Punto de Inflexion

Una chica, su hermano y los amigos de él..., una noche que pintaba aburrida y terminó siendo explosiva.

Aclaración: Antes de que lean este relato, quería hacerles unos comentarios. Se trata de una historia larga, y que requiere de un tiempo importante para ser leída. Si te gustan esas historias en las que un hombre sube al tren, ve una chica que le gusta, ella lo mira y le dice "me encantaría que me cojas", y a los cinco minutos están revolcados, no creo que este relato te atrape.

Lo anticipo para no crear falsas expectativas, ya que la introducción es extensa, y al comenzar a leerla, pueden sentirse desilusionados.

PUNTO DE INFLEXIÓN

"Y entonces, Pablo, qué hacés los sábados por la noche?", preguntó Paula.

El día anterior, ella había regresado de La Plata, donde estudia en la universidad, a Necochea, la ciudad donde vivió toda su vida y aún lo hace su familia, con motivo de las vacaciones de verano.

Sus padres habían salido por el fin de semana para visitar a unos parientes, por lo que estaría unos días con la única compañía de su hermano menor.

"Nada del otro mundo..., unos compañeros, Fede y Dani, van a darse una vuelta por acá más tarde. Habitualmente jugamos a las cartas.", contestó Pablo.

Él y sus amigos estaban cursando el 4º año del colegio secundario, por lo cual se estaría graduando al siguiente año.

"Ustedes solos?, nada de chicas?"

"No, este fin de semana no..."

"Algún otro fin de semana sí?".

Pablo se ruborizó, para finalmente admitir que hacía bastante tiempo que no tenía alguna cita. A diferencia de su hermana, él no tenía una vida social muy activa que digamos.

Paula sonrió dulcemente: "No te preocupes, cuando empieces la universidad será otra historia. Vas a conocer muchísima gente nueva.".

"Eso espero.", y tras una pausa pensada, continuó: "Pero Paula..., acerca de esta noche..."

"Qué pasa?"

"Bueno..., los chicos y yo..., solemos fumar algún porrito los fines de semana. Te molestaría si hoy lo hacemos?"

Paula abrió los ojos con sorpresa y dijo: "No puedo creer que mi hermanito esté con eso..., y yo que pensaba que eras el hijito modelo de mamá..."

"Hey, lo soy, al menos en casi todo. Mis notas son perfectas, y estoy en el equipo de balonmano. Ni que fuese un vago...", dijo, aumentando el volumen de su voz.

Paula se rió, y le toco suavemente su brazo: "Nene, calmate un poco. Sólo estaba molestándote. El único problema que puedo llegar a tener respecto a vos y tus amigos fumando hierba, es que no quieran compartir..."

"Querés decir que vos..."

"Seguro. No muy a menudo, no puedo hacer ni la tarea básica estando en el aire, pero me gusta dar unas pitadas de tanto en tanto."

"Genial, trato hecho!"

"Además..., es espectacular para el sexo..."

"Paula!".

Pablo estaba shockeado. Nunca antes había hablado de sexo con su hermana, pero tampoco había compartido mucho tiempo con ella en los últimos años.

Paula había pasado los dos últimos veranos en el Chaco, ayudando a construir y equipar una clínica de salud, en un proyecto que era llevado a cabo por su universidad.

Como estaba avanzada en sus estudios de medicina, esto le daba una temprana e invalorable experiencia práctica.

"Qué es lo que te asusta?, qué tiene de raro una chica de 23 años hablando de sexo?"

"Nada, pero..."

"Si, ya sé. Mamá y papá nunca te hablaron de eso, y tampoco lo hemos hecho nosotros. Pero eso no es bueno, deberías soltarte un poco, Pablo. Salí con chicas, divertite. Hay un mundo enorme esperando afuera."

"Es que yo la paso bien, pero para mí es más complicado."

"Complicado?, por qué?"

"Soy hombre."

"Y?"

"Es obvio, Paula. Vos estás buenísima."

"Eh?"

"Por favor, Paula...", acentuó las palabras, dejando en claro que pensaba que su hermana se estaba haciendo la ingenua.

"Vos pensás que yo estoy..."

"Buenísima. Sí. De verdad necesitabas que lo repitiera?"

Paula estaba genuinamente sorprendida. Ella se consideraba una chica agraciada (con la excepción de su nariz, ligeramente angulada hacia la derecha..., tan ligeramente que nadie, además de ella, lo había notado jamás), pero nunca se vio a sí misma como "buenísima" cuando se miraba al espejo.

"Realmente no te das cuenta?", siguió Pablo.

"No, pero gracias de todos modos. Es muy dulce de tu parte decirme esto. Pero qué tiene esto que ver con que somos diferentes? Vos sos un chico lindo, inteligente..."

"Ay, por favor. Mido 1,70m, y hasta el año pasado tenía el rostro lleno de acné. Además, nunca supe como comenzar una charla interesante con una chica".

Pablo jamás había sido tan sincero antes, con su hermana ni con nadie.

"Nunca imaginé que te sentías así"

"La gente linda no tiene idea. Quiero decir, sé que me querés y todo eso, pero vos siempre estuviste a la moda, con la gente popular. No te podés dar cuenta lo que sentimos los que estamos al margen de eso. Pero tampoco es que estoy para sentarme en el diván autocompadeciéndome. Es más bien como decías antes, estoy esperando llegar a la universidad para que todo eso cambie."

Y tras relajarse, y reírse de si mismo, continuó: "Supongo que en un tiempo mi coordinación se pondrá a tono con mi cuerpo, y si le pongo esfuerzo, podré hablarle a las chicas y no quedar como una estatua."

Paula adoraba verlo sonreír y, sobre todo, que su hermano le haya mostrado ese lado que mantenía oculto. Obviamente, Pablo confiaba en ella.

Paula pasó su brazo por encima del hombro de su hermano menor y le dio un pequeño abrazo.

  • "Vas a estar bien, no te preocupes. Y si alguna vez necesitás hablar de estas cosas con alguien, acá me tenés. Si voy a ser doctora, necesito inspirar confianza..., y si no puedo hacer que mi hermano confíe en mí, quién va a hacerlo?"

Pablo le devolvió el abrazo: "Gracias, estoy orgulloso de que seas mi hermana."

Paula se acercó a un espejo que estaba en una de las paredes, y se miró. Tenía el cabello largo y rubio, muchas veces amarrado como una "cola de caballo", ojos verdes, y una buena delantera.

Puso sus manos sobre sus pechos para acomodarlos, tratando de encontrar la posición más confortable dentro de su sujetador. Pablo sonrió, seguro de que ella no se había percatado de que estaba siendo observada.

Después de una última mirada al espejo, y tras pasar levemente una de sus manos por su pelo, Paula se dio vuelta hacia donde estaba su hermano:

  • "Buenísima no sé, pero te voy a aceptar que digas que soy linda", a lo que ambos rieron. "Y si voy a conocer a tus amigos esta noche, mejor me voy a dar un baño."

Pablo preparó todo para la llegada de sus amigos, limpió la mesa del living, trajo los mazos de cartas, y buscó algo para comer, pero su mente seguía enfocada en Paula.

Debido a la diferencia de edad de 6 años entre ellos, nunca habían sido muy unidos, pero él sentía que la charla que habían mantenido un rato antes era una buena forma de comenzar a estrechar los lazos entre ellos.

Y le gustaba la marihuana!. Eso era un punto extra, considerando que él había invitado a sus amigos para aprovechar que sus padres no estarían, pero había olvidado que Paula regresaba ese mismo fin de semana.

Mirando el pequeño pero bien provisto bar de su padre, se preguntaba que diría Paula si ellos intentaban vaciar algunas botellas. Iba a ser divertido tenerla allí después de todo, y una linda oportunidad de conocerla como adulto, y no como el hermanito menor.

Los chicos llegaron, y mientras se sentaban a la mesa bebiendo unas gaseosas y hablando de las fiestas de fin de curso, Pablo buscaba la forma adecuada de decirles que no estarían solos, y que su hermana mayor se les uniría. No estaba seguro de cómo reaccionarían ante esta novedad.

Ellos, como todos los adolescentes, hablaban de chicas y sexo en este tipo de reuniones, y tener a Paula cerca iba a poner un corte lógico a eso.

Fede, mientras, estaba tratando de explicarles cómo pensaba conseguir que los inviten a una fiesta de graduación.

"Las mejores chicas van a estar en esa fiesta, no podemos perder esa oportunidad."

"Y cómo demonios vamos a lograr que nos inviten?", preguntó Dani.

"Mi primo es uno de los organizadores. Sólo tengo que preguntarle. No puede decirme que no..."

"Ah, eso si que va a estar bueno. Vamos a ser los tontos que tuvieron que usar contactos familiares para entrar..."

"Y qué importa?. El punto es que podemos tener suerte."

"Cómo no...", respondió Dani con poca esperanza, y se quedaron sentados en silencio, tomando sus bebidas y pensando como seguir.

Fede abrió la boca para continuar la explicación de su idea, pero la mantuvo abierta cuando vio a Paula entrar a la habitación donde se encontraban. Ese hecho en sí no lo hubiese detenido, pero el hecho de que ella sólo llevara su cuerpo envuelto en un toallón, sí. Un toallón que apenas contenía a sus tetas por delante, y que rodaba firmemente hasta cubrir apenas sus hermosos muslos.

Paula estaba ocupada secándose el cabello con otra toalla y, sin siquiera mirar, le preguntó a Pablo: "A qué hora llegan tus amigos?"

Pablo lanzó una carcajada, a Paula por no haberse dado cuenta de que los chicos ya habían llegado, y a sus amigos por quedarse mudos al ver a esta belleza cubierta sólo por un toallón.

"Creo que se van a hacer notar más rápido de lo que pensás..."

"Ho... Hola", apenas pudo murmurar Fede.

Paula giró su cabeza sorprendida. Luego sonrió: "Ups, disculpen. No me di cuenta de que ya teníamos compañía. Yo soy Paula", dijo, mientras extendía su mano mojada...

Fede se puso de pie para estrechar su mano. Dani hizo lo mismo luego. Ambos estaban casi temblando al estar tan cerca de semejante belleza mojada, y casi desnuda.

Pablo también estaba un poco sorprendido.

Él y su hermana habían crecido en un ambiente muy conservador, con creencias religiosas, tal cual lo habían querido sus padres.

Si ellos hubiesen estado presentes, Paula jamás se habría atrevido a andar por la casa cubierta solamente con una toalla. Incluso una bata no habría sido suficiente, salvo que debajo llevara sus pijamas. Aparentemente, Paula se sentía más libre al no estar ellos.

"Encantada de conocerlos, chicos. Pablo me dijo que vendrían, pero olvidó decirme cuando. Por favor, siéntense y pónganse cómodos. No necesitan permanecer de pie como si esto fuera una ceremonia protocolar."

Para sorpresa de los chicos, en lugar de irse de inmediato a vestirse, Paula se sentó junto a ellos, y volvió a su tarea de secarse el cabello con la toalla:

"Mi hermano me dijo que jugarían a las cartas. Espero que no les moleste que me una a ustedes".

"Si, es nuestra noche de cartas", respondió Fede.

"A qué juegan?"

Mirando sus tetas moverse debajo del toallón, que apenas las cubría mientras ella se movía para continuar con su pelo, Fede tenía problemas para continuar con el hilo de la conversación.

Pero Pablo vino al rescate:

"Generalmente jugamos al truco."

"Pero a veces jugamos al póker", agregó Dani. Rara vez lo hacían, pero pensó que sonarían más maduros e interesantes.

"Perfecto..., les molestaría si juego yo también?", preguntó Paula.

Esto trajo una serie de dudas a Fede y Dani. Por supuesto que les encantaba la idea de que esta belleza se les uniera, pero también querían fumarse unos porros. Pero como los hombres no suelen pensar con la cabeza, todos dijeron "Para nada" al unísono.

  • "Genial, entonces voy a vestirme.", dijo Paula, mientras se alejaba de la habitación, aún secándose el cabello.

Tres pares de ojos, prestando especial atención al bamboleo de su culo bajo el toallón, la siguieron hasta verla desaparecer.

"Por favor, decime que esa no es tu hermana", le preguntó Fede a Pablo. "Que llamaste a uno de esos lugares donde trabajan chicas, y te mandaron a ella..."

"Tranquilizate, Fede. Y sí, es mi hermana..."

"No te puedo creer. Cómo te tenías eso guardado?. Es un bombón.", dijo Dani.

"Y ese toallón casi no tapaba nada. Vieron esas..."

"Contrólense. Como les dije, es mi hermana, así que tengan cuidado con lo que dicen..."

"Perdón, no te ofendas. Es sólo que..., wow!!!"

"Si, wow!!!", asintió Dani.

"Y a qué vino eso de jugar al póker?. Si siempre jugamos al truco...", preguntó Pablo.

"Es que el truco sonaba demasiado inmaduro, no sé si me explico."

"Sí, coincido con vos.", dijo Fede.

"Por Dios, ustedes dos ven una chica más grande y se vuelven idiotas."

"No hace falta que lo expliquemos..., además, es tu hermana, y me ganaría un golpe." comentó Fede entre risas.

"En serio, Pablo. Tenés idea de lo bueno que estuvo lo que acabamos de ver?. Olvidate por un segundo que es tu hermana. Qué pensarías si vas a la casa de un amigo, y una chica como Paula, prácticamente sin ropa, y como si nada, se sienta a charlar con vos?"

"Sí, en eso tenés razón. Si hubiera sido alguien a quien no conozco, y estuviera usando sólo una toalla, y siendo tan linda..."

"Linda? Es una diosa, date cuenta."

"Yo no puedo creer que nunca nos hayas hablado de ella.", dijo Fede, sin salir aún de su asombro.

"Yo lo comprendo", interrumpió Dani. "Si yo tuviese una hermana como ella, lo último que quisiera es que mis calentones compañeros se enteraran. Pero ahora que ya la conocimos, eso no cuenta, jaja..."

"Igual, hay algo que me preocupa. Cómo vamos a hacer con los porros?"

En ese momento, como de la nada, apareció Paula: "Porros?. Quién trajo porros?"

Creyéndose atrapados, Fede y Dani miraron nerviosamente a Pablo, como esperando que los salvara, pero éste sólo respondió: "Fede tiene, pero lo compramos entre todos."

"Bien, entonces vamos a probarlos. Están tomando Coca Cola?. Qué les parece si le agregamos algo un poco más fuerte?"

Después de requisar el bar de su padre, Paula sacó una botella de whisky: "Me acompañan con esto?".

Por supuesto que lo hicieron. Pablo fue a buscarle un vaso, mientras ella les servía a los chicos.

"Saben algo? Me estuve rompiendo el culo estudiando cuatro años, y pasé los dos últimos veranos en el Chaco, donde la mayor diversión era poder encontrar agua caliente para tomar una ducha. Creo que es hora de que me divierta un poco..."

Apoyó la botella en el centro de la mesa y levantó su vaso: "Por mis nuevos amigos, y por un buen momento", propuso, y bebió un trago. Los chicos la siguieron. "Y al final, qué hacemos: truco o póker?"

"Vos cual preferís?", preguntó Dani como todo un caballero.

"A mí me da igual. No sé jugar a ninguno de los dos, pero puedo aprender.", y mirando a su hermano, acotó: "Los únicos juegos de cartas que conozco eran los que jugábamos cuando éramos chicos. Cómo se llamaban? Escoba de 15 y Solitario, no?"

"Sí, así se llaman", respondió Pablo, sonriendo al recordarlo.

"Juguemos al póker entonces, es más sencillo", sugirió Fede.

"OK, repartan las cartas y explíquenme las reglas."

Dani y Fede le enseñaron lo básico del juego, e incluso jugaron unas manos como práctica. Con un Trío primero, y un Full luego, Paula ganó ambas manos:

"Me está gustando este juego!! Ahora díganme como es el tema de las apuestas. Y qué pasa?, que alguno vaya prendiendo un porrito..."

"Tené cuidado, eso es sólo suerte de principiante", le dijo Pablo. "A propósito, por qué no armás vos el porro?..., mientras yo busco algunas fichas para el pozo."

Cuando Pablo se fue, Dani acotó: "Sólo fumamos una vez, y lo hicimos con una pipa. Espero que sepas armar un buen cigarro."

Sonriendo, Paula le comentó que estaba segura de que podía hacerlo bien.

Se había vestido de forma algo conservadora, unos pantalones negros a media pierna, una camisa blanca y sandalias.

Aprovechando que Pablo no estaba en la habitación, Fede no se contuvo y disparó: "Paula, estás muy linda vestida así..., pero debo admitir que lo que estabas usando antes me gustaba más."

  • "Gracias. Esto es todo lo que pude encontrar en mi armario. Deberían ver los bolsos llenos de ropa para lavar que traje. Son enormes." Tras decir esto, se acomodó el sujetador. "Esta cosa es tan vieja que me está dejando sin aire."

Luego, casi sin esfuerzo, armó media docena de cigarros antes de que regresara su hermano: "Las duchas calientes escaseaban en el Chaco, pero la marihuana estaba por todas partes. Espero que ya hayan estudiado para sus finales y todo eso. No estaría bien andar haciendo estas cosas y terminar arruinando sus exámenes."

"No te preocupes.", la cortó Fede. "Nosotros somos los nerds. Un 10 en cada examen, y cartas los sábados en lugar de andar persiguiendo chicas..."

"Sí, una vida muy excitante.", agregó Dani.

"Bueno, al menos hoy hay una chica. Es algo distinto a lo de siempre, no? Hasta la vieron recién salida de la ducha. Quizás las cosas no estén tan mal."

"Y estamos encantados de que te hayas unido a nosotros, Paula. Es mucho mejor que nuestro club exclusivo para hombres, jeje.", dijo Dani, queriendo parecer galante pero fallando estrepitosamente en el intento, aunque Paula apreció el esfuerzo.

Pablo regresó con las cosas, y les preguntó si ya habían decidido las condiciones, y los valores para las fichas.

Fede inmediatamente puso un valor a las fichas, y estableció que costaría 20 pesos el entrar al juego.

Mientras los chicos sacaban sus billeteras, Paula corrió hasta su bolso, volviendo con un billete de 20 en su mano: "Acá está, ahora estoy quebrada. Tendré que ir al cajero automático mañana para tener algo de efectivo encima."

"Si necesitás algo más, yo puedo...", Pablo empezó a hablar, para ser interrumpido abruptamente por Fede:

"Sin préstamos. Eso va contra el espíritu del juego. La idea es hacer lo máximo partiendo con lo que uno tiene."

"OK, parece que estamos un poco estrictos esta noche.", remató Pablo.

"Es que debemos respetar las reglas si queremos jugar de verdad. Acaso nosotros no pagamos cuando jugamos al truco?"

Comenzaron a jugar, y Paula notó rápidamente que el Trío y el Full que había tenido en las manos de práctica no eran algo tan común. Pero al fin y al cabo, solo había puesto 20 pesos, y la estaba pasando bien con Pablo y sus amigos. Además, la hierba era muy buena, produciendo un ambiente agradable y confiado, que era acrecentado cada vez que ella rellenaba los vasos de los chicos con whisky.

Ninguno de ellos había consumido jamás tanto alcohol, y apenas era la segunda vez que probaban marihuana. Paula, sin ser una fiestera, tenía varios años de universidad tras sus espaldas, y dos veranos con compañeros en el Chaco que, además de trabajar, también daba tiempo para el relax.

Cuando había transcurrido media hora de juego, Paula estaba 10 pesos abajo y, aunque todos estaban en similares condiciones físicas, los chicos estaban sintiendo esto último mucho más que ella.

Después de ganar una buena mano (si eso puede decirse en un juego con tan poco dinero apostado), Paula dijo: "Ahora entiendo. Por un lado están las reglas básicas que hay que seguir en cada mano, pero por otra parte, también está la picardía. Uno puede ganar sin tener una buena mano, si es vivo y se sale con la suya..."

"Claro, esa es básicamente la idea", asintió su hermano.

"Wow, que revelación. Ahora ya deben estar pensando que soy la típica rubia tarada. Ya me estaba preguntando por qué el ganador nunca mostraba sus cartas. Ahora tengan cuidado, que mi cerebro ya empezó a funcionar..."

Y por un rato ella pasó a dominar el juego, ganando varias manos consecutivas, hasta que los chicos se dieron cuenta de que cada vez que mentía, se tocaba el cabello suavemente, como acariciándolo. Ahí cambió el panorama para Paula, y pronto ya había perdido hasta el último peso.

"Maldición. Y venía tan bien...", se sinceró Paula.

Dani miró a sus amigos: "Le decimos?"

"Decirme qué?"

Los chicos asintieron, entonces Dani continuó: "Tenés que tener presente, cuando estás mintiendo, que no hay que evitar dar alguna señal, actuando de forma diferente. Estás haciendo algo que nos hace dar cuenta de que estás mintiendo."

"Sí?"

"Sí..."

"Qué es lo que hago?"

"Eso no te lo puedo decir..."

Todos rieron, incluso Paula. Después de todo, era un juego amistoso, con poco dinero en juego.

"Está bien. Entonces puedo distraerlos...", los desafió Paula, mientras se desabrochaba los dos botones superiores de su camisa.

"Por favor, somos profesionales." dijo Dani, mintiendo de otra forma. "Eso no va a funcionar."

"Y esto, va a funcionar?", repreguntó Paula, desabrochando un botón más, ya dejando ver el inicio de su escote.

Admirando las insinuantes curvas de la parte superior de sus tetas, Dani asintió y agregó: "Bueno, eso puede ser.".

Si Pablo no hubiese estado ya algo mareado por el alcohol y el porro, hubiera puesto un corte a la situación, pero en lugar de eso, se encontró asimismo disfrutando la visión de su hermana tanto como sus amigos.

Viendo una oportunidad de oro, Paula dijo: "Saben algo?. Estoy casi sin fondos, y no se puede pedir préstamos, cierto?"

"Así es. No sería justo. Es un juego de 80 pesos, todos pusimos 20. A esta altura, no podemos hacer cambios.", contestó Fede.

"Y qué pasa si vendo algo?"

"Qué tenés en mente?"

"Bueno, mi camisa tiene 3 botones más. Le vendería uno a cada uno de ustedes, a dos pesos cada uno."

"Paula, no podés hacer eso...", exclamó Pablo.

"Por qué no?", dijeron al unísono Fede y Dani.

Paula sonrió, y preguntó: "Claro..., por qué no?. Son mis botones. Eso no modifica las apuestas, solo redistribuye un poco el dinero..."

"Abriendo tu camisa por completo!!!!", enfatizó Pablo.

"Y cuál es el daño? Estoy usando sujetador, y es más, es tan viejo que cubre más que lo que lo hace cualquiera de mis bikinis..."

"Pero es ropa interior..."

"Y con eso?. Somos grandes. Cuál es el problema, Pablo?"

Pablo miró a cada uno a los ojos, y viendo la alegría en los ojos de sus amigos, y la despreocupación en su hermana, se sentó y dijo: "Hacé lo que quieras...", mientras separaba una ficha de dos pesos de su dinero. Fede y Dani hicieron lo propio, y luego miraron a Paula de forma expectante.

Con una amplia sonrisa, ella dijo: "Gracias. No me gusta perder, y ya le estoy encontrando la vuelta a este juego".

Luego, muy lentamente, fue desprendiendo uno a uno los botones. Su sujetador y su barriga quedaron a la vista: "Sepan disculpar que no esté usando algo más atractivo", dijo al notar una rotura en el sujetador, "Pero, qué demonios..., no importa, no?", dijo tras desprender el último botón, dejando ver su ombligo.

La camisa quedó sostenida por sus tetas, impidiendo una abertura más importante, sólo unos centímetros en el centro, lo suficientemente sexy, pero sin mostrar demasiado.

A los chicos, bastante contentos de tener una chica abriéndose la camisa frente a ellos, no pareció importarles...

"Es raro, uno ve mucho más en la playa, pero como dijo Pablo, es ropa interior, y por alguna razón, eso hace que sea mucho más atractivo.", reflexionó Fede.

Paula movió sus hombros a cada lado, exaltando sus pechos: "Me alegro de que les gusten. Simplemente quiero a mis clientes satisfechos con lo que compraron. Igualmente, ya me estoy sintiendo obligada a modelarles alguna de las cosas que tengo para lavar, para demostrarles que también tengo lencería sexy. Quizás más tarde, si mi suerte sigue como hasta ahora..."

"Dios mío...", murmuró Dani, casi metiendo su cabeza dentro del vaso, mientras tomaba un trago.

Tras unos 20 minutos más de juego, Paula se encontró en una posición similar, con sólo dos pesos disponibles.

Dani había desbaratado su intento por engañar a los chicos, entonces se quedó pensativa, mirando sus cartas y tocándose el cabello.

"Ya sé..., es esto, no?", preguntó mientras continuaba pasándose la mano por el pelo: - "Juego con mi cabello cuando estoy tratando de mentir?".

Paula parecía feliz de la vida por su descubrimiento, los chicos no podían dejar de reírse.

  • "Maldición..., este juego estúpido no es sólo mirar a los ojos. Está bien, necesito más dinero. Puedo venderles algo más?"

Fede sonrió: - "Los pantalones, la camisa, el sujetador. Eso puede sernos interesante..."

"Hey, nene, es mi hermana, por si no te acordás..."

"Ella fue la que preguntó, yo solo estoy respondiendo..."

"Calmate, Pablo. Tengo edad para pensar por mí misma, así que agradezco tu preocupación, pero no es necesaria". Tras decir esto, cambió su expresión por una más tierna, y tocando con su mano el brazo de su hermano, continuó: "Igual, me gusta que trates de cuidarme, y que te portes como hiciste hoy conmigo.".

Luego, notoriamente fingiendo una mueca de dolor, agregó: "En serio, chicos..., no se dan una idea lo molesto que es usar sujetador. Es decir, las mujeres tenemos tetas y necesitamos usarlos, pero nunca, nunca, son cómodos. Por la tanto, me encantaría quitármelo, ya sea por dinero o no, pero ya que estamos jugando por dinero, podríamos ponerle un precio razonable."

"Estás jodiendo, no?", preguntó incrédulo Pablo.

"Para nada, si tengo la camisa..."

"Lo dijo en serio...", le comentó por lo bajo Fede a Dani.

"Así parece...", acotó éste último.

"Ustedes qué opinan, chicos?. Acá no hablamos de unos botones, es mucho más. Cinco pesos por cabeza me parece bien", les consultó Paula, mientras sacaba pecho, como para que los chicos no dudaran de lo que estaban por comprar.

"Yo acepto", dijo Fede.

"Yo igual...", agregó Dani.

Pablo se tomó un tiempito, el suficiente para que su pene se hiciera notar por sobre su cabeza: "Avanti...", dijo, algo mortificado por lo que estaba sintiendo en anticipación, al imaginar a su hermana quitándose el sujetador delante de él y sus amigos. Luego le acercó sus cinco pesos en fichas a Paula.

"Genial. Está buenísimo hacer negocios con ustedes.", dijo Paula, al tiempo que desabrochaba los ganchos del sujetador. "No se imaginan lo molesto que es usar esta cosa...", les explicó al sentir que la presión de la prenda sobre su cuerpo disminuía en gran forma. Luego, con un movimiento que los hombres jamás descifrarán, se despojó del sujetador por debajo de la camisa, suministrándoles apenas una fugaz vista del costado de sus tetas, y lo colocó sobre la mesa.

La camisa aún cubría sus tetas, excepto por unos centímetros en el medio de su pecho, pero esto no impedía que sus pezones se transparentaran debido a la fina tela de la misma.

"Ahora si que me siento cómoda, no se imaginan...", remató.

Pablo trató de no mirar, pero tanto Fede como Dani no se cortaron en observar a la rubia, cuya camisa les impedía ver la porción de sus pechos que justamente más deseaban ver.

"Seamos adultos", dijo Paula mientras tomaba sus cartas: "Son sólo glándulas mamarias después de todo. Todas las mujeres las tenemos. No es así?"

"Las tuyas parecen perfectas, Paula", se sinceró Dani.

"Bueno, gracias, Dani. Pero date cuenta de que yo no hice nada para que luzcan así. No tengo ningún mérito en eso", respondió, a la vez que se estiraba sensiblemente, para que sus tetas se vieran mejor.

"Bueno, pero más allá de eso, tenés unas tetas hermosas." resaltó Fede.

"Fede, estás tonto?", dijo intempestivamente Pablo, consternado de que su amigo fuese tan directo con su hermana.

"Es la verdad, Pablo. Tu hermana tiene unas tetas espectaculares. Ahí tenés, lo dije. Sólo digo las cosas como son. Pero hagamos otra cosa: por qué no las mirás?, y después me decís si no es así...".

Pablo las observó, y no había manera de desmentir a Fede. Las tetas de su hermana eran perfectas. Eran redondas, firmes y con sus pezones casi atravesando la camisa. Finalmente, cedió: "OK, Paula tiene buenas tetas, como delicadamente dijiste. Ahora sigamos jugando. Repartí las cartas, hermanita..."

Jugaron un rato más, y Paula se convenció de que aún con lo que recién acababa de aprender sobre el juego, si no te venían las cartas correctas, era imposible ganar. Luego de una racha negativa, estaba de nuevo al borde de la quiebra.

"Mierda, otra vez lo mismo...", se quejó, mientras miraba las pocas fichas que le quedaban. Lo que ella no sabía, y ellos tampoco sabían, era que el esfuerzo conjunto de un grupo de jugadores de póker no podía ser derrotado. No era que los chicos hubiesen planeado hacerla perder, pero inconcientemente todos querían que Paula perdiera, y en esa búsqueda, no les importaba mucho la suerte de los demás. O sea, actuaban con el mismo propósito sin habérselo propuesto.

No importaba cuan bien jugara Paula, apenas si tenía chances de vencerlos a todos. Ninguno de los chicos trataba ya de incrementar su propia cantidad de fichas, sino de conseguir que Paula perdiera las suyas.

"Cuánto por mi camisa?", preguntó Paula, tras perder una nueva mano. Los chicos demoraron en responder, entonces ella dijo: "Está bien. Diez pesos cada uno".

Pablo, sin decir nada, juntó su parte y se la acercó a su hermana. Paula las recibió, como hizo con las de Fede y Dani.

Ahora ella sabía como se desarrollaba el juego, y tenía más dinero que cada uno de ellos. Además, también se estaba empezando a dar cuenta de lo bien que la ponía saberse el centro de atención.

"Gracias, chicos. Espero no defraudarlos...".

Suavemente, bajó la camisa primero por uno de sus hombros, luego por el siguiente, dejando a la vista por primera vez sus tetas y sus duros y rosados pezones.

Tirando la camisa sobre la mesa, dijo: "Ahora pueden mirar, no sean tímidos...". Moviéndose de lado a lado, mostró sin complejos sus tetas desnudas.

Dani fue el primero en encontrar la voz: "Madre mía, Paula..., son espectaculares..."

"Perfectas...", reiteró Fede.

"Gracias, en verdad, a mí también me gustan" dijo sonriente, al tiempo que movía los hombros, causando que las tetas se bambolearan un poco.

"Ahora directamente lo que estás haciendo es exhibirte" pareció llamarle la atención Pablo, pero al igual que sus amigos, no podía dejar de mirar las tetas de su hermana.

"Me parece que sí, pero por qué vamos a ser tan tímidos con nuestros cuerpos?", preguntó burlonamente, al tiempo que se tomaba sus tetas con las manos.

"Totalmente de acuerdo", coincidió Fede.

"Pero no estoy siendo una buena anfitriona, denme sus vasos que se los lleno. Y por favor, Pablo, cambiá esa estación de radio, o mejor, poné algún CD."

Mientras Pablo fue hacia el living para hacerlo, Fede y Dani se quedaron mirando a Paula, que se levantó y se dirigió a la cocina, con sus tetas rebotando deliciosamente a cada paso.

Volvió con una Coca Cola y la colocó encima de la mesa, luego giró inclinándose hacia el gabinete donde su padre guarda el alcohol, para buscar una nueva botella de whisky, ya que la anterior se había terminado.

Los dos chicos se regodearon con la vista: Paula tenía un culo redondo y formado, y los pantalones que llevaba se ajustaban a él mientras se agachaba, dejándolo ver en todo su esplendor.

Mientras buscaba entre las botellas, sus tetas se movían sensualmente.

Siendo un experto en matemáticas y física, Dani estaba imaginando todas las posiciones que podrían adoptar las tetas de Paula en distintas posturas: como lucirían estando acostada, o sentada, de costado...

Pero como cualquier chico de 16 años, sentía como su pene crecía cada vez más, al tener frente a él a una chica universitaria mostrándose semi desnuda. Con sólo 1,62m, él era el más bajo entre los 3 amigos, y trataba de compensar esa carencia levantando pesas y usando remeras de manga corta y ajustada, para exhibir sus firmes bíceps. Este sería un buen punto a su favor, si tan sólo se animara a hablar con chicas de temas ajenos... a las matemáticas y la física.

Fede, por otra parte, era apenas unos centímetros más bajo que Pablo y, al igual que éste, estaba en el equipo de balonmano. No era tan bueno en este deporte como lo era su amigo, pero le servía para estar en forma, y tenía la esperanza de que algunas chicas que asistían a los partidos se fijaran en él.

Aunque le iba bien en matemáticas, su punto fuerte era la lectura: a los 10, ya había leído a Cervantes y García Márquez; a los 14, a Shakespeare en inglés y Dante en italiano.

Pero a los 18, aún no podía comprender la razón por la que las chicas no se sentían impresionadas en absoluto cuando les recitaba de memoria poemas de Lorca.

Al igual que Dani, no podía sino responder con una erección observando a Paula.

Paula se levantó, llevando dos botellas contra su cuerpo, haciendo que sus tetas se juntaran: "Préstenme atención, cuál de las dos abrimos?. Ésta (mientras daba vuelta la botella y la acercaba a su rostro, para poder leer mejor la etiqueta, casi aplastando una de sus tetas), o ésta otra?".

Ahora sus dos tetas estaban siendo aprisionadas por las botellas. Percibiendo el efecto que eso causaba en los chicos, sonrió y comenzó a jugar con las botellas y sus tetas: "Mmmm, el cristal frío y suave, se siente tan bien en mi piel...", se sorprendió de su propia audacia, ante los atónitos ojos de los chicos.

Presionando una de las botellas bajo su teta izquierda, preguntó: "Qué será?: Jack Daniel’s...", y la teta derecha con la otra, "o Chivas?"

Los chicos, haciendo gala de su falta de cultura alcohólica, desconocían ésta última marca, por lo que eligieron el Jack Daniels.

Paula intentó destapar la botella, pero le fue imposible, y le pidió ayuda a Dani. Él estaba encantado de colaborar, más aún cuando Paula se paró detrás de él, apoyando sus tetas contra la parte posterior de la cabeza del chico, mientras esperaba que él terminara su tarea.

"Gracias", le dijo cuando finalmente lo logró. Luego se inclinó, acercándose más, y permitiendo que una de sus tetas se reposara en el hombre de Dani, mientras le llenaba su vaso.

Tras repetir el procedimiento con Fede, Paula tomó la botella de Coca y les sirvió también.

  • "Espero que les gusta mezclar whisky y Coca, chicos. También tenemos tequila, vodka y muchas otras cosas en el mueble, pero preferiría tener que evitar reemplazar tantas bebidas. Con las dos botellas de whisky será suficiente."

Ellos asintieron, haciéndole ver que por ellos estaba perfecto así.

"Genial. Entonces encendamos otro porrito, ya es hora de compartir otra vez."

"Por favor, hacé el honor.", le dijo Fede, tras alcanzarle la bolsa con la hierba, a la vez que ella tomaba asiento.

Paula sacó de la bolsa uno de los cigarros que había armado antes. Al hacerlo, sus tetas quedaron apoyadas sobre la mesa, como si estuvieran en una exposición. Tomando cuenta de esto, les dijo: "Es difícil, siempre se meten en el medio."

"Creo que estoy en el paraíso", respondió Dani, con un tono que dejó en claro su sinceridad.

"Perfecto, entonces no me preocupo."

Justo cuando sonaba un aviso publicitario, la radio le dio paso a un jazz suave. Pablo regresó, diciendo: "Listo, dejé 5 CDs en la compactera, así no debemos preocuparnos por la música durante un buen rato."

"Gracias.", le dijo Paula, levantándose. "Dejame servirte un trago." Mientras su hermano tomaba asiento, ella tomó el whisky. Parada detrás de él, se inclinó para llenar su vaso. Al hacerlo, no pudo impedir que una de sus tetas rozara la mejilla de Pablo.

"Paula, por Dios!", recriminó éste, casi tomando el pezón con su boca.

"Qué?, no vas a beber más?"

"No, es que no es necesario que..."

Pero Paula estaba en otra cosa, y la darse vuelta, le puso una teta en la boca.

"Dios!!!", exclamó su hermano.

"Nunca te interpongas cuando una chica tiene que cumplir su tarea", respondió ella, sonriendo mientras le servía el whisky.

"Pero vos estás..."

Tomando la Coca en sus manos, Paula llenó el vaso de su hermano: "Estoy qué?. Sólo intento que tengas el mismo trago que nosotros". Retomando su lugar en la mesa, continuó: "Creo que es el turno de Dani para repartir cartas. Y espero que ya se hayan acostumbrado a verme las tetas." Y tomándolas entre sus manos: "Al fin y al cabo, no es nada nuevo para ustedes. Ya habrán visto algunas anteriormente."

"Por supuesto.", dijo Dani.

"Sí.", agregó Fede.

"Obvio.", remató Pablo.

Sólo su hermano estaba mintiendo. Una vez llegó a conseguir que una compañera se desabrochara su blusa, pero no pasó de eso. Cuando él intentó tocar sus tetas, ella se lo impidió. Esa fue su última cita.

Pero aún cuando Fede y Dani habían llegado a tocar un par de tetas, había sido dentro de un auto estacionado. Nada comparado con ver a Paula, a la luz de la habitación donde se encontraban.

"Entonces, empecemos a jugar. Y a tener cuidado: ahora soy la que más dinero tiene. Ya no me van a hacer caer tan fácil..."

Y así fue. Era una chica inteligente y le había ido tomando la idea a las manos de póker. Eso, sumado a las recientes revelaciones sobre mentir y engañar a los rivales, la estaba convirtiendo en una buena jugadora.

Aún así, estaba en una desventaja de tres contra una, por lo cual, aunque era la que más dinero tenía, no tardarían mucho sus oponentes en dejarla nuevamente quebrada

"Maldita sea, pensé que iban a distraerse mirándome las tetas, pero ya tengo que juntar fondos otra vez.", dijo mirando a los chicos. "No creo que vayan a darme mucho por mis sandalias, no?"

"No. Pero creo que tu pantalón puede conseguir buen dinero.", dijo Dani con una sonrisa pícara.

"Está bien. Qué más da?" Paula tomó un cigarro, y dio una fuerte pitada. "Creo que valen bastante, dadas las circunstancias." Sintiendo las respuestas de su cuerpo a la marihuana, y disfrutando el hecho de estar en tetas delante de unos chicos de colegio secundario, dijo: "OK, qué tal diez pesos cada uno? Si esto no me da el crédito necesario, no sé que más puedo ofrecer..."

"No lo sé, Paula. En ese caso sólo me quedaría con dos pesos.", pareció quejarse Dani.

"Sí, pero yo voy a estar acá sentada en bombacha, sin nada más. Creo que lo vale, o no?"

"Y...". Dani no podía negar que ella estaba en lo cierto. Es más, alegremente le hubiera dado todo lo que tenía con tal de verla así.

Paula se puso de pie, abrió el botón de su pantalón, y lentamente hizo descender el zipper del mismo: "Entonces?, qué piensan?. Quién está de acuerdo?"

Mirando a esta belleza de chica, en tetas y desabrochando su pantalón, Fede y Dani juntaron sus fichas y las arrimaron al sector de Paula. Pablo pareció tomarse un tiempo para pensar, pero hizo lo mismo que sus amigos.

"Gracias, chicos. Pero creo que van a terminar arrepintiéndose de esto, ya que estoy aprendiendo a dominar este juego.", dijo Paula, mientras bajaba su pantalón hasta la cadera. "Me encanta quitarles su dinero." Continuó bajando su prenda, dejando a la vista una bombachita blanca, con el logo del club de fútbol Estudiantes de La Plata sobre su pubis. "Cómo les advertí, tengo que hacer la lavandería. Tuve que ponerme lo que encontré limpio."

"El León", dijo Dani, leyendo las palabras que salían del León que se encontraba dibujado en el frente de su bombacha, símbolo de ese equipo.

"Sí, soy muy fanática.", dijo Paula con cierta ironía. Se dio vuelta, y sacando el culo hacia fuera, en pompa, dejó leer la leyenda "Pincha" (otro seudónimo del club Estudiantes) sobre la tela de la parte posterior de su ropa interior. Luego volvió a darse vuelta, subió uno de sus pies hasta ponerlo sobre una silla, apoyó un codo sobre su rodilla, y con una de sus manos acarició el interior de sus muslos y su concha sobre la bombacha. "Por suerte me rasuré esta mañana. Me sentiría avergonzada si se me hubieran visto algunos vellos asomando."

"Por favor, ni en mis sueños más locos imaginé que nuestro juego de cartas iba a desembocar en esto...", suspiró Dani.

"A decir verdad, yo tampoco. Pero gracias por permitirme jugar."

"Por mí, podés jugar conmigo cuando quieras.", replicó Dani, compartiendo una sonrisa con sus dos amigos, al darse cuenta del doble sentido de la frase, esbozada con total ingenuidad.

"Bueno, acabo de darme cuenta de que hace bastante rato que ninguno de ustedes se pone de pie. Acaso tienen algo que ocultar?."

Tras esto, los chicos se sonrojaron. Cada uno de ellos cargaba con una erección de campeonato, y estaban más que cómodos escondiéndola bajo la mesa.

Paula se asomó a ambos lados de la mesa, divertida al ver los bultos en las entrepiernas de Fede y Dani.

  • "Ahora me quedo más tranquila. Me bajarían la autoestima si no hubieran respondido de esta forma. Ahora repartí las cartas, Dani."

Durante la siguiente media hora, Paula vio como su pila de fichas había bajado notoriamente. Incluso en su mejor mano, con un trío de reyes, Pablo la venció con Full.

"Están jugando conmigo, chicos?", preguntó, enojada con su suerte. "Las probabilidades dicen que debería ganar una mano cada cuatro... Bueno, necesito venderles mi bombacha, es lo único que me queda..."

Ese anuncio generó un silencio en la habitación.

Paula miró a los chicos: "15 pesos cada uno." Al verlos dudar, agregó: "Ey!!!, voy a estar desnuda, chicos. Qué más quieren?"

"Pero vas a quedarte con todo nuestro dinero.", dijo Fede.

"Y con eso?"

"Ahí te agarró, Fede. A quién le importa el dinero?", dijo Dani.

"Buena observación."

Paula sonrió contenta: "Primero pidamos unas pizzas, estoy hambrienta. Sigue abierta Manolo’s?"

Manolo’s seguía funcionando, pero de nuevo surgió el tema del dinero.

"Estoy quebrada hasta que pueda ir al banco. Podés cubrirme hasta mañana, Pablo?"

"No aflojes, amigo. Se lo tiene que ganar...", dijo Fede.

"Qué?". Hasta Pablo parecía sorprendido por el comentario de su amigo.

"Es obvio. Vos estás en el colegio, y tenés un trabajo de medio día para poder disponer de algo de dinero, cierto?"

"Sí.", respondió Pablo. Ni él ni Paula se molestaron en mencionar el generoso aporte de dinero que les pasaban sus padres.

"Entonces Paula debería hacer algo para ganarse su parte de la pizza."

"Por mí no hay problema. Estaría encantada de ganarme mi parte." Y se puso de pie, dirigiéndose hasta donde estaba su hermano. "Nunca me aprovecharía de vos, hermanito."

Se sentó sobre la falda de Pablo, y le dijo: "Entonces creo que tengo que hacerte un baile erótico. Digo, para ganarme mi parte.".

Paula pasó su mano sobre el rostro de su hermano, y luego la llevó a una de sus desnudas tetas. Podía sentir el pene de su hermano presionando contra su culo, bajo sus jeans. "Esto tiene su valor, no te parece?", le preguntó Paula, llevándose la mano de su hermano a la concha.

Pablo dejó que sus dedos hicieran presión sobre la tela de la bombacha que cubría sus labios vaginales: "Paula, no deberíamos hacer..."

"No seas tonto, Pablo. Por supuesto que no deberíamos estar haciendo esto. Por eso es que se siente tan bien al hacerlo. Fede y Dani jamás dirán una palabra de esto, cierto chicos?"

"Nno, no. Por supuesto, que no..."

"Viste, ellos lo tienen claro. Y nosotros deberíamos tenerlo claro también.", le dijo Paula, mientras le acariciaba la cara a su hermano, haciendo que una teta se clavara en su mejilla. Como si nada, acotó: "Deberíamos pedir dos grandes. Yo como cualquiera, menos de anchoas." Luego puso su mano sobre la de Pablo, y la empujó nuevamente hacia su concha: "Entonces, qué tengo que hacer para ganarme la cena?", preguntó con tono mimoso.

"Mi Dios, Paula..." dijo su hermano, mientras su mano palpaba su vagina.

Paula hizo a un lado el elástico de su bombacha, para que la mano de su hermano hiciera contacto con sus desnudos labios: "Alcanzará con esto?".

Pablo sintió que su mano se incendiaba al tocar la concha caliente de su hermana: "Paula, no podemos, no..."

"Pero lo estamos haciendo, hermanito. Y no veo que sea el fin del mundo. De hecho...", comenzó a decir, mientras se llevaba a su interior dos dedos de su hermano, "así es mejor.".

Pablo no sabía que hacer. Su dedo mayor estaba entre los labios vaginales de su hermana, y ella estaba empapada.

"Mmmmm, cómo me gusta esto..." suspiró Paula.

"Amigo, qué están haciendo?", exclamó Dani, levantándose para tener una mejor vista.

Paula se levantó de la falda de su hermano: "Nada, nada...", dijo, mientras se ajustaba la bombacha para que volviese a la posición original. Le guiñó un ojo a Fede, quien debido a su ubicación, había tenido una visión privilegiada de lo que acababa de ocurrir. Con una sonrisa, Fede le devolvió el guiño...

"Me lo perdí, no?..., me quiero matar...", se quejó Dani.

"Sí, es para matarse", le respondió Fede.

Tomando otro cigarro, Paula lo encendió, haciendo que sus pechos crecieran al inhalar profundamente. Se rascaba suavemente el pubis a través de su bombacha: "Benditos sean, chicos. Sí que consiguieron buena hierba. Nunca estuve tan caliente..."

Observándola, Dani asintió, y agregó: "Yo estoy igual..."

Paula sonrió, y se acercó a él. "Es muy divertido andar con ustedes.". Se bajó levemente la bombacha: "Me rasuré está mañana. Te gusta cómo me quedó?".

Mientras Dani miraba, Paula se pasó los dedos por su desnuda entrepierna, a sólo unos centímetros del rostro del chico.

"Me siento tan putita..., especialmente cuando me muevo, y la bombacha se roza directamente con mi piel, sin que ningún vello se entrometa".

Tomando la mano de Dani, la llevó a su pubis desnudo, para que él pudiera sentir su piel recién depilada.

  • "No está buenísimo?", preguntó Paula, mientras caminada hacia donde estaba Fede. De pie frente a él, la mano de Paula bajó hasta adentrarse en su bombacha, acariciando su concha: "Creo que vos y Dani deberían colaborar con Pablo para pagar las pizzas. Me parece justo..."

Viendo los dedos de Paula jugando debajo de su bombachita, Fede asintió sin dudar.

Paula se sentó, con su mano aún en su entrepierna: "Perfecto. Que alguno de ustedes llame a la pizzería, tengo mucho hambre...", dijo. Luego sacó sus dedos del interior de su ropa interior, estaban húmedos, y los llevó a sus labios. Suavemente los chupó. "Creo que ustedes estarán hambrientos también.", acotó pícaramente.

"No puedo creer que hayas hecho eso...", no pudo aguantar Dani.

"Yo tampoco. Debe ser el porro y el whisky. Estoy completamente desinhibida."

Fede levantó su copa: "Brindo por la desinhibición total." Todos bebieron por ello y, tras la insistencia de Paula, volvieron al juego de cartas.

Tras unas cuantas buenas manos, ella mantuvo lo suyo por la media hora siguiente. Entonces, justo cuando empezaban a preguntarse en voz alta cuando llegaría la pizza, se escuchó el timbre.

Paula dijo que ella iría a recogerla, y para ello volvió a ponerse su camisa, cerrando sólo un botón.

"El chico de la pizza va a tener una buena historia que contar a sus compañeros.", les dijo Paula, mientras iba hacia la puerta. La camisa apenas cubría su bombacha.

Al abrir la puerta, vio a un chico bajito, con una gorra de béisbol invertida. "Adelante, estamos hambrientos..."

El chico entró, y le dio las pizzas: "Son 25 pesos".

Mirando su rostro bonito y suave, Paula no pudo contener la risa. No era un chico, era una chica!

"Perdón, pensé que eras un chico.", le dijo a la repartidora.

"Siempre se confunden. Son 25 pesos..." respondió la chica en un tono monocorde.

Paula se sintió algo tonta de estar semi desnuda frente a ella. Suspiró y algo avergonzada, dijo: "Ssi, permitime dejar las pizzas en la mesa y te traigo el dinero. Te pido disculpas por no estar vestida. Seguime..."

"No te preocupes. Vengo haciendo este trabajo desde hace un tiempo, y nada me sorprende.", respondió la chica, mientras seguía a Paula. Y agregó: "Cómo estás, Paula?"

Paula se quedó petrificada, y observó a la chica. Los jeans caídos y la camiseta varios talles más grande, ocultaban su cuerpo. Sólo le quedaba su rostro. Y entonces se dio cuenta: "Mara?..., sos vos?"

La chica sonrió, iluminando su rostro: "La misma..."

"Por Dios. Hace años que no te veo..."

"Desde que terminamos el secundario, supongo. Cómo estás?"

"Bien, por suerte. Y vos?"

"Ya me ves, repartiendo pizza. Eso lo dice todo. Pero no me quejo. Voy a la universidad local por la mañana, y hago esto por las noches."

"Me alegro por vos. Me encanta haberte visto. A propósito, que le pasó a..." La única cosa que Paula recordaba sobre su antigua compañera era su hermoso cabello colorado.

Mara se sonrió, al tiempo que se tocaba la nuca. "Ah, mi cabello. Todos me recuerdan por eso. Me lo corté tan pronto me fui a vivir sola. Mi madre siempre me obligaba a llevarlo largo, y yo lo odiaba. Había que dedicarle mucho tiempo para mantenerlo así." Luego miró a Paula de arriba abajo: "Vos te ves muy bien. Seguís en la universidad?"

"Sí, me queda un año más. Y vos?"

"Te felicito. Yo?, creo que me faltarán unos dos años hasta recibir la licenciatura. Sabés?, apenas me tomó un minuto reconocerte. Debe ser el atuendo. Siempre te recuerdo como la chica inteligente que siempre se vestía..., ehmmmm, muy bien."

"Querés decir a la antigua?"

"Y..., sí..."

Paula se miró a sí misma, sus piernas estaban al descubierto, y su camisa apenas tapaba su bombacha: "Creo que es como lo que me decís sobre tu mamá y vos. Ahora que me fui, me volví más moderna."

"Ya lo veo, pero bien, me gusta tu nuevo look." Mara sintió un aroma conocido: "Y aparentemente, están fumando. Hace años que no disfruto de un buen porro."

"Bueno, podés liberarte del trabajo?. Tenemos buenos porros, alcohol de sobra, y ahora, también pizza."

"Mmm, eso suena muy bien. Pero por la forma en que estás vestida, creo que a tu chico no le va a caer bien que me quede..."

"Para nada, vení que te presento a los chicos. No estoy en una cita, sólo jugando cartas con mi hermano y sus compañeros del colegio. Están un poco borrachos, pero son buenos chicos."

Paula la llevó hacia donde se encontraban los chicos, e hizo las presentaciones correspondientes. "Invité a Mara a que se quede con nosotros. Espero que no les moleste...".

En realidad, Fede y Dani no estaban muy de acuerdo con eso, ya que pensaban que una nueva persona cortaría el ambiente que se venía desarrollando, pero cortesmente ocultaron su desazón.

Pablo, por el contrario, pensó que cualquier cosa que sirviese pasa desacelerar a su hermana era buena, y de inmediato separó una silla para Mara.

Mientras se abalanzaban sobre la pizza, Paula les explicó a los chicos que ella y Mara habían sido compañeras durante el secundario.

"De verdad?. Parecés más chica, Mara....", puntualizó Dani.

Mirando hacia abajo, a sus pequeñas tetas, casi imperceptibles debajo de su amplia camiseta, Mara respondió: "Es lo que siempre me dicen..."

"Perdón. No quise que sonara mal..."

"No, soy yo la que debería disculparme", dijo, mirando como las tetas de Paula se mostraban firmes debajo de su despojada camisa. "Me siento en inferioridad." Todos rieron con su comentario.

Luego de llamar a su trabajo y decirles que no se sentía bien, agregó: "Paula, por lo que veo estabas casi al final de perder un juego de strip póker."

"Bueno, estábamos jugando al póker, pero no strip."

"Entonces, solés vestirte así cuando te juntás con amigos?. No es que me importe, al fin y al cabo, tenés un muy bonito cuerpo..."

"Gracias. Es que andaba corta de efectivo, y tuve que vender algunas prendas."

"De hecho, nos vendiste esta camisa que llevás puesta. No es justo que la estés usando de nuevo.", dijo Fede.

"Es que tenía que ponerme algo encima para ir a abrir la puerta.", respondió Paula, a la defensiva. "Y no está bien hablar de eso ahora, no mientras comemos..."

Mara meneaba su cabeza: "Y parecías tan delicada en la escuela...".

Una vez que terminaron de comer, Mara tomó un cigarro de la mesa: "Les molesta si lo enciendo?"

"Adelante. Todavía te va a faltar para alcanzarnos". Mientras Mara, Fede y Dani compartían el cigarro, Paula y su hermano limpiaban los restos de pizza de la mesa.

Cuando terminaron, Mara tomó las cartas y pregunto si podía entrar al juego.

"Seguro, nosotros empezamos con 20 pesos cada uno. Podés hacer lo mismo.", le explicó Fede.

"Bueno, últimamente estoy ahorrando cada peso que gano. Me preguntaba si sería posible que yo pueda vender algo, como hizo Paula?", preguntó, al tiempo que daba una pitada. "Que buena hierba. Ya me está pegando. Cuánto me dan por mis pantalones?"

"Cinco pesos." sugirió Dani, que vio como Paula lo golpeaba juguetonamente en la espalda.

"Te estás aprovechando de ella, sean justos. Deberías estar contentos de que haya querido jugar..."

"Está bien, Paula. Creo que diez pesos estarán bien", respondió Dani.

"Hecho.", dijo Mara. Luego de quitarse sus zapatos, y sus jeans, sonrió: "Ya ven, no estoy dejando ver tanto como esperaban, no?". Su camiseta, de gran tamaño, casi le llegaba hasta las rodillas. "Tengo vestidos más cortos que esta remera.". Pablo le dio una pila de fichas.

"Bien, nena..., a eso se llama mostrar, jaja...", la animó Paula.

"Hey, Paula..., no te estás olvidando de algo?", preguntó Fede, levantando las cejas. "Tu camisa. Ya pagamos por ella antes..."

"Es cierto..., pero van a tener que aceptar un reemplazo.", dijo, y sin siquiera levantarse, se despojó de su bombacha, entregándosela a Fede. "Espero que no te moleste."

Sintiendo la calidez del cuerpo de Paula aún perceptible en la tela, y palpando una notoria humedad en la parte de la entrepierna de la bombacha, Fede le respondió: "Ssi, creo que es justo..."

Apenas habían pasado un par de manos, cuando Mara se volvió hacia Paula: "En realidad, esta situación no está bien."

"Cómo es eso?", preguntó Paula.

"Bueno, miralo de este modo: acá tenemos a dos chicas casi desnudas, nosotras, mientras ellos están completamente vestidos. Es algo así como strip póker para tontitas." Hubo un momento de corto silencio, hasta que lo consistente de sus palabras causó la risa de los demás.

Cuando Paula recuperó la compostura, agregó: "Es verdad, al final me estuve comportando como una rubia tonta todo el tiempo. Creo que es hora de cambiar las reglas."

"A mí me gustan las reglas tal como están.", comentó Pablo, mientras sus amigos asentían a su lado.

"Ah, si?. Mara y yo tenemos dinero suficiente para retirarnos en este instante, y entonces el juego se habría terminado. No sería muy divertido. O..., podríamos jugar por objetivos más interesantes. Qué prefieren?"

"Qué querés decir por "más interesantes"?", preguntó Dani, compartiendo esa misma duda con sus amigos.

"Bueno..., antes que nada, tendrían la posibilidad de tener a dos chicas completamente desnudas. Estoy segura que les encantaría comprobar si el pelirrojo de Mara es real o no..."

"Y piensen las cosas que podríamos hacer con algo de loción para el cuerpo...", acotó Mara, siguiendo la intención de Paula.

"Qué clase de cosas?", preguntó Fede.

"No les gustaría ver a Paula pasándose la loción por esas hermosas tetas?", agregó juguetonamente. "O quizás ella y yo nos podríamos pasar la loción entre nosotras. No estaría mal..."

"Wow..., que putita...", la chicaneó Paula.

Mara se acercó a ella, susurrándole al oído: "Los tipos se vuelven locos con sólo pensar en dos chicas jugando entre ellas...".

"No sé ellos, pero a mi ya me convencieron. Empecemos a jugar...", se sinceró Dani.

"No vayamos tan rápido.", interrumpió Fede con su mano en alto. "Estás dejando que tu pija piense por vos. Ella está hablando de lo que podríamos llegar a ver, y enfatizo el "podríamos", si es que ganamos mucho. También podríamos perder, y de ninguna manera yo les voy a pasar loción por el cuerpo a ustedes, cabrones..."

Las chicas no pudieron contener las carcajadas al ver los rostros de los tres chicos al imaginar un contacto físico directo entre ellos. Paula les dijo que no se preocuparan, que las cosas sólo entre hombres no tenían ningún atractivo para ella, a lo que Mara coincidió. Paula agregó: "Vayamos abajo, al play room, donde hay más espacio, y podemos sentarnos en el piso. Ya me cansé de estar sentada en esta mesa..."

El play room era amplio, casi ocupando la mayor parte del sótano. Había una mesa de pool, también un piso acolchonado para hacer ejercicio. Contra una de las paredes, había un home theater completo de última generación, con una pantalla de plasma de 50 pulgadas y el equipo de sonido.

"Wow, esto es impresionante...", exclamó Mara, sintiendo el suave y fino material del piso acariciando sus pies descalzos. Fede y Dani estaban igualmente conmovidos por la habitación.

"Si. A mamá le encanta ejercitarse, tiene todos los videos para copiar las tareas y mantenerse en forma. Yo la acompaño cuando estoy en casa. Y mi papá juega al pool con sus amigos una vez a la semana.", les dijo Paula, mientras se sentaba sobre el piso acolchonado, con las piernas cruzadas, pero cuidadosamente enganchando el borde de su camisa entre sus piernas. "Vengan. Siéntense, pónganse cómodos. Pueden tomar algunos almohadones si quieren. Este es un lugar perfecto para ver la televisión. Pasame el control remoto, voy a ver qué están dando..."

Mientras el resto de los chicos se iban instalando, Paula comenzó a hacer zapping por los canales, hasta encontrar una película barata, que mostraba a algunas chicas con poca ropa, siendo perseguidas en un centro de vacaciones por un grupo de chicos jóvenes.

"Esto está perfecto, la película ideal para ustedes, chicos...". Puso el volumen de la TV en mudo, y oprimiendo algunos botones, la habitación se inundó con música jazz muy suave. "Espero que no les moleste, pero me fascina esta música. Cambiando el tema, quién trajo las cartas?"

"Más importante aún..., quién trajo la loción?", preguntó Dani sonriendo.

Para su sorpresa, Paula se puso de pie, fue hasta un mueble, y regresó con una botella plástica, dándosela a Dani. "Acá tenés. Mamá guarda estas cosas por todas partes. Ahora sólo tienen que ganar varias manos, para ver si tienen oportunidad de usarla."

"Perfecto, estoy impaciente."

"No te ilusiones demasiado, amigo.", le aclaró Fede. "Realmente estás pensando qué eso puede suceder?"

"Por qué no?. Acaso pensaste que nuestro juego de cartas iba a ser como fue?"

"Tenés razón.", reconoció Fede.

Paula estiró sus piernas hacia delante: "Sólo para demostrarte que no miento, Fede, tomemos vos y yo una carta cada uno. Si sacás la más alta, te permito que me pases la loción por mis piernas."

"En serio?", preguntó desbocado.

"En serio. Pero primero tenés que quitarte los jeans." Tan pronto lo hizo, Paula sacó una carta, un 4. "Ufff..., me parece que vas a tener suerte."

Fede sonrió ilusionado, y sacó una Jota: "Siiiiii!". Luego, se dio vuelta, mirando a Pablo: - "Vos estás de acuerdo con esto, no? Después de todo, es tu hermana."

Pablo tomó un trago: "Ella es mayor de edad, y siempre hizo lo que quiso. Dudo que vaya a prestar atención a lo que yo piense justo ahora."

  • "Hey, se trata simplemente de poner algo de loción en mis piernas.", explicó Paula. "Además, me hace falta un masaje. Empezá por mis pies, y luego andá subiendo."

Fede se arrodilló frente a ella, dejó caer algo de loción sobre sus tobillos, y comenzó a masajearlos. Paula le pidió que apretara un poco más los dedos, e incluso emitió un leve gemido cuando las fuertes manos de Fede manipulaban su empeine y la curvatura de sus pies.

"Mmmm, qué bien se siente", le dijo Paula.

Empujado por la buena recepción, empezó a subir hasta sus rodillas y la parte inferior de sus muslos, disfrutando enormemente la tarea. Las piernas de Paula eran musculosas, debido a que salía a correr constantemente. Lentamente, Fede continuó el camino ascendente, hasta llegar a medio muslo, donde se detuvo.

"Qué ocurre?", le preguntó Paula.

"Ehh, bueno..., dónde terminan?"

"Mis piernas?"

"Ssi..."

"En el mismo lugar que terminan las piernas de todo el mundo." A su lado, Mara se divertía.

"Bueno, pero dónde exactamente?. No quisiera... aprovecharme de la situación."

"Ah..., tenemos a un verdadero caballero." Paula miró hacia abajo, a su camisa cubriendo su concha, y la acomodó hasta que apenas le tapaba los labios vaginales. "Pero no manches mi camisa con la loción, que no sale."

Fede tragó saliva, y luego comenzó a pasarle loción en la parte superior de los muslos, mientras Paula se recostó con sus brazos hacia atrás, mirando como progresaba el masaje. De a poco, las manos de Fede siguieron ascendiendo, y cuando Paula flexionó sus piernas un poco, pudo masajear la parte posterior de sus muslos, casi hasta donde comenzaban sus nalgas. Justo cuando Fede estaba por dar por finalizada su tarea, ella miró hacia abajo y dijo: "Ya casi terminamos."

Fede observó, entre las piernas de Paula, al único espacio que había quedado sin cubrir por la loción: unos centímetros de piel desnuda, a ambos costados de su vagina.

"Cierto.", dijo él, colocando algo de loción en sus propias manos. Paula separó ampliamente las piernas, para que él pudiese trabajar bien en esa zona. Entre ese movimiento de ella, y la presión de los dedos de Fede sobre el cuerpo de Paula, la tela de la camisa se movió, dejando a la vista la parte exterior de sus labios, y unos pocos vellos púbicos rubios. Ella lo dejó continuar hasta que los dedos de Fede rozaron su concha.

"Gracias, estuvo perfecto.", le agradeció a Fede. Cruzó sus piernas nuevamente, y volvió a llevar el borde de su camisa hacia abajo. "Y ahora sé que debo hacer un mejor trabajo con la tijera la próxima vez."

Dani y Mara le dedicaron a Fede una ronda de aplausos, a medida que él retomaba su lugar, con una expresión elocuente en sus ojos, y una tremenda erección bajo su calzoncillo. Incluso Pablo dejó escapar una sonrisa.

.

"Ahora es mi turno.", gritó Mara con las cartas en la mano. "Esta es para vos, Pablo."

"Para mí?"

"Sí, tontito. Me gustan los chicos altos. Quizás sea porque yo soy bajita. Y los dos tenemos ojos celestes. Bueno, estoy hablando demasiado. Siempre lo hago cuando estoy excitada." Sólo su propia tentación la detuvo. Tomó un trago para aclarar sus pensamientos. "Te propongo un trato. Vos te quitás tu camisa y tu pantalón. Sacamos una carta cada uno, y si ganás, hacés lo de la loción conmigo."

Pablo sonrió y se mostró sorprendido, pero se quedó de inmediato en ropa interior. Sacó una carta, y resultó ser un Rey. Mara no pudo evitar la risa cuando ella sacó también un Rey. Repitieron la escena, y ésta vez ganó él.

  • "Creo que tengo que ir más lejos que Paula. En lugar de pasarme loción por mis piernas", dijo Mara, mientras se quitaba su larga camiseta por sobre la cabeza, "hacelo en mi pecho." Las tetas de Mara eran más bien pequeñas, pero agradables, sus pezones eran rosados y usaba una bombacha de algodón, color celeste. "Podés pasar la loción sólo donde veas pecas.", le dijo, mientras se colocaba de espaldas sobre el acolchado suelo. Para alegría de Pablo, Mara tenía pecas en todas partes.

"Permítanme.", dijo Paula, que tomó la loción, y dejó caer una parte sobre las pequeñas tetas y el formado estómago de Mara. "Ahí tenés, hermanito. Podés comenzar..."

"Ya que insisten.", sonrió Pablo, masajeando la estrecha cintura de Mara. Siguió con su tarea, palpando y apretando suavemente sus tetas, su pancita, desparramando sus manos por su pecosa piel, mientras su pija se iba poniendo como una roca.

Mara cerró sus ojos, y se contoneaba con placer. Llevó sus brazos detrás de su cabeza, como recostándose en ellos, y le dijo: "Oh, Dios..., esto es perfecto para culminar un arduo día de trabajo. Espero que te gusten mis tetitas..."

"Mucho", le respondió Pablo, casi sin voz. Estaba fascinado por tener esos pezones endurecidos empujando contra la palma de sus manos, mientras jugaba con los pequeños pechos.

Paula notó la tremenda erección de su hermano tratando de escapar por la abertura de sus boxers, y estiró su brazo para darle un pequeño pellizco a la pija de Dani a través de su calzoncillo. "Creo que este juego les debe gustar más que el strip póker, cierto chicos?". Sorprendido por el atrevimiento de Paula, éste se sobresaltó. "No quise asustarte, Dani.", le dijo, manteniendo su mano amarrada al pene del chico.

"Es un buen juego, si..., pero me siento un poco fuera.", acotó honestamente Fede. Era duro ver a sus dos amigos recibiendo toda la atención.

"Uy, es verdad, creo que es tu turno ahora.", dijo Paula. "Aún tengo muchos lugares donde necesito loción. Sacá una carta. Si es alta, me hacés el frente, si es baja, la parte de atrás.".

Sacó una carta baja, pero no se quejó. Fede se imaginó lo que sería poner sus manos sobre Paula desde el mismo momento en que la vio. Ella llevó sus manos hasta el único botón que ajustaba la camisa, pero antes de abrirlo, le dijo: "Primero, tenés que quedarte desnudo."

"Desnudo?"

"Sí, así, ves?". Paula se despojó de su camisa, y se acostó boca abajo. Tras hacer una pausa, para admirar su preciosa concha asomando desde su culo, Fede estaba sin ropas en un segundo. Cuando él estaba arrodillándose a su lado, ella le dijo: "No, montate encima mío. Esa es la única forma de generar más presión sobre la piel. Alguna vez diste un masaje?"

Nerviosamente, Fede se puso encima de Paula, apoyándose contra las nalgas de ella. Sólo tenía que cuidarse de que sus huevos y su pija no se apoyen en la concha o el culo de ella, intentó evitarlo, pero estaba tan duro que, al moverse para alcanzar los hombros de Paula para masajearlos, su pene se metió entre sus nalgas, justo en la raya.

"Parece que tenemos compañía...", lo provocó Paula, mientras movía su culito, restregándolo contra Fede.

"Perdón..., es que..."

"Entiendo..., al fin y al cabo, es la forma en que debe funcionar. No se puede ser tímido y dar un buen masaje. Ahora, espero que no vayas a acabar en mi espalda, no?"

"Dios..., espero que no.", respondió Fede, temiendo que esa era una posibilidad no tan improbable.

"Tampoco sería para tanto. No podemos contradecir a las funciones naturales del cuerpo. Simplemente estaba pensando que deberías tener cerca algunos trapos de papel, por si acaso."

Siempre un caballero, Dani alcanzó a ver una caja de Kleenex en un armario, y se los alcanzó.

Fede trabajaba en el cuerpo de Paula, especialmente en su espalda, mientras observaba a su amigo masajeando a Mara. Lo que veía y sentía era tan poderoso que tuvo que quedarse quieto y cerrar sus ojos para no acabar. Cuando el peligro pasó, creyó oportuno liberar de la presión a su pene, y bajó hacia las piernas de Paula, para concentrarse en sus nalgas. "Ay, si..., más fuerte.", pedía Paula, mientras él trabajaba sobre sus firmes músculos. "Un poquito más abajo...".

Sus manos descendieron: "Mmm, si, masajeame el culo...".

Fede comenzó a pasar la loción por sus nalgas, su pene estaba recostado ahora entre las piernas de Paula. A medida que apretaba y pellizcaba la piel del culo, tanto el orificio anal como la concha quedaban indudablemente a la vista, y cada vez que ella se movía, sus piernas rozaban su aparato. Finalmente, Fede se rindió. Lo último que quería era eyacular sobre el cuerpo de ella y quedar como un idiota. Con una palmada juguetona en las nalgas de Paula, se levantó.

"Ahí tenés, terminé."

Paula giró sobre su espalda, y mirándolo hacia arriba, le dijo: "Al contrario..., ahora sí que encendiste mi motor..."

  • "Sé a lo que te referís.", coincidió Mara, mientras Pablo también se levantaba. "Y me muero por ponerte las manos encima...".

Y entonces empezó a hacer realidad el sueño de todo chico, montándose sobre Paula y besándola, mientras sus tetitas chocaban contra las tetas más grandes de su ex compañera. Sus lenguas batallaron por un momento, hasta que Mara rompió el beso en búsqueda de aire, diciendo: "Chicos, quédense desnudos ya...". Luego se despojó de su bombacha, y después de volcar algo de loción sobre las tetas de Paula, comenzó a masajearla utilizando su propio cuerpo.

"Madre mía..., pueden creer que esto sea cierto?", exclamó Dani mientras se quitaba su ropa interior.

"Realmente, no. Pero voy a disfrutar cada segundo.", respondió Fede, encendiendo un porro, y pasándoselo a Pablo tras dar una pitada. "Demás está decir que nunca nadie debe enterarse de esto..."

"Así es.", coincidió Pablo, con los ojos puestos en los empapados cuerpos desnudos de las dos chicas. A esa altura, ya prácticamente se había olvidado de que una de ellas era su propia hermana, y cuando ese pensamiento volvía a su mente, lo descartaba rápidamente. Tanto él como Dani estaban disfrutando la escena como simples espectadores ahora.

Mara se apartó levemente de Paula, mientras chupaba su pezón, y fue descendiendo, plantando suaves besitos sobre su pancita, jugando con su lengua sobre el ombligo, hasta llegar a la rubia "v" formada por su vello púbico.

Las manos de Paula, sobre el rostro de Mara, parecían suplicarle que no se detuviera, y de inmediato, Mara estaba abriendo los labios de su húmeda conchita.

"Hey, chicos..., miren que duro está su clítoris...", dijo Mara, levantando su cabeza para que los chicos pudieran ver sin obstrucción. Luego, lo succionó con sus labios, y Paula empezó a gemir. Con el conocimiento de primera mano de la respuesta sexual de una mujer, Mara rápidamente llevó a Paula al borde del orgasmo, pero se detuvo justo para impedir que se viniera.

En cambio, cambió su atención del clítoris a la vagina de Paula, sonriendo a los chicos mientras introducía un dedo, y luego otro más, dentro de ella...

Contoneando su pelvis, Paula intentó llegar al orgasmo: "Vamos, Mara..., comeme, puta!", le demandó a su amiga. Estirándose, tomó las manos de dos de los chicos que estaban a su lado, llevándolas hacia sus tetas, sin darse cuenta, o sin importarle, de que Dani era uno de esos chicos, y su propio hermano era el otro. Lo único que Paula quería era acabar.

Con una expresión diabólica, Mara retiró sus dedos y tomándolas, dirigió las manos libres de Dani y Pablo hacia la vagina de Paula: "Manténganla abierta para mí.", les dijo.

A Fede, directamente le hizo un gesto, moviendo el culo. Él captó el mensaje de inmediato, y comenzó a jugar con la empapada concha de Mara, mientras ésta envolvía con su boca el clítoris de Paula. Después de todo el calentamiento previo, y ahora con tres personas jugando con su cuerpo, Paula explotó en un orgasmo.

Pronto la siguió Mara, una vez que Fede encontró su clítoris, y de pronto la habitación quedo invadida con los fuertes gemidos de las dos chicas.

Fuera de sí, Paula se acostó de espaldas, su pecho subiendo y bajando en colapsos. Mara se sentó como cansada, pero después de ver los 3 miembros erectos de los chicos, dijo: "Dios..., ustedes sí necesitan descargarse."

Tomando el pene de Fede con una mano, se llevó el de Pablo a la boca con la otra, y comenzó a chupársela. De a poco, iba alternando entre los dos chicos: chupándosela a uno, meneándosela al otro.

Eso fue lo primero que Paula vio una vez que abrió los ojos, ya recuperada. Arrastró a Dani hacia ella, y situó su pene entre sus tetas, masajeándolo con ellas.

Desde su visual, mirando hacia abajo, a sus tetas y rozados pezones, Dani no podía pensar en algo mejor que ese momento.

De pronto, Paula empezó a succionar la cabeza de su pija, hacia delante y atrás.

Dani acabó en su boca, es decir, prácticamente en su boca, ya que parte del semen fue resbalando por el cuerpo de Paula, llegando a sus tetas.

Al ver esta escena, Fede descargó su ímpetu en la cálida boca de Mara, y terminó justo a tiempo para que ella recibiera también el obsequio de Pablo.

Dani se apartó de Paula y tomó asiento sobre el piso acolchado. Pablo y Fede hicieron los propio, más que satisfechos. Mara bromeaba con Paula: "Estamos hechas un desastre.", le dijo, al tiempo que chupaba una gotita de semen del pecho de Paula.

Alguien encendió otro cigarro, y lo fueron pasando uno a uno..., ninguno tenía mucho por decir.

Finalmente, Paula se hizo a un costado de Mara, y abrazando a su nueva amiga, les dijo a los chicos: "Nosotras vamos a tomar una ducha, y ustedes limpien el piso. Que Dios nos ayude si esa loción queda en el piso. Mamá y papá nos matarían."

Media hora más tarde, con el cabello seco y arreglado, las chicas regresaron vistiendo unas batas, y comprobaron que los chicos habían hecho un buen trabajo de limpieza.

Ellos estaban desnudos todavía, sentados en el piso entre algunos almohadones, mirando un episodio de "Los Dukes de Hazzard".

Paula tomó un amplio y cómodo sillón, y se sentó en él, con Mara recostando su cabeza sobre las piernas de su compañera. Al recibir el cigarro que le ofreció su hermano, ella le agradeció por lo bien que habían dejado todo ordenado.

"De nada, lo hicimos rapidísimo. Este piso es a prueba de abusos."

"Veo que les gusta el nudismo, chicos." dijo Paula.

"Tiene sus ventajas. Y a esta altura, nadie tiene nada que ocultar.", respondió Fede.

"Supongo que no.", dijo Paula sonriendo.

Sin quitar la vista del televisor, Mara preguntó: "Sólo una cosa: cuándo creen que estarán recuperados para volver a hacerlo, chicos?".

Sonriendo, Fede le arrojó una almohada, que ella atrapó en el aire.

"Hey, Yo soy la única a la que no le hicieron sexo oral. Es injusto...". Y observando a Paula y su hermano: "Y yo soy la invitada..."

"Miremos TV un rato, así todos descansamos un poco.", le dijo Paula. "Tienen 16 años, no creo que demoren mucho en poderse compadecer de vos."

Mara pareció comprender, y continuó mirando a los Duke. "Quizás esto estimule a alguien.", dijo en voz alta, mientras se abría la bata. Divertida, Paula continuó viendo la tele, pero jugando con la pelirroja "V" perfectamente recortada de su amiga, cuya vagina empezó a responder a la provocación.

Para Paula, sería simplemente una nueva experiencia sexual. Tal como a ella jamás le había practicado sexo oral otra chica ni había participado de sexo grupal hasta esa noche, nunca antes había tocado la concha de otra chica. Acariciando suavemente los rulos de su vello, y palpando los labios de su vagina, decidió que le llamaba la atención todo lo que había probado. Incluso el contacto con su hermano, con el que, de última, no había tenido sexo, él simplemente la había manoseado un poco. Un poco, si..., provocándole un orgasmo masivo, pensó para sus adentros.

Cuando el episodio de los Dukes terminó, de inmediato comenzó otro. Pablo dijo: "Genial, deben estar dando una maratón."

"Bueno, chicos: sé que les encanta ver a Daisy Duke con esos shorts recortados,", comenzó Mara, "pero a mí, denme a John Schneider como Beau..., ese si que es sexy."

"Y más sexy a medida que envejece.", agregó Paula.

Mientras todos los demás seguían observando al General Lee saltando por los caminos del Condado de Hazzard, Mara se acercó gateando hacia donde Fede estaba acostado de espaldas, con su cabeza sobre una almohada: "Seguí en lo tuyo.", le dijo, mientras se colocaba sobre él, pasándole las tetas por su pene. "Sólo te voy a robar un minuto. Te prometo que no va a doler."

Lo besó en la boca, y acarició su pene con su vagina, pero esa no era su meta. Su próximo movimiento fue colocar sus piernas entre la cabeza de Fede, haciendo que al descender, su concha quedara en pleno contacto con la boca del chico: "Necesito algo del placer oral que ustedes disfrutaron hace un rato."

Paula se dio vuelta para observar como Fede saboreaba la vagina de Mara, pero Dani y Pablo trataban de hacer como que no les llamaba la atención.

"Sabés?, a veces me dan ganas de comer algo cuando miro la TV", dijo Dani, aparentemente sin sentido.

"Si, te entiendo. Pero es la típica forma de engordar.", respondió Pablo.

"Es verdad. Pero Fede la tiene clara: si vas a comer algo frente al televisor, mejor que sea algo de bajas calorías..."

"Pero es difícil encontrar algo de ese tipo que además sea sabroso."

"Bueno, a mí me gustaría probar algo de lo que él come."

"Uy, tenemos comediantes.", murmuró Mara, mientras se ponía de pie y se acercaba a Dani. "Acá tenés, probá esto.", le dijo, sentándose en su rostro.

"Si alguien pudiera empaquetar eso, sería un éxito. Bajas calorías, y con un sabor imperdible.", bromeó Fede.

Después de un par de minutos disfrutando la lengua de Dani, Mara se acercó a Pablo: "Me gustaría que vos también probaras esto.". Él estaba encantado de hacerlo. Mientras Pablo le chupaba la concha, Mara le dijo a Paula: "No te quedes apartada, nena. Estos chicos son realmente buenos en esto."

Paula miró a los chicos, quienes ya tenían erecciones. Se quitó la bata, y preguntó: "Están todos satisfechos, o alguien tiene espacio para más?"

  • "Dios, Paula..., me encantaría saborearte.", Fede no pudo contener el entusiasmo. Sonriendo, ella gateó hasta ponerse encima de él, en un 69, mientras su boca probaba su pija, y su concha era devorada por la lengua de Fede. Dado el entusiasmo que el chico le demostraba, ella se dio cuenta de que Fede estaba disfrutando tanto como ella lo hacía. Pero ella tenía en mente extender la escena, por lo que se separó de él tras sólo un minuto.

  • "Eso fue tan dulce, que creo que voy a probar otra.", dijo Paula, y se subió encima de un encantado Dani. Tenía un cuerpo más fibroso, y un pene más pequeño, sería una experiencia diferente..., agradable, pero diferente.

"Ahora tengo un juego para proponerles. Seguimos cambiando de pareja, y el primero que acaba..., no sé, tiene que hacer algo realmente desagradable." Luego fue hacia donde estaba Fede, y le dio una pequeña palmada al culo de Paula: "El tiempo corre, dulce."

Paula miró hacia arriba, y con Dani aún lamiendo su vagina, preguntó: "Pero con quién?"

La repartidora de pizza sonrió y señaló a Pablo: "Con sólo dos chicas, y siendo ellos tres, siempre habrá un chico esperando."

"Pero...", Paula luchaba para poner en palabras lo que sentía. El que estaba ahí era su hermano. Y la lengua saboreando su concha no le hacía más fácil el tratar de razonar.

"Oh, vamos..., jugá o voy a tener que descalificarte."

Lentamente, Paula se puso de pie y fue hasta donde estaba Pablo: "Estás de acuerdo con esto?". Ambos parecían tener el mismo problema para articular las palabras, entonces él simplemente asintió con la cabeza, y su hermana se subió encima suyo.

Al principio, ella se mantuvo inmóvil, concentrada en sentir la cálida lengua de su hermano tocando los puntos débiles de su vagina, no simplemente vagando dentro como habían hecho los otros chicos.

Paula se sentía espléndida, puso su mano sobre el pene de su hermano, duro y húmedo tras haber pasado por la boca de Mara. Pensando que estaba muy cerca de cometer un acto aberrante, inimaginable, Paula se llevó a su boca la pija de Pablo, y se dejó caer sobre ella.

Al sentir ese miembro erecto en su boca, la lengua de Pablo explorando su vagina, y su cuerpo desnudo apretado contra el de su hermano, no podía creer lo que estaba viviendo.

De pronto, sintió otra palmada en su culo, y escuchó a Mara diciéndole que cambiaran nuevamente.

Dani estaba contento de tener a Mara subiéndose encima suyo, y Fede sonreía mientras Paula dejaba a su hermano por él.

Reincorporándose, Pablo observó la escena y pensó sobre lo que acababa de hacer: sexo oral con su propia hermana!!!

Él se admitió a sí mismo que deseaba probar más de esa fruta prohibida, y del dulce sabor de esa concha. Luego las chicas cambiaron de nuevo, y ahora la tenía a Mara para evadirlo de sentirse culpable.

Cuando uno de los dedos empezó a acariciar su orificio anal, Paula no pudo contenerse más. Desde que habían estado enganchados en la escena de sexo oral con su hermano, había quedado al filo del orgasmo. Ahora, con el asalto conjunto a su concha y su culo, era imposible de tolerar, y acabó sonoramente.

Al escucharla, Mara se levantó, y junto a Fede y Pablo, observaron a Paula retorciéndose mientras acababa. Cuando finalmente se calmó, Mara anunció: "Perdiste, Paula..., pero al menos parece que lo disfrutaste."

Sonriéndole a Dani, Paula le dijo: "Maldito, ese truco con tu dedo no me lo esperaba, me tomaste por sorpresa."

"Nunca lo había intentado antes, pero tenía ganas de ver qué tenía en mente Mara en caso de que perdieras."

Paula pensó en ello, y miró escépticamente a Mara: "Y... qué tenés pensado?"

"Bueno, tenemos tres pijas duras que necesitan alivio. Creo que deberías hacerlo con todos."

"Con todos?"

"Con todos, y conmigo también." Mara se sentó y abrió sus piernas. "Vení hacia acá y comeme, pero dejá el culo hacia arriba, así los chicos te la ponen."

"Querés decir que..."

"Sí. Cada uno de ellos te va a coger mientras vos me chupás la concha. No te calienta?"

"Me hace sentir muy puta..."

"Exacto..., y eso no te calienta?"

Como toda respuesta, Paula tomó un trago de whisky, y se arrodilló entre las piernas de Mara. Con su boca llena de concha, se arqueó, presentando su hermoso culo a los chicos.

Fede miró a Pablo, y le dijo: "Amigo, vos deberías ser el primero..."

Pablo observó el invitante culo de Paula, necesitado de que lo posean: "Ehhh, no, prefiero esperar..."

"Pero te molesta si yo...?"

"No. Paula está de acuerdo, aprovechá." En realidad, Pablo no sabía que decir o hacer sobre lo que estaban haciendo. Tener sexo grupal con su hermana, o mirarlo al menos, violaba cualquier tabú. Sentía como que tenía que ponerle un fin a todo esto. Sabía que debía hacerlo.

Aún así, se mantuvo estático mientras Fede se colocaba detrás de Paula, acomodando su pene dentro de su concha. Pablo estaba inmóvil por su propia lujuria. Se moría por ver cómo se cogían a su hermana, y para ser sincero, se moría por cogerla él mismo.

Cuando habían compartido ese 69, le había chupado la pija como una reina, y estaba seguro de que ella había disfrutado con su lengua en su vagina. Ella estaba tan caliente como él había estado todo el día, incluso más.

Demonios!, ahí la tenía, arrodillada dándole lengua a la repartidora de pizza, con el culo en pompa esperando por sus pijas.

Fede comenzó a penetrarla. Fue corto, él se vino apenas después de algunos embates.

Dani fue el siguiente, y también fue muy rápido. La escena completa estaba más allá de lo lujurioso. Pablo no se sorprendió de que sus amigos acabaran pronto. A él le hubiese pasado lo mismo, estaba seguro.

Y ahora le tocaba a él.

Observaba las gotas de semen bajando desde su vagina hacia el interior de sus hermosos muslos.

Cuando dio un paso adelante, Mara levantó la mano: "Esperá un segundo, estoy por acabar."

Y así fue, gritando su placer mientras Paula lamía su conchita. Cuando se calmó, Mara se sentó, y con una sonrisa dijo: "Gracias por esperar. No quería que ella estuviera distraída. Ahora es toda tuya..."

Nuevamente, Pablo peleó con sus pensamientos. Lo mejor que pudo hacer fue preguntar: "Paula, a vos te molesta?"

Paula estaba en medio de un frenesí, habiendo acabado con Mara y con los dos chicos. Observó a su hermano, y con voz ronca, le dijo: "Quiero sentirte dentro mío."

Entonces, ella pasó sus dedos por su vagina, y los llevó a su culo, mojándolo: "Pero quiero que me lo hagas por acá, donde aún soy virgen."

Sorprendido, Pablo observó como los dedos de su hermana dilataban su ano para él. Nunca había pensado en hacérselo a una chica por ahí, pero lo racional no era algo que ese día estuviera manejando muy bien. Flexionando las rodillas, abrazándola por detrás, llevó la puntita de su pene a rozar su ano, y le preguntó: "Estás segura?"

"Hacelo despacio, con cuidado...", respondió su hermana, empujando su culo contra la firme erección de su hermano. Una vez que la cabeza había atravesado el esfínter, ella se detuvo: "Dame un segundo.".

Su culo era tan estrecho, la escena tan morbosa, que Pablo casi acaba en ese instante, pero pudo aguantarlo.

Paula comenzó a contonoearse, facilitando que el pene ingresara. Luego, el instinto de Pablo se apoderó de él, y empezaron a moverse al mismo ritmo. Antes de que se diera cuenta, varios centímetros de su pija estaban enterrados en su culo, y ella estaba gimiendo. Todo pareció facilitarse, el culo de Paula se aflojó, y su pene ingresaba como aceitado. Pablo estaba cerca del orgasmo, cuando sintió algo inesperado, y tras mirar hacia abajo, vio que Mara se había unido, y tenía sus dedos dentro de la concha de su hermana.

A través de las finas paredes que separaban la vagina de Paula de sus entrañas, podía sentir los dedos de Mara con su miembro.

Era todo tan extraño y maravilloso, que sus espasmos y suspiros trajeron a Paula de regreso a la realidad.

Cuando sus gritos se fueron calmando y su pene comenzó a perder firmeza, Pablo se salió del culo de su hermana y se sentó en el piso. Paula permaneció acostada, boca abajo, con algo de esperma saliendo de sus agujeros. Tomando algunos Kleenex, Mara la limpió lo mejor que pudo, y luego Paula se puso de pie. Estaba algo mareada.

"Bueno, será muy difícil igualar lo de esta noche, incluso en mis fantasías...". Poniendo a Mara delante suyo, fueron a ducharse.

Los chicos se miraron entre ellos: "Este es el trato,", dijo Pablo. "Después de esta noche, nunca volveremos a hablar de esto, con nadie, ni siquiera entre nosotros. Entendido?"

"Entendido.", dijo Fede.

"Absolutamente.", acotó Dani.

"Lo digo en serio, ni una palabra, ni una referencia, ni siquiera una mirada cómplice."

Los otros dos asintieron.

"OK, entonces, como la noche no se terminó aún.", dijo Pablo. "A propósito, alguna vez pensaron en cogerse a una chica por el culo?"

Sus amigos rieron, y los tres comenzaron a hablar sobre lo inesperado y excitante que había sido ese día.