¿Puedo mirar?

En la excitante vida de un masajista pueden presentarse situaciones muy excitantes....se los dice alguien que además de escribir es masajista!!!!

Esto pasó hace algunos años en el spa de un hotel en Capital donde trabajé por primera vez como masajista.

Tenía una compañera masajista que era lesbiana, Marita.

Marita era flaquita y delicadita, un hermoso par de tetitas no muy grande y un culito chiquito y redondito como para comérselo de un bocado.

Con Marita empezamos a trabajar juntos y eso nos dio una muy buena onda entre los dos y después una hermosa amistad, que no llegó más allá porque como les dije, le gustaban las nenas.

Siempre jugábamos a ver quién atendía a la mejor mina. La muy guacha siempre me cagaba las mejores minitas para meterle mano ella, siempre estaba muy caliente pero no quería saber nada de coger con un hombre!!

Yo le decía:- Esta bien, yo te dejo las minitas y atiendo a los gordos transpirados pero algún día me vas a tener que pagar esos favores todos juntos!!!!

Siempre fue una muy buena compañera de trabajo y no llevábamos bárbaro.

Un día apareció Jimena, otra nueva masajista que se explotaba de lo buena que estaba. Un par de gomas enormes, hechas pero muy apetecibles, una cinturita chiquita y un culo capaz de llevar a varios pasajeros a dar una vuelta!!!

Los dos le echamos el ojo pero acá la competencia era más sencilla, todo dependía de ella. Era saber si le gustaban los nenes o las nenas y yo tenía esperanzas de ganar.

Los tres hicimos un muy buen equipo de trabajo y la verdad es que en pocos lugares trabajé tan cómodo como ahí.

Con Marita, hablando en serio, no peleamos por Jimena, pero era evidente que a los dos nos volvía locos.

Un día, en un descanso, con gran decepción pude notar como Marita llevaba las de ganar, Jimena acusaba una dolencia en su espalda y Marita se apresuró a darle un masaje. Con sus ávidas manos masajeaba su piel y Jimena no podía ocultar su cara de satisfacción y deseo.

Solo pude contentarme con presenciar un buen espectáculo cuando, para facilitar el trabajo de Marita se quitó sin problema su chaqueta delante mío quedando en corpiño y dejando sus exquisitas tetas casi al descubierto para mi deleite provocándome una enorme erección no muy disimulable con mi suave pantalón de trabajo.

Las tetas de Jime se balanceaban por la acción del masaje y la turra de Marita se reía y me guiñaba un ojo.

Cuando culminó su masaje y para terminar de podrirme el cerebro, Jime agradeció el masaje con un pico.

De más está decirles que tuve que pasar por el baño a reventarme una tremenda paja para calmarme un poco.

Después Marita me contó que le había tirado onda anteriormente y que si bien Jime nunca había tenido experiencia con otra chica, se sentía atraído por ella y quería experimentar.

Y ahí fue cuando le tiré la frase:

-Puedo mirar?

-Que queres mirar? me dijo

-A ustedes teniendo sexo -le dije- me quedo quietito en un rincón....

-Estás loco -me dijo cagándose de risa

-Acordate que me debes las de los gordos sudados -le dije riendo yo también

-Bueno, esta bien, veo como lo arreglo para que Jime no se niegue, dejame ver como la convenzo.

Guau!!!! no lo podía creer, pensé que ni en pedo me iba a decir que sí, es más, se lo dije medio en joda aunque me moría por presenciar eso...

Al otro día Marita me dijo que Jime para su sorpresa, había aceptado pero que no tenía que intervenir.

-Te juro que me quedo sentadito en un rincón, a lo sumo me hago una pajita...

-Bueno, esta noche en mi departamento.

A la hora fijada nos encontramos en el depto de Marita, muy lindo, nos sirvió algo de tomar y charlamos un rato, las chicas estaban sentadas en el sofá y yo en un sillón aparte.

Marita comenzó a besar el cuello de Jime y les digo que solo eso me puso al palo, quizás de pensar lo que se venía.

Marita le empezó a comer la boca y a acariciarle las tetas por encima de la camisa blanca de Jime. Ella solo se dejaba hacer y disfrutaba del encuentro. Yo me limité a observar como espectador de lujo, comportándome como un lord inglés.

Marita volvió a bajar a los besos por el cuello de Jime y desabrochando la camisa se adueñó de sus tetas. Acariciándolas por encima del corpiño y besando todo lo que la generosidad de este le dejaba al descubierto.

Yo estaba muy alterado cuando Marita le pidió a Jime ir al dormitorio para esta más cómodas.

Tenía una gran cama de dos plazas con somier y yo me ubiqué en un silloncito muy cómodo que había en un rincón de la habitación. Platea de lujo para tamaño espectáculo.

Las chicas se fueron sacando la ropa en el trayecto hacia la cama y les cuento que Jimena era una bestia como ya lo imaginaba, su par de tetas bien parado y su infernal culo la convertía en un monumento, su pelo suelto caía por los hombros y le daba aun un espectacular marco a sus ya espectaculares tetas.

Marita también era hermosa desnuda, sus tetitas eran chiquitas pero bien duritas y con un hermoso par de pezones que por la excitación estaban bien duros. Su culito era redondito, casi perfecto y sus piernas largas y flacas. Su pelo oscuro y bien enrulado contrastaba con su pálida piel.

Después de volver a comerle la boca, Marita se prendió de esos pechos chupando y mordiendo sus pezones y Jime suspiraba entrecerrando los ojos.

Yo aproveché para liberar a mi amigo de la prisión de los boxers y despacito y sin apuro comencé a brindarle un poco de autosatisfacción.

Jimena frenó a Marita y la puso de espaldas en la cama y se dedicó a chuparle y dejarle bien bañaditas en saliva sus preciosas tetitas.

Volvió Jimena a estar de espaldas y ahí Marita se fue directo a su depilada concha, con maestría fue lamiendo y mordisqueando suavemente su coño y Jimena comenzó a gemir fuertemente.

Ahora fue Jime la que se metió en la entrepierna de Marita para comerle su conchita, era su primera concha, pero una mujer hecha y derecha como Jime sabe lo que le gusta y ella supo cómo tenía que hacerlo, solo le hizo lo que a ella le gustaba que le hicieran y la formula fue exitosísima.

Que hermoso, dulce y tierno 69 se hicieron, duró una eternidad y cada una le regaló a la otra un par de hermosos orgasmos.

Yo ya me había sacado los pantalones y el bóxer y me quedé solo con la remera, pajeaba muy lentamente mi dura pija para durar un poco más, cuando estaba por acabar, paraba y luego de calmarme un poco, seguía. Esto me producía un enorme placer, dado que me tendría que conformar con esto.

Marita se dio vuelta y se montó sobre Jime cruzando las piernas para que se puedan frotar sus conchitas en la famosa tijera. Mortal!!!! Las chicas gemían como locas y acabaron otra vez. Yo ya no podía aguantar mucho más y me dediqué a pajearme muy lentamente para acabar cuando me vio Jimena y se dio cuenta por mi cara lo que me sucedía.

-Pará - le dijo a Marita - Esto no es para desperdiciarlo.

y se me vino encima metiendo mi pija en su boca, mamándomela con desesperación.

-Eso es trampa!!! No era lo pactado - dijo Marita pero Jime no le dio bola y me la siguió chupando hasta que exploté en su boca llenándosela de leche que tragó toda.

Al ver mi cara de satisfacción, Marita se rió y me dijo

  • Vení y unite a la fiesta, dale.

Enseguida me les uní y armamos un trío fabuloso.

Jime empezó a lamer la concha de Marita y yo me le sumé. Una concha y dos lenguas de fuego que encendían toda la pasión de Marita que ya gritaba de placer, nuestras lenguas se cruzaban y aprovechábamos para besarnos compartiendo los jugos de Marita que explotaba y nos regalaba un orgasmo muy caliente y mojado.

-Ahora quiero probar yo las dos lenguas -dijo Jime- y ahí fuimos con Marita a jugar con nuestras calientes lenguas.

Jimena arqueaba su espalda de tanto placer y en un momento que nuestras lenguas se cruzaron nos empezamos a comer la boca de tal manera con Marita que Jime nos llamó la atención: - che, la agasajada soy yo!!!!! y los tres nos largamos a reir!!!!

Hicimos acabar a Jimena como se merecía y yo no aguanté más y aprovechando que estaba de espaldas se la enterré en la concha y comencé a bombearla mientras Marita se sentaba sobre su cara para que se la chupe un rato.

Como quedamos enfrentados nos empezamos a besar con Marita, y si bien decía que no le gustaban los hombres, con migo fue distinto.

Marita se tiró en la cama boca arriba y Jime le empezó a comer la concha, en cuatro para que yo la siga empernando. Al ver ese tremendo culo le dije: -Mamita, te entro por atrás, quiero romperte ese ojete ya!!!!

Como toda respuesta ella levantó un poco más el culo y me lo dejó servidito en bandeja.

Le di bastantes lengüetazos para lubricarlo y se la mandé de una, ese culo recibía visitas bastante seguido porque le entró cómodamente así que le di bomba con bastante ímpetu hasta que las chicas, muy calientes, acabaron casi juntas y eso me sirvió de incentivo para acabar yo también y llenarle el culo de leche, como corresponde.

Caímos los tres en la cama bastante cansados, primero fue silencio y después se fue dando una charla graciosa y distendida, como tres amigos que tomaban una cerveza en un bar.

Estuvimos así casi una hora hasta que Marita me dijo:

  • Si olvidar mi condición de torta, me encantaría coger con vos ahora...y no me preguntes porqué.

Ahí nomás me empezó a chupar la pija y obviamente se prendió Jime, al fin y al cabo me faltaba a mi gozar las dos lenguas calientes.

Y vaya experiencia, Por primera vez dos calientes lenguas se hacían cargo de mi chota con mucha dulzura y obviamente aprovechaban para besarse también.

Luego La puse de espaldas a la cama y despacito se la fui enterrando toda y le bombee lentamente haciéndola gozar y gemir. Jime con su lengua entre nuestros sexos le daba placer a ambos y así seguimos hasta que después de un par de orgasmos de ella le llené su conchita con lo que me quedaba aun de leche.

Ahora sí, mas no podíamos pedir. Y nos fuimos felices y contentos, plenos de gozo.

En el hotel nuestra relación fue normal, no mezclamos pasiones y trabajo. Afuera tuvimos varios encuentros más,.

Con Marita no volvimos a coger. Fui su única experiencia con un hombre y la atesoró con dulzura, pero fue la única.

Jime al tiempo cambió de trabajo y la fuimos perdiendo de vista hasta que se cortó.

Con Marita me une una amistad aunque la veo muy poco.