Psyco. 2

Ese tio normalito que viaja a vuestro lado en el Metro, contando lo que ve un viernes noche.

Segundo vistazo a un tio aparentemente normal, pero que esconde un lado oscuro.


Estoy de nuevo en el metro, pero esta vez viajo de pie agarrado a la barandilla, ¡malditos viernes!  Hoy he salido mas tarde del trabajo y me he encontrado con toda la gentuza del botellón, la mayoría son niñatos aspirantes a adultos alcohólicos, les hecho una mirada neutra procurando que no se note mi desdén por ellos.

No es que los tenga miedo, ¡ni por asomo! lo que ocurre es que no quiero tener una bronca que me haga destacar de la masa de gente corriente, paseo la mirada por estos grupitos de futuros fracasados intentando adivinar cosas de ellos, los más cercanos son dos chicos y dos chicas de unos 16 ó 17 años siendo optimista, desde luego ninguno llega a los 18 pero se comportan como si fueran adultos, han dejado dos bolsas de plástico verde en el suelo del vagón, una de ellas lleva bolsas de hielo y una botella grande de refresco de naranja, la otra bolsa contiene lo que queda de otra botella similar y vasos altos de plástico, uno de los chicos sirve en ellos el contenido de una botella de ginebra, la chica morena que está sentada a su lado mira a la otra pareja que se ha sentado enfrente.

Estos evidentemente llevan poco tiempo enrollados, son un chico rubito y una joven zorrita castaña, naturalmente están en sus primeros polvos y todo es pasión entre ellos, sus besos son demasiado largos y se babosean continuamente acabando en un ¡muac! muy sonoro, como presumiendo de que saben besarse sin cortarse, pero estos aprendices de alcohólico fracasado no caen, en que presumen ante personas que pasan de ellos porque están hasta los mismísimos huevos de follar, las manos del joven van del culo a la parte de debajo de las tetas de la niña, provocando que sus juveniles y pequeños pezones estén permanentemente erizados, la morena de enfrente los mira embobada y desde mi posición, veo sin dificultad una mancha de humedad en la entrepierna de sus finos pantalones blancos, que me permite adivinar sus braguitas a franjas verdes y rosas.

Repito mi ojeada al “camarero” el también es moreno y guapote, observo que dos de los cuatro vasos tienen un dedo mas de ginebra que los otros el chico es listo, solo ha puesto dos cubitos de hielo antes de empezar a servir para poder medir disimuladamente lo que ponía en cada uno, ahora los mas “cargados” están junto a su pie izquierdo y los otros en el derecho, deja la botella de ginebra y rellena con la de refresco los vasos sin llegar al borde antes de repartirlos, naturalmente los mas cargados van a parar a las manos de las chicas, mientras el “camarero” dice:

-         Las damas primero.

Es suficiente por este grupo, ya sé como acabara la noche para ellos, metidos en algún portal vomitando o follandose a las niñatas borrachas entre los setos de algún parque, que les aproveche espero que al menos lleven gomas y sepan ponérselas, aunque me alegraría mas que sus putos padres pagaran algún aborto con el dinero que no usaron en educarlos bien.

Miro mas allá y me llama la atención la cara de otra joven rubia, es menor estoy seguro de ello y está rodeada de tíos, son seis y entre ellos hay un africano con la típica gorra hacia un lado, todos se lanzan miradas cómplices y me fijo en la chica que esta ya medio borracha, cerca de su boca tiene una mancha alargada de color rosa, no hay que ser muy listo para deducir que es vino o sangría que ha tomado y después vomitado, al estar bebida todos se turnan en sujetarla y servirla más bebida, para de paso sobarla más o menos descaradamente, calculo que la chica va a ser la protagonista de un gang bang esta noche, aunque ella sea la única de la pandilla que aun no lo sepa.

El metro se detiene y entran dos de seguridad que se quedan al fondo sin moverse, les acompaña un tío de paisano con un walki en el cinturón, este se pone a charlar con ellos pero sin dejar de observar a la gente del vagón, me despreocupo de ellos pues desde que los quitaron los plus de peligrosidad son inofensivos, antes se involucraban en peleas y sacaban a los borrachos o porreros, pero desde la política de racaneo de la Agirre hizo que les bajaran el sueldo, se limitan a dejarse ver y punto.

A medio vagón un chaval oculta precipitadamente las manos, estaba liándose un canuto en medio del vagón a la vista de todo el mundo sin cortarse, le había visto quemar el costo en la mano con el mechero, la llama de este cerca de su camisa empapada en alcohol y desee que aquel hijodepu… ardiera a lo bonzo, aunque el humo las llamas y el pánico se adueñaran del metro, este vehículo en que viajamos lanzado a 60Km por hora, en el interior de un túnel oscuro es una trampa mortal en caso de fuego ¡vergonzoso pero cierto! nadie le ha llamado la atención aunque nos ha puesto en peligro a todos, acaba de cometer intento de asesinato con las cerca de trescientas personas del convoy pero no lo sabe, ni el ni la mayoría de los que le miran con desdén entienden lo cerca que han estado de la muerte, los de seguridad no le dirán nada a no ser que se lo ponga en la boca y lo encienda, no pueden meterse con los borrachos y porreros pero si con los fumadores, es absurdo pero la ley es así.

Ya me queda poco para bajarme, sigo mirando y veo lo típico, un norteafricano alto y joven con una cuarentona de caceres, (por el acento) ella es tipo tonel con patas de elefanta y algo parecido a un mocho de fregar como peinado, se besan con frecuencia y pienso en qué bonito es el amor con papeles.

Los demás grupos son más o menos igual, hay un poco de todo pero me molestan dos sudamericanos con gafas oscuras enormes, no por su raza o etnia sino por su excesiva quietud, es que me joden las gafas pues no es lógico ir de noche con gafas de sol, un cazador reconoce a otro a distancia, en seguida mirando sus pies veo que son carteristas, ¡esas playeras señores, que se notan muy gastadas! no falla, gafas oscuras en el metro y ropa nueva o casi, pero en los pies zapatillas ya domadas de tanto correr, es raro que estos estén por aquí pues esta zona normalmente se la “trabajan” los rumanos.

Llego por fin a mi parada y salgo de este zoo, subo las escaleras y paso por los torniquetes, en el último tramo hay una parejita de blanco/ negra tumbados en las escaleras, ella lleva un vestido y tiene al tío entre sus piernas, veo que él tiene los pantalones algo más que bajados, me jode que habiendo tanto campo cerca estén en mi camino haciendo porquerías, así que al pasar le doy una fuerte patada en los riñones al blanco, la negra gime un “gracias” y sigo mi camino mientras el pobre diablo gime retorciéndose de dolor, de refilón veo a la chica huir despavorida e imagino que no serian muy amigos o le estaría ayudando.

Al llegar a casa la parienta me pregunta:

-         ¿Qué tal el trabajo?

-         Bien todo normal, como siempre.

-         ¿había mucha gente en el metro?

-         Si pero todo es normal, ya sabes ¡como siempre a estas horas! borrachos, niñatos y mucha gente de colorines.

-         Ya lo decía mi madre que en paz descanse, -Dijo ella- cuando dios nos separo por continencias por algo seria, no debe ser bueno tanta mezcla.

-         Quieres decir continentes cariño no continencias, pero llevas razón nena, tú siempre llevas razon.

Fin del segundo relato de Psyco.


Antes de que algún listo de los coj… se dé por aludido y me acuse de comentarios racistas, debe recordar que he empezado y acabado metiéndome con los blancos, pero recomiendo que semejante lumbrera busca líos, se documente simplemente dándose una vueltecita en metro un viernes o sábado noche, a eso de doce a una de la madrugada y es indiferente la línea que coja, pues el espectáculo es igualmente lamentable en todas.

Si no ve lo mismo que yo, me comprometo ante todos a borrar este relato.

No sé por qué las autoridades permiten ciertas conductas en los transportes públicos, pero estoy seguro de que a más de uno se le pondrá la piel de gallina, cuando a partir de ahora veáis a un borracho apestando a bebida y sentado en el vagón de metro quemando el costo con su mechero, para después fumarse muy chulito un peta en público mirándoos como la panda de acojonados que sois, RECORDAD:

¡EL HA INTENTADO QUEMAROS VIVOS, Y SEGUIS CALLADOS!