Pues sí

Pues sí, estoy orgulloso de mi polla, ¿y qué? Por eso la voy enseñando por ahí.

Pues sí, estoy orgulloso de mi polla, ¿y qué? Por eso cuando puedo se la voy enseñando por ahí a chicas q de verdad sepan apreciarla, normalmente a chicas q no hayan visto ninguna antes. Me gusta ver su cara de sorpresa al ver ese pedazo de pollón delante suya. Me gusta q me la vean grande, pero sin estar del todo empalmado, no sé si me comprendeis. Así da la sensación de q ese es su estado normal en reposo, y que cuando de verdad se empalme crecerá hasta el infinito y más allá ¡ja, ja!

Comencé mi afición por el exhibicionismo gracias a una vecinita que por aquel entonces tendría 12 años. Mi madre y su madre son muy buenas amigas, así q esta niña frecuenta mucho mi casa. En una ocasión que mis padres no estaban vino a mi casa a que le ayudara con unos deberes q tenía que hacer. Cuando llegó le dije q hiciera los ejercicios mientras yo me daba una ducha, y entonces fue cuando me dio el flash, lo vi claro... iba a coger la ropa interior del cajón para llevármela al cuarto de baño, cuando algo me retuvo.

Me metí directamente al cuarto de baño y sin cerrar siquiera la puerta. La dejé entreabierta. A medida que me iba desnudando la polla me iba creciendo poco a poco. Me estaba excitando aquella situación. Con solo pensar q estaba desnudo a tan sólo tres o cuatro metros de una niña como esta, me excitaba muchísimo, y además si le diera por pasar ahora mismo por al lado de la puerta y echar un vistazo tendría la ocasión de verme el instrumento en toda su inmensidad. Dios mío, me entraban unas ganas locas de cogérmela y empezar a masturbarme como un loco, pero me contuve. Pensé que sería más interesante insinuarme a esa chiquilla con toda mi fuerza contenida. No sé, tal vez podría pasar algo.

Cuando me metí en la ducha la tenía como el mástil de un barco, pero a medida q iba enjabonándome, enjuagándome, etc. iba pensando en otras cosas menos excitantes, y logré que la erección no fuera muy exagerada, tal y como a mí me gusta. Cuando salí de la ducha me sequé y me envolví en un albornoz, elemento imprescindible para mi plan. Decidí desabrochármelo un poco, de tal manera que se me viera disimuladamente el cacho por debajo del albornoz. Pero se tendría que fijar para vérmelo. Me las había ingeniado para que no fuera demasiado descarado. Con el pelo mojado salí entonces del cuarto de baño y entré en mi cuarto, donde estaba ella, que estaba justo enfrente del cuarto de baño. Cuando entré ella estaba de espaldas, sentada en mi escritorio. La saludé y ella giró la cabeza sin darse la vuelta del todo, así que sólo me vió de soslayo, no se dio cuenta de lo que guardaba para ella.

Me pidió que le echara un vistazo a unas preguntas que tenía que contestar de un libro, y que no entendía muy bien. Así que le cogí el libro y me quedé de pié frente a ella, con el libro apoyado en mi pecho, leyendo. Yo no me di cuenta, pero es q a la vez q leía, mi pene se iba asomando através del albornoz, con lo cual, en la posición que estábamos los dos, mi pene quedó justo enfrente de su rostro. Al darse ella cuenta soltó un gritito y se levantó con cara de susto. Yo no me había dado cuenta hasta ese momento, así que disimulé y le expliqué qué es lo que tenía q contestar en esa pregunta.

Pero ella aunque no paraba de decir ajá, ajá, sentí que con su cara de asombro me miraba la cara, pero yo sabía muy bien que me mantenía tanto la mirada porque evitaba bajar la cabeza para toparse con aquello. Yo seguía disimulando, y le pregunté qué pasaba, a lo cual no me contestó. Bajé la mirada y finjí sorpresa. ¡Oh! Lo siento, qué descuido. Ella, cuando dije esto se tranquilizó un poco al creer q no lo hice a posta. Es normal, me dice, a lo cual yo le pregunté: ¿habías visto antes alguna? Ella enrojeció, pero no paraba de mirármela, a lo cual mi polla reaccionó creciendo. La respuesta que me dio me dejó helado, pero me excitó como jamás pensé que lo haría con esta chiquilla: "Había visto, pero no así como ésta...". ¿Así cómo?, pregunté haciéndome el tonto. Le noté la voz temblorosa, pero logró decir, "así de grande". ¡Jo!, no sabía que la tenía grande. Es la primera vez que me lo dicen. Debería decir "gracias", es un cumplido, ¿no?.

Bueno, más o menos. ¿Puedo tocar?

Claro, todo lo que quieras – sonreí y le guiñé el ojo.

Ella posó delicadamente su dedo índice sobre mi miembro, y vió que se bamboleaba de arriba abajo. Me sonrió, mientras me la seguía moviendo con suaves empujoncitos. Soltó una leve carcajada, y entonces hizo algo que de nuevo me dejó helado: me dio ligero beso en la punta. Rápidamente se dio la vuelta y siguió escribiendo, o haciendo como la que escribía, visiblemente muy nerviosa. ¿Ahí te vas a parar? Le dije, a ver si sacaba algo más. Jo, no sabes cómo me has puesto, y ¿ahora tendré que acabar solo?.

  • Pues acaba solo – me dijo la muy guarra. Entonces le dije que muy bien, que no me importaba. Así que, ni corto ni perezoso, me terminé de desabrochar el albornoz y me agarré la polla como si fuera la empuñadura de una espada. Justo donde estaba, al ladito de ella, me empecé a masturbar. Notaba que ella se iba poniendo cada vez más roja, y más roja, y yo empezaba a gemir cada vez con más placer, más alto. ¡Aaagh!, y ella mientras con la cabeza embutida en el cuaderno donde escribía palabras cada vez más ininteligibles, y más temblorosas. Y yo cada vez más cerca del orgasmo, masturbándome cada vez con más ganas, justo al ladito de su cara.

Ella estaba medio llorosa, aguantando el llanto, se le veía en la cara, pero a mí me daba igual, yo seguía masturbándome cada vez más cerca de ella, hasta que no pude más y eyaculé con mucha fuerza, cayendo semen encima de su cuaderno, por la mesa, e incluso le cayó a ella en la oreja y parte de la cara. Ella tampoco pudo más y estalló en llanto. Pero cuál no fue mi sorpresa cuando en vez de largarse corriendo mientras lloraba, lo que hizo fue meterse mi polla, aún eyaculando, en la boca, y empezó a chupar con unas ganas y una fuerza, que me sacó todo el semen q había en mi cuerpo.

Yo la agarré de la cabeza, y lejos de dejarme una vez había eyaculado, seguía chupando y succionando como al principio, así que mi polla, en lugar de volverse flácida, en seguida volvió a recuperar todo el ánimo del principio, y me dejé hacer. Ni la novia que tuve antes de la actual me hacía unas mamadas así como esta chiquilla de apenas 12 años me la estaba haciendo.

Así siguió como una profesional, pasándome la lengüita por el glande, justo como a mí más gusto me da. Al cabo de un rato chupando y succionando, y cuando la chiquilla más estaba disfrutando de aquella "piruleta", de nuevo me corrí casi con tanto ímpetu como la primera vez, pero esta vez no se desperdició ni uno solo de mis espermatozoides. Cada gotita de semen me la saboreó y después se quedó con la polla en su boca un ratito, sin chupar ni nada, tan solamente notando el peso de mi polla dentro de su boca, sopesándola con la lengua. Tras esto, quedé traspuesto, casi con los ojos vueltos. Se la saqué de la boca, me la limpié y me vestí rápidamente. Tras esto, le pedí por favor que se marchara.

Los remordimientos me duran hasta hoy. Espero que el narrar este relato tal y como ocurrió sirva para desahogarme de esta culpa, por haber corrompido a una niña. Además, espero que también sirva para que los lectores disfruten. Muchas gracias por leerme.