Pueblo Sin Nombre (6)

Entonces Tobías paró y todo fue calma y sosiego de nuevo, momento en el que...

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Segunda sesión con Magda

Ya había pasado una semana, tan apacible como escasa en clientela, así que Tobías puso especial cuidado en recibir a Magda y crear un ambiente muy acogedor, para ello quemó incienso y se vistió de lino blanco, al igual que ya hizo con Rosario.

Ella entró, aspiró el penetrante incienso y le sonrió mostrando unos labios color carmín, con sus blancos dientes y carita redonda y suave. Se había maquillado levemente, no mucho para que no pensase que era una fulana, pero tampoco nada, para que no pensase que no era una mujer coqueta.

—¡Pasa! —le dijo invitándola a entrar y sentarse en su despacho—. Allí le sirvió una taza de té y él se preparó otra—. ¿Qué tal esos dolores?

—Pues muy bien, al día siguiente del masaje la verdad es que tenía la espalda dolorida, pero al otro ya no me molestaba nada y he estado así unos días, pero ayer ya comenzaron otra vez las molestias.

—Bueno es normal, al día siguiente los músculos protestan por el masaje, luego se relajan y terminan tensándose de nuevo porque el problema no se ha curado del todo, en parte debes comprender Magda que ten todo mal hay parte mental y parte física derivada en muchos casos de esa interacción cuerpo mente.

Magda escuchaba atentamente y mientras conversaban tomaban el té. Al terminar la invitó a pasar a la sala de masajes y a la camilla. Acostumbrada al proceso, Magda se desvistió y se cubrió con las toallas para tumbarse boca arriba siguiendo las instrucciones de Tobías que entró en un par de minutos.

Él derramó sus aceites sobre su vientre y comenzó a extenderlos bajo sus pechos y hasta la cintura. Sus manos se movían con habilidad sobre su piel y calentaban esta con el efecto calor que le proporcionaba el aceite y las hierbas que habían macerado en él. Al instante Magda se estaba recreando en las sensaciones que comenzaba a sentir.

Tobías ahora pasó a la cabeza y desde atrás estiró su cuello y sus brazos, para luego masajear la parte interior de sus bíceps, esta técnica en principio le hizo cosquillas pero luego se relajó y le empezó a gustar, especialmente cuando se aproximaba al músculo que levanta el pecho y se aproximaba un poco más al mismo.

—Cuéntame Magda, ¿hay algo que te preocupe especialmente en tu vida?

—Bueno, como le dije la vez pasada, me gustaría encontrar novio. Algunas de mis amigas ya lo han encontrado y del grupo vamos quedando menos sin pareja y es un rollo, la verdad.

—En fin, como te dije aún no ha llegado tu hombre, cuando lo veas sabrás que es él.

—¿En serio? ¡Pero cómo se sabe eso! —le espetó ansiosa de que explicara tal afirmación.

—Es un misterio del que sólo sabe el Alma de este Mundo, pero como todos estamos conectados, cuando ocurra lo sabrás, pues el Alma del Mundo se encargará de hacéroslo saber, tanto a ti como a él.

—¡Pues ojalá sea pronto que una se hace mayor y también tiene sus necesidades! —exclamó la chica lamentándose.

Tobías pasó ahora a sus muslos y mirándola de cara siguió preguntándole.

—Y qué tal el aceite, ¿te alivia cuando te duele?

—¡Oh si, da un calorcillo agradable y huele fenomenal! Lo he usado, no mucho para no gastarlo pero sí me lo he puesto en el pecho y en la espalda.

—¿En el pecho también? —se interesó especialmente por este aspecto.

Bueno, me da vergüenza Tobías, pero sí, como me dijiste me he dado masajes en los pechos y la verdad es que… con ese calorcillo tan agradable te predispone a sentirse una bien —aclaró sin querer especificar más.

—¡Me alegro, esa era la intención Magda! En la vida el cuerpo necesita no sólo comer y descansar, el placer también juega un papel fundamental en el bienestar de este y de la propia mente.

—Pues a mí me ha venido muy bien relajarme un poco, ¡la verdad! —sonrió ella.

—Claro que si Magda, con el tiempo verás como tus dolores desaparecen y conocerás a tu hombre. Lo primero es sentirse bien por dentro y por fuera y luego verás como gustas también a los demás.

Cesando la conversación Tobías le pidió que se diese la vuelta. A su espalda se centró en sus hombros y fue bajando hasta sus caderas. Hoy prestó atención a los costados, parándose junto a sus pechos aplastados por el peso del cuerpo y acariciándolos con sus manos untadas con aceite. Este frote agradó enormemente a Magda que no rechistó.

Luego bajó a sus nalgas y allí sus dedos doblaron la curva donde estas arrancaban en la parte baja de su espalda, rozaron el valle que se abría entre sus cachetes y siguieron el contorno de sus glúteos adentrándose en la toalla pero sin levantarla en exceso, insinuantes, siempre insinuantes. Esto volvió loca a Magda que seguía tumbada y muy relajada.

Sus muslos fueron los últimos en recibir atenciones por parte del hombre entregado a su masaje y a su paciente. Hoy se adentró en su cara interna tras relajar la parte posterior y la externa y subió atrevidamente por ellos hasta sus ingles, bajo su trasero, le pidió entonces que abriese sus piernas y aunque la toalla la cubría por encima sus braguitas despuntaron por debajo ante el masaje perturbador de Tobías.

Este movía sus dedos en círculos entre sus muslos tan rápidamente que los delicados roces con sus ingles se sucedían, como pájaros que bajan a tomar un buche de agua y levantan de nuevo el vuelo veloces. Pero sus yemas, en estas incursiones se deslizaban bajo el elástico de su prenda interior, por una cara y luego por la otra, provocando una electrizante sensación a su paciente.

Magda comenzó a emitir leves suspiros y sonidos que denotaban su actitud receptiva a lo que Tobías respondió subiendo la toalla y descubriendo sus bragas blancas. Luego las manchó con aceite ante una sumisa Magda que seguía sin abrir la boca y finalmente sus manos masajearon su culo bajo ellas y juntaron la tela chorreante entre sus cachetes, como si de un tanga se tratase.

La chica estaba entregada, se retorcía de placer y las caricias de Tobías seguían turbándola, anhelaba un contacto más íntimo y él se lo proporcionó fugazmente, tanto es así que se volvió loca y ansió que entrara en ella, estaba presta y dispuesta, preguntándose a qué esperaba.

Con frenesí sus manos deslizaron sus dedos sobre sus ingles, a un lado y otro de la tela arrollada entre sus cachetes, pero luego sus dedos se deslizaron bajo la tela y sobre su excitado y henchido surco, este se abrió y Magda gimió y apretó los dientes, los puños y toda ella se tensó en unos instantes contrayendo sus glúteos con fuerza. Los puso tan redondos que se levantaron y su cuerpo entero amenazó con incorporarse.

A continuación Tobías deslizó sus dedos por su surco, recogiendo el mar de jugos que corría entre ellos y alcanzando su clítoris, se centró en pulsarlo suave, pero insistentemente.

Su clímax llegó sin previo aviso, Magda explotó en un mar de contracciones mientras Tobías seguía frotando en círculos su más íntima anatomía. Esta gruñía, bufaba y se mordía el labio inferior, hasta que poco a poco dejó de convulsionar.

Entonces Tobías paró y todo fue calma y sosiego de nuevo, momento en el que aprovechó para salir discretamente de la sala, dejándola descansar el tiempo que necesitase.

La chica se durmió tras el intenso orgasmo, pensó que había sido mucho rato pero apenas fue una cabezada. Al poco despertó sobresaltada, encima de la camilla, tan caliente por el aceite como relajada por el masaje y el orgasmo posterior.

Finalmente se levantó y se secó con las toallas, sus bragas estaban tan empapadas, así que se las quitó y las metió en el bolso.

Se puso su vestido y salió descubriendo a Tobías en profunda meditación. Casi con miedo a hablar con él, pasó a su lado y aunque estuvo tentada de despedirse, la vergüenza la venció y siguió en dirección a la puerta.

Como olvidando algo se detuvo y allí junto a una estatua zen sacó del bolso algún dinero y lo sujetó con ella.

—¿Nos vemos en tres días? —susurró finalmente Tobías.

—Si, ¡claro! —dijo la chica avergonzada.

—¡Que pases un buen día! —le deseó él desde el suelo y sin abrir los ojos

Y con estas palabras susurradas ambos se despidieron.

Pueblo Sin Nombre

es mi nueva novela, tiene veintidós capítulos y está disponible en Amazon. Creo que ya sabéis de qué va a la vista de los capítulos publicados y no, no es un aquí te pillo aquí te mato. Si buscas algo más que una paja (más bien muchas...), probablemente disfrutarás con cada capítulo y probablemente te deje un buen sabor de boca además por su historia, así que doble satisfacción.