusta que yo me levanta y me eche sobre sus espaldas, que todo mi peso caiga sobre ella mientras la follo, mientras me muevo como un loco. Ella siente su punto G estremecer y por eso se acaricia el coño cuando follamos, le gusta sentir mi polla a través de su carne, me acaricia los huevos y de vez en cuando me da una palmada en el culo.

Antes de correrme me dice que pare, que esta chorreando y quiere que le chupe el coño. Y yo encantado. Meto mi mano dentro y la saco mojada tal y como ella a dicho. Mis labios se tragan su clítoris , con mi lengua juego con él y yo estoy para estallar pero no quiero que caiga sobre su coño, quiero que caiga dentro de él así que la vuelvo a montar y después de un rato corto me corro dentro de ella, yo me quedo como parado, es ella la que se mueve en este momento, la que se echa pa’ tras, pa’ ‘lante, buscándome y encontrándome.

Yo me echo para atrás, me tumbo y me fumo un cigarro. Pongo mis manos detrás de mi cabeza y el cigarro va a la boca como los viejos, los bohemios y los que están tan cansados después de echar un polvo que no pueden ni moverse. Ella también tiene ganas de fumar, de echarse algo a la boca, se mete mi polla y la chupa, la limpia de mi semen y luego se lo traga, le gusta y le gusta enseñármelo antes de tragárselo, pasa su mano por su garganta y vuelve a mi entrepierna. La relame una y otra vez, le da una última lamida y recoge todo lo que quede, luego se va para mi y en mi boca lo deja caer con un beso, más de una vez un pequeño hilillo de mi leche se a quedado entre los dos al separar los labios ha sido estupendo ir corriendo a recogerlo.

En realidad yo soy el drogata, ella es mi camello, yo soy el que necesita más cuando la deja, no puedo estar ni un segundo sin saberme suyo, sin saberla mía, cuando esta lejos tengo mono de ella, la quiero entre mis sábanas, entre las paredes de mi casa. La necesito todos los días a mi lado, tratándome mal, tratándome bien pero siempre tratándome.