Puebleando Ando Capítulo 2
Ahora nuestra protagonista sin nombre tiene hambre. Ella no es la culpable, al menos no recuerda lo que ha pasado. Le esperan 5 meses de servicio.
Nuestra protagonista ___________, se ha desmayado después de la humillación pública, el veredicto de 5 meses sirviendo en el rancho, los varazos, el mentol y la resaca.
Los orgasmos no la habrían cansado nunca.
Con un dolor de cabeza intenso, pero mucho peor dolor en la entrepierna y las nalgas, recupera el conocimiento. Sigue atada en el escritorio. Al menos ya no tiene sus calzones en la boca.
Puede sentir el aire refrescándole la vulva. Puede sentir más ahí porque sigue húmeda.
- ¿Ya se acabó tu siestecita pendeja? Ahora te vamos a decir que te pasará los próximos 5 meses.
- Mi cabeza… por favor sueltenme… Yo no hice nada.
- A ver morra, pa que te quede bien claro. Con todo el desmadre que hicistes, alguien tiene que pagar. Los putos de tus amigos que se fueron estarían igual que tu. Este pueblo es cuidado por los narcos, la gente de aquí les ayuda a pizcar y nosotros no nos metemos en pedos, ni con ellos ni con el gobierno. Cuando salgas de aquí y les digas qué te pasó, ni se atreverán a venir a preguntar. Mejor flojita y cooperando.
- …
- Vas a dormir en las jaulas. Por las mañanas sonará un timbre y se abrirá tu jaula para que te salgas. Tu joda empieza desde que amanece, hasta que se haga de noche. Vas a hacer los trabajos de más chinga en el pueblo. No le puedes decir “no” a nadie, ?¿Entendiste?
- …
Se acerca muy rápido detrás de ella. Zas!! Una nalgada a palma abierta que le deja hasta los dedos marcados en rojo sobre las rayas de los varazos. Ella se retuerce de lado a lado.
-AHHHHHggh Sí!!! Entendi.
La voz se acerca a sus tobillos y las desata, pone una cadena corta a los grilletes y la asegura con un candado por tobillo. Le pone un cinturón de metal que pasa por su vientre y lo asegura con un candado a la espalda. El cinturón tiene aros de metal soldados y de dos de los aros tienen cadenas. Luego toma su muñeca derecha y la jala para acercarla a la cadena, candado para asegurar y lo mismo pasa con la muñeca izquierda.
Ella ya sabe que no puede hacer nada. Le preocupa su familia, sus amigos y su trabajo. Pero debe cooperar.
Le desata el collar.
- Ven.
Ella va descalza, y la cadena que arrastra de pronto rebota y le pega en los talones. El suelo está frío. Como algo bueno: las manos sí le alcanzan a llegar a las nalgas y puede sobarse un poco. Siente los surcos de las varas y mucho alivio al sobarse. Su estómago le gruñe porque huele a comida. A este punto ya sabía que era mejor no decir nada.
Llegan a la cocina después de caminar unos minutos, el rancho es enorme.
- Goyita! Páseme el vestido de gala para la morra.
Le llevan un costal y con su navaja le abre un agujero para la cabeza y a los lados desliza su navaja para dejar un chaleco.
- Esta es tu ropa de aquí a 5 meses, es tu pedo si no la cuidas.
Con un mecate le amarra el chalecostal. Apenas le tapa las nalgas.
Mientras le amarra el mecate, se escucha su estómago gruñir más fuerte.
- A pero si la pendeja tiene hambre. Ni modo, a ganarse el pan mija.
La agarra del cabello y la empuja a la puerta de la cocina
Goyita, ¿qué le falta qué le ayuden?
Horita nada, ya estamos completos.
Goyita la ve a ella, la revisa de arriba abajo y la mira con lástima.
- Ni modo Goyita, ahí le encargo que le dé el plato especial. Que le ayude y cuando termine me la manda con los chavos a las jaulas.
- Si Patron. Orale pasate.
En la cocina hay 2 mujeres más y un hombre , además de Goyita. Todos están ocupados haciendo comida para los patrones.
- Aquí no estorbes, párate al lado de aquella mesa. Y pon las manos en la espalda, quédate de rodillas. No vayas a querer agarrar algo limpio pinche morra pendeja.
Goyita le señala dónde debe quedarse. Ella ya siente que es excesivo el maltrato, no recuerda nada de lo que pasó. Le brotan algunas lágrimas cuando llega, se arrodilla y pone las manos atrás.
El muchacho que estaba en la cocina le lleva una olla de barro quemado, muy gastado y dentro le ponen su comida.
Son trozos de pan duro remojado con leche. Trata de tomarlo y acercarlo a su boca, pero no puede. La cadena es muy corta. Aún si metiera la mano a la comida, no puede llevar la comida a su boca, la cadena no llega.
- Tienes que comerlo como los perros.
Ella se dobla hacia la olla y empieza a comer sorbiendo y apretando con los labios.
- Espero que hayas disfrutado tu peda pendeja. A mí me tocó recoger todos los pedazos de carne, traerlos y limpiarlos. 10 putas vacas.
- Yo no hice nada.
Esa respuesta molesta al muchacho y le patea el plato a un lado. La salpica toda y ella solo puede gritar de sorpresa. La jala del cabello hacia él.
- Pinche morra, si te encontramos sobre el tractor. ¿Querías comer? Ahora te lo voy a dar para llevar.
La lleva a jalones a una mesa a la vista de todas las chicas de la cocina. Qué se asombran y se quedan calladas y ni siquiera murmuran. La empuja sobre la mesa y la deja boca arriba.
- Quédate así morra.
Ella ya no sabe nada de lo que está pasando, está a nada de revelarse. Pero sabe que las tiene de perder. Así que solo le queda aguantar.
- Abre la boca
Ella no entiende qué hacer, así que de golpe le toman la boca y se la abre de golpe. Se acercan todas las chicas de la cocina. Le meten una manzana hasta el fondo, tan fuerte que no puede morder. Ella trata de quitarla pero no le llegan las manos encadenadas y tampoco la puede escupir.
- Comida para llevar. Vas a pagar por la chinga que me metí con tus desmadres. Espero que te gusten los pepinos.
Le empieza a acariciar con un pepino su clitoris. Cualquiera pensaría que a pesar de lo que le pasaba no le gustaría. Pero parece que estaba hecho para esto. Empieza a meter y sacar el pepino hasta que cede por sí solo. Ella enloquece pero sus gemidos quedan sordos atrás de la manzana.
- Ahora la guarnicion.
Hace lo mismo con la zanahoria metida en un condón, pero ahora entra por su ano. No le cuesta tanto trabajo. Las demás chicas aparentan no estar excitadas, pero se escuchan sus respiraciones agitadas, hasta Goyita.
Empieza a meter y sacar la fruta y la verdura de sus agujeros.
-Mmppppphhh mppppphhhhaaaaaaaaa mhaaaaaaaaaa
Se le van los ojitos
Mientras que gime de placer y empieza a chorrear, las chicas de la cocina tragan saliva y el toma una cinta adhesiva y se la pone sobre sus agujeros. Ahora pepino y zanahoria están bien seguras.
- Ya estuvo, párate morra. Te llevas tu comida.
La agarra del collar, y se la lleva casi arrastrando a la jaula.
- Aquí se la regreso Patron.
La meten a la jaula y la cierran. Con uno de los barrotes se puede quitar la manzana y la come como puede. Aún tiene hambre. Como puede se quita la cinta adhesiva y ahora puede comer pepino o zanahoria. Pero decide que la comida puede esperar. Se acomoda en la jaula y
Se le van los ojitos.