¿Puedo tocarte las tetas?
Después de muchos años de amistad me atrevo a proponerle a mi mejor amiga (casada) que me deje tocarle las tetas, que tanto me obsesionan y tantas pajas han inspirado.
¿Puedo tocarte las tetas?
Así de directo, así de simple y así de complejo.
Era la frase que me retumbaba en mi mente.
¿Por qué me empeñaba en verlo inocente?
¿buscaba así una justificación en mi mente?
Si en el fondo sabía que este pensamiento
lo había creado un impulso tan sucio
que me hacía sentir un demente.
Y aquí estaba ahora, con el pulso a cien y sin habla,
pero al menos no estaba paralizado ni hiperventilaba.
El cómo había llegado hasta aquí es una historia muy larga,
Lo importante es que por fin iba a hacer lo que tanto deseaba.
Mis manos en tus hombros, el pelo te apartaba.
Un body blanco y un escote, ningún sujetador que estorbara.
Las llemas de mis dedos recorrían tu cuello,
Y mis uñas erizaban tu vello,
El recorrido lo tenía claro, bajar hasta tu lunar,
volver a las clavículas y bajar hasta hundir mis dedos donde se juntan,
A partir de ahí un viaje a lo desconocido,
Tan cerca de donde la razón ni se atreve ni a mirar.
Te agarraba las tetas por fuera para sentir su volumen,
las movía arriba y abajo para disfrutar de su fluidez,
Las apretaba y las amasabas porque sería la última vez.
Me portaba como un adolescente en su primera vez.
Con tanto ímpetu que la tela fina tela no era apenas barrera,
Sentía tus pezones crecer y erguirse como piedras.
Mis dedos violando la frontera de la ropa,
Rozando sutilmente tu aureola,
Quemándote y quemándome del goce
Apartando las tirantas ya sin nada que las arrope
Pellizcando tus pezones, eso ya no es roce.
Mi lengua deseando que te des la vuelta,
Mi cabeza agradeciendo que aún estés quieta.
¿Se fue de las manos el juego o fue solo un sueño?
Solo estoy otra vez en mi sofá,
preguntándome de nuevo
¿Puedo tocarte las tetas?
¿Sobreviviría a ello?
Mientras con mi mano revivo,
Lo que despierto o dormido
Será siempre un sueño.